En el artículo anterior vimos lo que caracterizaba a los cristianos carnales que son nuevos en la fe, quienes aún se encuentran controlados por los deseos de su “cuerpo”. Ahora hablaremos de cristianos que han progresado en su crecimiento espiritual, pero que todavía están dominados por su alma. Es cuando el creyente continúa guiándose según su propio entendimiento. Veremos ejemplo de esto en las Escrituras, y de sus respectivas consecuencias. Como observamos en la parte inicial de esta serie, el alma es donde el hombre expresa su libre albedrío y ejerce su propio dominio.
Por consiguiente, la Biblia nos advierte que, si el creyente actúa según los deseos de su alma, en lugar de buscar cumplir con la voluntad de Dios, entonces el alma de esa persona peca (Miqueas 6:7; Ezequiel 18:4,20; Éxodo. 30:15; Levítico 17:11).