Abel Aceptado

Génesis 4:8 – El asesinato de Abel

En el estudio anterior vimos como el pecado empezó a tomar control de la naturaleza de Caín, quien no pudo controlarlo y sin la ayuda de Dios terminó cometiendo el primer fratricidio de la historia de la humanidad. Por esto le recomendamos que permita que Dios le ayude con sus pecados cuando son “pequeños” antes de que se conviertan en tragedias. En este estudio le mostraremos los efectos trágicos de la caída de la humanidad. Veremos también una comparación de las características de Abel con Jesucristo.

En el capítulo tres de Génesis se enfatizó la tentación sobrenatural de la serpiente y el pecado que fue contra Dios; ahora en el capítulo cuatro, veremos el desarrollo de la naturaleza adámica después de la caída de la humanidad en donde el pecado sucede contra el hombre, porque aquella persona que no teme al Señor, no va a tener ningún respeto acerca los derechos de su prójimo tampoco. Las Escrituras nos muestran como el pecado de Adán y Eva se extiende a todos sus descendientes, y esta naturaleza pecaminosa rápidamente se desarrolló en sus hijos, llevando a Caín a cometer un despiadado asesinato. Aquí vemos como la naturaleza del pecado tiende a crecer descontroladamente.

“Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán.” — Romanos 8:12-13 (NTV)

«Sin embargo, cuando alguien sigue pecando, demuestra que pertenece al diablo, el cual peca desde el principio; pero el Hijo de Dios vino para destruir las obras del diablo». — 1 Juan 3:8 (NTV)

Por eso Jesucristo vino a este mundo a acabar con el pecado, en Su primera venida, y en Su segunda vendrá a establecer Su reino en la tierra.

«Jesús contestó: — Les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del pecado.»— Juan 8:34 (NTV)

Abel Adan y Eva[Jesús dice] «El Espíritu del Señor está sobre Mí, porque me ha ungido para llevar la Buena Noticia a los pobres. Me ha enviado a proclamar que los cautivos serán liberados, que los ciegos verán, que los oprimidos serán puestos en libertad, y que ha llegado el tiempo del favor del Señor»— Lucas 4:18-19 (NTV)

En este pasaje se muestra como el virus del pecado infectó a la descendencia de Adán y Eva, quienes experimentan en carne propia los devastadores efectos de su rebelión en el jardín del Edén. Nuestros primeros padres son testigos del asesinato de Abel y del exilio de su primogénito.

Ver. 8 — Cierto día Caín dijo a su hermano: «Salgamos al campo». Mientras estaban en el campo, Caín atacó a su hermano Abel y lo mató.

Otra lección que aprendemos en este capítulo es que, aunque no hubo testigos humanos del asesinato, no hay nada que se pueda esconder de la vista de Dios. Porque cuando el Señor le pregunta a Caín acerca de Abel, lo estaba haciendo para darle la oportunidad de que confesara su pecado y pidiera perdón, pero la maldad de su corazón no le permitió confesarlo

“Llegará el tiempo en que todo lo que está encubierto será revelado y todo lo secreto se dará a conocer a todos.” — Lucas 12:2 (NTV)

“Caín dijo a su hermano: «Salgamos al campo»”

La traducción literal de este versículo omite lo que Caín en realidad le dijo a su hermano, ya que el texto simplemente dice: «Y Caín le dijo a Abel su hermano. Cuando estaban en el campo …». Por lo que la adición artificial (“Salgamos al campo”) que conocemos actualmente en las traducciones modernas de la Biblia viene de la interpretación hecha en la traducción griega de la “Septuaginta”, esta adición que ha sido aceptada por casi todos los comentaristas y estudiosos bíblicos.

La complejidad para traducir esta frase viene de la palabra hebrea אָמַר – amár, que puede significar múltiples cosas: Primero es un verbo polar (con interpretaciones opuestas) que puede significar tanto «exaltar, alabar», como «despreciar, enojar». Por lo tanto, la primera opción de traducción sería: «Y Caín despreciaba a Abel su hermano …». La segunda alternativa es que amár también significa «ver» o «estar al acecho», por lo que la traducción diría: «Caín caminaba por el campo acechando o buscando a Abel».

