En el artículo anterior vimos que aparte de los ídolos físicos que se han adorado desde la antigüedad, las personas también idolatran a dioses imaginarios y hasta sus adicciones. Ahora veremos la institucionalización de la idolatría, que permite transmitir el engaño de forma masiva dentro de una cultura o un país y de generación en generación.
En la batalla espiritual en la que vivimos, Satanás busca que más personas lo adoren a él en lugar de a Dios y por miles de años ha creado diferentes formas de engaño a través de religiones y movimientos filosóficos que trabajan en forma paralela asegurando que las personas sean engañadas de una forma u otra y que caigan en la idolatría. Esta batalla espiritual está detrás de los conflictos físicos entre diferentes religiones a lo largo de la historia, en los que las personas resultan lastimadas y hasta pierden sus vidas por millones. Por ello, la idolatría quizás es el peor de los pecados porque abre la puerta a una maldad sin límites. Satanás es un imitador y la mejor técnica que utiliza es el sincretismo que es mezclar la verdad de Dios con sus mentiras como vimos en Las Mentiras que Arruinaron al Mundo, y se ha vuelto el maestro de la mentira y del engaño.
“Este gran dragón —la serpiente antigua llamada diablo o Satanás, el que engaña al mundo entero— fue lanzado a la tierra junto con todos sus ángeles.” — Apocalipsis 12:9 (NTV)
[Dice Jesús] «Pues ustedes son hijos de su padre, el diablo, y les encanta hacer las cosas malvadas que él hace. Él ha sido asesino desde el principio y siempre ha odiado la verdad, porque en él no hay verdad. Cuando miente, actúa de acuerdo con su naturaleza porque es mentiroso y el padre de la mentira.» — Juan 8:44 (NTV)
Sincretismo
Sincretismo es la combinación y mezcla de diferentes creencias, ideales y tradiciones permitiendo un enfoque inclusivo de creencias. Cuando tenemos un sincretismo religioso que mezcla 2 o más sistemas de creencias religiosas estamos creando una nueva religión. Por eso, cuando usted no solamente rinde alabanza a Dios, sino que además agrega ángeles, santos, a la Virgen María, etc., está inventando una nueva religión. Y es precisamente lo que ha ocurrido con el catolicismo, el cual se ha ido alejando cada vez más de las enseñanzas de la Biblia. Las creencias de un católico devoto de hoy en día no son las mismas creencias de los apóstoles de Jesucristo, ni están siguiendo las leyes del Señor, y esta forma de cristianismo la han institucionalizado y han dispersado este sincretismo a nivel mundial. Sin embargo, las Escrituras ya nos habían dado advertencias:
[Dice el apóstol Pablo] «Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios. ¡Aléjate de esa clase de individuos! Pues son de los que se las ingenian para meterse en las casas de otros y ganarse la confianza de mujeres vulnerables que cargan con la culpa del pecado y están dominadas por todo tipo de deseos. (Dichas mujeres siempre van detrás de nuevas enseñanzas pero jamás logran entender la verdad). Estos «maestros» se oponen a la verdad, tal como Janes y Jambres se opusieron a Moisés. Tienen la mente depravada, y una fe falsa.» — 2 Timoteo 3:5-8 (NTV)
[Dice Jesús] «Ten cuidado de los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas inofensivas pero en realidad son lobos feroces.» — Mateo 7:15 (NTV)
Janes y Jambres eran los hechiceros del faraón de Egipto que a través de su magia imitaban los milagros que realizaba Moisés bajo las instrucciones de Dios (Éxodo 7:10-12). Con estos imitadores no se está adorando a Dios en Espíritu y en verdad. Debemos de tener mucho cuidado cuando adoremos al Señor, lo tenemos que hacer de acuerdo a las Escrituras, y en Sus términos, según lo que Él mismo ha prescrito en Su Palabra, evitando hacer sincretismo. No nos dejemos engañar por quienes dicen creer en Dios pero sus acciones demuestran que no tienen temor del Señor. No porque digamos que somos cristianos y adoramos a Jesús, ésto va a asegurar que estamos adorando a nuestro Salvador, si está haciendo sincretismo en realidad está adorando a un ídolo de la imaginación. El Señor no quiere ser el primero de una lista, Él exige ser el único a quien rindamos culto y demos gloria. Él quiere que pongamos toda nuestra fe y nuestra confianza sólo en Él. Cuando no hacemos esto no cumplimos con el Primer Mandamiento, ni con el Segundo Mandamiento.
