En el artículo anterior vimos que la justicia de Dios es muy superior a la del hombre, y que la coraza de rectitud que nos otorga el SEÑOR no solamente es la misma que utiliza el Mesías, sino que su poder procede de la justicia de Jesucristo, por lo que, si traemos esta pieza de la armadura bien puesta, y llevamos una vida recta, apegada a los mandatos del SEÑOR, ninguno de nuestros enemigos puede penetrar esta coraza de rectitud, ni dañar nuestro corazón.
Ahora veremos la coraza en acción durante la batalla espiritual, veremos ejemplos que nos muestran las Escrituras, y cómo por medio de la fe y del amor, el creyente manifiesta el poder de su coraza, también veremos lo que pasa con la coraza cuando hay una falta de rectitud en el creyente.
La Coraza de Rectitud en la Batalla Espiritual
La coraza de rectitud crea una barrera de protección espiritual alrededor del creyente, es posible que se trate de la barrera de protección que Dios había puesto alrededor de Job, su familia y sus bienes, y que Satanás no podía penetrar (Job 1:9-10). Por esto, la rectitud tiene un lugar de importancia excepcional en la batalla espiritual del creyente, porque derrota absolutamente cualquier ataque de Satanás.
Las principales armas del enemigo son las mentiras, acusaciones y tentaciones, que desmoralizan y hacen pecar a las personas, pero estas armas no tienen ninguna oportunidad contra la rectitud o justicia, porque esto, es uno de los atributos de Dios (Salmos 48:10, 119:137, 145:17; Jeremías 23:6). Además, encontramos en Salmos 5:12, que una bendición por rectitud (o justicia) es precisamente ser rodeado por el escudo de Dios, esta bendición engloba lo que es la “coraza de rectitud”.
«Satanás respondió al Señor: «¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No has hecho Tú una valla alrededor de él, de su casa y de todo lo que tiene, por todos lados? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus posesiones han aumentado en la tierra.» — Job 1:9-10 (NBLA)
«Dios es mi escudo; Él salva a los rectos de corazón. Dios es un juez justo, siempre [todos los días] enojado con la gente malvada.» — Salmos 7:10-11 (RVC)
Observe que Satanás no le podía hacer nada a Job, dado que contaba con ese muro de protección espiritual que el Señor había puesto alrededor de él, por todos lados, todas estas bendiciones las recibía Job porque traía su coraza de rectitud bien puesta, porque cumplía con los mandatos del Señor, así que recibía todas estas bendiciones por su obediencia (Deuteronomio 28).
«Porque Tú, oh Señor, bendices al justo, como con un escudo lo rodeas de Tu favor.» — Salmos 5:12 (NBLA)
«Como los montes rodean a Jerusalén, así el Señor rodea a Su pueblo desde ahora y para siempre.» — Salmos 125:2 (NBLA)
“El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los rescata.” — Salmos 34:7 (NBLA)
Cabe mencionar que, incluso cuando una persona haga lo correcto, según la Palabra de Dios, sufrirá persecuciones (Juan 16:33; Romanos 8:35; 2 Corintios 12:10; 2 Timoteo 3:11-12) y encontrará oposición, por ello, necesitamos tener nuestra mirada fija en el SEÑOR y seguirlo sin desviarnos. Cuando el rey de Aram descubrió que el profeta Eliseo frustraba todos sus planes de ataque sorpresa, envió a un gran ejército para apresarlo (2 Reyes 6:8-14) , cuando el siervo de Eliseo se dio cuenta de que estaban rodeados, se asustó y le avisó al profeta, quien sabía que contaban con una protección espiritual superior y que no había nada de qué preocuparse.
