Los judíos consideran que el Día del Perdón (Yom Kipúr en hebreo) es el día más sagrado de todos, ya que en este día Israel sería perdonado de sus pecados, o bien enfrentaría el juicio. En la Biblia se explica que es el único día en el que el Sumo Sacerdote podía entrar al Lugar Santísimo en donde estaba el Arca de la Alianza. De esta festividad se origina el término “chivo expiatorio” como parte de los rituales de purificación del pecado. Pero para nosotros como cristianos, el Día del Perdón, simboliza la reconciliación de Dios con toda la humanidad. Adicionalmente, tanto el Día del Perdón, como la Pascua, nos enseñan acerca de la gracia de Dios para el perdón de los pecados por medio del sacrificio de Jesucristo. Pero como veremos su significado profético tiene un alcance universal para acercarnos a la verdadera paz en la tierra.
El Día del Perdón (Yom Kipúr)
La celebración del Día del Perdón (Yom Kipúr) representa la búsqueda de la restauración de nuestra relación con Dios, la cual ha sido quebrantada a causa del pecado.
[Dice el apóstol Pablo]»Pues Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo, no tomando más en cuenta el pecado de la gente. Y nos dio a nosotros este maravilloso mensaje de reconciliación.» — 2 Corintios 5:19 (NTV)
El Día del Perdón es la sexta festividad del Señor que se menciona en Levíticos 23, y sucede 9 días después de la festividad de trompetas (Yom Teruáh). Este año se celebra el 12 de octubre, 2016.
«El Señor le dijo a Moisés: «Asegúrate de celebrar el Día del Perdón el décimo día del mismo mes, nueve días después del Festival de las Trompetas. Lo celebrarás como día oficial de asamblea santa, un día para negarte a ti mismo y presentar ofrendas especiales al Señor. No hagas ningún trabajo durante todo el día porque es el Día del Perdón, cuando se presentan ofrendas de purificación por ti, para hacerte justo ante el Señor tu Dios. Los que no se nieguen a sí mismos en ese día serán excluidos del pueblo de Dios; y yo destruiré a aquellos de entre ustedes que hagan algún trabajo en ese día. ¡No deberás hacer ningún trabajo en absoluto! Esta es una ley perpetua para ti, que se cumplirá de generación en generación dondequiera que vivas. Este será un día de descanso absoluto, y en ese día debes negarte a ti mismo. Este día de descanso comenzará a la caída del sol del noveno día del mes y se extenderá hasta la caída del sol del décimo día».» — Levítico 23:26-32 (NTV)
En hebreo Yom significa día y כִּפֻּר – Kipúr significa expiación, limpiar las culpas por medio de un sacrificio. La palabra raíz כָּפַר – kapár significa hacer expiación, reconciliar, purgar; otra palabra derivada es koper, la cual significa rescate, y es paralela a la palabra redimir. Significa expiación por medio de ofrecer un sustituto. La palabra koper en la Biblia, era utilizada comúnmente para referirse a los rituales de los sacerdotes levitas al salpicar la sangre del sacrificio y hacer expiación para el pecador. Puede leer el artículo ¿Por qué necesitamos a un Salvador?
«Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día. Día y noche Tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y Tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.» — Salmos 32:3-5 (NTV)
El Ritual en el Día del Perdón: Jesús y El Sumo Sacerdote
Cuando vemos la descripción en Levítico 16 del ritual de Yom Kipúr vemos como apunta a Jesucristo y a nuestra relación con Él.
