Esta es la cuarta de las Festividades del SEÑOR, la última de la primavera, conmemoramos el cuando Moisés recibió la ley del SEÑOR para guiar a Su pueblo en la forma de vivir en el camino de Dios, ya que, por más de 400 años, el pueblo de Israel había sido esclavo en una cultura politeísta. También celebramos que este festival tuvo su cumplimiento con la Venida del Espíritu Santo (Hechos 2), quien nos enseña a caminar en la senda del SEÑOR, y bautiza a los creyentes con fuego, y los une al Cuerpo de Jesucristo. Este es el último de los festivales que ha tenido y sigue teniendo cumplimiento.
“También celebrarás la Fiesta de las Semanas, es decir, los primeros frutos de la siega del trigo, y la Fiesta de la Cosecha al final del año.” — Éxodo 34:22 (NBLA)
“Vas a contar siete semanas. Comenzarás a contar siete semanas desde el momento en que empieces a meter la hoz a la cosecha. Entonces celebrarás la Fiesta de las Semanas al SEÑOR tu Dios con el tributo de una ofrenda voluntaria de tu mano, la cual darás según el SEÑOR tu Dios te haya bendecido.” — Deuteronomio 16:9-10 (NBLA)
¿Qué es el Día de Pentecostés – La Festividad de Semanas (Shavuot) o de la Cosecha? Levítico 23:15-22
Pentecostés proviene del griego πεντηκοστή – pentikostí, que significa «cincuentavo (día)». En hebreo es שבועות – Shavuót, que significa «semanas», llamado así por las 7 semanas que se deben contar después de la Festividad de los Primeros Frutos, que es el día en el que Jesús resucitó. Esta festividad es celebrada 50 días después de la Pascua. Con esto el pueblo vuelve a tener presente la Pascua (Pesáj), recordando cómo Dios redimió a Su pueblo de la esclavitud y los salvó la destrucción a través de la sangre del cordero, el cual simboliza a Jesucristo (Juan 1:29).
“Y como se cumplieron los días de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos” — Hechos 2:1 (RVA)
Durante la Festividad de los Primeros Frutos la ofrenda era de cebada, era la cosecha que se daba primero. En Pentecostés (Shavuot), también es una festividad de la Primer Cosecha, pero ahora la cosecha es de trigo.
“Contarán desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que trajeron la gavilla [manojo] de la ofrenda mecida; contarán siete semanas completas. Contarán cincuenta días hasta el día siguiente al séptimo día de reposo; entonces presentarán una ofrenda de espiga tierna al SEÑOR.”— Levítico 23:15-16 (NBLA)
“También, el día de los primeros frutos, cuando ustedes presenten una ofrenda de cereal [grano] nuevo al SEÑOR en la fiesta de las semanas, tendrán santa convocación; no harán trabajo servil.” — Números 28:26 (NBLA)
En este festival el sacerdote presentaba como ofrenda 2 panes con levadura para ser levantados ante el SEÑOR, el sacerdote alzaba sus brazos y ondeaba o “mecía” estos 2 panes ante Dios. Se le daban de manera simbólica al SEÑOR, y luego estos panes eran para los sacerdotes (Levítico 23:20)
«Desde dondequiera que vivas, llevarás dos panes para ser levantados delante del Señor como ofrenda especial. Prepara cada uno de los panes con cuatro litros de harina selecta, y hornéalos con levadura. Serán una ofrenda al SEÑOR de la primera de tus cosechas.» — Levítico 23:17 (NTV)
“Entonces el sacerdote los mecerá junto con el pan de los primeros frutos y los dos corderos, como ofrenda mecida delante del SEÑOR; serán cosa sagrada del SEÑOR para el sacerdote.” — Levítico 23:20 (NBLA)
La primera celebración de esta festividad de Semanas fue cuando el pueblo de Israel recibió por medio de Moisés la Torá (los primeros 5 libros de la Biblia), las leyes del SEÑOR en el Monte Sinaí, 50 días después de salir de Egipto (Éxodo 19:1). Es considerado como el nacimiento espiritual de Israel, ya que las doce tribus, junto con los gentiles que se unieron al Éxodo (Éxodo 12:38), estaban unidas como un solo pueblo.
Los panes utilizados en la Pascua eran sin levadura, mientras que los presentados en Pentecostés sí tienen levadura: uno es un memorial del pan preparado apresuradamente cuando salieron de la esclavitud en Egipto, mientras que el otro, es un tributo de agradecimiento a Dios por Su proveeduría diaria, en donde tranquilamente podemos comer pan con levadura.
En Pentecostés Conmemoramos la Llegada del Espíritu Santo
Así como Dios le entregó Sus leyes a Su pueblo por medio de Moisés en el Monte Sinaí, para guiarlos en su camino. Ahora se conmemora que el SEÑOR envió a Su Espíritu (Ruách HaKodésh en hebreo) a los creyentes, para guiarlos en su caminar en el Espíritu, escribiendo Sus leyes en sus corazones, esto da cumplimiento a la promesa en Jeremías 31:33.
[Jesús dice] “Pero el Consolador, el Espíritu Santo que el Padre enviará en Mi nombre, Él les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que Yo les he dicho.” — Juan 14:26 (RVA 2015)
[Dice el SEÑOR] “«Pondré Mi ley dentro de ellos, y sobre sus corazones la escribiré. Entonces Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo.” — Jeremías 31:33b (NBLA)
Jesús les había dicho a Sus apóstoles que esperaran en Jerusalén la llegada del Espíritu Santo (Lucas 24:49; Hechos 1:4-5, 8), junto con ellos estaban también otros creyentes (120 aproximadamente).
“Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: «La cual», les dijo, «oyeron de Mí; porque Juan bautizó con agua, pero ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días».” — Hechos 1:4-5 (NBLA)
«Después los apóstoles regresaron del monte de los Olivos a Jerusalén, a un kilómetro de distancia. Cuando llegaron, subieron a la habitación de la planta alta de la casa donde se hospedaban. Estos son los nombres de los que estaban presentes: Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago (hijo de Alfeo), Simón (el zelote) y Judas (hijo de Santiago). Todos se reunían y estaban constantemente unidos en oración junto con María la madre de Jesús, varias mujeres más y los hermanos de Jesús. Durante aquellos días, cuando aproximadamente ciento veinte creyentes estaban juntos en un mismo lugar…» — Hechos 1:12-15a (NTV)
Jesús fue crucificado durante el tiempo de la Pascua y ascendió al cielo 40 días después de Su Resurrección. El Espíritu Santo bajó del Cielo 10 días después de la Ascensión de Jesús, en el Día de Pentecostés, o sea 50 días después de Su Resurrección:
«El día de Pentecostés, todos los creyentes estaban reunidos en un mismo lugar. De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados. Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos. Y todos los presentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, conforme el Espíritu Santo les daba esa capacidad.» — Hechos 2:1-4 (NTV)
Estos creyentes se mantuvieron en Jerusalén por su fe, a pesar de estar temerosos por las persecuciones romanas y judías. Según las indicaciones del Señor, esperaron la llegada del Espíritu Santo. Cuando llegó, fue un tremendo acontecimiento, estos creyentes podían hablar en diferentes idiomas, este milagro tuvo el propósito de dar testimonio de las obras que Dios hace. Pedro se dirigió a la multitud (Hechos 2:14-40), y todos quienes creyeron el mensaje, se convirtieron al cristianismo ese mismo día, aproximadamente 3,000 personas fueron salvadas en ese momento:
«Los que creyeron lo que Pedro dijo fueron bautizados y sumados a la iglesia en ese mismo día, como tres mil en total.» — Hechos 2:41 (NTV)
Esta multitud de creyentes estaba reunida en Jerusalén siguiendo la ley de Moisés: Tres veces al año, los judíos varones debían ir a Jerusalén (o regresar, quienes no vivieran ahí) para ir al Templo y llevarle ofrendas a Dios: en Pascua (Pesáj), Pentecostés (Shavuót) y en la Festividad de Tabernáculos (Sucót), según el mandato en Deuteronomio 16:16. Por eso encontramos más adelante en el libro de Hechos, que el apóstol Pablo viajó a Jerusalén apresuradamente (Hechos 20:16) para estar a tiempo para celebrar Pentecostés.
Por tanto, durante el tiempo de la festividad de Pentecostés, había muchos visitantes judíos de diferentes naciones, quienes fueron a Jerusalén precisamente para celebrar la festividad, y al venir de otras regiones, muchos de ellos hablaban otros idiomas, los cuales reconocieron al escucharlos.
«Estaban totalmente asombrados. «¿Cómo puede ser? —exclamaban—. Todas estas personas son de Galilea, ¡y aun así las oímos hablar en nuestra lengua materna! Aquí estamos nosotros: partos, medos, elamitas, gente de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, de la provincia de Asia, de Frigia, Panfilia, Egipto y de las áreas de Libia alrededor de Cirene, visitantes de Roma (tanto judíos como convertidos al judaísmo), cretenses y árabes. ¡Y todos oímos a esta gente hablar en nuestro propio idioma acerca de las cosas maravillosas que Dios ha hecho!». Quedaron allí, maravillados y perplejos. «¿Qué querrá decir esto?», se preguntaban unos a otros.» — Hechos 2:7-12 (NTV)
De esas 3,000 personas que fueron convertidas ese día, muchos fueron de regreso a sus países de origen, con ello dando la primera difusión a la Iglesia Cristiana, seguida después por los viajes de los apóstoles.
El Espíritu Santo inicia la «temporada de cosecha» no de grano, sino de almas, al bautizar a nuevos creyentes dentro del Cuerpo de Cristo, a quienes da poder para evangelizar al resto del mundo llevando las Buenas Noticias, dando testimonio de Jesucristo, y así dar gloria a Dios.
[Jesús dice] “Pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga sobre ustedes; y serán Mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra».” — Hechos 1:8 (NBLA)
Al poner nuestra fe en Jesucristo somos sellados con el Espíritu Santo, apartados para Dios y para Su gloria.
“En Él también ustedes, después de escuchar el mensaje de la verdad, el evangelio de su salvación, y habiendo creído, fueron sellados en Él con el Espíritu Santo de la promesa, que nos es dado como garantía de nuestra herencia, con miras a la redención de la posesión adquirida de Dios, para alabanza de Su gloria.” — Efesios 1:13-14 (NBLA)
Ahorita estamos viviendo la temporada de cosecha en el calendario de Dios, porque los campos están listos para ser cosechados. Esto significa que debemos mantenernos ocupados evangelizando.
[Jesús dice] “¿No dicen ustedes: Aún hay cuatro meses, y entonces llega la cosecha? Miren, Yo les digo a ustedes: Levanten sus ojos, y vean los campos: porque ya están blancos para la cosecha. Y el que cosecha recibe salario, y recoge fruto para vida eterna; para que ambos, el que siembra y el que cosecha, se puedan regocijar juntos.” — Juan 4:35-36 (LSP)
Lecturas sugeridas para El Festejo de Pentecostés-Shavuot 2024
¡Que Dios los bendiga!