Las 10 Plagas de Egipto (Parte 3)

Continuamos con nuestro estudio acerca de las plagas que envió Dios a Egipto. Veremos las últimas tres, que son las más severas y que hacen que el Faraón los deje ir y que los egipcios les den sus riquezas de oro y plata, para que ya no los atormenten más. Además, aquí veremos que se inicia el Éxodo del pueblo de Israel a la tierra prometida y la primer celebración de la Pascua.

Octava plaga: La plaga de Langostas (Éxodo 10:1-20)

“Habló Dios, y llegaron las langostas; ¡tantas eran, que no se podían contar!¡Devoraron la hierba del campo y todo lo que la tierra había producido!” — Salmos 105:34-35 (DHH)

Las invasiones de langostas causaban gran temor entre los egipcios, particularmente entre los agricultores quienes a menudo rezaban a sus dioses para asegurarse que sus cosechas estuvieran a salvo. Entre los dioses que no pudieron hacer nada en contra de las langostas estaban Renenutet, la diosa de la cosecha, alimentación, y guardiana del Faraón. Había muchos dioses asociados con las cosechas de Egipto, (porque las cosechas y el Nilo eran la fuente para toda la vida en el país), entre ellos estaban: Neper, el dios del grano y Min, dios de la lluvia, fertilidad y la vegetación. La humillación de estas deidades fue total, ya que con esta plaga no quedó nada verde.

Evidentemente ya había pasado suficiente tiempo entre esta plaga y la anterior ya que el trigo y el centeno habían germinado (Éxodo 9:32). Los egipcios en sus creencias decían que el dios egipcio Osiris habiendo descendido al inframundo traía la vida de las plantas de regreso en la primavera. Osiris quedó indefenso en contra de esta plaga que envió el Señor.

Pero el enjambre de langostas que mandó Dios era tan numeroso que toda la tierra se oscureció (Éxodo 10:15). En Salmos las plagas son equiparadas a ángeles destructores.

“Desató sobre ellos Su ira feroz, toda Su furia, Su enojo y hostilidad. Envió contra ellos a un grupo de ángeles destructores. Se enfureció contra ellos; no perdonó la vida de los egipcios, sino que los devastó con plagas.” — Salmos: 78:49-50 (NTV)

Estas langostas eran una especie de chapulines migratorios, que podían destruir el suministro de alimentos de grandes áreas de tierra, devorando todas las plantas. Y cuando cumplieron su propósito, Dios las envió al Mar Rojo en donde murieron.

“Moisés salió del palacio del faraón y rogó al Señor. El Señor le respondió y cambió la dirección del viento, y el viento fuerte del occidente se llevó las langostas y las echó en el mar Rojo. No quedó ni una sola langosta en toda la tierra de Egipto.” — Éxodo 10:18-19 (NTV)

De la misma forma, más tarde, parecido que las langostas, el ejército del faraón también moriría en el Mar Rojo cuando se fueron en persecución del pueblo de Israel.

“Entonces, cuando el sol comenzaba a salir, Moisés extendió su mano sobre el mar y las aguas volvieron con fuerza a su estado normal. Los egipcios trataron de escapar, pero el Señor los arrastró al mar. Enseguida las aguas volvieron a su lugar y cubrieron todos los carros y a sus conductores: el ejército completo del faraón. No sobrevivió ni uno de los egipcios que entró al mar para perseguir a los israelitas.” — Éxodo 14:27-28 (NTV)

Cuando Dios habló con Moisés antes de enviar esta plaga le dijo que una de las razones de la misma era para que los israelitas le contaran a las futuras generaciones acerca de todos los milagros y las cosas que Él hizo por Su pueblo, y que se dieran cuenta que Él es Dios.

“Y para que tú les cuentes a tus hijos y a tus nietos las señales que hice entre ellos en Egipto. Así sabrán que Yo Soy el Señor.»” — Éxodo 10:2 (RVC)

Sin embargo, lamentablemente el pueblo de Israel desobedeció este mandato de forma que las futuras generaciones se olvidaron del Señor y de seguir Sus mandamientos.

