En el artículo anterior vimos que el Diluvio empezó con una explosión causada por las aguas subterráneas de la gran profundidad, y esta agua a presión empezó a inundar la superficie de la tierra. Ahora veremos la segunda fuente de las aguas, cuando «fueron abiertas las ventanas del Cielo», lo cual fue algo sin precedentes hasta ese momento de la historia antediluviana, ya que nunca antes había llovido. Esta primer lluvia sobre la tierra, fue una tormenta de proporciones bíblicas, un cataclismo; y aunado a las aguas subterráneas desatadas, causaron la tremenda inundación global del Diluvio.
«Los hombres malos no entienden el juicio; mas los que buscan al SEÑOR, entienden todas las cosas.» — Proverbios 28:5 (JBS)
«Porque los rectos morarán en la tierra, y los íntegros permanecerán en ella; pero los impíos serán cortados de la tierra, y los malvados serán desarraigados de ella.» — Proverbios 2:21-22 (NBLA)
“Y las ventanas del Cielo fueron abiertas”
¿Qué son las ventanas de los Cielos? Para entender esta última expresión del versículo 11, que es deliberadamente evocadora de Génesis 1, al recordarnos que ambas fuentes de las aguas del Diluvio se originaron como parte del Segundo Día de la Creación en Génesis 1:6-8, cuando la superficie de la tierra estaba cubierta de agua. Lo que implica es que, el Diluvio fusiona las aguas que se encontraban por encima y por debajo del firmamento para acabar con la corrupción de la tierra, al cubrir su superficie con agua una vez más, trayendo al mundo de vuelta a como estaba al principio de la Creación. Sin embargo, este nuevo comienzo iniciaría con solo un remanente de humanos y animales que se encontraban seguros en el Arca.
“Luego dijo Dios: «Haya un firmamento en medio de las aguas, para que separe las aguas de las aguas.» E hizo Dios un firmamento que separó las aguas que estaban debajo del firmamento, de las aguas que estaban sobre el firmamento. Y fue así. Al firmamento llamó Dios «cielos». Y fue la tarde y la mañana del segundo día.” — Génesis 1:6-8 (RVR-1995)
“Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, un predicador de justicia, con otros siete, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos.” — 2 Pedro 2:5 (NBLA)
Cuando el Creador separa las aguas que estaban sobre la superficie de la tierra, coloca parte de las aguas por encima, y otra parte por debajo del firmamento. Además, la Biblia nos dice que el firmamento es llamado: “cielos”, porque incluye al firmamento abierto en donde vuelan las aves (Génesis 1:20), al firmamento donde están el sol, la luna y las estrellas (Génesis 1:14-15; Daniel 12:3), y al Tercer Cielo (que es una dimensión espiritual que no vemos) donde habita el SEÑOR y Sus ángeles (Salmos 150:1; Ezequiel 1:22-26; 10:1). Por lo que, las aguas que cayeron en forma de lluvia durante el Diluvio, provenían de las aguas que estaban por encima de los cielos o firmamento. Lo que las Escrituras nos están diciendo, es que las abundantes aguas del Diluvio estaban más allá del firmamento visible y físico que conocemos, entendemos que se encontraban en una dimensión espiritual, en el mismo Tercer Cielo en donde está el trono de Dios (2 Corintios 12:2), como lo explicamos en nuestro artículo: Génesis 7:4-5 – La Cuenta Regresiva para el Diluvio. ¿Pero cómo es que estas aguas sobre el firmamento que estaban en otra dimensión pudieron regresar a la tierra durante el Diluvio?