Cain asesina a AbelPara resolver el dilema en este versículo, las traducciones actuales se basaron en la traducción griega propuesta por la Septuaginta, y por otras versiones antiguas de la Biblia, que reconstruyen el texto hebreo agregando la frase que Caín le dice a Abel: «Vayamos al campo», para describir la forma en la que Caín persuade a su hermano para llevarlo al lugar apropiado para la ejecución de su malvado plan. Así que, si la interpretación del texto hebreo original en esta traducción es correcta, las acciones de Caín están fríamente calculadas para cometer un asesinato de forma premeditada, ya que ahí estaría lejos de sus padres, o de cualquier otra persona que fuera testigo, o que pudiera auxiliarlo, con el fin de poder matarlo.

“Dijo entonces Caín a su hermano Abel: «Vayamos al campo.» Y sucedió que, mientras estaban ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.” — Génesis 4:8 (RVC)

La palabra que nos da la clave en este versículo acerca de la premeditación del fratricidio es el verbo hebreo הָרַג – jarág que significa «asesinar intencionalmente», por lo que hay una planeación por parte de Caín, ya que en hebreo tenemos otro verbo, רָצַח – ratsá, utilizado en el sexto mandamiento “No Matarás” (Éxodo 20:13), que también incluye homicidio sin premeditación.

“Desde ese momento, Esaú odió a Jacob, porque su padre le había dado la bendición a él. Entonces Esaú comenzó a tramar: «Pronto haré duelo por la muerte de mi padre y después mataré [jarág] a mi hermano Jacob».” — Génesis 27:41 (NTV)

Así que, la frase «Vayamos al campo» hace que el asesinato sea doblemente deliberado cuando busca llevar a Abel a un lugar donde estuviera indefenso. Después Dios iba a establecer la pena de muerte dentro de las leyes que le dio a Moisés para los asesinos y los violadores de víctimas indefensas y que no recibieron ayuda.

“Pero si el hombre encuentra en el campo a la mujer comprometida y la viola, entonces solo el hombre debe morir. No le hagan nada a la joven; ella no cometió ningún delito digno de muerte. Es tan inocente como la víctima de un homicidio. Dado que el hombre la violó en el campo, se dará por sentado que ella gritó, pero no había nadie para socorrerla.” — Deuteronomio 22:25-27 (NTV)

“Pero supongamos que alguien está enemistado con un vecino y le tiende una emboscada a propósito y lo mata, y luego huye a una de las ciudades de refugio. En ese caso, los ancianos de la ciudad del asesino enviarán representantes a la ciudad de refugio para traerlo de regreso y entregarlo al vengador del muerto para que le quite la vida.” — Deuteronomio 19:11-12 (NTV)

“Mientras estaban en el campo”

La malicia en el corazón de Caín terminó en el asesinato de Abel, su propio hermano, a quien debería haber amado y protegido. Abel no le hizo ningún mal. De hecho, Jesús nos dice que Abel fue un hombre justo y el primer profeta que nos mandó Dios.

Abel Aceptado por Dios[Jesús dijo] “Como consecuencia, a esta generación se le hará responsable del asesinato de todos los profetas de Dios desde la creación del mundo, desde el asesinato de Abel hasta el de Zacarías, a quien mataron entre el altar y el santuario. Sí, de verdad se culpará a esta generación.” — Lucas 11:50-51 (NTV)

Existen características de Abel que en teología son llamadas “tipo” o “sombra”, ya que son mencionadas en el Antiguo Testamento y que después son reveladas en el Nuevo Testamento. En el caso de Abel, encontramos similitudes con Jesucristo que mostramos en la siguiente tabla:

