En el artículo anterior vimos que Jesucristo es la gloria personificada de Dios, todo fue creado por Él y para Él, y nuestro Señor Jesús dio Su vida para redimir a Su Creación. Por ello vimos que una forma de dar gloria a Dios es cuando lo ponemos primero, y cuando le agradecemos cada vez que recibimos una bendición de Él. Ahora hablaremos de cómo la gloria del SEÑOR fue manifestada a los hombres en carne y hueso, y cómo le damos gloria cuando reconocemos el cumplimiento de Sus profecías. También veremos las consecuencias por no darle gloria a Dios.
“El uno proclamaba al otro diciendo: —¡Santo, Santo, Santo es el SEÑOR de los Ejércitos! ¡Toda la tierra está llena de Su gloria!” — Isaías 6:3 (RVA-2015)
Jesús: La Gloria de Dios manifestada a los hombres
«Jesús le dice: ¿No te he dicho que, si creyeres, verás la gloria de Dios?» — Juan 11:40 (RVA)
Las Escrituras nos dicen que, el SEÑOR acostumbraba hablar con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo (Éxodo 33:11). Y en Éxodo 33:18-23, Moisés le pidió a Dios que le mostrara Su gloria. Sin embargo, el SEÑOR le dijo a Moisés que no podía ver Su rostro porque moriría. El hombre en su estado pecaminoso actual es incapaz de estar frente a la presencia de la Gloria del SEÑOR (Éxodo 24:17). Por eso, anhelamos tener nuestros cuerpos glorificados para poder ver a Jesús (Yeshúa en hebreo) como Él es (1 Juan 3:2; Mateo 5:8).
“Entonces Moisés dijo: «Te ruego que me muestres Tu gloria». Y el SEÑOR respondió… «No puedes ver Mi rostro; porque nadie me puede ver, y vivir».” — Éxodo 33:18, 20 (NBLA)
Aparentemente este último pasaje nos puede explicar una pregunta que he escuchado muchas veces, y tal vez usted mismo se la haya hecho también: ¿Por qué no podemos ver a Dios? ¿Por qué no simplemente se nos aparece para poder verlo y así creer en Él? ¿Por qué Dios prefiere mantenerse invisible? Si observa, en Éxodo 33:20, Dios nos da una razón: Porque nadie puede verlo y vivir; humanamente no alcanzamos a comprender lo poderoso que es Dios, Su Gloria, Su presencia. La Biblia nos dice que cuando Dios habló con los israelitas en el Monte Sinaí para darles los 10 Mandamientos, se atemorizaron tanto con Su voz de trueno, que pensaban que se iban a morir, de modo que le pidieron a Moisés que fuera su intermediario, para no escuchar directamente la voz de Dios.
«Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y el monte que humeaba. Cuando el pueblo vio aquello, temblaron, y se mantuvieron a distancia. Entonces dijeron a Moisés: «Habla tú con nosotros y escucharemos, pero que no hable Dios con nosotros, no sea que muramos». Moisés respondió al pueblo: «No teman, porque Dios ha venido para ponerlos a prueba, y para que Su temor permanezca en ustedes, y para que no pequen».» — Éxodo 20:18-20 (NBLA)
Obviamente un mortal como Moisés, no puede fungir como intermediario, ya que el único Mediador entre Dios y la humanidad es Jesucristo (1 Timoteo 2:5; Hebreos 12:18-29). Por tanto, una solución intermedia, que el Todopoderoso dio a Moisés para que la gloria del SEÑOR estuviera presente en medio de Su pueblo elegido, habitando entre ellos y guiándolos, fue que se construyera un Tabernáculo, que después se convertiría en el Templo en Jerusalén, donde el SEÑOR manifestaría Su gloria mientras los hijos de Israel cumplieran el pacto al que se comprometieron y le obedecieran (Éxodo 40:34-35).