«¡Alábenle, cielos de los cielos y las aguas que están sobre los cielos! Alaben el nombre del SEÑOR porque Él mandó y fueron creados.» — Salmos 148:4-5 (RVA 2015)
“¡Aleluya! ¡Alaben a Dios en Su santuario! ¡Alábenle en Su poderoso firmamento!” — Salmos 150:1 (RVA 2015)
“Que establece Sus aposentos entre las aguas; El que pone las nubes por Su carroza, El que anda sobre las alas del viento.” — Salmos 104:3 (RVA)
La clave podría estar en palabra que utiliza Moisés para “ventanas”, ya que en lugar de emplear חַלּוֹנּוֹת – jalonót, utilizó אֲרֻבֹּת – arubót (plural), que además de ser ventana (אֲרֻבָּה – arubá, singular), también significa enrejado, compuerta, canal y chimenea (Oseas 13:3). Por lo que cuando se abrieron las arubót de los cielos, tenemos la imagen de un canal o chimenea que conecta nuestro mundo físico, con la dimensión espiritual en donde se encontraban estas aguas. Las arubót, o ventanas del cielo, entendemos que son como un portal interdimensional entre el Tercer Cielo y la atmosfera terrestre. Y cuando estas compuertas fueron abiertas, las aguas fluyeron como lluvia a través de este enrejado, cayendo sobre toda la superficie de la tierra durante 40 días, hasta Génesis 8:2, cuando las arubót fueron cerradas, y se detuvo la lluvia del Cielo. Por lo que, muy probablemente la lluvia del Diluvio no provino de nubes como ocurre actualmente, sino que provino del enrejado de las ventanas del Cielo. Este es el mismo canal por el que las bendiciones de Dios llegan instantáneamente a la tierra (Malaquías 3:10).
“Por tanto, serán como la niebla de la mañana y como el rocío de la madrugada, que se disipa; como la paja que la tempestad arroja de la era, como el humo que sale por la chimenea [arubá].” — Oseas 13:3 (RVR-1995)
“Traigan todo el diezmo al tesoro y haya alimento en mi casa. Pruébenme en esto, ha dicho el SEÑOR de los Ejércitos, si no les abriré las ventanas [arubót] de los cielos y vaciaré sobre ustedes bendición hasta que sobreabunde.” — Malaquías 3:10 (RVA-2015)
Pensamos que la lluvia del Diluvio no fue una lluvia común, sino que muy posiblemente tenía un origen espiritual, de la misma forma como lo vimos en nuestro artículo Génesis 6:2 – Los Hijos de Dios — ¿Hombres o Ángeles? (Parte 3), en donde hablamos que el origen del maná y del agua que salía de la roca en el desierto, quizás no se originaron en este mundo físico, sino que provenían de una dimensión o mundo espiritual, y por el poder de Dios se manifestaban físicamente a los israelitas, muy probablemente, el conducto por el que fueron enviados el maná y el agua de la roca desde los dominios del SEÑOR fue también a través de estas arubót. Esto podría explicar cómo fue posible que lloviera constantemente de forma torrencial, al mismo tiempo, en todo el mundo, por un periodo de 40 días y noches. El profeta Isaías nos menciona que, cuando Dios juzgue a las naciones al final de esta era, las arubót se volverán a abrir para que una maldición sea enviada, y destruya a la tierra desde sus cimientos, causando así, el fin del planeta.
“Por esta causa una maldición ha devorado la tierra, y los que la habitan son culpables. Por esta causa han disminuido los habitantes de la tierra, y quedan muy pocos seres humanos… Acontecerá que el que huya del sonido del terror caerá en la fosa; y el que salga de la fosa será atrapado en la trampa. Porque se abrirán las ventanas de lo alto, y temblarán los cimientos de la tierra. La tierra será completamente destrozada; la tierra será desmenuzada por completo; la tierra será derrumbada en gran manera. La tierra se tambaleará del todo como un borracho. Se mecerá como una choza, y sobre ella pesará su rebelión. Caerá y no volverá a levantarse.” — Isaías 24:6, 18-20 (RVA-2015)
“Sin embargo, dio órdenes a las nubes arriba, y abrió las puertas de los cielos; Hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio comida del cielo. Pan de ángeles comió el hombre; Dios les mandó comida hasta saciarlos.” — Salmos 78:23-25 (NBLA)