Abel

Jesucristo

Abel era un pastor (Génesis 4:2).Jesús es el Buen Pastor (Juan 10:11).
Abel presentó su ofrenda al Señor.Jesucristo es la ofrenda para el Padre. El buen pastor da su vida en sacrificio por las ovejas.
Abel presentó el mejor cordero de su rebaño como su ofrenda para el Señor (Hebreos 11:4).Jesús se ofreció a sí mismo como sacrificio por nosotros – “El Cordero de Dios que quita los pecados del mundo” (1 Pedro 1:19).
Dios aceptó a Abel y a su ofrenda.Dios aceptó a Jesús y Su trabajo en la cruz, y ahora Él está sentado a la derecha del Padre (Hebreos 10:12; Salmos 110:1).
Después de que Abel presentó su ofrenda, Dios públicamente testificó Su aprobación.Dios públicamente testificó Su aprobación de la ofrenda de Cristo con Su resurrección de entre los muertos (Hechos 2:32).
Abel fue odiado por su hermano, Caín estaba celoso de su hermano.Jesús fue odiado por sus hermanos, los judíos, y por el mundo (Juan 15:25; Salmos 69:4).
Por envidia, Caín mató a Abel.Las autoridades judías envidiaban a Jesús y lo entregaron a los romanos para ser crucificado (Mateo 27:18).
Abel no murió de muerte natural.Jesucristo no murió de muerte natural; Él fue traicionado y crucificado por manos malvadas (Hechos 2:23).
Abel tuvo un final trágico en las manos de su propio hermano.Jesucristo, que vino a este mundo como un judío, tuvo un final trágico, que pudo ser evitado por los judíos, pero ellos prefirieron liberar al criminal Barrabás, en lugar de a Jesús (Mateo 27:17-26)
Después de la muerte de Abel, Dios declaró que su sangre había clamado a Él desde la tierra, y un castigo severo era requerido por su muerte.Después de la muerte de Jesucristo, sus asesinos han sido severamente castigados por Dios (Marcos 12:9).

“Caín atacó a su hermano Abel y lo mató”

Cain mata a AbelEl asesinato de Abel es considerado por muchos como el primero, pero en realidad, es el segundo homicidio en la historia de la humanidad si tomamos en cuenta que Satanás fue el primer asesino al hacer que Adán y Eva comieran del fruto prohibido con engaños, lo que hizo que nuestros primeros padres murieran y que todos sus descendientes heredemos la muerte desde el principio. Como nos explica Jesús.

[Jesús dijo] “Pues ustedes son hijos de su padre, el diablo, y les encanta hacer las cosas malvadas que él hace. Él ha sido asesino desde el principio y siempre ha odiado la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando miente, actúa de acuerdo con su naturaleza porque es mentiroso y el padre de la mentira.” — Juan 8:44 (NTV)

El asesinato que cometió Caín fue especialmente monstruoso porque lo cometió a través del engaño deliberado, contra su hermano, un hombre inocente como ya vimos. Probablemente influenciado por el mismo Satanás, quien buscaba frustrar la línea Mesiánica desde Génesis, o de eliminar a la “semilla de la mujer”, eliminando cualquier amenaza a su reino en la tierra o a su propia existencia. Como nos explica el apóstol Juan cuando menciona que Caín pertenecía a la semilla del diablo, por sus malas acciones se mostró a sí mismo como un «hijo del diablo».

“No debemos ser como Caín, quien pertenecía al maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque Caín hacía lo malo y su hermano lo recto.” — 1 Juan 3:12 (NTV)

La intervención de Satanás podría explicar el por qué de la reacción de Caín: cuando su ofrenda fue rechazada, su respuesta fue mucho más severa que cualquiera de las reacciones de sus padres cuando fueron confrontados por Dios después de su transgresión. Ellos recurrieron a excusas y a la auto-exoneración, pero no recurrieron a la violencia. Pero Caín, quien ni siquiera sabía lo que era una muerte humana, al ser incapaz de contener su resentimiento, sus celos desenfrenados, y su amargura, descargó toda su ira sobre el único chivo expiatorio posible, Abel. Pero después de seguir los malos consejos de Satanás, quien solo lo tentó sin forzarlo a que cometiera este atroz acto, nunca pensó en que después de haber eliminado a Abel, su dilema sería el qué hacer con Dios.

BalaamLa batalla espiritual que hubo con los hijos de Adán y Eva se ha repetido durante toda la historia, por ello somos advertidos en el libro de Judas para que nos alejemos de “los pasos de Caín”, y no solo incluye el asesinato, sino también otros pecados como: tener una voluntad egoísta como Caín; la búsqueda de ganancias oportunistas a través de engaños como Balaam (Números 22); de rebelión para usurpar la posición de Aarón como Coré (Números 16); y que ha evolucionado a través del tiempo, llevando a las personas a crear filosofías que niegan que toda la raza humana haya pecado desde la caída de Adán, niegan que la naturaleza humana sea esencialmente malvada (Jeremías 17:9), incurablemente perversa y bajo la maldición de Dios (Deuteronomio 28). Por el contrario, declaran que la naturaleza humana es esencialmente buena y que sólo se necesita desarrollar la moralidad y la cultura para poder dar buenos frutos aceptables para Dios, en forma de obras desinteresadas, carácter moral y obras de caridad.