«Y cuando el que servía al hombre de Dios se levantó temprano y salió, vio que un ejército con caballos y carros rodeaba la ciudad. Y su criado le dijo: «¡Ah, señor mío! ¿Qué haremos?». Y él respondió: «No temas, porque los que están con nosotros son más que los que están con ellos». Eliseo entonces oró, y dijo: «Oh Señor, te ruego que abras sus ojos para que vea». Y el Señor abrió los ojos del criado, y miró que el monte estaba lleno de caballos y carros de fuego alrededor de Eliseo.» — 2 Reyes 6:15-17 (NBLA)
Eliseo no tan solo traía su armadura espiritual muy bien puesta, sino que el SEÑOR además, lo proveyó con todo un ejército celestial para resguardarlo contra el ataque enemigo. Y si observa, Eliseo no permaneció pasivo, sacó sus armas espirituales para el ataque ofensivo: hizo oración, y con ello, los oponentes recibieron una ceguera y confusión espiritual, de tal forma, que sus oponentes terminaron en Samaria.
«Cuando descendieron hacia él los arameos, Eliseo oró al Señor, y dijo: «Te ruego que hieras a esta gente con ceguera». Y Él los hirió con ceguera conforme a la palabra de Eliseo. Entonces Eliseo les dijo: «Este no es el camino, ni es esta la ciudad; síganme y yo los guiaré al hombre que buscan». Y los llevó a Samaria. Cuando llegaron a Samaria, dijo Eliseo: «Oh Señor, abre los ojos de estos para que vean». Y el Señor abrió sus ojos y vieron que estaban en medio de Samaria.» — 2 Reyes 6:18-20 (NBLA)
Con ello, Eliseo no tan solo evitó un ataque, sino que los derrotó de una forma muy eficaz, ya que, se llevó a los soldados enemigos sin que ellos se dieran cuenta, como prisioneros hasta Samaria, y se los entregó al rey de Israel, quien, al recibir el consejo de Eliseo, supo que debía alimentar al ejército enemigo y enviarlos de regreso a su casa. Y luego de este incidente, sus enemigos ya no volvieron a intentar otro ataque.
«Al verlos, el rey de Israel dijo a Eliseo: «¿Los mato, padre mío? ¿Los mato?». Y él respondió: «No los mates. ¿Matarías a los que has tomado cautivos con tu espada y con tu arco? Pon delante de ellos pan y agua para que coman y beban y se vuelvan a su señor». Entonces les preparó un gran banquete; y después que comieron y bebieron, los despidió, y se volvieron a su señor. Y las bandas armadas de arameos no volvieron a entrar más en la tierra de Israel.» — 2 Reyes 6:21-23 (NBLA)
¿Se dio cuenta que aquí Eliseo utilizó su espada espiritual? Nuestra espada es la Palabra de Dios, esta pieza de la armadura la estudiaremos más adelante, con el favor de Dios. Aquí puede apreciar un ejemplo de cómo se usa la espada de la armadura dentro del campo de batalla: Cuando el rey de Israel le pidió consejo a Eliseo para saber qué hacer con el ejército enemigo, lejos de matarlos, como sugirió el rey, Eliseo le dijo que los alimentara y los enviara de regreso a casa. ¿Cómo supo Eliseo qué hacer? Porque eso es precisamente lo que dice la Palabra de Dios que hagamos con nuestros enemigos (Proverbios 25:21; Isaías 58:6-12; Romanos 12:19-21; Mateo 25:34-46):
«Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer pan, y si tiene sed, dale a beber agua» — Proverbios 25:21 (NBLA)
[Jesús dice] «Mas yo os digo: Amad á vuestros enemigos, bendecid á los que os maldicen, haced bien á los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen» — Mateo 5:44 (RVA)
Eliseo al usar su arsenal de oración y su espada, y llevar a cabo lo que dicen las Escrituras que hagamos, con su obediencia se demostró una vez más la rectitud de Eliseo, por lo que pudo resistir en el día malo, el ataque coordinado del enemigo.
