V. 4 — ¡No morirán! —Respondió la serpiente a la mujer—.
En este punto la serpiente sabía que la batalla era suya y ahora se lanza para la victoria total. Aquí vemos la palabra de la serpiente en contra de la Palabra de Dios. El objetivo de la serpiente, una vez que se dio cuenta de que la mujer empezó a dudar acerca de si el comer del fruto era un crimen, o si habría algún castigo por hacerlo; hizo que la serpiente se volviera más audaz en su ataque, y, mintió directamente al afirmar rotundamente, — ¡No morirán! Seguir leyendo Génesis 3:4-5 — El discurso de la serpiente→
V. 2 — Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto —contestó la mujer—.
Como vimos en Génesis 3:1 el ataque de la serpiente empieza en la primera interacción con la mujer, el enemigo no tenía tiempo que perder. Ahora veremos y analizaremos la contra-ofensiva del equipo de Dios con el miembro de su equipo, la mujer. Lamentablemente vemos una serie de errores en su respuesta, 5 en total; sin contar que, en el primer lugar, la mujer no debió siquiera platicar con la serpiente y responder su cinismo con un parafraseo de la prohibición de Dios. Seguir leyendo Génesis 3:2-3 – La respuesta de la mujer→
Génesis 3 es uno de los capítulos más importantes en toda la Biblia. Es el punto de partida para el resto de las Escrituras. Es el comienzo del gran drama en la historia de la humanidad que ha permanecido por más de 6,000 años y nos habla de la condición del universo, de cómo perdimos la comunión con Dios, marca el inicio de la espiral en descenso para la humanidad creada por el problema del mal y el sufrimiento en nuestro mundo. Por otro lado, también nos da la buena noticia de que Dios tiene listo un plan para rescatarnos, el cual, involucra la necesidad apremiante de un Salvador: Jesucristo. Seguir leyendo Génesis 3 – La expulsión de la humanidad del jardín del Edén→
Este es el relato de la creación de los cielos y la tierra. Cuando el SEÑOR Dios hizo la tierra y los cielos, no crecían en ella plantas salvajes ni grano porque el Señor Dios aún no había enviado lluvia para regar la tierra, ni había personas que la cultivaran. En cambio, del suelo brotaban manantiales que regaban toda la tierra.
Este relato de la creación que se enfoca principalmente en el inicio de la historia de la humanidad y sirve de introducción a los eventos que van a ocurrir en los siguientes capítulos de Génesis. Dios está preparando el Jardín del Edén para mover al hombre a este lugar que ha dispuesto para él. También, la Biblia introduce YAHWEH (Jehováh), el nombre más íntimo, favorito, y personal de Dios, ya que ahora que todo está listo, Dios puede tener una relación estrecha (comunión) entre el Creador y la creación. Ahora vamos a ver la creación de los cielos y la tierra desde el punto de vista de YAHWEH interactuando con Su creación. Adicionalmente veremos la relación que tiene YAHWEH con nuestro Salvador Jesucristo.
Así quedó terminada la creación de los cielos y de la tierra, y de todo lo que hay en ellos. Cuando llegó el séptimo día, Dios ya había terminado su obra de creación, y descansó [cesó] de toda su labor. Dios bendijo el séptimo día y lo declaró santo, porque ese fue el día en que descansó de toda su obra de creación.
Los primeros tres versículos de este capítulo forman parte de la narrativa del capítulo anterior, y contienen Su propósito Divino. Como vimos anteriormente, la humanidad es el punto culminante de los actos creativos de Dios (1: 26-31), mientras que el séptimo día, es el punto culminante de la semana de la creación. ¡Cuando Dios descansó (o cesó de crear), y vió que toda la creación era buena y no había nada más que hacer! El séptimo día tiene como intención celebrar la obra terminada de Dios; y se le denominaría “Shabát”, el día sería apartado como santo y dedicado al Creador, y también como descanso. La ausencia de la habitual frase «tarde y mañana» refleja la voluntad del Creador para entrar en comunión sin fin con la humanidad.
Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a nuestra imagen, para que sean como nosotros. Ellos reinarán sobre los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, todos los animales salvajes de la tierra y los animales pequeños que corren por el suelo». Así que Dios creó a los seres humanos a su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.
La creación del hombre es la parte más importante de la obra del sexto día. Después de haber preparado una morada acorde para el hombre, y equipado con todo lo necesario para su comodidad, Dios ahora procede a crear a la raza humana.
“Entonces Dios dijo: «Que la tierra produzca toda clase de animales, que cada uno produzca crías de la misma especie: animales domésticos, animales pequeños que corran por el suelo y animales salvajes»; y eso fue lo que sucedió. Dios hizo toda clase de animales salvajes, animales domésticos y animales pequeños; cada uno con la capacidad de producir crías de la misma especie. Y Dios vio que esto era bueno.”
En el sexto día, al igual que en el tercer día (Génesis 1:11-13), tenemos un doble acto creativo por parte de Dios (Elohím en Hebreo), la creación de los animales terrestres y la creación del hombre. Como veremos, en este sexto día creativo hay cuatro palabras de poder por parte de Elohím:
“Entonces Dios dijo: «Que las aguas se colmen de peces y de otras formas de vida. Que los cielos se llenen de aves de toda clase».”
Los días de la segunda tríada creativa tienen correspondencia con los de la primera. La luz fue creada en el primer día, y en el cuarto día se concentró en el sol, la luna y las estrellas. En el segundo día el aire y el agua fueron creados, y en el quinto día estos dos elementos fueron poblados con vida animal, peces y aves.
Entonces Dios dijo: «Que aparezcan luces en el cielo para separar el día de la noche; que sean señales para que marquen las estaciones, los días y los años. Que esas luces en el cielo brillen sobre la tierra»; y eso fue lo que sucedió. Dios hizo dos grandes luces: la más grande para que gobernara el día, y la más pequeña para que gobernara la noche. También hizo las estrellas. Dios puso esas luces en el cielo para iluminar la tierra, para que gobernaran el día y la noche, y para separar la luz de la oscuridad. Y Dios vio que esto era bueno. Y pasó la tarde y llegó la mañana, así se cumplió el cuarto día.
Después Dios dijo: «Que de la tierra brote vegetación: toda clase de plantas con semillas y árboles que den frutos con semillas. Estas semillas producirán, a su vez, las mismas clases de plantas y árboles de los que provinieron»; y eso fue lo que sucedió. La tierra produjo vegetación: toda clase de plantas con semillas y árboles que dan frutos con semillas. Las semillas produjeron plantas y árboles de la misma clase. Y Dios vio que esto era bueno. Y pasó la tarde y llegó la mañana, así se cumplió el tercer día.
“Que de la tierra brote vegetación”
Este es el segundo acto creativo. El primero fue crear la materia, el segundo acto creativo fue la introducción de la vida, primero vegetal, y luego animal. La creación del mundo vegetal sigue una secuencia natural y lógica después de la aparición de la tierra separada de las aguas. Las plantas creadas en este día se dividen en tres clases: vegetación (criptógama), hierbas, y árboles. Estas tres etapas se enumeran en la traducción Reina-Valera (RVC): “Después dijo Dios: «¡Que produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla, y árboles frutales”.
“Entonces Dios dijo: «Que las aguas debajo del cielo se junten en un solo lugar, para que aparezca la tierra seca»; y eso fue lo que sucedió. Dios llamó a lo seco «tierra» y a las aguas «mares». Y Dios vio que esto era bueno.”
“Que las aguas debajo del cielo se junten”
La forma en la que se describe este pasaje bíblico, es como, si la Tierra hubiera existido antes, pero hubiera sido sumergida en el agua. Después de que Dios (Elohím, en hebreo) lo dijo; se hizo de inmediato, las aguas fueron drenadas fuera de la tierra, dirigiéndose a su lugar designado; y las partes sólidas de la Tierra se convirtió en terreno seco dando vida a los continentes (Salmos 104:5-9).
