Así quedó terminada la creación de los cielos y de la tierra, y de todo lo que hay en ellos. Cuando llegó el séptimo día, Dios ya había terminado su obra de creación, y descansó [cesó] de toda su labor. Dios bendijo el séptimo día y lo declaró santo, porque ese fue el día en que descansó de toda su obra de creación.
Los primeros tres versículos de este capítulo forman parte de la narrativa del capítulo anterior, y contienen Su propósito Divino. Como vimos anteriormente, la humanidad es el punto culminante de los actos creativos de Dios (1: 26-31), mientras que el séptimo día, es el punto culminante de la semana de la creación. ¡Cuando Dios descansó (o cesó de crear), y vió que toda la creación era buena y no había nada más que hacer! El séptimo día tiene como intención celebrar la obra terminada de Dios; y se le denominaría “Shabát”, el día sería apartado como santo y dedicado al Creador, y también como descanso. La ausencia de la habitual frase «tarde y mañana» refleja la voluntad del Creador para entrar en comunión sin fin con la humanidad.
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