La coraza de rectitud nos protege al darnos seguridad, confianza y valor cuando Satanás nos lanza sus dardos con acusaciones de nuestras fallas, que nos pueden desmoralizar, pero sabemos que nuestro valor es en Cristo, no en nosotros (Efesios 4:24). La coraza de rectitud también nos ayuda a rechazar nuestra propia rectitud, justicia, o virtud, que solo nos llevan a pensar que somos buenas personas y volvernos así orgullosos, siendo ésta una de las principales razones por las que los incrédulos no se arrepienten ni buscan a un salvador, necesitamos permanecer humildes dentro del servicio a Dios, siguiendo el ejemplo de Moisés (Números 12:3).
La coraza de rectitud también es un recordatorio diario de que la rectitud que debemos de utilizar para nuestra batalla espiritual es la del SEÑOR, no la nuestra, esto significa que sigamos a Jesús, Sus Mandamientos, a nuestro Buen Pastor (Juan 10:11), quien nos guía por el Buen Camino, y que nos dice que tomemos nuestra cruz para seguirlo.
“Luz resplandece en las tinieblas para el que es recto; él es clemente, compasivo y justo. No temerá recibir malas noticias; su corazón está firme, confiado en el Señor. Su corazón está seguro, no temerá, hasta que vea vencidos a sus adversarios.” — Salmos 112:4-8 (NBLA)
«Llamando Jesús a la multitud y a Sus discípulos, les dijo: «Si alguien quiere venir conmigo, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame.» — Marcos 8:34 (NBLA)
La rectitud nos ayuda a seguir a nuestro Buen Pastor, y evita que nos desviemos a la derecha o a la izquierda, al estar con Él, estamos bajo Su protección y Sus cuidados, y así podemos salir victoriosos de la batalla física o espiritual.
“Bienaventurados los que guardan el juicio, los que practican la justicia en todo tiempo.” — Salmos 106:3 (NBLA)
“Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” — Gálatas 5:24 (NBLA)
El SEÑOR nos da tres ejemplos de personas rectas (o justas), en Ezequiel 14:14: Noé, Daniel y Job, ellos fueron grandes hombres de fe, obedientes a los mandatos del SEÑOR. Y podemos ver que la coraza de rectitud de Noé le permitió construir el Arca aún y con toda adversidad de sus contemporáneos, porque él hizo todo tal y como Dios se lo ordenó, su rectitud le permitió interceder por su familia, y así ocho personas se salvaron del Diluvio.
De la misma forma, nosotros también podemos confiar que nuestra coraza de rectitud nos protegerá contra los ataques espirituales que enfrentamos diariamente cuando estamos haciendo la labor del SEÑOR. Puede ver más detalles acerca de la justicia de Noé en nuestro artículo Génesis 6:9-10: La Justicia de Dios.
««Hijo de hombre, si un país peca contra Mí cometiendo infidelidad, y Yo extiendo Mi mano contra él, destruyo su provisión de pan y envío hambre contra él y corto de él hombres y animales, y aunque estos tres hombres, Noé, Daniel y Job, estuvieran en medio de ese país, solo ellos se salvarían a sí mismos por su justicia», declara el Señor Dios.» — Ezequiel 14:13-14 (NBLA)
De Daniel, sabemos que su rectitud hizo que lo arrojaran al foso de los leones, pero su coraza de rectitud lo protegió y no fue tocado por ninguno de los leones hambrientos (Daniel 6). De la misma forma, nuestra coraza de rectitud nos protege de los ataques, persecuciones, mentiras y tribulaciones que el mundo está haciendo contra los creyentes para alejarlos de su fe, pero sus ataques se les revertirán (1 Pedro 3:14).
Por otro lado, las Escrituras describen a Job como un hombre único en toda la tierra, por su coraza de rectitud (Job 1:8), quien luego que pasó ese periodo de prueba al ser atacado directamente por Satanás, fue recompensado por Dios, más allá de lo que tenía originalmente (Job 42:10). Así será para nosotros, si nos mantenemos victoriosos hasta el final, trayendo bien puesta nuestra coraza de rectitud, recibiremos la recompensa de estar con Jesucristo en el reino de Dios.
