Esta es la sexta pieza de la Armadura de Dios que nos menciona Pablo. La Espada del Espíritu es un arma espiritual muy versátil, porque es tanto ofensiva como defensiva. Junto con la Oración en el Espíritu y el Ayuno, forma parte de la artillería pesada del creyente.
Tabla de Contenidos del Artículo
“Y tomen el casco de la salvación, y la Espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”. — Efesios 6:17 (LSP)
Jesucristo es La Palabra
“En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. — Juan 1:1 (LSP)

El apóstol Juan inicia su Evangelio llamando a Jesús “la Palabra”, λόγος – lógos en griego, para contrarrestar las enseñanzas del gnosticismo, en donde se referían a lógos, como si fuera una fuerza abstracta e impersonal que ordena el universo. Juan declara que la Palabra es eterna, es una Persona, y es Dios. La Palabra se hizo carne (se encarnó en una virgen, Isaías 7:14; Mateo 1:18-25; Lucas 1:26-38) y habitó entre nosotros, para salvar a Su creación (Juan 1:14). Hablar de la Palabra de Dios, es una clara referencia a Jesucristo (Apocalipsis 19:13).
Lógos proviene de la misma raíz que se utiliza para “hablar”, o “decir”, λέγω – légo, y está conectada a la enseñanza de que una persona necesita escuchar, para alcanzar la fe en Cristo (Romanos 10:17).
“Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y contemplamos Su gloria, la gloria como del Hijo Único del Padre, lleno de gracia y de verdad”. — Juan 1:14 (LSP)
“Así que la fe viene del oír, y el oír, por la palabra de Cristo”. — Romanos 10:17 (NBLA)
La Palabra es una Espada

En la batalla espiritual, nada es tan importante como introducir la Palabra de Dios en la mente y el corazón del creyente. La Palabra de Dios trabaja en la conciencia de las personas, y resuena en lo más profundo del ser, ningún pensamiento humano se le puede comparar (Isaías 55:9). Hebreos 4:12 nos informa que, la Espada del Espíritu tiene el poder de penetrar, limpiar y cambiar la vida del creyente. Así como una espada física puede atravesar el cuerpo, la Palabra de Dios llega espiritualmente a lo más profundo del alma, revelando todos los pecados que alberga la naturaleza carnal (Hebreos 4:13).
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. No hay cosa creada oculta a Su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta”. — Hebreos 4:12-13 (NBLA)
Aunque piense que ha superado casi todos sus pecados, quizás aún le falte perdonar a alguien, y sigue guardando resentimiento. Su corazón todavía podría tener amargura, enojo, falta de fe, egoísmo, indiferencia, adicciones o compulsiones, etc. Por eso, mientras más estudiemos las Escrituras, mejor equipados podremos estar para evitar ser engañados, o derrotados por nuestros enemigos. El leer las Escrituras es el primer paso, para poder usar correctamente la Espada del Espíritu.

En la Biblia, encontraremos pasajes que nos ayudarán a defendernos de manera apropiada (Mateo 10:16), para poder combatir tentaciones o situaciones difíciles, como el “día malo” que experimentó Job, y también para responder correctamente acerca de nuestra fe, si nos preguntan (1 Pedro 3:15; Salmos 119:42). Ofensivamente, el estar familiarizados con las Escrituras, nos permitirá derrotar a nuestra carne, al mundo y a Satanás. Hágase el hábito de leer a diario 3 ó 4 capítulos de la Biblia, para leerla por completo en un año, y así cada año volver a empezar. Verá cómo el Espíritu Santo le revela nueva información y le da cada vez más entendimiento.
“Más bien, santifiquen en su corazón a Cristo como Señor y estén siempre listos para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes, pero háganlo con mansedumbre y reverencia”. — 1 Pedro 3:15 (RVA-2015)
[Jesús dice] “Mientras que, el Consejero, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en Mi nombre, Él les enseñará todas las cosas y les recordará todo lo que Yo les hablé”. — Juan 14:26 (LSP)
Jesucristo nos Enseña a Usar la Espada