««Pero tú eres Mi testigo, oh Israel —dice el Señor—, tú eres Mi siervo. Tú has sido escogido para conocerme, para creer en Mí y comprender que solo Yo Soy Dios. No hay otro Dios; nunca lo hubo y nunca lo habrá.» — Isaías 43:10 (NTV)
[Dice el Señor] «Te rescataré por amor de Mí; sí, por amor de Mí mismo. No permitiré que se manche Mi reputación, ni compartiré Mi gloria con los ídolos.» — Isaías 48:11 (NTV)
Hasta ahora habíamos visto la idolatría a nivel personal, en donde cada persona busca llenar el vacío espiritual en su corazón con todo aquello que concuerda con su carnalidad. El diablo sabe esto y con el sincretismo lo ha llevado al siguiente nivel: influenciar a toda la sociedad para que les asigne un valor equivocado a los ídolos y se rechace todo lo que provenga o nos acerque a Dios. La Biblia llama a este sistema demoniaco, “el mundo”, y el apóstol Juan nos advierte que si seguimos los deseos de la carne y nuestro orgullo, terminaremos idolatrando al mundo en lugar de a Dios.
“Porque todo lo que hay en el mundo, es decir, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” — 1 Juan 2:16 (RVC)
[Dice Jesús] «Los que aman su vida en este mundo la perderán. Los que no le dan importancia a su vida en este mundo la conservarán por toda la eternidad.» — Juan 12:25 (NTV)
Un claro ejemplo de sincretismo lo encontramos en 2 Reyes 17:27-41 cuando el rey de Asiria trajo gente del oriente para que habitara en Israel, y cuya descendencia después fueron llamados los samaritanos. Ellos trajeron consigo sus costumbres religiosas de oriente, y aunque fueron evangelizados en los caminos del Señor, la nueva religión resultante de los samaritanos fue el sincretismo que mezcló el culto a ídolos y la adoración a Dios.
“Entonces uno de los sacerdotes que había sido desterrado de Samaria regresó a Betel y les enseñó a los nuevos residentes cómo adorar al Señor.” — 2 Reyes 17:28 (NTV)
“Pero esta gente también rendía culto al Señor, así que del bajo pueblo designaron sacerdotes para que ministraran en los altares de los montes, y éstos ofrecían los sacrificios de esa gente en esos santuarios. Rendían culto al Señor, pero también honraban a sus dioses, como acostumbraban hacerlo las naciones de donde habían sido tomados.” — 2 Reyes 17:32-34 (RVC)
La forma en la que los samaritanos adoraron al Señor es una aberración para Él. Es el resultado del sincretismo, no es una adoración en Espíritu y verdad, es idolatría, es una prostitución espiritual.
“Yo Jehová; este es Mi Nombre; y a otro no daré Mi gloria, ni Mi alabanza a esculturas.” — Isaías 42:8 (RVR1960)
“Por lo tanto, no harás alianza con los habitantes de esa tierra, porque ustedes podrían prostituirse al ir en pos de sus dioses, y entonces ofrecerán sacrificios a sus dioses, y los invitarán a comer de sus sacrificios, o casarán a sus hijas con tus hijos, y al prostituirse sus hijas por seguir a sus dioses, harán que también tus hijos se prostituyan al seguir a los dioses de ellas.” — Éxodo 34:15-16 (RVC)
El sincretismo facilita el trabajo de Satanás, porque por medio de la presión social del mundo, puede lograr más adoradores de sus falsas religiones a nivel grupal, que haciéndolo individualmente, y las siguientes generaciones adoptarán en automático lo que hagan sus padres y la cultura en la que crecieron. Todo este conjunto de falsas creencias y tradiciones son adoptadas por las personas justificándolo al decir que son «sus raíces» y es un incentivo muy fuerte que los motiva a seguir viviendo engañados generación tras generación sin cuestionar el porqué de sus tradiciones o ritos religiosos.