La Teoría del Dosel («Canopy Theory» en inglés)
En 1874, Isaac Vail (1840–1912) propuso por primera vez la teoría del dosel en su libro “El Anillo Acuoso de la Tierra” (The Earth’s Aqueous Ring). En donde, propuso que el dosel se formó hace «millones» de años cuando la tierra se formó con anillos como los de Saturno. En esta teoría, la tierra estaba rodeada por una masa en forma de dona o anillo de hielo que no cubría los polos, a la que llamó «firmamento». Vail apoyó su caso principalmente en la mitología. Esta teoría fue adoptada por los Testigos de Jehovah, y por otros creacionistas para explicar qué pasó con las aguas sobre el firmamento, y con el tiempo fue modificada de una dona a una delgada capa esférica de agua, ya sea como líquido, gas (un vapor) o sólido (partículas de hielo o una capa de hielo). De aquí tomo el nombre de dosel, que es una estructura para cubrir o resguardar, que usualmente tiene postes alrededor para darle cierta altura, y que por lo general tiene un textil o lona encima. Según la teoría del dosel, existió un manto de agua por encima de la atmósfera desde el Segundo Día de la Creación (Génesis 1:6-8) hasta el Diluvio en la época de Noé, momento en el que desapareció, bien porque se cayó sobre la tierra, o porque se disipó en el espacio. Para 1961, el doctor Henry Morris y el Dr. John Whitcomb desarrollaron la teoría del dosel más popular, con un modelo de un dosel hecho de vapor de agua que cubría toda la tierra, y protegía a los seres vivos de la peligrosa radiación solar, incrementaba la presión y el oxígeno atmosférica, y mantenía la temperatura uniforme; entre otros beneficios que prolongaban la vida de los hombres, animales y plantas antediluvianos. Sin embargo, en los últimos años, los creacionistas se están alejado de las múltiples teorías del dosel por los problemas bíblicos y científicos que presentan. Como explicamos, las Escrituras nos dicen que el firmamento se extiende más allá de la atmósfera terrestre y visible, por lo que el argumento de una «capa de agua» en la parte superior de la atmósfera va en contra de lo que dice la Biblia. De igual manera, los argumentos científicos son insostenibles cuando se examinan a detalle, como los relacionados con el calor, la presión, la luz solar, la luz ultravioleta, y el efecto invernadero, porque nadie sabe qué temperaturas existirían bajo un dosel, su grosor, reflectividad y altura sobre la tierra. Por ejemplo, si el dosel fue una capa de hielo, impediría gran parte del paso de la luz del sol y no se podrían ver las estrellas por la opacidad del hielo. Si el dosel fuera de agua líquida, la presión atmosférica se incrementaría al doble, haciendo que el oxígeno y nitrógeno fueran tóxicos para respirarse. Por eso, se propuso que el dosel fuera de vapor de agua, pero para ello se requeriría que el vapor estuviera por encima de los 100 grados centígrados para que no se condensara, y este calor se radiaría sobre la superficie de la tierra y la vida no sobreviviría.
“Los cielos proclaman la gloria de Dios; el firmamento revela la obra de Sus manos.” — Salmos 19:1 (RVC)
“Él es el que hizo la tierra con Su poder, El que estableció el mundo con Su sabiduría, y con Su inteligencia extendió los cielos.” — Jeremías 10:12 (NBLA)
Ver. 12 — Y la lluvia estuvo sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches.
Este versículo da cumplimiento a la profecía que el SEÑOR hizo en Génesis 7:4; y demuestra que la lluvia fue un fenómeno enviado por el Creador, y no un evento provocado por la naturaleza. Porque según estimaciones “científicas” modernas, si todo el vapor de agua que se encuentra en nuestra atmósfera actual, cayera en forma de lluvia, la superficie de la tierra se cubriría con una profundidad promedio de menos de dos pulgadas. Con esto corroboramos que el agua del Diluvio no provino solamente de la atmósfera terrestre moderna ni antediluviana.