Entonces Dios dijo: “Que haya un espacio entre las aguas, para separar las aguas de los cielos de las aguas de la tierra” y eso fue lo que sucedió. Dios formó ese espacio para separar las aguas de la tierra de las aguas de los cielos y Dios llamó al espacio “cielo”. Y pasó la tarde y llegó la mañana, así se cumplió el segundo día.
El trabajo del «segundo día» es la creación del llamado «espacio» de los cielos. Después de la creación de la luz, el próximo acto creativo fue, según la cosmogonía Hebrea, la división del abismo acuoso primitivo, mediante una esfera sólida que aquí se denota con la palabra «cielo». Las aguas están por encima de ella y por debajo ella.
Dios llamó a la luz ”día” y a la oscuridad ”noche”. Y pasó la tarde y llegó la mañana, así se cumplió el primer día.
«Dios llamó a la luz Día … Noche»
El Hebreo יוֹם – yom, se puede referir a la luz del día, a un período de 24 horas, o para un período de tiempo no especificado. Sin embargo, en este contexto la noche y el día se refieren a un período de 24 horas, en donde básicamente se completa una rotación completa de la Tierra sobre su eje. Esto no puede significar una edad, pero sólo un día, y los Judíos lo consideran que comienza desde la puesta del sol a la siguiente puesta del sol. Este ciclo de luz y oscuridad significa que la Tierra giraba sobre su eje, por lo que había una fuente de luz en un lado de la tierra, aunque el sol aún no se ha creado. En consecuencia a esto, se generan periodos de frío y calor, teniendo como resultado efectos importantes en y sobre la corteza terrestre.
Y Dios vio que la luz era buena. Luego separó la luz de la oscuridad.
«Y Dios vio»
Esta contemplación indica, primero, un lapso de tiempo, el tiempo inicia en el primer día de la Creación; y adicionalmente, tenemos la primer muestra de la persona de Dios (Elohím en Hebreo) en una sentencia que pronunciada el veredicto de la razón divina.
Se utiliza esta frase, diez veces en la narrativa de los seis días de la creación. La belleza y la sublimidad de la lengua aquí utilizada es la mejor introducción a la obra de la Creación. Dios (en Hebreo – Elohim) no hace ninguna preparación, no emplea ningún medio o elemento. Elohim habla y se hace. Su Palabra por sí sola contiene todas las cosas necesarias para el cumplimiento de Su voluntad. Elohim, con una orden, creó la luz (Salmos 148:5).
Recientemente, mientras estaba investigando para uno de los estudios bíblicos, me encontré con comentarios que explicaban que las palabras תֹּהוּ – tojú y בֹּהוּ – bojú tenían significados inciertos, y al haber problemas de traducción e interpretación, esto provocó que hubiera al menos tres formas de interpretarlas, estas palabras son utilizadas en Génesis 1:2, y «tradicionalmente» han sido traducidas para describir que la tierra estaba «sin orden» o «sin forma», y «vacía». Al darnos cuenta que hay un problema con la traducción de tojú, y que las Escrituras mismas nos dan su correcta interpretación, nuestra forma de interpretar este versículo ha cambiado. Y por esta razón estamos haciendo esta versión corregida de este estudio. Seguir leyendo Génesis 1:2 (Versión Corregida)→
En el principio, Dios creó los cielos y la tierra.
Este es el comienzo de la historia, pero no de la actividad de Dios, como lo vimos en Génesis: La Historia de la Creación (ver 2 Timoteo 1: 9; Tito 1:2; Juan 17:5; Hebreos 1:2; Efesios 1: 4; Apocalipsis 13: 8). La simple afirmación de que Dios creó los cielos y la tierra es uno de los conceptos más desafiantes que enfrenta la mente moderna.
«En el principio, Dios…»
Estas cuatro primeras palabras de la Biblia son la primera prueba para creer en la Biblia, esta es la base de nuestra fe.
Dios es el diseñador del universo. En los primeros tres días, transformó el vacío sin forma en el universo de los cielos (espacio exterior) estructurado, el agua y el cielo, y la tierra.