[Dice el Señor] «Escucho sus conversaciones y no oigo una sola palabra de verdad. ¿Hay alguien que esté apenado por haber hecho lo malo? ¿Alguien que diga: “¡Qué cosa tan terrible he hecho!”? ¡No! ¡Todos corren por el camino del pecado tan veloces como galopa un caballo a la batalla!» — Jeremías 8:6 (NTV)
[Dice el Señor] «Arrepiéntanse todos los que se olvidan de Mí, o los despedazaré y nadie los ayudará.» — Salmos 50:22 (NTV)
Fue lo que pasó con los samaritanos, ellos se corrompieron y hasta el día de hoy tienen una religión resultado del sincretismo de religiones y tradiciones de sus antepasados.
“Hasta el día de hoy, esta gente hace lo que siempre hizo: ni temen al Señor, ni cumplen Sus estatutos ni Sus ordenanzas, ni hacen lo que la ley y los Mandamientos del Señor mandan hacer a los hijos de Jacob, cuyo nombre fue cambiado por el de Israel.” — 2 Reyes 17:34 (RVC)
“Esos pueblos temieron al Señor y, al mismo tiempo, sirvieron a sus ídolos. También sus hijos y sus nietos siguieron las prácticas de sus antepasados, y así lo hacen hasta el día de hoy.” — 2 Reyes 17:41 (RVC)
El apóstol Pablo nos explica qué hay detrás del comportamiento de los samaritanos:
“Ustedes no pueden beber de la copa del Señor y también de la copa de los demonios. No pueden comer de la Mesa del Señor y también de la mesa de los demonios. ¿Qué? ¿Acaso nos atreveremos a despertar los celos del Señor? ¿Piensan que somos más fuertes que Él?” — 1 Corintios 10:21-22 (NTV)
El doctor y evangelista Lucas nos habla del caso de Simón en Hechos 8:5-25, este Simón era un hechicero samaritano quien intentó comprar los poderes del Espíritu Santo para poder realizar milagros, pero fue regañado por Pedro. Simón creyó el evangelio y fue bautizado (Hechos 8:13), pero hizo sincretismo con otras creencias, y según el historiador Filón de Alejandría fue conocido después como “Simón el Mago”, quien inició un movimiento de judaísmo pagano, y que fue invitado a Roma por el emperador Claudio (41-54 d.C.) e hizo «milagros» usando su hechicería, de forma que los romanos lo vieron como un dios. Él decía ser el «Hijo del Dios de los judíos», el “Padre de los samaritanos”, y el “Espíritu Santo de los gentiles”, personificando una trinidad.
«Jesús les dijo: —No dejen que nadie los engañe, porque muchos vendrán en Mi Nombre y afirmarán: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a muchos.» — Mateo 24:4-5 (NTV)
[Dice Jesús] “Entonces, si alguien les dice: “Miren, aquí está el Mesías” o “Allí está”, no lo crean. Pues se levantarán falsos mesías y falsos profetas y realizarán grandes señales y milagros para engañar, de ser posible, aun a los elegidos de Dios.» — Mateo 24:23-24 (NTV)
Y Simón el Mago mezcló varias creencias judías, samaritanas y filosofías de Platón y Aristóteles, diseñados para unir al mundo en una sola religión universal. Al principio sus seguidores eran llamados «Simonianos», pero para el segundo siglo ya eran conocidos como «Gnósticos». Este movimiento buscó corromper el cristianismo desde el principio con evangelios gnósticos, herejías, y cientos de sectas de las cuales algunas sobreviven hasta el día de hoy. Un ejemplo actual de estas corrupciones es la novela y película El Código Da Vinci de Dan Brown la cual está basada en enseñanzas gnósticas.
¿Cuántas clases de religiones existen?
Si analizamos todas las religiones y movimientos filosóficos a lo largo de la historia de la humanidad se pueden resumir en dos tipos de religiones: (1) La religión hecha por Dios, y (2) las religiones hechas por los hombres, derivadas de la religión verdadera, a través del sincretismo. Una sola es la religión de Dios, solamente hay una verdad, y las otras son corrupciones de la verdad hechas por hombres y guiadas por Satanás.