“Entonces vino el diluvio sobre la tierra por cuarenta días, y las aguas crecieron y alzaron el arca, y esta se elevó sobre la tierra. Las aguas aumentaron y crecieron mucho sobre la tierra, y el arca flotaba sobre la superficie de las aguas. Las aguas continuaron aumentando más y más sobre la tierra, y fueron cubiertos todos los altos montes que hay debajo de todos los cielos.” — Génesis 7:17-19 (NBLA)
“Y la lluvia estuvo sobre la tierra”
Claramente, Moisés nos dice que el tipo de lluvia del Diluvio, está descrita por la palabra גֶּשֶׁם – guéshem, que no se refiere a una lluvia común y corriente, porque no utilizó la palabra מָטָר – matár, que se refiere a la lluvia de temporada para ayudar con las cosechas (Deuteronomio 28:12, 32:2; Job 5:10). Sin embargo, guéshem se utiliza para describir a una tormenta torrencial y violenta que cae con abundante agua (1 Reyes 18:41, 45; Ezequiel 13:11-13), es la palabra más fuerte en el idioma hebreo para describir la lluvia acompañada de viento más horrible que se pueda imaginar. Nada sobrevivió a esta lluvia, solo los que estaban en el Arca. Porque no fue una lluvia ordinaria, sino la lluvia de la ira de Dios, y como vimos, ni siquiera provenía de nubes, sino directamente del enrejado de las ventanas del Cielo por el cual, descendía agua de forma desenfrenada, en forma de chorros en lugar de gotas de lluvia, ya que el SEÑOR se propuso a destruir toda vida sobre la faz de la tierra. Se trató de una lluvia de “proporciones bíblicas”, como dicen en el mundo secular.
“Así fue arrasado de la faz de la tierra todo ser viviente. Fueron arrasados de la tierra desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo. Solo quedaron Noé y los que estaban con él en el arca. Y las aguas prevalecieron sobre la tierra durante ciento cincuenta días.” — Génesis 7:23-24 (RVA-2015)
“Diles, pues, a los que lo recubren con cal, que el muro caerá; vendrá una lluvia torrencial y ustedes, piedras de granizo, caerán; y se desencadenará un viento huracanado… Por tanto, así dice el SEÑOR Dios: «En Mi enojo haré que un viento huracanado se desencadene; también por Mi ira vendrá una lluvia torrencial y granizo para consumirlo con furor.” — Ezequiel 13:11, 13 (NBLA)
“Cuarenta días y cuarenta noches”
En las Escrituras, el número 40 generalmente simboliza un período de juicio, prueba, fortalecimiento de fe, aflicción o castigo, podemos ver ejemplos en Éxodo 16:35, 24:18; Deuteronomio 9:9; Números 14:34; Lucas 4:1-2. Este versículo nos muestra que cuarenta es un período de tiempo que a menudo caracteriza un período crítico en la historia de la redención (Génesis 7:12, 17, 8:6). En este caso, los 40 días nos muestran que este es un juicio y castigo enviado por Dios para destruir a todo ser viviente sobre la faz de la tierra. Porque considere que, fue una lluvia torrencial con vientos huracanados que cayó al mismo tiempo, en todas partes del mundo a la vez, incesantemente sin disminuir en intensidad, o sin parar, de día y de noche durante casi 6 semanas, lo cual es imposible con las condiciones atmosféricas que conocemos hoy en día, y muy probablemente tampoco era posible con las condiciones antediluvianas, a menos que, las ventanas del Cielo fueran abiertas.
“Conforme al número de los cuarenta días en que exploraron la tierra, cargarán con sus iniquidades durante cuarenta años: un año por cada día. Así conocerán Mi disgusto”.” — Números 14:34 (RVA-2015)
“Y JESUS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado del diablo. Y no comió cosa en aquellos días: los cuales pasados, tuvo hambre.” — Lucas 4:1-2 (RVA)
El periodo de 40 días de lluvias que marcan el inicio del Diluvio nos revela una estructura quiástica que enfatiza cómo el SEÑOR se preocupa más por los ocupantes del Arca que por el juicio del Diluvio, al mostrarnos que el centro de Su atención es Noé, como lo refleja el texto (Génesis 8:1), aunque a su alrededor las aguas suban y bajen de nivel.
«Pero Noé halló gracia ante los ojos del SEÑOR.» — Génesis 6:8 (NBLA)
En nuestro siguiente estudio veremos cómo el abordaje de Noé, su familia y los animales al Arca, ocurrió justo a tiempo antes de que el Diluvio empezara, al punto que el SEÑOR tuvo que cerrar la puerta del Arca para que el agua no entrara a su interior.
“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Todopoderoso. Diré yo al SEÑOR: “¡Refugio mío y castillo mío, mi Dios en quien confío!”.” — Salmos 91:1-2 (RVA-2015)
“Mas como los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día que Noé entró en el arca, y no conocieron hasta que vino el diluvio y llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.” — Mateo 24:37-39 (RVA)
¡Que Dios los bendiga!