“Entonces la nube cubrió la tienda de reunión y la gloria del SEÑOR llenó el tabernáculo. Moisés no podía entrar en la tienda de reunión porque la nube estaba sobre ella y la gloria del SEÑOR llenaba el tabernáculo.” — Éxodo 40:34-35 (NBLA)
«Cuando los trompeteros y los cantores al unísono se hacían oír a una voz alabando y glorificando al SEÑOR, cuando levantaban sus voces acompañados por trompetas y címbalos e instrumentos de música, cuando alababan al SEÑOR diciendo: «Ciertamente Él es bueno porque Su misericordia es para siempre», entonces la casa, la casa del SEÑOR, se llenó de una nube, y los sacerdotes no pudieron quedarse a ministrar a causa de la nube, porque la gloria del SEÑOR llenaba la casa de Dios.» — 2 Crónicas 5:13-14 (NBLA)
Entendemos que, desde un principio el plan de Dios ha sido estar con Su pueblo, lo podemos ver desde que Dios se paseaba en el jardín del Edén para platicar con Adán (Génesis 3:8), y entendemos que Adán antes de la caída, tenía un cuerpo glorificado para poder estar ante la presencia de Dios. Luego la gloria del SEÑOR estuvo literalmente en medio de ellos con Su presencia en el Tabernáculo en el desierto, y posteriormente en el Templo (Éxodo 40:34-35; 2 Crónicas 7:1-2). Y cuando se llegó a la plenitud del tiempo, Dios Padre envió a Su Hijo Jesucristo, al Mesías, para que habitara entre nosotros (Emmanuel, «Dios con nosotros», Isaías 7:14; Mateo 1:23). Este evento, ya lo había anunciado, siglos antes, a través de más de 300 profecías que hablaban acerca del Mesías, las cuales, tuvieron cumplimiento en Jesús. Para mayor referencia acerca del cumplimiento de estas profecías puede ver nuestra serie de artículos: ¿Cómo Puedo Identificar A Jesucristo Como El Mesías?
“Cuando Salomón terminó de orar, descendió fuego del cielo y consumió el holocausto y los sacrificios, y la gloria del SEÑOR llenó el templo. Los sacerdotes no pudieron entrar en la casa del SEÑOR, porque la gloria del SEÑOR había llenado la casa del SEÑOR.” — 2 Crónicas 7:1-2 (RVA-2015)
“Porque él había recibido de Dios el Padre honra y gloria, cuando una tal voz fue a él enviada de la magnífica gloria: Este es el amado Hijo mío, en el cual yo me he agradado.” — 2 Pedro 1:17 (JBS)
Este evento que partió la historia de la humanidad, en antes y después de la Encarnación de Yeshúa (Jesús en hebreo), es descrito en Juan 1:14. En este versículo, el apóstol llama a Jesús, la Palabra y la Gloria del Padre, para revelarnos la majestuosidad de Cristo. Muchas traducciones en español, en lugar de llamarlo “la Palabra”, lo llaman “el Verbo”, pero lo más correcto, es llamarlo La Palabra de Dios (Apocalipsis 19:13), porque las Escrituras apuntan a Él (Juan 5:39; Salmos 40:7; Lucas 24:27). Además de conectar la gloria de Dios con Jesús y Su Palabra, Juan también relaciona el Tabernáculo con Cristo de una forma muy particular. Porque la palabra griega para Tabernáculo es σκηνή – skiní, es la misma palabra que utiliza Pedro cuando sugiere el construir tres tabernáculos en el pasaje de la Transfiguración (Mateo 17:4). Juan utiliza una palabra muy especial para “habitó”, porque el apóstol pudo utilizar verbos como: “méno”, “katikó” o “zo”, pero utilizó el verbo, σκηνόω – skinó, que significa “habitar”, enfatizando que Jesús «tabernaculizó» entre nosotros. Revelándonos que el Tabernáculo (skiní) también apunta hacia Jesús, “Emmanuel, Dios (skinóo) entre nosotros”.