«Y el Señor dijo a Satanás: «¿Te has fijado en Mi siervo Job? Porque no hay ninguno como él sobre la tierra; es un hombre intachable y recto, temeroso de Dios y apartado del mal».» — Job 1:8 (NBLA)
Durante el Sermón del Monte, Jesús nos da una guía práctica de cómo llevar una vida de rectitud (Mateo 5-7), una vida agradable ante los ojos de Dios.
[Jesús dice] «No piensen que he venido para poner fin a la ley o a los profetas; no he venido para poner fin, sino para cumplir. Porque en verdad les digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la ley hasta que toda se cumpla.
Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque les digo a ustedes que si su justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.» — Mateo 5:17-20 (NBLA)
Nuestro Señor Jesucristo nos explica un aspecto importantísimo en la batalla espiritual, cuando les revela el significado de la Parábola del Sembrador a Sus discípulos: Nos dice que el diablo es capaz de quitar la Palabra de Dios del corazón de la persona donde fue sembrada, y si esta persona es incrédula, eso puede representar la diferencia entre la vida y la muerte, lo que equivale a que esa persona pierda la batalla más importante: la de su alma, y muera en sus pecados en el Juicio Final.
Por eso, es crucial tener bien puesta la coraza de rectitud todo el tiempo, ya que, como vimos en el artículo anterior, es la pieza de la armadura que protege nuestro corazón de los ataques enemigos, de lo contrario el corazón del creyente está expuesto a que el diablo le robe la Palabra de Dios, que es lo que fortalece toda la coraza, y este ataque acabará afectando el funcionamiento del resto de la Armadura.
[Jesús dice] “La parábola significa lo siguiente: La semilla es la palabra de Dios. Las semillas junto al camino son los que oyen, pero que luego viene el diablo y les quita del corazón la palabra, para que no crean y se salven.” — Lucas 8:11-12 (RVC)
Pienso que durante nuestras vidas el Señor nos envía a diferentes mensajeros Suyos con el mismo mensaje de arrepentimiento, de acercarnos a Él, y que de esta forma recibimos diferentes semillas a lo largo de nuestras vidas, sin embargo, no sabemos cuándo se llegue al límite y se terminen las oportunidades para quienes continúan rechazando el mensaje.
“El que me rechaza y no recibe Mis palabras, tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, esa lo juzgará en el día final.” — Juan 12:48 (NBLA)
“El que los escucha a ustedes, me escucha a Mí. El que los rechaza a ustedes, me rechaza a Mí; y el que me rechaza a Mí, rechaza al que me envió.” — Lucas 10:16 (RVC)
La Coraza de Fe y Amor
En 1 Tesalonicenses 5:8, el apóstol Pablo ahora compara la coraza espiritual de rectitud o justicia con «fe y amor». Un estudio superficial podría llevarnos a pensar que son 2 piezas de la armadura diferentes, pero Pablo ahora nos está explicando que la fe y el amor son las mejores expresiones resultantes de la rectitud imputada e impartida por Dios. Ya que la rectitud imputada al creyente para su justificación es «fe trabajada por amor» (Romanos 4:3, 22-24, Gálatas 5:6). Empieza con la justificación y continúa con la nueva vida de obediencia del creyente. La fe y el amor son la rectitud obrando en la vida del creyente.
Dios espera que las obras justas fluyan de nuestras vidas (Ezequiel 18:5-9; Lucas 17:7-10). La fe es la motivación, y el amor mostrado en nuestras acciones, perfeccionan nuestra rectitud. La fe de Abraham le fue contada como rectitud (o justicia).