“¡Qué aflicción les espera! Pues siguen los pasos de Caín, quien mató a su hermano. Al igual que Balaam, engañan a la gente por dinero; y, como Coré, perecen en su propia rebelión.” — Judas 11 (NTV)

Pero las mentiras se han ido acumulando a lo largo del tiempo al punto en el que los seguidores de “los pasos de Caín” niegan que el hombre haya sido expulsado de la presencia de Dios y que haya un gran abismo entre Dios y la humanidad. Pero aunado a esto, también niegan que ese abismo sólo puede ser superado por la cruz de Cristo y que a través de Él y Su redención yace el único camino de regreso al Padre.

«Jesús le contestó: — Yo Soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de Mí.»— Juan 14:6 (NTV)

Caín y Abel son los representantes de dos grandes grupos de personas. Los “no creyentes” y los “creyentes vueltos a nacer”; aquellos que confían en que sus propias obras los van a salvar, y aquellos que confían en la obra consumada por Cristo en la cruz; aquellos que insisten en la salvación por méritos humanos, y aquellos que están dispuestos a ser salvados por la gracia divina. Caín negó su condición pecadora y se negó a aceptar el remedio provisto por Dios, mientras que Abel reconoció su pecaminosidad, creyó en el testimonio divino, puso su fe en un sustituto sacrificial para ser considerado justo delante de Dios. Abel es el primer humano que murió siendo justo y recto; él es el primero que fue al cielo.

[Jesús dijo] “Entonces dijo: —Les digo la verdad, a menos que se aparten de sus pecados y se vuelvan como niños, nunca entrarán en el reino del cielo.” — Mateo 18:3 (NTV)

Para concluir me gustaría mencionar que como en el caso de Abel, veremos a través de las Escrituras, que Yahveh constantemente pone en el centro a las personas que el mundo orilla a la periferia.

«Jesús se sentó y llamó a los doce discípulos y dijo: «Quien quiera ser el primero debe tomar el último lugar y ser el sirviente de todos los demás».» — Marcos 9:35 (NTV)

«Pero el Señor le dijo a Samuel: — No juzgues por su apariencia o por su estatura, porque yo lo he rechazado. El Señor no ve las cosas de la manera en que tú las ves. La gente juzga por las apariencias, pero el Señor mira el corazón.» — 1 Samuel 16:7 (NTV)

«La religión pura y verdadera a los ojos de Dios Padre consiste en ocuparse de los huérfanos y de las viudas en sus aflicciones, y no dejar que el mundo te corrompa.» — Santiago 1:27 (NTV)

Él escogió a Abel en lugar de a Caín, aun cuando su madre lo llamó “vanidad” o “sin sentido”. El ejemplo fundamental del trabajo de Dios en el mundo fue Jesucristo, quien fue víctima de la injusticia, acusado falsamente y en secreto, y quien murió oprimido e indefenso por la envidia de las autoridades religiosas en Jerusalén. Todo esto para darnos la salvación no por nuestros propios logros, buenas obras, y esfuerzos morales; sino a través de admitir, humildemente, nuestra incapacidad para alcanzar el estándar de perfección de Dios, la necesidad de un Salvador, y confiando totalmente en Jesucristo para entrar en Su reino. Este pasaje nos da el ejemplo de Abel, quien obedeció todos los mandamientos del Señor como lo hizo Abraham, y por ellos él fue bendecido, y nosotros también lo seremos si hacemos a Jesucristo el Señor de nuestras vidas.

[El Señor cumplirá Sus promesas] “Yo haré esto porque Abraham me escuchó y obedeció todos Mis requisitos, mandatos, decretos e instrucciones.” — Génesis 26:5 (NTV)

¡Qué Dios los bendiga!


Continuar leyendo: Génesis 4:9-12 – El Juicio y sentencia de Caín (Parte 1)
Ir al principio de Génesis 4 – Introducción

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