«Y La Palabra se hizo carne, y habitó [skinóo] entre nosotros, (y vimos Su gloria, la gloria como del Único [monoyenís] del Padre,) lleno de gracia y verdad.» — Juan 1:14 (LSP)
En este mismo versículo, me gustaría mencionar que la palabra griega para “Único” es: μονογενής – monoyenís, esta palabra se ha traducido como «Unigénito» (único hijo) lo cual es correcto, sin embargo, lo que entendemos que Juan quiere enfatizar con este término es que Jesús es Único, en cuanto a que como Él no hay otro. Encontramos referencias en las Escrituras que tanto los ángeles como Adán son llamados «hijos de Dios» (Lucas 3:38; Génesis 6:2; Job 1:6, 2:1, 38:7), sin embargo, ninguno de ellos es como Jesús, Jesús es Único. Quien ha visto a Jesús ha visto al Padre (Juan 14:9), Él es la Gloria de Dios personificada. De ningún ser creado se puede hacer tal afirmación, solo Jesús, el Hijo Único del Padre. De hecho, ahorita estamos trabajando en un artículo, en nuestra serie que expone las falsas doctrinas, para que las personas comprueben que Jesús es el único Camino al Padre (Juan 14:6), no hay ningún otro. Porque actualmente hay mucha confusión, incluso entre personas que se dicen cristianas, quienes piensan que Jesús fue «un profeta más», o tan solo “un buen maestro” de entre otros, de modo que piensan que un musulmán que le rinde culto a Alá también puede llegar al cielo, así como un budista, o a través de otras religiones. Pero todo esto va en contra de lo que nos indican las Escrituras (Colosenses 2:9).
“Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, quien sustenta todas las cosas con la palabra de Su poder. Y cuando hubo hecho la purificación de nuestros pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.” — Hebreos 1:3 (RVA-2015)
“Ayúdanos, oh Dios de nuestra salvación, por la gloria de Tu nombre; líbranos y perdona nuestros pecados por amor de Tu nombre.” — Salmos 79:9 (NBLA)
Yeshúa es el único camino para nuestra salvación, y el arrepentirnos de nuestros pecados es el primer paso para nuestra redención. Inclusive, la frase «Da gloria al SEÑOR » utilizada en Josué 7:19 y Jeremías 13:16, es un antiguo modismo hebreo que significa: «Confiesa tus pecados». Este mismo modismo es utilizado por los fariseos en Juan 9:24, al decirle: “Da gloria a Dios”, como una exhortación para que el ciego que fue curado por Jesús, confesara que estaba mintiendo, porque en realidad, le estaban diciendo: «Confiesa que eres un impostor», ya que no creían que Jesucristo hubiera hecho este milagro para la gloria de Dios (Juan 9:2-5).
“Llamaron nuevamente al hombre que había sido ciego, y le dijeron: —¡Da gloria a Dios! Nosotros sabemos que ese hombre es pecador.” — Juan 9:24 (RVR-1995)
“Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da ahora gloria al SEÑOR el Dios de Israel, y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras.” — Josué 7:19 (JBS)
Después de la crucifixión de Jesucristo, el velo del Templo que contenía la gloria de Dios se rasgó, y el Lugar Santísimo quedó expuesto como una señal de que la obra redentora de Cristo nos da acceso directo a Dios. Además, por el gran amor que Dios nos tiene, y porque está dispuesto a vivir con los creyentes vueltos a nacer, a quienes les envía a Su Espíritu, ahora tenemos el gran privilegio de convertirnos en templos vivientes que albergan al Espíritu de Gloria del SEÑOR. Y nos concede el privilegio de poder ser llamados hijos de Dios (Juan 1:12-13; Romanos 8:14; Filipenses 2:15; 1 Juan 3:1-2). ¡Alabado sea el SEÑOR! El mismo Espíritu de Gloria que primero llenó el Tabernáculo, y luego el Templo de Dios en Jerusalén, ahora vive en usted. ¿Qué tan difícil le resulta creer que ahora está habitando en su corazón el mismo Espíritu que estaba en Jesús? ¿Acaso esto se le hace muy difícil de creer? Reflexione sobre cómo es que la gloria de Cristo lo está transformando a Su imagen y semejanza cada día de su vida como creyente.
Dándole Gloria a Dios Reconociendo el Cumplimiento de Sus Profecías
Podemos darle gloria a Dios de muchas formas, y por muchas razones, por ejemplo, al evangelizar y dar a conocer sus obras, le estamos dando gloria. Cuando reconocemos lo que hace por nosotros, todo lo que nos ayuda, nos sentimos agradecidos, y nos damos cuenta que necesitamos tener comunicación con Él todo el tiempo. Santiago nos dice que si estamos afligidos hagamos oración, y que si estamos contentos que cantemos himnos de alabanza al SEÑOR.
