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El Segundo Mandamiento: Cómo adorar a Dios (Parte 1)


Como vimos en el artículo anterior, el Primer Mandamiento nos explica quién es el verdadero Dios. Ahora veremos que el Segundo Mandamiento trata el cómo debemos adorar a Dios. Porque si el Señor nos prohíbe tener dioses falsos en el Primer Mandamiento, en el Segundo Mandamiento nos prohíbe tener cualquier forma falsa de adoración. La principal razón es que la idolatría siempre aleja a la persona de Dios. Ahora veamos el Segundo Mandamiento:



“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto, porque Yo soy el SEÑOR tu Dios, un Dios celoso que castigo la maldad de los padres sobre los hijos, sobre la tercera y sobre la cuarta generación de los que me aborrecen. Pero muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan Mis mandamientos”. — Éxodo 20:4-6 (RVA 2015)

Como vimos, los mandamientos de Dios nos hablan de “amor”. El Segundo Mandamiento es la clave para seguir toda la “Ley de Dios”, porque no podemos obedecer Su ley si no lo amamos. La idolatría es cometer adulterio espiritual (Ezequiel 23:37; Jeremías 3:8), es tal vez el más grande de todos los pecados porque le abre la puerta a una maldad terrible, que no solo afecta a la persona sino también a sus descendientes.

Es el pecado que más se menciona en la Biblia y pareciera ser el que más odia el SEÑOR. Por esta razón, el Segundo Mandamiento busca el cultivar en nosotros el conocimiento de cómo adorar a Dios, porque entre más lo conozcamos más lo amaremos, lo que nos permitirá mantener nuestro corazón lejos del pecado.

“Los hombres malvados no entienden de justicia, mas los que buscan al SEÑOR lo entienden todo.” — Proverbios 28:5 (LBLA)

Desde el Primer Mandamiento, Dios se identifica a sí mismo para que sepamos hacia quién debemos dirigir nuestra adoración: solamente hacia el Creador, hacia el Todopoderoso, el Dios de Israel quien sacó a Su pueblo de la esclavitud en Egipto, el Dios de la Biblia. Dios prohíbe la adoración a dioses falsos, esto incluye a santos, vírgenes, ángeles, profetas, etc. Cualquiera que no sea el Creador, el Todopoderoso, es un dios falso.

“Así ha dicho el SEÑOR, Rey de Israel, y su Redentor, el SEÑOR de los Ejércitos: “Yo soy el primero y Yo soy el último, y fuera de Mí no hay Dios”. — Isaías 44:6 (RVA-2015)

La falsa adoración usualmente se manifiesta de forma física, donde las personas utilizan imágenes religiosas, estatuas, joyería, rosarios, veladoras u otros objetos, así como también peregrinaciones, misas, rituales, etc., para rendirle culto a los dioses falsos. Y precisamente el Segundo Mandamiento advierte sobre este tipo de adoración y la prohíbe. Cualquiera que practique este falso sistema de adoración cae bajo la maldición de Dios.

Maldito el hombre que haga ídolo o imagen de fundición, abominación al SEÑOR, obra de las manos del artífice, y la erige en secreto”. Y todo el pueblo responderá, y dirá: “Amén”. — Deuteronomio 27:15 (NBLA)

Yo soy el SEÑOR, ese es Mi nombre; Mi gloria a otro no daré, ni Mi alabanza a imágenes talladas”. — Isaías 42:8 (NBLA)

¿Cómo debemos adorar a Dios?

Debemos adorar a Dios en Sus términos, no en los nuestros. Lo debemos hacer desde nuestro hombre interior para que dirija todos nuestros pensamientos, palabras y acciones; para amarlo con todo nuestro espíritu, alma y corazón. Esto va más allá de sólo una expresión externa y corporal al utilizar nuestras manos, rodillas, ojos y boca.

