En el artículo anterior desciframos el significado simbólico que tienen los árboles dentro de las Escrituras, para referirse espiritualmente a las personas que producen frutos buenos o malos. Ahora descubriremos quién está detrás del árbol más famoso, mencionado desde el Génesis hasta el Apocalipsis: el Árbol de la Vida.
El Árbol de la Vida
Cuando Adán y Eva comieron del fruto prohibido, el pecado y la muerte se introdujeron en la Creación. Las Escrituras nos explican que, una de las razones por la que nuestros primeros padres fueron expulsados del Paraíso, fue como protección, para evitar que comieran de los frutos del Árbol de la Vida. Posiblemente, el SEÑOR quería evitar que el hombre se volviera inmortal siendo un pecador con una naturaleza carnal. Esto dio inicio a Su plan de salvación, para que la vida eterna fuera dada a los hombres que poseyeran una nueva naturaleza, regenerada gracias al trabajo del Espíritu Santo.
El rey Salomón nos revela que el Espíritu Santo, como el Espíritu de Sabiduría, es el Árbol de la Vida, para todo aquel que recibe a Jesucristo en su corazón, aferrándose por fe a Su Sabiduría (Proverbios 3:18). Es así como el Árbol de la Vida regenera al creyente, para dar a luz a una nueva creatura, que recibirá el fruto de la vida eterna, garantizado, porque el Espíritu Santo habita en su corazón (Efesios 1:13). Para mayor información, puede ver nuestro artículo Los 7 Espíritus del SEÑOR: Sabiduría (Parte 3).
«La sabiduría es un árbol de vida a los que la abrazan; felices son los que se aferran a ella.» — Proverbios 3:18 (NTV)
“Jesús respondió: «En verdad te digo que el que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te asombres de que te haya dicho: “Tienen que nacer de nuevo”.” — Juan 3:5-7 (NBLA)
Este lenguaje simbólico utilizado en la Biblia, que llama al Espíritu Santo, el Árbol de la Vida, no debe de sorprendernos, ya que nuestro Señor Jesucristo, se refirió a Sí mismo como la Vid Verdadera:
[Dice Jesús] “Yo Soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.» — Juan 15:1 (RVA 2015)
Nuestro Señor Jesucristo posiblemente estaba citando el título con el que fue llamado por Asaf en el Salmo 80, porque Él es la Vid que salió de Egipto (Mateo 2:13-15, 19-21; Oseas 11:1). Podemos corroborar que Asaf estaba hablando de Cristo, porque agrega en su Salmo: “Limpiaste el lugar delante de ella” para hacer referencia al trabajo evangelizador de Juan El Bautista, quien lo introdujo como el Cordero de Dios (Isaías 40:3; Malaquías 3:1; Mateo 3:1-17; Juan 1:23, 29, 36). Sus ramas llegaron a ser tan altas como los cedros de Dios, cubriendo toda la tierra con Su sombra. Las “ramas” de esta Vid son Sus discípulos (Juan 15:5), y gracias a su trabajo evangelizador, el cristianismo cubre toda la tierra. Hablamos de estas referencias al Mesías en nuestros estudios de La Cronología de La Navidad (Parte 3) y (Parte 4).
«Trajiste una vid de Egipto; echaste a las naciones y la plantaste. Limpiaste el lugar delante de ella. Hiciste que echara raíz, y llenó la tierra. Los montes fueron cubiertos por su sombra, y sus ramas llegaron a ser como cedros de Dios. Extendió sus ramas hasta el mar, y hasta el Río sus renuevos.» — Salmos 80:8-11 (RVA 2015)
Hay dos profecías de Isaías, en donde se utiliza un lenguaje simbólico para describir al Mesías: En la primera, lo llama un “Retoño”, y una “Raíz en tierra seca” (Isaías 53:2), mostrándonos el ambiente tan hostil en el que Jesucristo vendría para llevar a cabo la voluntad de Su Padre.