“Después de que murieron todos los de esa generación [la de Josué], creció otra que no conocía al Señor ni recordaba las cosas poderosas que Él había hecho por Israel.” — Jueces 2:10 (NTV)

“Se olvidaron del Señor su Dios, quien los había rescatado de todos los enemigos que los rodeaban.” — Jueces 8:34 (NTV)

Lamentablemente, esto es algo que sigue sucediendo hasta nuestros días, en nuestra sociedad existe mucha incredulidad, y nos alejamos cada vez más del Señor, sin reconocer todo lo que Él ha hecho y sigue haciendo por nosotros.

Novena plaga: La plaga de Tinieblas (Éxodo 10:21-29)

El dios supremo de los egipcios era el sol. En aquellos tiempos era conocido como Amón-Ra. Era considerado superior a todos los demás dioses y los egipcios creían que era la fuente de vida. Sin embargo, la plaga de obscuridad no pudo ser iluminada por Amón-Ra; tampoco por Horus, el dios de la luz que personificaba el poder vivificador del sol. También estaba el dios Ptah, quien los egipcios pensaban que había creado la luna, el sol y la tierra; Atum, el dios de la puesta del sol; Y Shu, el dios de la luz del sol y el aire. Jepri, que a menudo apareció en la forma del escarabajo, era una forma de Amón-Ra.

“Luego el Señor le dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, y la tierra de Egipto quedará en una oscuridad tan densa que podrá palparse». Entonces Moisés extendió su mano hacia los cielos, y una densa oscuridad cubrió toda la tierra de Egipto por tres días. Durante todo ese tiempo las personas no pudieron verse unas a otras ni se movieron. Sin embargo, la luz no faltó en ningún momento donde vivían los israelitas.” —Éxodo 10:21-23 (NTV)

La plaga también habría sido un ataque directo en contra del Faraón, porque él era la supuesta representación divina del dios del sol Amón-Ra. El poder de Dios a menudo destruye las creencias de los incrédulos. La oscuridad cubrió la tierra durante tres días. Dios les mostró a los egipcios que la luz está completamente bajo Su control, ya que Él la creó.

“Entonces Dios dijo: «Que haya luz»; y hubo luz.” — Génesis 1:3 (NTV)

Dios podía apagar la luz en Egipto, mientras que la dejaba brillando en Goshen, el área en donde vivían los israelitas. Estas representaciones son utilizadas frecuentemente en las Escrituras para mostrar el juicio de Dios, por un lado, y la salvación de Dios en el otro.

“Yo creo la luz y la oscuridad, produzco el bienestar y la desgracia. Yo, el Señor, hago todas estas cosas.”— Isaías 45:7 (DHH)

En las Escrituras la obscuridad y la ceguera son formas de juicio o sentencia. Por ejemplo, los hombres de Sodoma que fueron cegados tras buscar satisfacer sus perversiones sexuales (Génesis 19:10-11). Moisés, más tarde, les advertiría a los israelitas acerca de las consecuencias de la desobediencia a Dios:

“El Señor te afligirá con llagas purulentas como las de Egipto…El Señor te castigará con locura, ceguera y pánico. Andarás a tientas a plena luz del día como un ciego que palpa en la oscuridad pero no encontrarás la senda. — Deuteronomio 28:28-29a (NTV)

Los egipcios estaban aterrorizados en su oscuridad de forma que no se podían mover, Dios demostró a Egipto que podía inmovilizar a la nación entera. Los profetas Joel y Sofonías hablan acerca de la obscuridad en el día del juicio venidero (Joel 2:2).