Dios dispuso que Aarón, el hermano de Moisés, fuera el primer Sumo Sacerdote:
«El Señor le dijo a Moisés: «Advierte a tu hermano Aarón que no entre cuando quiera en el Lugar Santísimo que está detrás de la cortina interior; si lo hace, morirá. Pues allí está la tapa del arca —el lugar de la expiación—, y Yo mismo estoy presente en la nube que está sobre la tapa de la expiación.» — Levítico 16:2 (NTV)
Y en El Día del Perdón era el único día del año en el cual solamente el Sumo Sacerdote Levita podía entrar al Lugar Santísimo (detrás de la cortina interior). Ahí se encontraba el Arca de la Alianza, cuyo interior contenía las tablas con los Diez Mandamientos. La tapa del Arca era llamada «el lugar de la expiación» y la presencia de Dios estaba en la nube sobre la tapa. Recordemos que cuando Cristo murió en la cruz se rasgó el velo del templo, lo cual significaba que ya había un acceso libre, por medio del sacrificio de Jesucristo, para todo aquel que crea en Él, somos libres de entrar y de acercarnos a Dios todos los días del año y en cualquier momento (Hebreos 4:16, 10:19-22).
«Entonces Jesús volvió a gritar y entregó Su espíritu. En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron en dos»— Mateo 27:50-51 (NTV)
El Sumo Sacerdote en Yom Kipúr se encontraba “cara a cara” con Dios, pese a que en Éxodo 33:20, se nos advirtió que nadie podía verlo y seguir con vida. Aarón era el mediador e intercesor de Israel. Jesús ahora es nuestro Sumo Sacerdote y Mediador en el cielo.
“Por lo tanto, era necesario que en todo sentido Él se hiciera semejante a nosotros, sus hermanos, para que fuera nuestro Sumo Sacerdote fiel y misericordioso, delante de Dios. Entonces podría ofrecer un sacrificio que quitaría los pecados del pueblo.” — Hebreos 2:17 (NTV)
“Pues, hay un Dios y un Mediador que puede reconciliar a la humanidad con Dios, y es el hombre Cristo Jesús.” — 1 Timoteo 2:5 (NTV)
Durante el Día del Perdón, Aarón debía utilizar para el servicio sacerdotal un atuendo diferente al que habitualmente usaba (Éxodo 28); la ropa era de lino blanco, sin adornos para simbolizar a un servidor de Dios humilde. El Sumo Sacerdote, servidor de Dios, vestido con humildad era una representación de Cristo, de Su naturaleza pura sin pecado y de Su rectitud, quien dejó Su gloria para venir a este mundo como nuestro Salvador.
[Dice Jesús]»Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar Su vida en rescate por muchos.» — Mateo 20:28 (NTV)
El Chivo Expiatorio
Entre las labores de Aarón, el Día del Perdón, se debían presentar a la entrada del tabernáculo dos chivos ante el Señor, y después de un sorteo sagrado (con urim y tumim) se determinaría cuál chivo sería apartado como ofrenda para Dios y cuál sería el “chivo expiatorio” que llevaría los pecados del pueblo al desierto (Levítico 16:6-8).
[Dice el Señor] «Cuando Aarón haya terminado de purificar el Lugar Santísimo, el tabernáculo y el altar, presentará el chivo vivo. Pondrá ambas manos encima de la cabeza del chivo y confesará sobre él toda la perversidad, la rebelión y los pecados del pueblo de Israel. De esta forma, traspasará los pecados del pueblo a la cabeza del chivo. Después un hombre, especialmente seleccionado para la tarea, llevará el chivo al desierto. Al irse el chivo al desierto, llevará todos los pecados del pueblo sobre sí mismo a una tierra desolada.» — Levítico 16:20-22 (NTV)
Ambos chivos constituían la ofrenda por el pecado. Cada uno presentaba un aspecto distinto de la remisión del pecado: uno era sacrificado y representaba la muerte por sustitución. El sacrificio de animales simbolizaba la vida inocente sacrificada, dada a cambio de la vida culpable del pecador, como un sacrificio vicario.
«Pues ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. No fue pagado con oro ni plata, los cuales pierden su valor, sino que fue con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha.» — 1 Pedro 1:18-19 (NTV)
Y la otra cabra, el “chivo expiatorio” o Azazél en hebreo, era enviado al desierto para representar la eliminación total del pecado.