“Creció delante de Él como renuevo [retoño] tierno, como raíz de tierra seca. No tiene aspecto hermoso ni majestad para que lo miremos, ni apariencia para que lo deseemos.” — Isaías 53:2 (NBLA)
“Y le hablarás, diciendo: Así habló el SEÑOR de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo [retoño], el cual retoñará de su lugar, y edificará el Templo del SEÑOR. El edificará el Templo del SEÑOR, y Él llevará gloria, y se sentará y dominará en Su trono, y será sacerdote en Su trono; y consejo de paz será entre ambos a dos.” — Zacarías 6:12-13 (JBS)
En la segunda profecía, en Isaías 11:1, el Mesías es llamado “La Rama” (el Vástago). Un vástago es una rama tierna que procede de un árbol padre, del que brota totalmente independiente, para crecer como un nuevo árbol. En esta profecía, este “vástago”, se refería a que Cristo iba a ser descendiente en la línea mesiánica del rey David.
«Saldrá una vara del tronco de Isaí; un vástago [una rama] retoñará de sus raíces» — Isaías 11:1 (RVR 1995)
En el último capítulo de la Biblia, en Apocalipsis 22, encontramos que Cristo es tanto el Alfa como la Omega, el Principio y el Fin, el Primero y el Último (Apocalipsis 22:13); Él es tanto la Raíz, como el descendiente de David (Apocalipsis 22:16). Esa es la respuesta que debieron haberle dado los fariseos a Jesús en Mateo 22:43-45, cuando Cristo estaba citando el Salmo 110. Este linaje está descrito en las genealogías de Jesucristo en Mateo 1 y Lucas 3. Puede ver más detalles en nuestros artículos ¿Cómo puedo identificar a Jesucristo como el Mesías? (Parte 2) y en La Cronología de La Navidad (Parte 1) y (Parte 4).
«Yo, Jesús, he enviado a Mi ángel a fin de darles a ustedes testimonio de estas cosas para las iglesias. Yo Soy la raíz y la descendencia de David, el lucero resplandeciente de la mañana».” — Apocalipsis 22:16 (NBLA)
“Estando reunidos los fariseos, Jesús les hizo una pregunta: «¿Cuál es la opinión de ustedes sobre el Cristo? ¿De quién es hijo?». «De David», le contestaron ellos. Jesús les dijo: «Entonces, ¿cómo es que David en el Espíritu lo llama “Señor”, diciendo: “Dijo el Señor a mi Señor: ‘Siéntate a Mi diestra, hasta que ponga a Tus enemigos debajo de Tus pies’”? Pues si David lo llama “Señor”, ¿cómo es Él su hijo?». Y nadie le pudo contestar ni una palabra, ni ninguno desde ese día se atrevió a hacer más preguntas a Jesús.” — Mateo 22:41-46 (NBLA)
Cuando Jesucristo iba rumbo al lugar llamado “La Calavera” para ser crucificado, le dijo a la multitud que Él es un “Árbol Verde”. Entendemos que un árbol verde y frondoso, es alguien quien tiene vida eterna.
[Jesús dice] «Porque si con el árbol verde hacen estas cosas, ¿qué se hará con el seco?» — Lucas 23:31 (RVA 2015)
Cuando Cristo menciona este “Árbol Verde”, nos revela otro de Sus títulos: el “Árbol de la Vida”, porque este árbol es el Espíritu de Jesucristo. Si recuerda el pasaje de Génesis 2:9, el Árbol de la Vida estaba localizado en medio del Jardín del Edén, es la misma posición de Cristo, en medio de la Menorá (candelabro) que encontramos en Apocalipsis 1:13 y 2:1. Observe que nuestro Señor Jesucristo siempre está en medio (Mateo 18:20; Lucas 2:46, 4:30; 24:36; Juan 19:18, 20:19, 20:26).