“Será un día cuando el Señor derramará Su ira, un día de terrible aflicción y angustia, un día de ruina y desolación, un día de oscuridad y penumbra, un día de nubes y de negrura.” — Sofonías 1:15 (NTV)

El faraón le propuso a Moisés que dejaran su ganado y entonces los dejaría ir (Éxodo 10:24), sin embargo, Moisés se negó rotundamente (“ni una sola pezuña puede quedar atrás.”). Por el contrario, Dios en Sus planes, lejos de que Su pueblo dejara ninguna de sus posesiones, hizo que los egipcios los vieran de forma favorable (con tal de que se fueran) y se llevarían finos regalos consigo después de la décima plaga.

“Los israelitas hicieron lo que Moisés les había indicado: pidieron a los egipcios ropa y objetos de plata y de oro. Y el Señor hizo que los egipcios miraran con agrado a los israelitas, y dieron al pueblo de Israel todo lo que pidió. ¡Así despojaron a los egipcios de sus riquezas!” — Éxodo 12:35-36 (NTV)

Pareciera que Dios les estaba cobrando a los egipcios los sueldos y salarios de Su pueblo que había vivido esclavizado durante tanto tiempo.

Si usted conoce a alguien que viva en obscuridad espiritual, comparta las Escrituras con ellos, hágales ver que Jesús es la Luz del mundo y nuestro Salvador.

“Jesús habló una vez más al pueblo y dijo: «Yo Soy la luz del mundo. Si ustedes me siguen, no tendrán que andar en la oscuridad porque tendrán la luz que lleva a la vida».” — Juan 8:12 (NTV)

Décima plaga: La muerte de los primogénitos varones egipcios (Éxodo 11:1-10)

Esta plaga fue la más severa de todas, era precisamente lo que debieron haber evitado los egipcios, las plagas anteriores habían servido como advertencias, el Señor estaba enseñándoles una lección que debían aprender.

“A la medianoche, el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos en la tierra de Egipto, lo mismo al primogénito del faraón que ocupaba el trono que al primogénito del que estaba cautivo en la cárcel, y a todas las primeras crías de los animales.” — Éxodo 12:29 (RVC)

Recordemos que antes de que muriera el hijo del Faraón de Egipto, en Éxodo 1 vemos que un Faraón egipcio previamente ya había mandado matar a los hijos de los israelitas:

“Además, el rey de Egipto habló con Sifra y Fúa, que eran las parteras de las hebreas, y les dijo: «Cuando ustedes ayuden a las hebreas en sus partos, fíjense en el sexo. Si es niño, mátenlo; si es niña, déjenla vivir. Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron lo que el rey de Egipto les mandó, sino que les salvaron la vida a los niños.”— Éxodo 1:15-17 (RVC)

Cuando este Faraón vio que los recién nacidos israelitas seguían multiplicándose, entonces dio la siguiente orden:

“Entonces el faraón dio la siguiente orden a todo su pueblo: «Tiren al río Nilo a todo niño hebreo recién nacido; pero a las niñas pueden dejarlas con vida».” — Éxodo 1:22 (NTV)

Esa fue la razón por la que la madre de Moisés se vio forzada a poner a su hijo en una cesta en el río Nilo, para evitar que lo mataran. En aquel entonces tanto el Faraón egipcio como su pueblo (al hacerle caso) fueron culpables de la muerte de los hijos del pueblo de Israel. Ahora con la justicia de Dios, les correspondía una sentencia de muerte a los hijos de los egipcios. Recordemos lo que nos dice la Palabra de Dios con respecto a esta ley:

“El que le quite la vida a otra persona será ejecutado…El que hiera a una persona recibirá la misma herida que haya hecho: fractura por fractura, ojo por ojo, diente por diente. Lo que uno haga para lastimar a otro, eso mismo deberá recibir.” — Levítico 24:17-20 (NTV)

[Dice el Señor] “Yo tomaré venganza; Yo les pagaré lo que se merecen. A su debido tiempo, sus pies resbalarán. Les llegará el día de la calamidad, y su destino los alcanzará”. — Deuteronomio 32:35 (NTV)