«¿Sufre alguien entre ustedes? Que haga oración. ¿Está alguien alegre? Que cante alabanzas.» — Santiago 5:13 (NBLA)
«Den gracias al SEÑOR, invoquen Su nombre; den a conocer Sus obras entre los pueblos. Cántenle, cántenle; Hablen de todas Sus maravillas. Gloríense en Su santo nombre; alégrese el corazón de los que buscan al SEÑOR. Busquen al SEÑOR y Su fortaleza; Busquen Su rostro continuamente.» — Salmos 105:1-4 (NBLA)
Una forma especial de darle gloria a Dios, es cuando vemos el cumplimiento de Sus profecías, cuando reconocemos que las cosas suceden exactamente como nuestro SEÑOR dijo que sucederían, sin tratar de racionalizar los hechos ni de adjudicarlos a otras razones, como lo hacen los incrédulos. De hecho, Dios vigila que se cumpla Su Palabra (Jeremías 1:11-12). Por ejemplo, cuando Pablo se encontraba en altamar durante una tormenta peligrosa, y los marineros temían que el barco fuera destruido, él por su fe los tranquilizó, les explicó que Dios le había revelado que nadie iba a morir. Y todo sucedió como Dios le había dicho a Pablo que sucedería (Hechos 27:14-25).
«Pero ahora los exhorto a tener buen ánimo, porque no habrá pérdida de vida entre ustedes, sino solo del barco. Porque esta noche estuvo en mi presencia un ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: “No temas, Pablo; has de comparecer ante César; pero ahora, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo”. Por tanto, tengan buen ánimo amigos, porque yo confío en Dios, que acontecerá exactamente como se me dijo.» — Hechos 27:22-25 (NBLA)
Por otro lado, Simeón, era un hombre devoto y en espera del Mesías, y cuando fue guiado por el Espíritu Santo para estar en el Templo al mismo tiempo en que Jesús iba a estar ahí, le dio gloria a Dios al reconocer públicamente el cumplimiento de las profecías. Ya que él pudo ver a Cristo, al Salvador, con sus propios ojos.
«Y he aquí, había un hombre en Jerusalén, llamado Simeón, y este hombre, justo y pío, esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo era sobre él. Y había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Cristo del Señor. Y vino por Espíritu al Templo… Entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo: Ahora despides, Señor, a tu siervo, conforme a Tu palabra, en paz; porque han visto mis ojos Tu salvación, la cual has aparejado en presencia de todos los pueblos; Luz para ser revelada a los gentiles, y la gloria de tu pueblo Israel.» — Lucas 2:25-27a, 28-32 (RVA)
¿Qué Pasa Cuando no le Damos la Gloria que le Corresponde a Dios?
Una de las razones por las que mucha gente no recibe respuesta a sus oraciones, es porque no está interesada en la gloria de Dios; solo está interesada en satisfacer sus necesidades. Dios contesta las oraciones en donde el Padre es glorificado en el Hijo (Juan 14:13-14), así que evite hacer oraciones egoístas (Santiago 4:3). Además, cuando comenzamos a tomar el crédito por lo que Dios está haciendo a través de Su iglesia, entonces las bendiciones se detienen. Las Escrituras nos mencionan que cuando Herodes se adjudicó la gloria de Dios, al permitir ser llamado «un dios», fue castigado instantáneamente con una horrible muerte (Hechos 12:21-23). En contraste, tanto Pablo (Hechos 14:8-18) como Pedro (Hechos 10:25-26) detuvieron el peligroso comportamiento idólatra cuando trataron de rendirles culto. Lamentablemente, cuando la gente no conoce la gloria de Dios, tienden a crear a sus propios dioses a su imagen y semejanza. Para mayor referencia puede ver nuestra serie de artículos acerca del Segundo Mandamiento.