«Y en medio de los candeleros vi a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido con una vestidura que le llegaba hasta los pies y tenía el pecho ceñido con un cinto de oro.» — Apocalipsis 1:13 (RVA 2015)
En Apocalipsis 2:7, Cristo nos revela (ἀποκαλύπτω – apocalípto, “revelar”) que en medio del Paraíso de Dios, está el “Árbol de la Vida”. Esta es una metáfora para referirse a Él mismo, no entendemos que ese árbol sea literal. Creemos que nuestro Señor Jesucristo es el “Árbol de la Vida”, actuando a través del Espíritu Santo, quien les da de comer de Sus frutos de vida eterna a los creyentes que permanecen en Cristo (Juan 15:4-5; Apocalipsis 2:7), y que se mantienen vencedores hasta el final (Mateo 10:22; Apocalipsis 22:14). De esta forma, el hombre vuelve a tener acceso al “Árbol de la Vida”, después de haberlo perdido en Génesis 3. También en Apocalipsis 22, se nos describe el cumplimiento de esta profecía donde, aguas vivas proceden del Trono del Padre y del Cordero. Ahí en medio también está el “Árbol de la Vida”, quien produce 12 frutos, una variedad perfecta y completa para todas las necesidades humanas.
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.” — Apocalipsis 2:7 (RVA)
«Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y Sus siervos le servirán. Ellos verán Su rostro y Su nombre estará en sus frentes.» — Apocalipsis 22:1-4 (NBLA)
Pensamos que estas “hojas” del Árbol de la Vida (Apocalipsis 22:2), probablemente se trate de los creyentes, como parte del Cuerpo de Jesús, con la tarea de curar a las naciones. De hecho, esta encomienda de “curar a los enfermos” de las naciones, ya la tenemos como creyentes, y por eso se nos encomendó evangelizarlas (Mateo 10:7-8, 24:14, 28:19; Marcos 13:10). Cuando evangelizamos, estamos buscando curar a las personas, quienes aún están lejos de Dios (Proverbios 4:22, 12:18, 13:17, 16:24). Dios es quien nos envía, sin embargo, no todos los incrédulos quieren escuchar el mensaje, y recibir el regalo de gracia de Dios.
[Jesús dice] “Y cuando vayan, prediquen diciendo: “El reino de los cielos se ha acercado”. Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios; de gracia recibieron, den de gracia.” — Mateo 10:7-8 (NBLA)
[Jesús dice] “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado. Y he aquí, Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.” — Mateo 28:19-20 (RVA 2015)
También en Apocalipsis, Dios nos invita, además de comer del fruto del Árbol de la Vida, a tomar del Agua de la Vida, disponible de manera gratuita (Apocalipsis 22:17, 21:6). Porque el SEÑOR es la Fuente de Aguas Vivas (Jeremías 2:12-13, 17:13). Cristo hace esta misma invitación en diferentes pasajes (Juan 7:37, 4:10; Isaías 55:1), y encontramos otros pasajes alusivos a las Aguas Vivas en el Antiguo Testamento (Joel 3:18; Salmos 36:9; Isaías 41:18; Zacarías 13:1). Al mismo tiempo, Dios nos hace partícipes de Su labor, al convertir a los creyentes en “fuentes de agua que brotan para vida eterna” (Juan 4:14, 10; Isaías 58:11). Porque, cuando evangelizamos, estamos dándole de beber al sediento, y de comer al hambriento, estamos visitando al enfermo (Mateo 25:34-40), porque hay un vacío espiritual en sus almas, que están hambrientas y sedientas de la Palabra de Dios (Mateo 4:4; Deuteronomio 8:3; Amós 8:11-13; Isaías 58:6-12).
“Si tu alma provee para el hambriento y sacias al alma humillada, tu luz irradiará en las tinieblas, y tu oscuridad será como el mediodía. El SEÑOR te guiará siempre y saciará tu alma en medio de los sequedales. Él fortalecerá tus huesos, y serás como un jardín de regadío y como un manantial de aguas cuyas aguas nunca faltan.” — Isaías 58:10-11 (RVA 2015)
En nuestro siguiente artículo, continuaremos hablando de árboles sorprendentes, veremos el significado simbólico de las palmeras en las Escrituras, estudiaremos diferentes pasajes que nos indican a qué tipo de personas representan, la bendición que reciben, y por qué son un ejemplo a seguir.
¡Que Dios los bendiga!
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