«Llevó nuestros pecados tan lejos de nosotros como está el oriente del occidente.» — Salmos 103:12 (NTV)
Según los comentarios rabínicos del Talmud (Tractate Shabbat Folio 86a), se colocaba un cordón rojo en la puerta del templo, y cuando el chivo expiatorio había sido llevado al desierto, para no volver, el cordón rojo se volvía blanco de forma milagrosa. Como lo refiere el profeta Isaías:
«Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto—dice el Señor— Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los haré tan blancos como la lana.» — Isaías 1:18 (NTV)
Lo más interesante de esto, es que, según lo descrito en el mismo Talmud, en Yoma 39b, los rabinos mencionaban que durante los últimos 40 años antes de la destrucción del templo, el cordón rojo nunca volvió a cambiar de color, y que las puertas del templo se abrían por sí mismas. Después de la muerte y resurrección de Cristo, el cordón rojo nunca volvió a cambiar a color blanco. Dios les estaba recordando a los judíos que Jesús era el verdadero sacrificio, y que los sacrificios subsecuentes no eran aceptables.
Sería incorrecto concluir que a partir de la destrucción del templo en Jerusalén la sangre para la expiación de pecados ya no es necesaria; pero, ¿Por qué un sacrificio de sangre?
“De hecho, según la ley de Moisés, casi todo se purificaba con sangre porque sin derramamiento de sangre no hay perdón.” — Hebreos 9:22 (NTV)
[Dice el Señor]»Porque la vida del cuerpo está en la sangre. Les he dado la sangre sobre el altar con el fin de purificarlos, para hacerlos justos ante el Señor.» — Levítico 17:11a (NTV)
«Por medio de la sangre misma se hace expiación por ustedes.» — Levítico 17:11b (RVC)
Jesucristo, el Mesías de Israel, ha venido para hacer la expiación final y eterna de los pecados para todos quienes ponemos nuestra fe en Él. Por ello Jesús declaró en la cruz «¡Todo ha terminado!» (Juan 19:30). Dios quiere re-establecer la relación entre Él y Su pueblo, por tanto debe haber una redención por medio de la sangre, el arrepentimiento del pecador, y pedirle perdón a Dios, acercándonos a Jesucristo y poniendo nuestra fe en Él.
[Dice el apóstol Pablo] «Pues Dios ofreció a Jesús como el sacrificio por el pecado. Las personas son declaradas justas a los ojos de Dios cuando creen que Jesús sacrificó su vida al derramar su sangre. Ese sacrificio muestra que Dios actuó con justicia cuando se contuvo y no castigó a los que pecaron en el pasado, porque miraba hacia el futuro y de ese modo los incluiría en lo que llevaría a cabo en el tiempo presente. Dios hizo todo eso para demostrar Su justicia, porque Él mismo es justo e imparcial, y declara a los pecadores justos a Sus ojos cuando ellos creen en Jesús.» — Romanos 3:25-26 (NTV)
Significado Profético del Día del Perdón
El Día del Perdón es un día para que Israel sea restaurado a Dios como nación, cuando los judíos pongan su fe en Jesucristo (Levítico 16, 23:26-32; Zacarías 12-14). Esto sucederá al final del periodo de tribulaciones, el cual es llamado en Jeremías 30:7 «el tiempo de angustia para los de Jacob». Es en este tiempo en el cual Israel se preparará para la venida del Rey Mesías y Su Reino. Cuando Jesús, el Sumo Sacerdote celestial, baje del cielo, el pueblo de Israel recibirá en lugar de un perdón temporal, recibirá un perdón eterno. Lea Hebreos capítulos 9 y 10 ; Zacarías 12:10 y Romanos 11:26-27
“Entonces derramaré un Espíritu de gracia y oración sobre la familia de David y sobre los habitantes de Jerusalén. Me mirarán a Mí, a quien atravesaron, y harán duelo por Él como por un hijo único. Se lamentarán amargamente como quien llora la muerte de un primer hijo varón.” — Zacarías 12:10 (NTV)
El Día del Perdón tendrá su cumplimiento con la segunda venida de Jesucristo para juzgar a los incrédulos y salvación a los creyentes que sobrevivieron el periodo de las tribulaciones en la tierra.
