Jesus Bautizo

El Bautismo un Ritual de Purificación (Parte 2)

Rituales de inmersión en agua en el Antiguo Testamento

En la primera parte vimos la importancia de ser santos, para poder acercarnos a Dios. De esta forma podremos estar con Él toda la eternidad. Dios, por Su gracia, nos limpia del pecado cuando ponemos nuestra fe en Su hijo Jesucristo y formamos parte de Su familia, como Sus hijos. ¡La salvación es un regalo precioso que recibimos por parte de Él!

«Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto—dice el Señor— Aunque sus pecados sean como la escarlata, Yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, Yo los haré tan blancos como la lana.» — Isaías 1:18 (NTV)

«Purifícame de mis pecados, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve.» — Salmos 51:7 (NTV)

[Dice el Señor] «Todo el mundo sabrá que Yo, el Señor, Soy tu Salvador y tu Redentor; el Poderoso de Israel». — Isaías 49:26b (NTV)

La naturaleza impura del hombre

Todos estamos infectados con la enfermedad del pecado, lo cual conduce a la muerte. Nuestros corazones son impuros por naturaleza. Tan solo basta con ver la inmoralidad en el mundo actual, vea las noticias o el periódico y notará como cada día nos alejamos más de Dios.

«El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es? Pero Yo, el Señor, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas. A todos les doy la debida recompensa, según lo merecen sus acciones».»— Jeremías 17:9-10 (NTV)

Hace más de 3,000 años, Dios en Su providencia le entregó al pueblo de Israel, por medio de Moisés, leyes y regulaciones (ver Levítico 11-15) dándoles instrucciones específicas para evitar y eliminar objetos contaminados o corruptos. Para Dios, la contaminación podía ocurrir con tan solo el contacto con ciertos objetos, emisiones corporales, y cadáveres. También había corrupción al ingerir ciertos alimentos prohibidos. Las personas entraban en un estado de impureza, y no podían acercarse al Tabernáculo del Señor.

Rumiante pezuna
Los animales que rumian y que además tienen pezuñas partidas son considerados limpios, permitidos en la dieta del pueblo de Israel.

«Todo animal que tenga pezuñas pero que no estén partidas de manera pareja y que no rumie es impuro para ti. Cualquiera que toque el cadáver de dicho animal quedará contaminado.» — Levítico 11:26 (NTV)

«Así ellos podrán entrar en el tabernáculo para realizar su trabajo, porque los purificaste y los presentaste como una ofrenda especial.» — Números 8:15 (NTV)

En otras palabras, lo contaminado puede afectar lo que está limpio. Por ejemplo, un litro de agua sucia no se purifica al agregarle un litro de agua limpia. Y por el contrario, una gota de agua sucia contaminará un vaso con agua limpia. Un niño enfermo con sarampión nunca se curará al tocar a un niño que está saludable. Sin embargo, el niño sano puede contagiarse al estar en contacto con el niño enfermo.  Esto es expuesto por el Señor a través del profeta Hageo cuando les enseña a los sacerdotes el principio de que lo santo no se transfiere, pero lo impuro sí. Entonces cuando lo santo y lo impuro están en contacto ambos se hacen impuros.

«El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: pregunta a los sacerdotes acerca de la ley: “Si alguno de ustedes trae entre sus vestiduras sacerdotales carne de un sacrificio consagrado y sucede que las vestiduras rozan con algún pan o guiso, vino o aceite de oliva o alguna otra clase de alimento, ¿quedará el alimento también consagrado?”. Entonces los sacerdotes contestaron:—No. Luego Hageo preguntó: —Si alguien se vuelve ceremonialmente impuro por tocar a un muerto y después toca cualquiera de esos alimentos, ¿se contaminará la comida? —Sí —contestaron los sacerdotes.» — Hageo 2:11-13 (NTV)

Si lo que está ritualmente limpio se vuelve impuro, entonces ha sido contaminado (o deshonrado según el caso) y requiere purificación.

