La naturaleza pecaminosa de la Humanidad
Después de que Dios colocó a Adán en el Jardín del Edén, le advirtió “«Puedes comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás».” (Génesis 2: 16-17). Dios le dio a Adán sólo una simple prohibición, sin embargo, la consecuencia de la desobediencia de dicha prohibición era grave. Y como sabemos Adán y Eva pecaron, causando lo que se conoce como la caída del hombre. Desde ese momento toda la humanidad ha heredado la naturaleza pecaminosa; una tendencia a rebelarnos en contra Dios (el pecado original). Esto lo puede ver porque no sólo Adán pecó; al examinar nuestras acciones a lo largo de nuestras vidas, se dará cuenta que independientemente del pecado original, cada uno de nosotros en diferentes ocasiones hemos caído en la tentación y cometido pecado por voluntad propia. Sin excepción, todos somos pecadores.