“Entonces vi el cielo abierto, y había allí un caballo blanco. Su jinete se llamaba Fiel y Verdadero, porque juzga con rectitud y hace una guerra justa. Sus ojos eran como llamas de fuego, y llevaba muchas coronas en la cabeza. Tenía escrito un nombre que nadie entendía excepto él mismo. Llevaba puesta una túnica bañada de sangre, y su título era «la Palabra de Dios… En la túnica, a la altura del muslo, estaba escrito el título: «Rey de todos los reyes y Señor de todos los señores»”. — Apocalipsis 19:11-13, 16 (NTV)
En seguida, en Apocalipsis 20, vemos otro elemento del Día de Perdón cuando Satanás sea encarcelado durante mil años. Habrá un periodo de paz durante este tiempo.
[Un ángel] “Sujetó con fuerza al dragón —la serpiente antigua, quien es el diablo, Satanás— y lo encadenó por mil años. El ángel lo lanzó al abismo sin fondo y lo encerró con llave para que Satanás no pudiera engañar más a las naciones hasta que se cumplieran los mil años. Pasado ese tiempo, debe ser soltado por un poco de tiempo.” — Apocalipsis 20:2-3 (NTV)
Estar en Jesucristo
El perdón que Jesús nos brinda es completo, es decir, los pecados son perdonados de una vez por todas. El perdón de Dios es permanente, y cuando Él perdona también olvida. El perdón de Dios es sin límites, ya que no importa si tus pecados son muchos o pocos, o si son grandes o pequeños, Él perdona todos. Sin embargo, dado que, Dios no pasa por alto ningún pecado, usted debe confesar inmediatamente sus pecados, sabiendo que Dios es fiel en Su promesa de perdón siempre, y esto debería de motivarlo para aprender la lección, cambiar, y evitar cometer el mismo pecado en el futuro. Lea Isaías 53:10, 12; Hebreos 10:1-10; Juan 1:29; Gálatas 1:4 y 3:13; Hebreos 9:28 y 1 Juan 2:2.
Los judíos devotos aun con sus tradiciones de rezar, arrepentimiento y de ayudar al necesitado para purificarse, dicen que Yom Kipúr les trae mucha ansiedad a sus corazones. En contraste, es maravilloso que nosotros como creyentes en nuestro Señor y Salvador Jesucristo tenemos la paz y la certeza de que nuestros pecados han sido perdonados por la eternidad.
«El sistema antiguo bajo la ley de Moisés era solo una sombra —un tenue anticipo de las cosas buenas por venir—… bajo aquel sistema se repetían los sacrificios una y otra vez, año tras año, pero nunca pudieron limpiar por completo a quienes venían a adorar… Pues no es posible que la sangre de los toros y las cabras quite los pecados… Pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre… Pues mediante esa única ofrenda, Él perfeccionó para siempre a los que está haciendo santos.» — Hebreos 10:1-14 (NTV)
Si usted aún no ha aceptado a Jesucristo en su vida, como su Salvador, para el perdón de sus pecados, para que Él le pueda dar el regalo de la vida eterna. Entonces lo invitamos a que de ese paso en este instante. Ponga su fe en el Hijo de Dios, quien murió en la cruz por tus pecados y resucitó de entre los muertos. Diga la siguiente oración de corazón, y con un verdadero arrepentimiento: “Padre Celestial, Tú sabes que yo soy un pecador, y que no puedo salvarme a mí mismo. Yo creo que Tu Hijo Jesús es el Mesías, y que murió en la cruz en mi lugar por mis pecados. Y ahora confío solamente en Él para que me perdone y para que me dé el regalo de la vida eterna que Él prometió a cualquier persona que lo buscara a Él. Gracias por salvarme, y te pido tu ayuda desde este día en adelante para vivir una vida que sea agradable para Ti. Te hago estas peticiones en nombre de Jesucristo, Amén.”
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Lecturas Sugeridas para Yom Kipúr
¡Que Dios los bendiga!