Cristo inicia Su ministerio, llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo, durante 40 días (Mateo 4:1-11). Y en cada intento, Cristo le respondió con la Espada del Espíritu, citando la Palabra de Dios (Deuteronomio 8:3, 6:16, 6:13, 10:20). Hasta que en su derrota, el diablo lo abandonó. Nosotros debemos seguir el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo para la batalla espiritual. El usar la Espada del Espíritu, involucra responder y actuar siempre de acuerdo a la Palabra de Dios. Así podremos defendernos y repeler los ataques de nuestros enemigos con dignidad y firmeza.
“Y acercándose el tentador, le dijo: «Si eres Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan». Pero Jesús le respondió: «Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”»”. — Mateo 4:3-4 (NBLA)
[Jesús dice] “Porque Yo les daré a ustedes palabras y sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá resistir ni contradecir”. — Lucas 21:15 (NBLA)
Considere además que el enemigo también lo puede atacar sacando fuera de contexto algún pasaje bíblico. Por ejemplo, a Jesús le dijo que se tirara desde lo alto del Templo porque “los ángeles lo protegerían” (Salmos 91:11-12). El Señor utilizó Su Espada de Dos Filos al contestarle: “También está escrito” que no debemos tentar a Dios (Deuteronomio 6:16; Mateo 4:5-7).
“No tentarán al SEÑOR su Dios, como lo hicieron en Masah”. — Deuteronomio 6:16 (RVC)
El Espíritu es Quien Activa la Espada

El poder detrás de la Espada del Espíritu es una Persona: el Espíritu Santo. Él es quien hace que nuestra espada sea eficaz y poderosa en la batalla contra nuestros enemigos. La Espada es del Espíritu (Efesios 6:17), porque Él es el Autor, el Intérprete y el Aplicador de las Escrituras. Él le ayuda a comprender la Palabra de Dios, a meditar en ella, a creer en ella, a hacer oración, y a aplicarla en su vida. De lo contrario, no tendría ningún efecto sobre usted, como ocurre con los incrédulos, a quienes les han sido cerrados sus ojos y su entendimiento (Isaías 29:10-12).
“Porque el SEÑOR ha derramado sobre ustedes espíritu de sueño profundo, Él ha cerrado sus ojos: los profetas, y ha cubierto sus cabezas: los videntes. Toda la visión será para ustedes como las palabras de un libro sellado, que cuando se le da al que sabe leer, diciéndole: «Lee esto, por favor»; y él dirá: «No puedo, porque está sellado». Entonces el libro será dado al que no sabe leer, diciéndole: «Lee esto, por favor»; y él dirá: «No sé leer»”. — Isaías 29:10-12 (NBLA)
El creyente necesita poner su vida bajo el control del Espíritu Santo, vivir en Él y caminar con Él, sin limitarlo, ni apagar Su fuego, para que pueda utilizar la Palabra de Dios de forma eficaz en la guerra espiritual (Efesios 4:30; 1 Tesalonicenses 5:19). Necesita dar un buen testimonio (1 Timoteo 3:7). Recuerde lo inútil que es pelear batallas espirituales de manera carnal, más bien, necesita permanecer en el Espíritu, quien lo ayuda y fortalece en la batalla. Recuerde que sin Cristo no podemos hacer nada (Juan 15:4-8).
“YO SOY la vid, ustedes las ramas. El que permanece en Mí y Yo en él, este produce mucho fruto. Porque sin Mí no pueden hacer nada”. — (Juan 15:5 LSP)
La Palabra es todo un Banquete