Y amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. — Deuteronomio 6:5 (RVA 2015)

Jesús y la Samaritana

Esto significa amar y adorar al SEÑOR de manera sincera, no tan solo “diciendo” que lo amamos, honrándolo solo con nuestra boca (Isaías 29:13), sino amándolo con todo nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo. Las Escrituras nos enseñan que la única forma aceptable para adorar a Dios es hacerlo en espíritu y en verdad, porque el ETERNO es Espíritu. Dios es un Dios vivo y celoso quien prohíbe toda clase de adoración a ídolos. Jesús le explicó precisamente el Segundo Mandamiento a la samaritana, acerca de la forma correcta para adorar a Dios.

“Pero viene la hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque el Padre busca a tales para que lo adoren a Él. Dios es Espíritu, y los que lo adoran, deben adorarlo a Él en Espíritu y en verdad.”— Juan 4:23-24 (LSP)

La Adoración en Espíritu y en Verdad

La adoración en Espíritu y en verdad, no consiste de ceremonias o rituales, y tampoco está limitada en tiempo ni en espacio. Es acercarnos a Dios en Sus términos, con fe, con un corazón humilde, arrepentido y con el deseo sincero de hacer todo lo que es agradable a Sus ojos. ¿De qué manera? Siguiendo Sus mandamientos, porque Cristo dijo, “Si me aman cumplan Mis mandamientos” (Juan 14:15). Esa es la forma de demostrarle nuestro amor y adoración, cuando lo amamos a Él y a nuestro prójimo.

Jesús nos dice que el Espíritu de Dios, que está en el corazón de los creyentes que han vuelto a nacer, es quien los guía para adorarlo, permitiéndoles producir los “frutos del Espíritu” (Gálatas 5:22-23) resultado de una fe genuina. La Palabra de Dios en la Biblia nos instruye para adorar a Dios de la forma correcta al revelarnos “la verdad”. Por eso es importantísimo el estudiar constantemente la Biblia para estar recibiendo Sus revelaciones. Por lo que adorar al SEÑOR es así de sencillo, Él mismo nos ayuda para hacerlo correctamente.

“Tu justicia es justicia eterna, y Tu ley es la verdad”. — Salmos 119:142 (RVA-2015)

“El SEÑOR está cerca de todos los que lo invocan, de todos los que lo invocan en verdad”. — Salmos 145:18 (NBLA)

“Pero cuando Él, el Espíritu de la verdad llegue, los guiará hacia toda la verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que Él hablará todo lo que escuche, y les anunciará lo que está por venir”. — Juan 16:13 (LSP)

Fanáticos

¿Qué es lo que pasa si alguien adora en espíritu, pero no en verdad? Esa persona se vuelve un “fanático”, como los terroristas que ponen toda su fe en las mentiras dadas por espíritus diabólicos y que están dispuestos a morir, de acuerdo a su religión, sin importarles el matar a gente que ni conocen. Este es uno de los grandes peligros de la idolatría que se encuentra en todas las religiones falsas, su espiritualidad hace que las personas pierdan la salvación y que no crean en el Dios verdadero. Muchas personas que no creen en Dios son espirituales, por ejemplo, los budistas son ateos espirituales.

“Ellos los expulsarán de las sinagogas, y también llegará el tiempo cuando todo aquel que los mate, piense que ofrece un servicio para Dios”. — Juan 16:2 (LSP)

“Amados, no crean a todo espíritu, sino prueben si los espíritus son de Dios. Porque muchos falsos profetas han salido al mundo”. — 1 Juan 4:1 (RVA 2015)

¿Y qué ocurre si alguien adora en la verdad, pero no en el Espíritu? Estas personas llegan a ser como los fariseos que tanto criticó nuestro Señor Jesucristo por ser hipócritas. Porque malinterpretan y sacan de contexto las Escrituras para adaptarlas convenientemente a sus tradiciones, y para justificar sus formas de vida en pecado. Al no vivir en el Espíritu, buscan satisfacer los deseos de la carne, considerándolos como moralmente buenos y se dejan llevar por el entendimiento de su alma corrupta. Por lo que, su adoración se vuelve mecanizada porque los ritos que hacen son vistos como una obligación originada en sus tradiciones, en lugar de ser motivada por la fe en el Dios vivo, quien nos dio Su Espíritu.