«Asimismo, todos los jefes de los sacerdotes y el pueblo se volvieron cada vez más infieles. Siguieron todas las prácticas paganas de las naciones vecinas y profanaron el templo del Señor que había sido consagrado en Jerusalén.»— 2 Crónicas 36:14 (NTV)

[Dice el Señor]»El que toque el cadáver de un ser humano quedará ceremonialmente impuro durante siete días. Esta persona debe purificarse el tercer y el séptimo día con el agua de la purificación.» — Números 19:11-12a (NTV)

La Purificación

Para pasar de un estado de impureza a un estado de consagración, se requiere de una limpieza y purificación del objeto o persona. El término purificación del griego hagnismos – ἁγνισμός, libre de contaminación, denota purificación ceremonial, y el origen la palabra viene de la misma raíz de santo (hagios – ἅγιος) separado del pecado, y por lo tanto consagrado a Dios. A través de los rituales de purificación los israelitas eran formalmente absueltos de corrupción o impurezas.

[Dice el Señor] «¡Salgan! Salgan y dejen atrás su cautiverio, donde todo lo que tocan es impuro. Salgan de allí y purifíquense, ustedes que vuelven a su tierra con los objetos sagrados del Señor.» — Isaías 52:11 (NTV)

«Así que, al día siguiente, Pablo fue al templo con los otros hombres. Ya comenzado el ritual de purificación, anunció públicamente la fecha en que se cumpliría el tiempo de los votos y se ofrecerían sacrificios por cada uno de los hombres.» — Hechos 21:26 (NTV)

Lavandose preparacion
El pueblo de Israel lavando su ropa, en preparación a que el Señor bajara al Monte Sinaí.

Cuando alguien es purificado entonces adquiere el potencial para la santidad, entonces puede ser dedicado (o consagrado) a Dios y volverse santo. Algunas purificaciones sirven como preparación, al predisponer al hombre a un estado necesario de santidad para un encuentro con Dios:

«Después el Señor le dijo a Moisés: «Desciende y prepara al pueblo para Mi llegada. Conságralos hoy y mañana, y haz que laven sus ropas. Asegúrate de que estén preparados para el tercer día, porque ese día el Señor descenderá sobre el monte Sinaí a la vista de todo el pueblo.» — Éxodo 19: 10-11 (NTV)

Purificación con Agua

El agua es el símbolo de la purificación moral y física al eliminar la impureza. Cuando un hombre tenía lepra y había sido curado, éste debía pasar por una elaborada ceremonia para ser declarado limpio (ver Levíticos 14). Por ello cuando Jesús curó al leproso le indicó que siguiera esta regulación según la ley de Moisés :

[Dice Jesús]»—No se lo cuentes a nadie —le dijo Jesús—. En cambio, preséntate ante el sacerdote y deja que te examine. Lleva contigo la ofrenda que exige la ley de Moisés a los que son sanados de lepra. Esto será un testimonio público de que has quedado limpio.» — Mateo 8:4 (NTV)

Naaman
Naamán estaba enfermo de lepra y obedeció cuando el profeta Eliseo le dijo que se sumergiera en el Río Jordán 7 veces, y quedó curado.

En el segundo libro de Reyes el profeta Eliseo le mandó decir a Naamán que fuera al río Jordán y se sumergiera 7 veces para ser sanado de la lepra que padecía. En la Biblia la lepra es una representación del pecado.

«Entonces Naamán bajó al río Jordán y se sumergió siete veces, tal como el hombre de Dios le había indicado. ¡Y su piel quedó tan sana como la de un niño, y se curó!» — 2 Reyes 5:14 (NTV)

Mikveh
En el sitio arqueológico de Qumran en Israel, cerca de Jerusalén, se han encontrado mikves o albercas que eran utilizadas para baños rituales por los israelitas.

En tiempos de Jesús, los judíos ya habían desarrollado tradiciones para los rituales de purificación con agua. Para ello, tenían cisternas (o albercas) llamadas en hebreo mikvé (מִקְוֶה), para la inmersión ritual del cuerpo completo bajo el agua para la purificación de personas o bien de utensilios para servir comida.