Para podernos defender apropiadamente con nuestra Espada del Espíritu, primero tenemos que estar bien alimentados espiritualmente.
¿Cómo podemos alimentarnos? Al aceptar la invitación de Cristo, quien invita a Sus amigos a comer de Su banquete (Juan 15:14). Su alimento es nutritivo, saludable, vivificante, reconfortante, dulce; Su Palabra además satisface y fortalece. La Palabra de Dios es verdadero alimento: es una comida espiritual (Deuteronomio 8:3; Mateo 4:4; Lucas 4:4), es pan (Juan 6:32-35, 48, 51), leche y alimento sólido (1 Pedro 2:2; Hebreos 5:12-13; 1 Corintios 3:2), miel (Salmos 119:103, 19:9b-11; Cantares 4:11; Isaías 7:14-15; Ezequiel 3:1-4; Números 14:8), aguas vivas (Juan 4:10, 14, 7:37-38; Apocalipsis 21:6; Jeremías 17:13, 2:13), vino (Mateo 26:27-29; Cantares 7:9; Joel 3:18; Isaías 55:1-3), ¡Es todo un banquete! (Isaías 55:1, 25:6; Cantares 5:1).
“Jesús respondió: «Escrito está: No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios»”. — Mateo 4:4 (RVC)
“Ustedes son Mis amigos, si hacen lo que Yo les mando”. — (Juan 15:14 LSP)
Cuando evangelizamos a las personas, estamos compartiendo del alimento espiritual que recibimos de nuestra Espada del Espíritu, estamos partiendo el pan, y las estamos nutriendo de manera espiritual (Isaías 58:7). Con ello, estamos preparando el camino para que Cristo cure a los ciegos espirituales, para que vean, a los sordos para que escuchen, a los mudos para que no tan solo hablen, sino que también canten (Isaías 35:3-7). El vino dulce del SEÑOR causa que hablen los labios de quienes dormían (Cantares 7:9). Los milagros y las curaciones físicas que hizo Cristo en Su ministerio, apuntaban hacia verdades espirituales (Lucas 4:18).
Y también hoy en día, quien se acerque a Cristo, puede ser curado tanto física como espiritualmente. Cuando Jesús le dijo a Pedro que alimentara a Sus ovejas (Juan 21:16), se refería precisamente al alimento de la Palabra de Dios. La idea no era que Pedro pusiera algún restaurante y saciara hambre meramente física, sino que utilizara su Espada del Espíritu, y predicara las enseñanzas de Cristo.
“Nuevamente le pregunta por segunda vez: “Simón, hijo de Jonás, ¿me amas?”. Le responde: “Sí, Señor; tú sabes que te quiero”. Él le ordena: “Pastorea a Mis ovejas”.”. — (Juan 21:16 LSP)
Si usted recibiera $1,000 dólares por cada persona que evangelizara, ¿usted cree que evangelizaría a más personas? Si su respuesta es afirmativa, entonces pregúntese si ¿le tiene más amor al dinero que al SEÑOR? Utilice su Espada del Espíritu y su Calzado del Evangelio de la Paz, y salga y alimente con este banquete a los hambrientos de la Palabra del SEÑOR.
Los Desnutridos y Desarmados

Ya hemos visto lo trágico que es cuando alguien en su rebelión está lejos de Dios, rechazando Su Palabra. Espiritualmente, esta persona está hambrienta, sedienta, desnutrida, anémica, pobre y desprotegida. Sin la Armadura de Dios, el diablo la mantiene prisionera. Ahora imagine lo que sucede cuando Dios envía como juicio una hambruna de Su Palabra, como en el pasaje de Amós 8:11-13, cuando nos habla de este castigo que Dios envía a la tierra. ¿Y por qué cree que Dios envíe este juicio? Por el rechazo a Su Palabra (Jeremías 6:19), y por oponerse a sus profetas (Isaías 30:9-13; Amós 2:12b, 7:12; Jeremías 11:21-22).
“Escucha, oh tierra: He aquí, yo traigo sobre este pueblo el mal, el fruto de sus pensamientos. Porque no atendieron a mis palabras; y en cuanto a mi ley, la han desechado”. — Jeremías 6:19 (RVA-2015)
El SEÑOR no va a forzar a nadie a que lo ame y sirva, pero como resultado de la rebelión del hombre, entonces ya no tendrá acceso a entender las Escrituras (Isaías 29:10-12), y tampoco habrá profetas entre ellos para que los guíen (Salmos 74:9). Así como Cristo buscó a las personas, y rechazaron Su llamado, así Él también les responderá de la misma forma. Porque cuando la gente busque a Dios, no lo encontrará (Proverbios 1:24, 27-31; Juan 7:34; Lucas 13:25). Será demasiado tarde para ellos. Y morirán de hambre y de sed, que también entendemos, significa morir en ignorancia (Oseas 4:6; Isaías 5:13-14, 24; Job 4:21).
“Por tanto, como la lengua de fuego consume el rastrojo, y la hierba seca cae ante la llama, su raíz como podredumbre se volverá y su flor como polvo será esparcida. Porque desecharon la ley del SEÑOR de los ejércitos, y despreciaron la palabra del Santo de Israel”. — Isaías 5:24 (NBLA)
¿Cómo puede ocurrir esto? Encontramos un ejemplo de este juicio de hambruna, durante gran parte de la Edad Media, cuando existió un periodo llamado “los Años Oscuros” (en inglés, the Dark Ages). Llamados así porque faltaba la luz que solo las Escrituras podían brindar. Satanás aprovechó durante siglos para bloquear el cristianismo, esto trajo como resultado una oscuridad para la humanidad, que vivió en una decadencia económica, intelectual y cultural. Las Biblias eran tan escasas y caras, que se tenía que ser muy rico para poseer una.