[Jesús dice] “Y les respondió diciendo: —Bien profetizó Isaías acerca de ustedes, hipócritas, como está escrito: Este pueblo me honra de labios, pero su corazón está lejos de Mí. Y en vano me rinden culto, enseñando como doctrina los mandamientos de hombres. Porque dejando los mandamientos de Dios, se aferran a la tradición de los hombres”. — Marcos 7:6-8 (RVA-2015)

¿Y finalmente qué sucede si alguien adora a Dios en Espíritu y en verdad? Se convierte en un cristiano creyente quien expresa su amor por el SEÑOR todos los días, adorándolo de día y de noche, dándole toda la gloria a Dios en todas las cosas que hace (1 Corintios 10:31). De lo contrario, la persona empezará inevitablemente a remplazar a la “Ley de Dios” por ideales y tradiciones del hombre que lo alejarán de los caminos del SEÑOR.

“Por tanto, ya sea que coman o beban, o que hagan otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios”. — 1 Corintios 10:31 (RVA-2015)

“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo ni abajo en la tierra ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás ante ellas ni les rendirás culto…”

El Segundo Mandamiento se nos dio para protegernos porque nuestra relación con nuestro Creador es únicamente espiritual. Al volver a nacer de nuevo, tenemos acceso directo a Dios a través de nuestro espíritu, y podemos llamarlo desde cualquier lugar. El Todopoderoso es omnipresente, no necesitamos ir o estar en un templo o en un lugar específico y santo para podernos comunicar con el SEÑOR.

“Jesús le dice a ella: «Mujer, créeme, viene la hora, cuando ustedes ni en esta montaña, ni aún en Jerusalén, adorarán al Padre”. — Juan 4:21 (LSP)

“Tengan cuidado, pues, no sea que olviden el pacto que el SEÑOR su Dios hizo con ustedes, y se hagan imagen tallada en forma de cualquier cosa que el SEÑOR tu Dios te ha prohibido”. — Deuteronomio 4:23 (NBLA)

¿Adónde me iré de Tu Espíritu, o adónde huiré de Tu presencia? Si subo a los cielos, allí estás Tú; si en el Seol preparo mi lecho, allí Tú estás. Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, aun allí me guiará Tu mano,y me tomará Tu diestra”. — Salmos 139:7-10 (NBLA)

Oración en privado

Jesús nos enseña que tenemos la libertad de orar al Padre en el más pequeño de los cuartos en nuestra casa. No necesitamos ir a un gran templo o viajar a la ciudad de Jerusalén para estar en contacto con Dios.

“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” — Mateo 6:6 (RVR1960)

“En mi angustia invoqué al SEÑOR y clamé a mi Dios. Él oyó mi voz desde Su templo, y mi clamor llegó delante de Él, a Sus oídos”. — Salmos 18:6 (RVA 2015)

“Clama a Mí, y te responderé; y te revelaré cosas grandes e inaccesibles que tú no conoces”. — Jeremías 33:3 (RVA 2015)

El culto físico solamente conduce a ritos supersticiosos, como cuando los israelitas hicieron un becerro de oro y blasfemaron cuando dijeron que esa era la representación del Dios que los sacó de Egipto (Éxodo 32:3-6). Y la idolatría no se detuvo ahí, lamentablemente continuó durante los siguientes 40 años que los israelitas anduvieron en el desierto (Amós 5:25-27).

“Él los tomó de sus manos y les dio forma con buril, e hizo de ellos un becerro de fundición. Y ellos dijeron: «Este es tu dios, Israel, que te ha sacado de la tierra de Egipto». Cuando Aarón vio esto, edificó un altar delante del becerro. Y Aarón hizo una proclama y dijo: «Mañana será fiesta para el SEÑOR [YAHWEH]»”. — Éxodo 32:4-5 (NBLA)

«Luego el SEÑOR me dijo: «¡Levántate! Baja enseguida, porque el pueblo que sacaste de Egipto se ha corrompido. ¡Qué pronto se apartaron de la forma en que les ordené que vivieran! ¡Fundieron oro y se hicieron un ídolo!»”. — Deuteronomio 9:12 (NTV)

Moisés nos explica que la persona no solo pierde su libertad, sino que también se corrompe haciendo y venerando ídolos (Deuteronomio 4:16-19). La persona se vuelve como los ídolos (Salmos 115:4-8).

