Cruz

¿Por qué necesitamos a un Salvador?

La naturaleza pecaminosa de la Humanidad

Después de que Dios colocó a Adán en el Jardín del Edén, le advirtió “«Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás».” (Génesis 2: 16-17). Dios le dio a Adán sólo una simple prohibición, sin embargo, la consecuencia de la desobediencia de dicha prohibición era grave. Y como sabemos Adán y Eva pecaron, causando lo que se conoce como la caída del hombre. Desde ese momento toda la humanidad ha heredado la naturaleza pecaminosa; una tendencia a rebelarnos en contra Dios (el pecado original). Esto lo puede ver porque no sólo Adán pecó; al examinar nuestras acciones a lo largo de nuestras vidas, se dará cuenta que independientemente del pecado original, cada uno de nosotros en diferentes ocasiones hemos caído en la tentación y cometido pecado por voluntad propia. Sin excepción, todos somos pecadores.

Adan y Eva TentacionCuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron.” – Romanos 5:12 (NTV)

Recientemente, se hizo un estudio en Alemania con bebés en donde se demostraba su naturaleza egoísta. Un infante llora y exige atención, el niño desde que nace sólo piensa en sí mismo, en su bienestar, no en el de los demás. Es el deber de la familia el enseñarle a comportarse dentro de la sociedad.

“Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa de los seres humanos, aun cuando todo lo que ellos piensen o imaginen se incline al mal desde su niñez. Nunca más volveré a destruir a todos los seres vivos.” – Génesis 8:21b (NTV)

Cuando Adán pecó, su primer pecado transformó su naturaleza interior, en una naturaleza depravada que ha sido transmitida a sus descendientes. Contaminando espiritualmente a todos sus descendientes de forma acumulada e intensificada, de generación en generación, a través de la historia de la humanidad. Y en vez de evolucionar, como los humanistas insisten, el hombre ha decaído y se ha degenerado en una mayor maldad.

«El Señor mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios. Pero no, todos se desviaron; todos se corrompieron. No hay ni uno que haga lo bueno, ¡ni uno solo!» – Salmo 14:2-3 (NTV)

«El corazón humano es lo más engañoso que hay, y extremadamente perverso. ¿Quién realmente sabe qué tan malo es? Pero yo, el Señor, investigo todos los corazones y examino las intenciones secretas…» – Jeremías 17:9-10 (NTV)

««He sido el Señor tu Dios desde que te saqué de Egipto. No debes reconocer a ningún otro Dios aparte de mí, porque no hay otro salvador.» – Oseas 13:4 (NTV)

El estándar Divino de Dios

La Alianza / Convenio del Edén: En el Jardín del Edén, Adán y Eva tenían un solo mandamiento por parte de Dios: no comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Al desobedecer a Dios, rebelarse, y dejarse engañar por la serpiente; murieron espiritualmente, se corrompieron, fueron expulsados del jardín del Edén, con las consecuencias que ya vimos, y finalmente murieron físicamente. Introduciendo así el pecado y la muerte a su descendencia, a “la humanidad”.

La Alianza / Convenio con Moisés: Luego Moisés recibió las tablas con los 10 Mandamientos de la ley de Dios (ver Éxodo 20), y Sus regulaciones, para un total de 613 leyes a seguir, las que hoy los judíos ortodoxos tratan de seguir (se encuentran en los libros de Éxodo, Levíticos, Números y Deuteronomio).

El Nuevo Convenio / Testamento: Jesús cuando vino nos dio el siguiente mandato:

«Así que ahora les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros. El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos.» – Juan 13: 34-35

Por tanto, si no cumplimos las leyes de Dios, cometemos pecado, y nos rebelamos en contra de Él. La consecuencia de ello es estar alejado de Dios por la eternidad; o como se menciona en el Libro del Apocalipsis, la muerte en el lago de fuego.

«Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.» – Romanos 6:23 (NTV)

Las leyes de Dios, su estándar moral, son nuestro punto de referencia. Muchas veces las personas, inclusive los Cristianos, tratan de justificar sus pecados y los llaman de otra forma, distorsionan lo que dicen las Escrituras o bien tratan de restarle importancia al asunto. Dicen que esto o aquello es «normal», que es un «mal hábito”, que «todo mundo lo hace», que «así nacieron», que «así es su personalidad», que «así los criaron», o que «no lo pueden evitar», etc.; la gente trata de buscar excusas o justificaciones de muchas formas. Pero todo ello es inútil, todos estamos regidos por el estándar de nuestro Creador. Y si Dios lo llama pecado, eso es exactamente lo que es.

«¡Qué aflicción para los que dicen que lo malo es bueno y lo bueno es malo, que la oscuridad es luz y la luz es oscuridad, que lo amargo es dulce y lo dulce es amargo!» – Isaías 5:20 (NTV)

La «Salvación» por portarse bien, hacer buenas acciones o por esfuerzo propio religioso

Pero uno de los grandes peligros en la iglesia es que la religión está sustituyendo la relación íntima con nuestro Salvador, Jesucristo.

