En nuestro artículo anterior vimos la primera función del espíritu: la conciencia, basándonos en los estudios bíblicos del evangelista Watchman Nee, de su libro El Hombre Espiritual. Ahora hablaremos de las otras dos funciones del espíritu: la intuición y la comunión con Dios. Hoy en día, podemos observar que muchos cristianos no aprovechan estas formas de comunicación con Dios, necesarias para su crecimiento espiritual. Esperamos que este estudio le ayude a entender mejor cómo funcionan, y así acelere su crecimiento espiritual para estar más cerca del ETERNO.
Tabla de Contenidos del Artículo
La Intuición
El segundo componente del espíritu es la intuición, que es como un órgano sensorial espiritual, por medio del cual la voluntad de Dios es revelada al creyente vuelto a nacer, y por medio de él puede recibir las enseñanzas del Espíritu Santo. La función principal de la intuición es que nos permite caminar en el Espíritu. La intuición es diferente e independiente de los sentidos físicos del cuerpo o del alma.
“Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. — Mateo 16:16-17 (JBS)
Un cristiano espiritual no debe guiarse por sensaciones físicas, sino por la auténtica revelación de Dios, la cual siempre va de acuerdo con la voluntad de Dios y con Su Palabra. La intuición verdaderamente guiada por el Espíritu Santo, es una voz que el creyente necesita aprender a escuchar, a estar atento a lo que le dice el Espíritu. Su voz por lo general no es audible. Es como un instinto o impulso, a veces sutil y en otras ocasiones muy fuerte, que le permite al creyente saber qué hacer.
“Porque andamos por fe, no por vista.” — 2 Corintios 5:7 (RVA 2015)
Así como cuando usted tiene hambre o sed, no escucha a su estómago decírselo, sino que ha aprendido a escucharlo. De forma similar, necesita aprender a escuchar los mensajes de la intuición o instinto de su espíritu, e interpretarlos con su mente de su alma.
“Entonces Moisés dijo al SEÑOR: «Por favor, SEÑOR, nunca he sido hombre elocuente. Ni ayer ni en tiempos pasados, ni aun después de que has hablado a Tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua». Y el SEÑOR le dijo: «¿Quién ha hecho la boca del hombre? ¿O quién hace al hombre mudo o sordo, con vista o ciego? ¿No soy Yo, el SEÑOR? Ahora pues, ve, y Yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que has de hablar»”. — Éxodo 4:10-12 (NBLA)
Formas en las que Dios nos habla a través de la Intuición
El Espíritu Santo le puede traer pensamientos a su mente (algo en lo que usted no estaba pensando) que le son de gran utilidad, y que le dan un mayor entendimiento. Lo llena de muchas buenas ideas, cosas que a usted nunca antes se le habían ocurrido, y que le ayudan a solucionar dificultades actuales, o incluso problemas antiguos, o situaciones con las que ya tenía mucho tiempo batallando. Cuando el SEÑOR le da la solución, se va a preguntar: ¿Por qué no se me había ocurrido esto antes? Estas soluciones ahora le parecerán muy obvias. Se trata del Espíritu de Sabiduría del SEÑOR alimentándolo (Proverbios 8:4-10).
También se puede comunicar con usted mediante imágenes (como una fotografía en su mente, que dirige su atención hacia algo en particular); le hace recordar cosas (Juan 14:26; Mateo 5:23-24; Lucas 24:6-8). Siempre agradezca al SEÑOR y dele toda la gloria. Su Espíritu también utiliza las Escrituras para revelarle nuevos conocimientos en pasajes que ya conocía, o bien para mostrarle cosas maravillosas que usted no estaba buscando, pero que le resultan muy útiles en su vida. Como dicen: ¿Quieres escuchar la voz de Dios? Lee la Biblia. ¿Quieres que sea una manifestación audible? Lee la Biblia en voz alta.
Por otro lado, el Espíritu Santo también puede usar algún programa de televisión o video en el internet que usted esté viendo para manifestar Su mensaje a usted de alguna forma. Lo reconocerá porque la revelación aclarará algún pasaje bíblico que usted esté estudiando o haya escuchado recientemente. Incluso puede ser por alguna conversación de desconocidos que usted escuche por “casualidad”, para guiarlo según Sus propósitos. Tiene que tener cuidado y estar atento para discernir si el mensaje proviene de su intuición o no, y evitar llevar a cabo los pensamientos o sugerencias implantadas en su mente por espíritus de la oscuridad. Puede ver más información al respecto en nuestro estudio El Casco de la Salvación de la Armadura de Dios (Parte 8), en la sección Satanás planta malos pensamientos.