No sea que se corrompan y se hagan imágenes, o semejanza de cualquier figura, sea en forma de hombre o de mujer, ni en forma de cualquier animal que esté en la tierra, ni en forma de cualquier ave alada que vuele en los cielos, ni en forma de cualquier animal que se desplace sobre la tierra, ni en forma de cualquier pez que haya en las aguas debajo de la tierra. No sea que al alzar tus ojos al cielo y al ver el sol, la luna y las estrellas, es decir, todo el ejército del cielo, seas desviado a postrarte ante ellos y a rendir culto a cosas que el SEÑOR tu Dios ha asignado a todos los pueblos de debajo del cielo”. — Deuteronomio 4:16-19 (RVA-2015)

¿Qué es un ídolo?

Un ídolo es cualquier figura, escultura, imagen u objeto, a la que se le rinda respeto, rezos, devoción, adoración o culto. Es una figura o personaje en quien se pone la fe. Usualmente, el idólatra se inclina ante tal objeto y en ocasiones hasta le construye un altar y selecciona un lugar especial en su casa para colocarlo. Hay quienes le ponen flores o veladoras al ídolo, otros se hacen tatuajes con dicha imagen queriendo mostrar así su devoción. También es muy común que los idólatras construyan templos dedicados al ídolo, asistan a ellos y hasta hagan peregrinajes (Isaías 44:12-20).

[El carpintero] “Quema parte del leño en el fuego y sobre él prepara carne asada, come y se sacia. Luego se calienta y dice: “¡Ah! Me caliento mientras contemplo el fuego”. Después, lo que sobra lo transforma en la imagen tallada de un dios. Se postra ante él y lo adora, y le ruega diciendo: “¡Líbrame, porque tú eres mi dios!”. No conocen ni entienden; porque sus ojos están tapados para no ver; también su corazón, para no comprender”. — Isaías 44:16-18 (RVA 2015)

Un ídolo también es cualquier cosa, actividad, persona o animal a la que alguien ama, alaba, valora, piensa, o le da mayor importancia que a Dios, y lo demuestra porque le dedica más tiempo, dinero, recursos, trabajo y esfuerzo a su ídolo que a las cosas del SEÑOR.

Los ídolos son tan detestables para Dios, que en el Antiguo Testamento se utilizan 10 palabras diferentes en hebreo para describir específicamente el tipo de ídolo del que se está hablando. A lo largo de la historia podemos ver que la gente convierte estos ídolos en dioses. Por ejemplo, los babilonios y los egipcios tenían múltiples dioses en sus religiones politeístas. Se estima que los griegos tenían unos 30,000 dioses diferentes, los romanos los superaron adoptando a los dioses griegos y también los de otras naciones conquistadas. Hoy en día el politeísmo de estas naciones palidece en comparación con India, en donde se estima que los hindúes tienen 330 millones de dioses en su religión.

“Y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por imágenes de hombres corruptibles, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles… ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén”. — Romanos 1:23, 25 (RVR-1995)

Desde el principio, Dios le dio al primer hombre y a la primera mujer la autoridad sobre toda la Creación, los invitó a trabajar con Él, como Sus embajadores en la tierra. Sin embargo, en vez de esto, la humanidad decidió darle esa autoridad a las mismas criaturas que supuestamente debía gobernar. El Segundo Mandamiento nos dice que no podemos mezclar o comparar a los ídolos, que son parte de la Creación, con el SEÑOR Todopoderoso, porque hay un abismo de diferencia entre la Creación, la cual es infinitamente inferior, y Su Creador. Y la única autoridad sobre nosotros es Dios. Los problemas siempre empiezan cuando la persona le da un lugar privilegiado en su vida a los ídolos, porque automáticamente empiezan a controlar todo lo que piensa, hace y decide. Perdiendo la libertad que le da el Creador.

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