«Pero puesto que nosotros somos del día, seamos sobrios, habiéndonos puesto la coraza de la fe y del amor, y por casco la esperanza de la salvación.» — 1 Tesalonicenses 5:8 (NBLA)
«Porque ¿qué dice la Escritura? «Y creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia».» — Romanos 4:3 (NBLA)
“Pero el hombre que es justo, y practica el derecho y la justicia, no come en los santuarios de los montes ni levanta sus ojos a los ídolos de la casa de Israel. No deshonra a la mujer de su prójimo, ni se acerca a una mujer durante su menstruación. Ese hombre no oprime a nadie, sino que devuelve al deudor su prenda; no comete robo, sino que da su pan al hambriento y cubre con ropa al desnudo.
No presta dinero a interés ni exige con usura, retrae su mano de la maldad y hace juicio verdadero entre hombre y hombre. También anda en Mis estatutos y Mis ordenanzas obrando fielmente, ese hombre es justo; ciertamente vivirá», declara el Señor Dios.” — Ezequiel 18:5-9 (NBLA)
La rectitud que es de Dios por fe, es la defensa principal del alma contra los ataques de Satanás. Nos resguarda de los golpes mortales. Y si acaso, el enemigo trajera contra nosotros antiguos pecados, a esto podemos decir que es Dios quien justifica (1 Juan 1:9), por tanto ¿quién nos puede condenar? Las flechas del maligno no pueden penetrar esta armadura, ya que:
«Todo el que permanece en Él, no peca. Todo el que peca, ni lo ha visto ni lo ha conocido. Hijos míos, que nadie los engañe. El que practica la justicia es justo, así como Él es justo.» — 1 Juan 3:6-7 (NBLA)
“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos están atentos a sus oraciones. Pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” — 1 Pedro 3:12 (RVA 2015)
Lo completo del perdón por ofensas pasadas y la integridad de carácter, pertenecen a la vida justificada, y están entrelazadas en una coraza impenetrable. La rectitud que tenemos ante Dios mediante la fe en Cristo (Romanos 3:22), es nuestra cubierta, y con ella, estamos seguros contra todos los ataques del mal (Romanos 8:38-39).
«Esta es la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen. Pues no hay distinción» — Romanos 3:22 (RVA 2015)
“Porque en él la justicia de Dios se descubre de fe en fe. Como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe.” — Romanos 1:17 (JBS)
La falta de rectitud
Como vimos, dependemos del SEÑOR para alcanzar la victoria en la batalla espiritual (Proverbios 12:28), pero los creyentes tienen que participar en la batalla, no limitarse a ser cristianos pasivos que no dan fruto, o peor aún, tener una falta de rectitud, que los dejará expuestos a los ataques del enemigo. Imagine a un soldado que está en el ejército, con el mejor armamento del mundo, y tiene a su disposición las armas más modernas, la mejor protección en su uniforme, las mejores bombas, etc., pero que, cuando enfrenta al enemigo, no utiliza nada de su armamento. Este soldado, con su pasividad, es fácil que sea derrotado, e inclusive puede llegar a morir (Proverbios 13:6).
Lo mismo pasaría con un soldado que trajera una armadura defectuosa, o con alguna parte del cuerpo expuesta. El enemigo fácilmente encontraría algún punto débil para derrotarlo. Como el rey Acab de Israel, quien recibió una herida mortal con una flecha que se incrustó entre las uniones de su armadura (1 Reyes 22:34), de forma similar, un cristiano que piense que trae bien puesta la armadura, puede ser herido si hay un defecto en su carácter, una falta de rectitud, algún punto de su comportamiento que no está resguardando, ese sería el punto de vulnerabilidad que el enemigo buscaría atacar.
Si observa, la falta de rectitud, también traducido como injusticia, es pecado, es maldad, y puede generar una fortificación o fortaleza espiritual negativa (llamada stronghold en inglés), se convertiría en una prisión espiritual que puede mantener atrapado a un creyente, alejado de la voluntad de Dios.