CatolicosCuando las buenas obras de religión se hacen con la actitud, o por la razón incorrecta se llaman legalismo, parecido a lo que los fariseos hacían para gloria personal. La religión que mide su espiritualidad por medio de su actividad, es legalismo, siempre va a requerir hacer más, orar más, leer más, y seguir añadiendo a la lista de buenas acciones, al igual que en un culto con actividades destinadas a tener control de las personas. Pero como Isaías lo dice, las mejores obras de justicia no son suficientes para alcanzar el estándar de Dios, y por lo tanto no son suficientes para nuestra salvación.

“Todos nosotros estamos llenos de impureza; todos nuestros actos de justicia son como un trapo lleno de inmundicia. Todos nosotros somos como hojas caídas; ¡nuestras maldades nos arrastran como el viento!” – Isaías 64:6 (RVC)

La gente piensa que, con portarse bien, ir a la iglesia, y dar dinero a los pobres es suficiente para ir al cielo. Pero como lo dice Dios a través del profeta Isaías, ni siquiera nuestras mejores obras son suficientes para alcanzar el estándar que Dios requiere para nuestra salvación. Por tanto, solos no podemos hacer nada, inevitablemente, eventualmente todos caemos en alguna tentación.

Creation-3--uvas[Jesús dice] «Yo soy la vid, y ustedes son las ramas. El que permanece unido a mí, y yo unido a él, da mucho fruto; pues sin mí no pueden ustedes hacer nada.» – Juan 15:5 (DHH)

Si recuerda el castigo por el pecado es la muerte, por tanto, si queremos vivir, necesitamos a un Salvador, y el único calificado para ello es Jesucristo, el Hijo único de Dios, a quien el Padre envió al mundo.

 “Sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la ley sino por la fe de Jesucristo, y también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y no por las obras de la ley, ya que por las obras de la ley nadie será justificado.” – Gálatas 2:16 (RVC)

En otras palabras, si le da más importancia a los actos religiosos, para cumplir con la ley como lo hacían los fariseos, de una forma mecanizada, basados en tradiciones de los hombres y no de Dios, y sin la actitud de servicio y amor al prójimo. Se está alejando de la gracia de Dios, ya que no está confiando en el Señor Jesucristo.

“Pues, si ustedes pretenden hacerse justos ante Dios por cumplir la ley, ¡han quedado separados de Cristo! Han caído de la gracia de Dios.” – Gálatas 5:4 (NTV)

La importancia del trabajo redentor de Jesucristo

Como vimos, hay dos tipos de religiones, una se basa en el logro humano, y la otra en de la realización divina. La primera habla de una persona ha hecho o logrado, y lo que tiene que hacer, está ligada al rendimiento personal. La religión de la realización divina está ligada a lo que Dios ha hecho y lo que Dios hará. La belleza de esta religión es que depende de Él. Lo único que tenemos que hacer es tener fe en que Dios hará lo prometido a través de Jesucristo. Si usted cree en Jesucristo, en Su trabajo de redención en la cruz, en que Él es su Salvador, Él lo liberará de la esclavitud del pecado y le dará la vida eterna.

«Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.» – Juan 3:16 (NTV)

Esclavo-pecadoEs así de sencillo, Jesucristo vino a este mundo a salvarnos sin pedirnos nada a cambio por hacerlo, pero para beneficiarnos de su labor, lo único que nos pide a cambio, es creer en Él. Pero el enemigo (Satanás) quiere que piense que es más complicado que esto. Porque ya perdió la batalla el día que Jesús fue crucificado en la cruz y resucitó. Pero con el engaño del enemigo a través de miles de falsas religiones, la búsqueda de poder, fama, dinero, y otras mentiras más, hace que las personas en el mundo duden en aceptar la verdad de Dios y a Su Hijo. El enemigo los mantiene esclavizados de esta forma sin que se den cuenta.

«Jesús le dijo a la gente que creyó en él:—Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen fieles a mis enseñanzas;  y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.» – Juan 8:31 (NTV)

«Jesús contestó:—Les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del pecado.» – Juan 8:34 (NTV)

¿Qué significa que Jesucristo sea el Cordero de Dios?

En el pasaje de la esclavitud que vivió el pueblo de Israel bajo el faraón Egipcio es una analogía a vivir bajo la esclavitud del pecado, y Dios fue quien liberó al pueblo de Israel, Él envió 10 plagas a Egipto, y si recuerda en la última plaga fue en donde murieron los primogénitos de Egipto. La forma en la que los Israelitas pudieron evitar que esta plaga los afectara fue siguiendo las instrucciones que les dio Dios, por medio del sacrificio de un cordero por familia, y poniendo su sangre en el marco de cada puerta en las casas de los Israelitas.

Pesaj«Esa noche pasaré por la tierra de Egipto y heriré de muerte a todo primer hijo varón y a la primera cría macho de los animales en la tierra de Egipto. Ejecutaré juicio contra todos los dioses de Egipto, ¡porque yo soy el Señor! Pero la sangre sobre los marcos de las puertas servirá de señal para indicar las casas donde ustedes estén. Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo. Esa plaga de muerte no los tocará a ustedes cuando yo hiera la tierra de Egipto. Este será un día para recordar. Cada año, de generación en generación, deberán celebrarlo como un festival especial al Señor. Esta es una ley para siempre.» – Éxodo 12-14 (NTV)

Para nosotros, ésta es una analogía del trabajo redentor de Jesucristo, quien es el Cordero de Dios, ya que, por medio de Su sacrificio, de Su preciosa sangre, evitamos la muerte eterna, la muerte pasará de largo sin afectarnos.