Otro aspecto a considerar es que estamos hablando de generaciones diferentes, separadas por un intervalo de 80 años, entre quienes cometieron el pecado de ahogar a los niños hebreos en el río Nilo, cuando Moisés era un bebe; y los que presenciaron el Éxodo de Moisés y los israelitas. Se preguntará por qué fueron castigados los egipcios de esta nueva generación por los pecados que cometieron sus ancestros. El Segundo Mandamiento nos da la clave:

“No te hagas ninguna clase de ídolo ni imagen de ninguna cosa que está en los cielos, en la tierra o en el mar. No te inclines ante ellos ni les rindas culto, porque Yo, el Señor tu Dios, Soy Dios celoso, quien no tolerará que entregues tu corazón a otros dioses. Extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia de los que me rechazan queda afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación. Pero derramo amor inagotable por mil generaciones sobre los que me aman y obedecen mis mandatos.” — Éxodo 20:4-6 (NTV)

Por otro lado, esta plaga también fue dirigida contra “todos los dioses de Egipto” y mostró la incapacidad total de los dioses egipcios para proteger a sus súbditos ante una tragedia sin precedentes.

“Esa noche pasaré por la tierra de Egipto y heriré de muerte a todo primer hijo varón y a la primera cría macho de los animales en la tierra de Egipto. Ejecutaré juicio contra todos los dioses de Egipto, ¡porque yo soy el Señor!” — Éxodo 12:12 (NTV)

La noche en la que ocurrió la décima plaga fue el 14 del mes Abib del calendario judío (hoy Abib es llamado Nisán, y en el día 14 se celebra la Pascua Judía), y correspondió con la noche de luna llena durante el mes de celebraciones egipcias del dios Amón, la cabeza de todos los dioses, esta fecha era considerada como el punto más alto del poder de Amón. Pero ni siquiera esto pudo evitar la muerte del primogénito del Faraón.

“Celebra la Pascua en honor al Señor tu Dios cada año, a comienzos de la primavera, en el mes de Abib, porque ese fue el mes en que el Señor tu Dios te sacó de la tierra de Egipto durante la noche.” — Deuteronomio 16:1 (NTV)

La plaga no sólo fue un ataque contra los dioses egipcios sino también contra el Faraón. Su supuesta inmortalidad se vio menguada a través de su incapacidad para proteger a su propio hijo, quien los egipcios pensaban que también era un dios; además se demostró la incapacidad del Faraón para proporcionar unidad y protección sobre la tierra de Egipto. El propio Faraón quedó sin heredero del trono (lo cual es devastador para un rey), especialmente para el representante del dios Ra en la tierra.

“Mientras tanto, los egipcios enterraban a todos sus primeros hijos varones, a los que el Señor había matado la noche anterior. ¡Esa noche el Señor derrotó a los dioses de Egipto, con grandes actos de juicio!” — Números 33:4 (NTV)

Así podemos ver claramente la soberanía de Dios en Su superioridad sobre todos los llamados dioses de Egipto. Este despliegue de Su gran poder resultó en la liberación de los israelitas y la adopción del mismo como Su pueblo. Y para asegurarse de que este evento no fuera olvidado, Dios ordenó a los israelitas a que lo celebren anualmente, en lo que ahora conocemos como Pascua Judía.

“Esa misma noche, el Señor cumplió Su promesa de sacar a Su pueblo de la tierra de Egipto. Así que esa noche le pertenece a Él y por eso todos los israelitas deberán conmemorarla cada año, de generación en generación.” — Éxodo 12:42 (NTV)

En esta noche los israelitas sacrificarían al cordero Pascual y untarían su sangre en los marcos de las puertas de sus casas antes de la media noche para que la plaga no los afectara.

Dios de esta forma nos está dando a conocer, a través de la simbología, Su plan de salvación, el cual apunta a Jesucristo, el Cordero de Dios

¡Que Dios los Bendiga!


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