El Espíritu Santo también orquesta el encuentro de las personas, para que coincidan al mismo tiempo y lugar para Sus propósitos, esto nos ha sucedido muchas veces, ¡Sus tiempos y movimientos son perfectos! Hasta donde entendemos, muchas veces sucede para propósitos evangelizadores, para la salvación de las personas. Tenemos el caso de Felipe, quien escuchó la voz del Espíritu Santo, probablemente a través de su intuición, y supo que debía ir a evangelizar al eunuco de Etiopía, caminando junto a su carruaje. El fruto de que Felipe obedeciera la voluntad del Espíritu Santo fue que su evangelización hizo que el eunuco creyera en Jesucristo y fuera bautizado (Hechos 8:26-40).
“Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro”. — Hechos 8:29 (RVR-1960)
También puede sentirse guiado a realizar cierta acción (como Felipe), quizás cierto día se despierte pensando “hoy quiero ir a…” (cierto lugar), y al ver en retrospectiva, se da cuenta que era para los propósitos de Dios. Como Pastor y como nuestro Guía, el SEÑOR nos está ayudando constantemente a trabajar en Sus campos, para ir tras las ovejas perdidas. Cuando atendemos Su voz, entonces damos frutos, son los frutos del Espíritu, y con esto le damos gloria.
[Jesús dice] “El que tiene Mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama; y el que me ama será amado por Mi Padre; y Yo lo amaré y me manifestaré a él»”. — Juan 14:21 (NBLA)
Si el espíritu de un creyente gobierna a su alma, entonces llevará a cabo la voluntad de Dios y seguirá las instrucciones que el Espíritu Santo le haya revelado. Sin embargo, si el pecado esclaviza al cuerpo, el alma será inducida por el pecado a realizar la voluntad y los deseos de la carne. Cada creyente debe de tomar la decisión de a quién servir. Dios nunca nos va a forzar a hacer nada, solo nos va a guiar por Su buen camino, el cual, podemos encontrar a través de la intuición de nuestro espíritu. ¿Pero cómo podemos corroborar si un mensaje, o lo que pensamos que es una intuición en el espíritu, realmente proviene de Dios o no? Para ello, también podemos utilizar señales, como veremos a continuación.
Señales como forma de comunicación con Dios
Hablar con Dios a través de señales es un medio perfectamente legítimo y encontramos varios ejemplos de esto en las Escrituras. Por ejemplo, cuando Gedeón deseaba corroborar que Dios iba a salvar a Israel por medio de él, le pidió a Dios una señal utilizando un montón de lana (Jueces 6:36-40):
“Entonces Gedeón dijo a Dios: «Si has de librar a Israel por mi mano, como has dicho, voy a poner un vellón [montón] de lana en la era [el suelo]. Si hay rocío solamente en el vellón y toda la tierra queda seca, entonces sabré que librarás a Israel por mi mano, como has dicho». Y así sucedió. Cuando se levantó temprano en la mañana, exprimió el vellón y escurrió el rocío del vellón, un tazón lleno de agua”. — Jueces 6:36-38 (NBLA)
Gedeón inclusive pidió una reconfirmación de la señal del SEÑOR, y la obtuvo:
“Y Gedeón dijo a Dios: «No se encienda Tu ira contra mí si hablo otra vez. Te ruego que me permitas hacer otra vez una prueba con el vellón. Que ahora quede seco el vellón y haya rocío en toda la tierra». Así lo hizo Dios aquella noche, porque solamente quedó seco el vellón y había rocío en toda la tierra”. — Jueces 6:39-40 (NBLA)
Cuando Eleazar, el sirviente de Abraham, fue enviado para buscarle una novia a Isaac, Eleazar le pidió a Dios una señal para saber cuál mujer era la indicada, para saber quién debía ser la esposa de Isaac, y Dios le concedió su petición, según sus palabras, y así encontró a Rebeca (Génesis 24:10-27):
“Y dijo: —SEÑOR, Dios de mi señor Abraham, haz, por favor, que hoy ocurra algo en mi presencia. Muestra bondad para mi señor Abraham. He aquí que yo estoy junto al manantial de agua, y las hijas de los hombres de la ciudad vendrán para sacar agua. Sea, pues, que la joven a quien yo diga: “Por favor, baja tu cántaro para que yo beba”, y ella responda: “Bebe tú, y también daré de beber a tus camellos”; sea ella la que tú has destinado para tu siervo, para Isaac. En esto conoceré que has tenido misericordia de mi señor. Y aconteció que cuando él aún no había acabado de hablar, he aquí que con su cántaro sobre el hombro venía Rebeca, que le había nacido a Betuel, hijo de Milca, mujer de Nacor, hermano de Abraham”. — Génesis 24:12-15 (RVA 2015)
Lo importante es consultar al SEÑOR primero, para tomar decisiones y poder llevar a cabo nuestro trabajo, y mediante señales, podemos corroborar los mensajes que hayamos recibido mediante intuición en el espíritu, o de alguna otra forma.