Además, la Inquisición perseguía y mataba a quien intentara traducirla a idiomas que la gente pudiera entender. Casiodoro de Reina (1520 – 1594) tuvo que escapar de la Inquisición, para poder traducir la Biblia al español, y luego reintroducirla a España como contrabando. William Tyndale (1494 – 1536) fue sentenciado a muerte en la hoguera por traducir las Escrituras al inglés.
Hoy vemos cómo el mundo está provocando nuevamente esta hambruna espiritual: cuando un país le ordena a los pastores o ministros cristianos, que dejen de realizar su labor, o son multados, perseguidos, encarcelados, y hasta asesinados, y no hay quien tome su lugar. También sucede cuando se suprime la verdad y el error prevalece.
¿Sabía usted que hay países en donde no se permite predicar el Evangelio? Si investiga, hay muchas naciones en donde la Biblia es difícil de conseguir, o incluso está prohibida. Muchos de estos países son comunistas, otros son musulmanes. El enemigo trabaja para que haya oposición a la Palabra de Dios, y para que se emitan leyes que no tan solo toleran el pecado, sino que lo promueven.
Por otro lado, a pesar de vivir en un lugar en donde sí haya acceso a la Palabra de Dios, si alguien, a nivel personal la rechaza, como consecuencia, puede llegar a un punto en el que, aunque la persona busque al SEÑOR, no lo pueda encontrar. Por ejemplo, Dios dejó de hablarle al rey Saúl y lo rechazó como rey, porque Saúl rechazó la Palabra del SEÑOR (1 Samuel 15:23, 15:26). No se comunicaba con él en sueños, ni por profetas, ni por los sorteos sagrados del urím y tumím (1 Samuel 28:6). Saúl estuvo sufriendo de este tipo de hambre espiritual hasta su muerte.
“Porque la rebelión es como el pecado de adivinación, y la desobediencia, como la iniquidad e idolatría. Por cuanto tú has desechado la palabra del SEÑOR, Él también te ha desechado para que no seas rey»”. — 1 Samuel 15:23 (NBLA)

Así como cuando algunos israelitas despreciaron el maná en el desierto, ese pan del cielo, alimento de ángeles (Números 11:6; Salmos 78:24-25). Este maná era un símbolo de Jesucristo, del verdadero pan que bajó del Cielo (Juan 6:32-35). De forma similar, cuando el incrédulo rechaza la Palabra de Dios, al no querer escuchar el mensaje de arrepentimiento, por parte de Sus profetas que le comparten el Evangelio, al despreciar los múltiples intentos que hace Dios para que el pecador regrese al Buen Camino. Entonces, el privilegio de alimentarse con Su Palabra es retirado para esa persona (1 Samuel 3:1b).
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En el siguiente artículo, continuaremos con otro extracto de la siguiente pieza de la Armadura: la Oración en el Espíritu. Es la más poderosa y versátil de nuestras armas espirituales, porque con ella, podemos incrementar el poder de todas las demás piezas de la Armadura de Dios. Junto con El Ayuno, Forma parte de la artillería pesada del creyente.
¡Que Dios los bendiga!
Continuar leyendo: La Oración en el Espíritu de la Armadura de Dios (Parte 10)
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