“En vez de ofrecerle sacrificios a Dios, se los ofreció a los demonios, a dioses que nunca antes había conocido; a dioses nuevos, venidos de cerca, a los que sus padres nunca antes adoraron.” — Deuteronomio 32:17 (RVC)
Las religiones hechas por los hombres
Las religiones hechas por los hombres, e influenciadas por Satanás, se basan en engañar a las personas para que piensen que pueden alcanzar su salvación mediante esfuerzos propios, a través de buenas obras, «portándose bien», evitando cometer pecados, o a través de practicar rituales y tradiciones que «purifiquen sus almas» de afuera hacía adentro con la esperanza de que la santidad adquirida sea suficiente para que sean aceptados por la deidad y alcancen el cielo, por ejemplo hacer ayuno, hacer peregrinajes, ir a misas, participar en festivales religiosos, etc. Todas las religiones hechas por los hombres son una forma de sincretismo que engañan y corrompen muy fácilmente a las personas porque contienen verdades parciales: mezclan algunos elementos de la Palabra de Dios con muchas ideas humanas, para hacerlas atractivas, y para que las personas que no se den cuenta del engaño, pero que al final del día no satisfacen a las personas, ni llenan el vacío de sus corazones. El mayor problema de estas religiones es la idolatría, que va directamente en contra del Segundo Mandamiento, porque no debemos dividir nuestro corazón entre Dios y otro, porque ningún hombre puede servir a dos amos.
“Y nunca más ofrecerán sus sacrificios a esos demonios, por los cuales se han prostituido. Éste será un estatuto perpetuo para todos sus descendientes.” — Levítico 17:7 (RVC)
La religión hecha por Dios
Por otro lado, el segundo tipo de religión es la única y verdadera religión hecha por Dios, que se basa en que el hombre, por sí solo, no puede hacer nada para alcanzar su salvación y que solamente es el Señor quien puede redimirnos de nuestros pecados. Así que la única forma es que pongamos toda nuestra fe en el Señor Jesucristo quien nos da el regalo de salvación de forma gratuita. Nuestra fe consiste en amarlo con todo nuestro corazón, alma y fuerzas, adorándolo en Espíritu y verdad, y demostrando que lo amamos cumpliendo todos Sus mandatos.
“Que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación.” — Éxodo 34:7 (RVR1960)
El punto más difícil para un cristiano es comprender que la fe es poner toda su confianza en Dios, y creer lo que dice en Su Palabra: que hay una realidad invisible y eterna, que hay cosas que por el momento no podemos ver pero que son reales, por ejemplo no podemos ver el trono de Dios pero sabemos que existe (Isaías 6:1); el sirviente de Eliseo no podía ver la protección angelical que tenían hasta que el Señor le abrió los ojos a petición de Eliseo (2 Reyes 6:17). Nuestra fe se basa en lo que el Señor nos dice, incluso si no lo podemos ver. De forma que no se basa en cosas visibles y temporales. ¿Cuál es el mérito de tener fe en algo que vemos? Por eso Jesús le dijo a Tomás: “Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme.” (Juan 20:24-29).
«Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque Él se la ha hecho evidente. Pues, desde la Creación del mundo, todos han visto los cielos y la tierra. Por medio de todo lo que Dios hizo, ellos pueden ver a simple vista las cualidades invisibles de Dios: Su poder eterno y Su naturaleza divina. Así que no tienen ninguna excusa para no conocer a Dios.» — Romanos 1:19-20 (NTV)
El libro de Hebreos nos da la siguiente definición de fe:
“Ahora bien, la fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera, la convicción (demostración) de lo que no se ve.” — Hebreos 11:1 (NBLH)
La palabra substancia (ὑπόστασις – jupótasis, estar debajo) nos habla de que Jesucristo es el cimiento de nuestra fe, la roca o suelo solido que soporta nuestra fe:
[Dice Jesús]»y sobre esta Piedra edificaré Mi iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.» — Mateo 16:18b (RVA)
«El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi Salvador; mi Dios es mi roca, en quien encuentro protección. Él es mi escudo, el poder que me salva y mi lugar seguro.» — Salmos 18:2 (NTV)
«Pues ¿quién es Dios aparte del Señor? ¿Quién más que nuestro Dios es una Roca sólida?» — Salmos 18:31 (NTV)
El Señor nos da la certeza y convicción a través de la evidencia que sí podemos ver de la verdadera existencia de todo lo que no podemos ver. Por ejemplo, el Señor curó a leprosos, curó a los ciegos, expulsó demonios, etc.