Bajo la bendición de Dios, Israel comenzó con una herencia gloriosa. Pero, así como Israel se olvidó de la gloria de Dios, los países en la actualidad, han abandonado su relación con Dios (Jueces 2:10), y cada quien hace lo que les parece bien ante sus propios ojos (Jueces 17:6). ¿Quién defiende las leyes, normas o estatutos de Dios en la actualidad? Lamentablemente, ni la iglesia lo está haciendo, como dijo Edmund Burke: “Todo lo que se necesita para que el mal triunfe, es que los hombres buenos, no hagan nada”. Y vemos cómo los poderes legislativos y judiciales, están legalizando la maldad, y vivimos en un estado de total iniquidad, en donde las personas ven la maldad como algo normal, como «parte de sus derechos». Ahora son legales: el aborto, los matrimonios homosexuales, las drogas, la poligamia, la pedofilia, la eutanasia. Incluso el robo ya ha sido «normalizado», por ejemplo, en muchas partes de Estados Unidos, si el monto del robo no excede los 1,000 dólares, entonces las autoridades no hacen nada al respecto. Y tiendas como Target se quejan de ser saqueadas, las personas tan solo entran y se llevan la mercancía sin pagarla. Tan solo en el 2022 Target ha sufrido más de 400 millones de dólares en pérdidas por este tipo de robos. Mientras que ahora en Canadá, la brujería es legal nuevamente, y ha sido introducida dentro de los derechos y libertades canadienses, luego que los legisladores abolieron la «antigua ley» que la prohibía. También en Canadá, existe un nuevo centro de servicio telefónico para quienes buscan suicidarse, no es para que los desmotiven de eso y los alienten a seguir viviendo, sino que el servicio público se llama «Asistencia Médica para Morir», y con ello buscan «ayudar» a quienes se quieren suicidar por estar enfermos, y en 3 meses, esta ley va a legalizar el suicidio asistido también para los enfermos mentales, para que doctores, trabajadores de farmacias o enfermeras les puedan suministrar inyecciones o medicinas letales.
“Mas a los temerosos, e incrédulos, a los abominables, y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los idólatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo de fuego y de azufre, que es la muerte segunda.” — Apocalipsis 21:8 (JBS)
Y por si fuera poco, los mandamientos del SEÑOR poco a poco han ido siendo declarados como ilegales, censurados en las plataformas sociales. Por ejemplo, hay lugares en donde está prohibido hablar del Evangelio, inclusive esta semana, leí que los soldados ucranianos estaban quemando Biblias y secuestrando a sacerdotes ortodoxos. Actualmente hay países musulmanes y comunistas, en donde los creyentes se han visto orillados a contrabandear Biblias y mantener sus reuniones religiosas en secreto. Hoy en día, el cristianismo es la religión más perseguida en el mundo, puede ver diferentes historias de esta persecución en el sitio web “La Voz de los Mártires”. Y no está lejos el día en el que poseer una Biblia sea considerado como delito, con pena capital en todo el mundo.
Ahora más que nunca necesitamos estar lo más cerca al SEÑOR, necesitamos humillarnos, estar en oración, y buscarlo con todo nuestro corazón, porque Su gloria es lo único que nos puede proteger (2 Corintios 4:3-6). El teólogo Jonathan Edwards, graduado de Yale a los 16 años, dice que su vida cambió gracias a la inspiración al leer el versículo: 1 Timoteo 1:17, en la Biblia de su padre. Él se sintió tan abrumado por la vergüenza de ser un niño problemático, que decidió desde ese momento vivir para la gloria de Dios. Su lema fue: “Todos los hombres deben vivir para la gloria de Dios. Ya sea que otros lo hagan o no, yo lo haré”. Este ejemplo nos muestra cómo un breve vistazo de la gloria de Dios, cambia nuestras vidas, porque entendemos que el pecado no puede estar en la presencia de un Dios santo. Aumenta nuestra fe porque podemos confiarle nuestras vidas a Su poder de salvación, nos brinda paz cuando sabemos que Él resuelve nuestros problemas, así que, cuando conocemos la gloria de Dios, nunca volveremos a ser los mismos.
“Por tanto, al Rey para siempre, inmortal, invisible, al único sabio Dios, sea honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.” — 1 Timoteo 1:17 (JBS)
“Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y poder, ahora y por todos los siglos. Amén.” — Judas 25 (RVR-1995)
¿Qué le pasó a Pablo cuando vio la gloria de Dios? Se convirtió en el apóstol más motivado del Nuevo Testamento. Esta gloria era como fuego en su interior. Espero que estos artículos le hayan servido, para que pueda tener un mayor entendimiento de lo que es la gloria del SEÑOR, luego de esta pequeña muestra, para que llene su corazón y lo ayude a servir mejor a nuestro Señor Jesucristo.
“Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para hacer las buenas obras que Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” — Efesios 2:10 (RVA-2015)
¡Que Dios los bendiga!