Estas prisiones mantienen al cristiano atrapado en malos comportamientos, como por ejemplo diferentes adicciones, ya sea a fármacos, o algún otro químico, alcoholismo, a centros de apuestas, pornografía, videojuegos u obras infructíferas, avaricia por el dinero, etc.; la tolerancia a estos hábitos traen consigo aspectos emocionales negativos como el enojo, la depresión, frustración, preocupación, miedo, falta de motivación, problemas matrimoniales o en relaciones personales, etc.
Observe que no se trata de personas incrédulas, sino de cristianos creyentes que no se apegan por completo al estilo de vida que es agradable ante los ojos del SEÑOR, que se salen en algún aspecto de sus vidas del buen camino. Se trata de los «cristianos carnales» a los que se refería el apóstol Pablo (Romanos 6:19; 1 Corintios 3:1-3), cada vez que pecamos actuamos de forma «carnal».
«Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz.» — Romanos 8:5-6 (NBLA)
«Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne. (Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas de parte de Dios para la destrucción de fortalezas)» — 2 Corintios 10:3-4 (JBS)
[Jesús dice] «Velen y oren para que no entren en tentación; el espíritu está dispuesto, pero la carne es débil».» — Mateo 26:41 (NBLA)
Cuando éramos incrédulos participábamos en obras de la oscuridad, vestíamos ropas de oscuridad, y ahora que hemos recibido la salvación del SEÑOR, Su luz, debemos quitarnos y dejar atrás esas ropas de oscuridad, esa ropa sucia, y ponernos la armadura de Dios, también llamada aquí la armadura de luz.
«La noche está muy avanzada y ya se acerca el día. Por eso, dejemos a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz.» — Romanos 13:12 (NVI)
«No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué asociación tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?» — 2 Corintios 6:14 (RVR 1977)
La verdadera armadura y armas del creyente, es su comportamiento cristiano. «Todo lo que es verdadero, todo lo digno, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buena reputación…» (Filipenses 4:8) estas son piezas de la armadura, y necesitamos usarlas. La forma de vaciar el corazón de pecado y de la rectitud carnal, es llenarlo con la rectitud de Jesucristo. La obediencia a los mandamientos de Dios requiere que nos esforcemos continuamente (Proverbios 21:3), en un proceso de santificación.
Debemos quitarnos las ropas sucias que aún pudiéramos traer puestas, las acciones de oscuridad de nuestra antigua naturaleza pecaminosa, y ponernos a Cristo (Romanos 13:14; Gálatas 3:27). Caminemos de forma santa y recta para honrar y dar gloria a Dios, y con esto derrotaremos a la carne, al mundo y a Satanás, gracias a nuestro Señor Jesucristo (Filipenses 1:11).
«Ni presenten los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino preséntense ustedes mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia.» — Romanos 6:13 (NBLA)
«En palabra de verdad, en poder de Dios, con armas de justicia para la mano derecha y para la izquierda» — 2 Corintios 6:7 (RVR 1977)
Toda la existencia de uno depende del resultado de esta batalla espiritual contra las fuerzas del mal, y en ella sólo se puede triunfar en el SEÑOR y en el poder de Su fuerza. Dios nos protege con Su armadura, y hasta ahora hemos visto dos partes: El cinturón de la verdad, con el que ciñe nuestras cinturas con poder (Salmos 18:32) y con alegría (Salmos 30:11); y la coraza de rectitud, con la que protege nuestro corazón cuando caminamos en Sus sendas. Con el favor de Dios, en nuestro siguiente artículo continuaremos estudiando otra de las piezas de la Armadura de Dios: El Calzado Evangelizador (Santiago 3:18).
“Pero busquen primero Su reino y Su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.” — Mateo 6:33 (NBLA)
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, pues ellos serán saciados.” — Mateo 5:6 (NBLA)
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¡Que Dios los bendiga!