Juan-Bautista
Juan el Bautista

«Al día siguiente, Juan [el Bautista] vio que Jesús se le acercaba y dijo: ¡Miren! ¡El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» – Juan 1:29 (NTV)

Jesucristo quitó todos los pecados del mundo cuando Él estaba en la cruz. El apóstol Paul nos enseña que hay tres etapas en la salvación. La primera la llama justificación, en donde Dios declara justo al pecador. La segunda la llama santificación, aquí es donde Dios transforma la vida del pecador que se ha convertido en un santo y ahora es parte de la familia de Dios. Y la tercera la llama glorificación, donde vamos a ser transformados en nuestros nuevos cuerpos para vivir eternamente en la presencia de Dios.

“Por lo tanto, ya que fuimos declarados justos a los ojos de Dios por medio de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor hizo por nosotros. Debido a nuestra fe, Cristo nos hizo entrar en este lugar de privilegio inmerecido en el cual ahora permanecemos, y esperamos con confianza y alegría participar de la gloria de Dios.” – Romanos 5:1-2 (NTV)

El concepto de la justificación es como si nunca hubiéramos pecado. Sin embargo, sabemos que hemos pecado, por lo que la justificación es como un crédito para la deuda del pecado que hemos incurrido, pero la deuda del pecado es tan grande que no podemos pagar. Este crédito proviene de Cristo muriendo en la cruz y de Sus 33 años de vida sin pecado, por lo que la perfección de Cristo está pagando la deuda de la cuenta de quien cree en Él. Imagine que esto es como la deuda de una tarjeta de crédito en la que sólo podemos abonar el pago mínimo para permanecer a flote y alguien con recursos ilimitados viene y sólo porque nos ama, nos pide que le mostremos lo que debemos. Y le mostramos una deuda multimillonaria que tenemos. Y Él dice, voy a pagar por ustedes, y no sólo paga la deuda actual, sino que paga un extra para cubrir cualquier deuda que tengamos en el futuro, para cubrir el resto de nuestras vidas. Lo que Dios hizo en Cristo es para pagar por todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros; para lo cual, Él depositó tanto en nuestras cuentas (llamado gracia), que nuestras cuentas no se pueden sobregirar por miles de millones de años.

¿De qué nos está salvando Jesucristo?

De las llamas, de lo que se conoce como el infierno. El enemigo (Satanás) actualmente trabaja para que la gente piense que no existe, pero el mismo enemigo terminará siendo arrojado junto con sus ángeles caídos al lago de fuego.

Lago-de-Fuego«El diablo, que los había engañado, fue lanzado al lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta. Y allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos.» – Apocalipsis 20:10 (NTV)

Este lugar de tormento es una manifestación visible del enojo de Dios, de Su ira, y todo aquel que no crea en Jesucristo va rumbo a este lugar:

 «tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha preparado puro en la copa de su enojo; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero.» – Apocalipsis 14:10 (DHH)

Los no-creyentes o incrédulos están en la lista de personas que terminarán apartadas de la gloria de Dios, sin importar cuantas buenas obras hayan hecho.

«Pero los cobardes, los incrédulos, los corruptos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que rinden culto a ídolos y todos los mentirosos, tendrán su destino en el lago de fuego que arde con azufre. Esta es la segunda muerte».» – Apocalipsis 21:8 (NTV)

Cargar-la-cruzAceptemos la oferta de salvación que nos da Dios por medio de Su Hijo Jesucristo:

«Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto—dice el Señor—. Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los haré tan blancos como la lana.» – Isaías 1:18 (NTV)

Él mismo [Jesús] cargó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz, para que nosotros podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es recto. Por sus heridas, ustedes son sanados.” – 1 Pedro 2:24 (NTV)

Si usted aún no ha aceptado a Jesucristo en su vida, como su Salvador, para el perdón de sus pecados, para que Él le pueda dar el regalo de la vida eterna. Entonces lo invito a que de ese paso en este instante. Ponga su fe en el Hijo de Dios, quien murió en la cruz por tus pecados y resucitó de entre los muertos. Diga la siguiente oración de corazón, y con un verdadero arrepentimiento: «Padre Celestial, Tú sabes que yo soy un pecador, y que no puedo salvarme a mí mismo. Yo creo que Tu Hijo Jesús es el Mesías, y que murió en la cruz en mi lugar por mis pecados. Y ahora confío solamente en Él para que me perdone y para que me dé el regalo de la vida eterna que Él prometió a cualquier persona que lo buscara a Él. Gracias por salvarme, y te pido tu ayuda desde este día en adelante para vivir una vida que sea agradable para Ti. Te hago estas peticiones en nombre de Jesucristo, Amén.»