[Dice Jesús] «Si no hago las obras de Mi Padre, no me crean. Pero, si las hago, aunque no me crean a Mí, crean a Mis obras [evidencia], para que sepan y entiendan que el Padre está en Mí, y que Yo estoy en el Padre.» — Juan 10:37-28 (NVI)
Existe la enseñanza de muchas personas bien intencionadas que han asumido y enseñado incorrectamente que, cuando Juan “El Bautista” estaba en prisión, tuvo un momento de debilidad en su fe, y que tuvo dudas acerca del Mesías. Y por eso envió a sus discípulos a preguntarle a Jesús (Yeshúa, en hebreo) si Él es a quien esperaban. Sin embargo, como explica Joseph Good, en su libro Rosh HaShanah and The Messianic Kingdom to Come, este pasaje no tiene nada que ver con una falta de fe por parte de Juan “El Bautista”, quien tenía al Espíritu Santo desde que estaba en el vientre de su madre (Lucas 1:41), y que escuchó la voz de Dios confirmándole que Yeshúa era el Mesías, el día de Su bautismo (Mateo 3:16-17). Su pregunta fue específicamente si ¿Yeshúa cumpliría todas las profecías acerca del Mesías, o si tenían que esperar a un segundo Mesías? Porque las enseñanzas rabínicas de su época hablaban de dos Mesías, porque los eruditos judíos encontraron una paradoja al estudiar las Escrituras: Por un lado, la mayoría de los comentarios rabínicos se centraban en el “Rey Conquistador”, que vendría en juicio para establecer un reino de paz en la tierra con sede en Jerusalén, y que se describe en Zacarías 14, Salmo 2, Isaías 63-66 y Jeremías 23. A este “Rey Vencedor” le llamaron “Mashiaj Ben David” (que significa Mesías Hijo de David) y se caracterizaba por ser inmortal. Este es el Mesías o Cristo que esperaban los apóstoles y los judíos cuando seguían a Jesús, y por eso, deseaban ansiosamente que estableciera Su reino y acabara con el dominio de los romanos (Mateo 20:20-23, 21:9, 15, 9:26-27, 15:22; Lucas 18:28-30; Marcos 12:35; Juan 6:15). Pero, otros pasajes como Isaías 40-53, 61, Salmo 22 y Daniel 9, hablan de un “Siervo Sufriente”, al que llamaron “Mashiaj Ben Yoséf” (Mesías Hijo de José), quien vendría en humildad, que sería rechazado y despreciado por Su pueblo, y que además moriría. Por lo que Juan “el Bautista” quería saber si los rabinos tenían razón o no. Y cuando Jesús les responde con un lenguaje que sus oyentes iban a entender, Él parafrasea los pasajes rabínicos que hablan acerca de las profecías, tanto del Mesías Hijo de José como de Mesías Hijo de David, de forma que les estaba diciendo a los discípulos de Juan “el Bautista” que Él mismo, solo, iba a dar cumplimiento a todas las profecías mesiánicas, y que no tenían que esperar a un segundo Mesías. Con ello dándoles a entender que los rabinos no tenían la razón y que más bien pusieran toda su fe en Él. Hoy sabemos que nuestro Señor Jesucristo dio cumplimento a las profecías de Mesías Hijo de José en Su Primera Venida, y cumplirá las profecías de Mesías Hijo de David en Su Segunda Venida. De esta forma vemos que la fe de Juan “El Bautista” va a ser reforzada por el testimonio de las evidencias de las obras de Cristo, sin necesidad de verlas ni de estar presente ahí.