Advertencia sobre falsos mensajes
Muchos cristianos en la actualidad están siendo engañados, y perciben diferentes manifestaciones espirituales como “provenientes de Dios”, como: sueños, pensamientos, visiones, imágenes y voces en la mente; sensaciones sobrenaturales de calor o de electricidad; contactos físicos repentinos con fuerzas externas; sacudidas en el cuerpo; caer inconsciente al piso luego de ser tocado por un “pastor”; sentir que les cae “oro”, “diamantes” o “escarcha” mientras están en alguna congregación; hablar en glosolalia (palabras sin sentido que nadie entiende); tener experiencias sobrenaturales hasta perder el control del cuerpo, entre otras manifestaciones extrañas.
Al analizar estos sucesos, y comparar estas actividades paranormales con las Escrituras, podemos darnos cuenta que se trata de espíritus engañadores, quienes causan todas estas manifestaciones en el alma o cuerpo de estas personas, pero no en su espíritu. Además, tenga cuidado cuando otro creyente, profeta o pastor, le dé un mensaje de “Dios”: necesita verificar que esté de acuerdo con las Escrituras y que tenga el objetivo de avanzar el reino de Dios aquí en la tierra.
La Comunión con Dios
La tercera función del espíritu, es la comunión con Dios, con la que podemos adorar y alabar correctamente al ETERNO y hacer oración en el Espíritu. Es a lo que se refería Jesús cuando dijo que debemos adorarlo en espíritu y en verdad (Juan 4:23-24). ¿Acaso no nos dijo que Su Padre busca a quienes lo adoran en espíritu y en verdad?
[Dice Jesús] “Pero viene la hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad, porque el Padre busca a tales para que lo adoren a Él. Dios es Espíritu, y los que lo adoran, deben adorarlo a Él en Espíritu y en verdad”. — Juan 4:23-24 (LSP)
La Oración en el Espíritu
Toda adoración y comunicación con Dios debe hacerse únicamente en el espíritu. Por eso, cuando una persona hace una oración con su alma y cuerpo solo hace una adoración carnal. Esta oración no es eficaz, porque no está buscando la voluntad del Padre. Por esta razón, los rezos dichos de memoria, aunque tengan la mejor intención, sean hechos con los mejores sentimientos, o sean expresados con toda la fuerza del cuerpo, no son espirituales. Lamentablemente, muchas personas terminan hablando solas porque sus oraciones están enfocadas en sí mismas.
Las Escrituras nos dan un claro ejemplo de esto en la Parábola del Fariseo y el Cobrador de Impuestos, en Lucas 18:9-14. Veamos primero el ejemplo de la oración en el alma:
“El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: ‘Dios, te doy gracias que no soy como los demás hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni aun como este publicano. Ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que poseo’”. — Lucas 18:11-12 (RVA 2015)
Ahora veamos la diferencia de la oración en el espíritu:
“Pero el recaudador de impuestos, de pie y a cierta distancia, no quería ni siquiera alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, ten piedad de mí, pecador”.” — Lucas 18:13 (NBLA)
La breve pero poderosa oración en el espíritu del cobrador de impuestos sí llegó a los oídos de Dios y regresó a su casa justificado o perdonado (Lucas 18:14a). La oración del fariseo resultó inútil, junto con todas sus supuestas “buenas acciones”.
Nuestras acciones deben ser guiadas por Dios, no por nosotros mismos. Hay muchas ideas humanas que se producen en el alma, que, a pesar de que parezcan piadosas, son inútiles, debido a la motivación con que surgieron. ¿Se ha fijado que incluso hay poderosos dictadores incrédulos que hacen “buenas obras”? También hay muchos empresarios multimillonarios que tienen fundaciones, hacen trabajos de caridad y filantropía, ¿acaso esto les servirá? Quizás, solo para pagar menos impuestos y apaciguar sus conciencias. Sin embargo, de nada les sirve en su comunión con el ETERNO, porque el SEÑOR ve las motivaciones del corazón.
“Todo camino del hombre es recto ante sus ojos, pero el SEÑOR es el que examina los corazones”. — Proverbios 21:2 (RVA 2015)
[Jesús dice] “Cuídense de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos. »Por eso, cuando des limosna, no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad les digo que ya han recibido su recompensa. Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. — Mateo 6:1-4 (NBLA)
Para nuestro crecimiento espiritual es esencial que distingamos la diferencia entre el alma y el espíritu. Esperamos que estos estudios le estén sirviendo para que desarrolle a su espíritu y así mejore su comunicación con el SEÑOR. Con el favor de Dios, en nuestros siguientes estudios hablaremos de cómo pasar de ser cristianos carnales a ser creyentes espirituales, según las funciones de cada uno de los componentes de nuestro ser.
¡Que Dios los bendiga!