[Dice Jesús]»Porque ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, y se aferran a la tradición de los hombres.» [Es decir, al lavamiento de jarros y de vasos para beber, y a muchas otras cosas semejantes.]» — Marcos 7:8 (RVC)

La mikvé debía detener al menos una parte de «agua viva», es decir de agua corriente de lluvia, de río, o del mar. Se han descubierto numerosos balnearios rituales en Jerusalén cerca de donde estaba el Templo, y en Qumran (en donde se encontraron los manuscritos del Mar Muerto). Hoy en día la comunidad judía aún practica estos baños rituales.

La Purificación del Espíritu Santo

El Espíritu Santo es el agua viva que brota del corazón de todo aquel que vuelve a nacer como nos explica Jesús

Jesus Agua Viva
Jesús le dijo a la mujer de Samaria que todos los que beban del agua viva que Él da no tendrán sed jamás.

«¡Todo el que crea en Mí puede venir y beber! Pues las Escrituras declaran: “De su corazón, brotarán ríos de agua viva (Con la expresión «agua viva», se refería al Espíritu, el cual se le daría a todo el que creyera en Él)” — Juan 7:38-39b (NTV)

El Espíritu Santo nos limpia de adentro hacia afuera. Ya que todas las demás religiones hechas por el hombre, tratan de limpiar y purificar de afuera hacia adentro, pero esta forma no es efectiva, ya que no alcanza el estándar de perfección de nuestro Señor.

“Cuando Él [Espíritu Santo] venga, mostrará claramente a la gente del mundo quién es pecador, quién es inocente, y quién recibe el juicio de Dios.» — Juan 16:8 (DHH)

Al ser llenados con el Espíritu Santo, estamos listos para el servicio a Dios. Por lo tanto, es necesario un nacimiento espiritual para poder entrar al reino de Dios. Lo que llamamos “volver a nacer”, o “nacer de agua y del Espíritu”. Solo de esta forma Dios puede trabajar en lo más profundo del corazón del creyente para purificarlo.

Esparciré agua limpia sobre ustedes, y ustedes quedarán limpios de todas sus impurezas, pues los limpiaré de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo, y pondré en ustedes un espíritu nuevo; les quitaré el corazón de piedra que ahora tienen, y les daré un corazón sensible. Pondré en ustedes Mi Espíritu, y haré que cumplan Mis estatutos, y que obedezcan y pongan en práctica Mis preceptos.” — Ezequiel 36:25-27 (RVC)

«Nos salvó, y no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por Su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo.» — Tito 3:5 (RVC)

El bautismo del Espíritu Santo no es un mandamiento dado a nosotros, y tampoco es una experiencia, es un acto soberano de Dios en el cual el creyente es habitado por el Espíritu de Dios, sellado hasta el día de la redención, y ubicado en la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo.

«Y ahora ustedes, los gentiles, también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás. El Espíritu es la garantía que tenemos de parte de Dios de que nos dará la herencia que nos prometió y de que nos ha comprado para que seamos su pueblo. Dios hizo todo esto para que nosotros le diéramos gloria y alabanza.» — Efesios 1:13-14 (NTV)

Espiritu Santo
Dios le envía a los creyentes en Jesucristo a Su Espíritu, y así son sellados, y forman parte del Cuerpo de Cristo, de Su Iglesia, y están listos para el servicio a Dios.

Jesús prometió que enviaría al Espíritu Santo a los creyentes en Él. Porque para poder crecer espiritualmente y parecernos cada día más a Jesucristo, solamente con la ayuda divina lo podemos lograr. El Espíritu es nuestro Consolador porque nos ofrece una prueba palpable de nuestro boleto de salvación, cuando vemos que crece como un manantial de agua purificante en nuestro corazón, y que estará con nosotros por toda la eternidad. ¡Esto es asombroso!

“Y yo rogaré al Padre, y Él les dará otro Consolador [el Espíritu Santo], para que esté con ustedes para siempre: es decir, el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no lo ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen, porque permanece con ustedes, y estará en ustedes.” — Juan 14:16-17 (RVC)

“pero todos los que beban del agua que Yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna.” — Juan 4:14 (NTV)

En el siguiente artículo continuaremos tratando el tema del Bautismo. ¡Que Dios los bendiga!


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