“Al oír Juan en la cárcel de las obras de Cristo, mandó por medio de sus discípulos a decir a Jesús: «¿Eres Tú el que ha de venir, o esperaremos a otro?». Jesús les respondió: «Vayan y cuenten a Juan lo que oyen y ven: los ciegos reciben la vista y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el evangelio. Y bienaventurado es el que no se escandaliza de Mí».” — Mateo 11:2-6 (NBLA)
Esto contrasta con la forma de pensar del hombre, sobre todo hoy en día, en donde parecen necesitarse túnicas, rituales, inciensos, peregrinajes, encender velas, oraciones cantadas, agua «bendita», etc., para que una religión sea considerada como real, pero en estos casos no necesitamos de fe alguna para creer en las cosas físicas que podemos ver (podemos ver las velas prendidas, las túnicas, los incensarios, etc.). Precisamente por esto, en la sabiduría del Señor que se nos revela Su verdad en la Biblia, nos enseña que la fe que tenemos que tener los cristianos va más allá de la evidencia de este mundo, y lo importante es que debemos buscar lo que no podemos ver porque eso es eterno, siempre con la ayuda de Su Espíritu. Por eso la fe no viene de ver, sino que viene de escuchar y estudiar la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:15).
“Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la Palabra de Dios.” — Romanos 10:17 (RVC)
Así que portar o venerar un crucifijo no tiene mérito, porque lo que ocurrió en la cruz para nuestra salvación fue invisible, de hecho humanamente aún no alcanzamos a entender las implicaciones eternas de este evento.
«Dios es tan sabio que no permitió que la gente de este mundo lo conociera mediante el conocimiento humano. En lugar de eso, decidió salvar a los que creyeran en el mensaje que anunciamos, aun cuando este mensaje parezca una tontería. Para creer en el mensaje que anunciamos, los judíos quieren ver milagros y los griegos quieren oír un mensaje que suene razonable e inteligente».— 1 Corintios 1:21-22 (TLA)
Para toda persona que ponga su fe en Él, Jesucristo se convirtió en el sacrificio por nuestros pecados, algo invisible para los hombres. Esto fue entre Jesús y Dios Padre, quien lo resucitó. Este es el misterio más importante para nuestra fe que permite nuestra redención y salvación. No fue algo físico como un pago con dinero, oro ni plata.
Visualizar a Jesús en una imagen o estatua en lugar de aumentar nuestra fe, la reduce. El suponer que la hostia se convierte en el cuerpo y sangre de Cristo y asumir que el acto de ingerirla nos ayudará para obtener la vida eterna, no se encuentra en la Escritura, y va en contra de las enseñanzas de Jesús (Juan 6:63), para su referencia puede ver Verdades Bíblicas para los Católicos Romanos que fue escrito por un ex-sacerdote católico, y también ¿Cuál es la relación entre Jesús y la Pascua Judía? para encontrar el significado de la llamada «última cena». Caminamos por fe no por vista (2 Corintios 5:7; Habacuc 2:4; Romanos 1:17).
[Dice Jesús] “El Espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que Yo les he hablado son espíritu y son vida.” — Juan 6:63 (NBLH)
En el siguiente artículo continuaremos hablando acerca de las implicaciones de este Segundo Mandamiento y de las actuales prácticas idólatras en el catolicismo, veremos como ejemplo el caso de los peregrinajes a Santiago de Compostela el cual conduce a la lamentable veneración de reliquias. Muchos estudiosos coinciden en que el capítulo de Apocalipsis 18 está hablando de la iglesia católica:
«Pues todas las naciones han caído debido al vino de su apasionada inmoralidad. Los reyes del mundo cometieron adulterio con ella. Debido a su deseo por lujos excesivos, los comerciantes del mundo se han enriquecido». Después oí otra voz que clamaba desde el cielo: «Pueblo mío, salgan de ella. No participen en sus pecados o serán castigados junto con ella.» — Apocalipsis 18:3-4 (NTV)
¡Que Dios los bendiga!
Continuar leyendo: El Segundo Mandamiento (Parte 4)
Ir a: Los 10 Mandamientos — Introducción