Verdadero Cristiano

Los principios básicos para el crecimiento espiritual (Parte 4)

Pablo nos dice en Efesios 4:14 – “Entonces ya no seremos inmaduros como los niños. No seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente de nuevas enseñanzas. No nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad”. Que debemos madurar y crecer espiritualmente. Es nuestro deber el progresar en nuestras vidas cristianas. De hecho, yo personalmente siento que, si en un día no crezco en mi vida espiritual para parecerme más a Cristo, ese día sin progreso es una gran pérdida en esta corta vida. Por lo que continuaremos con los principios para el crecimiento espiritual cristiano.

6.- Glorificamos a Dios alabándole

Alabanzas-y-oraciones-a-DiosNo creo que haya un cristiano que pueda crecer a menos que se caracterice por una vida de alabanza. Vea este versículo que expresa este principio de forma bellísima. El que alaba al Señor, lo glorifica:

El que me ofrece alabanzas, me honra; al que enmiende su camino, yo lo salvaré.” – Salmos 50:23 (RVC)

Lamentablemente las personas orgullosas no alaban a Dios. Están demasiado ocupadas alabándose a sí mismas y a otros seres humanos. Y por otro lado, la gente que es humilde de corazón, que reverencian y se enfocan en Dios, son las que de sus corazones emergen elogios a nuestro Creador. Por ello, Jesucristo mencionó en el sermón de la montaña.

“Dios bendice a los que son humildes, porque heredarán toda la tierra.”- Mateo 5:5 (NTV)

Los Salmos son poemas que eran cantados como himnos por el pueblo de Israel, y cuyo objetivo era una constante alabanza a Dios. La palabra aleluya viene del Hebreo, halal — alabar, y Yah— contracción de Yahveh ; así que cuando decimos aleluya estamos diciendo “Alabado sea Yahveh”, los últimos 5 Salmos (Salmos 146-150) empiezan y terminan con ¡Aleluya!. Un ejemplo de alabanza es el Salmo 86:12:

“Señor y Dios mío, yo te alabaré con todo el corazón, y por siempre glorificaré tu nombre.” – Salmos 86:12 (RVC)

En el Salmo 92: 1-2 muestra que con una simple declaración para alabar al Señor por la mañana y por la noche establece el ritmo durante todo el día.

“Es bueno dar gracias al Señor, cantar alabanzas al Altísimo. Es bueno proclamar por la mañana tu amor inagotable y por la noche tu fidelidad.” – Salmo 92: 1-2 (NTV)

¿Cómo podemos alabar al Señor? La verdadera alabanza implica tres cosas:

  1. La alabanza debe incluir los atributos de Dios: La alabanza es la expresión del carácter de Dios, de quien es Él en realidad. Hay muchas razones para estudiar el Antiguo Testamento, y una es el aprender acerca del carácter de Dios y de Su naturaleza. Y de esta forma podemos apreciarlo y alabarlo por ser omnipotente, eterno, porque Él no rompe sus promesas y pactos, por ser todopoderoso y justo, es Creador y dueño de todo en el universo, por su misericordia y amor hacia nosotros. Después de saber todo esto, tiene sentido querer alabar y glorificar a Dios.
  2. Moises-en-mar-RojoLa alabanza debe incluir las obras que ha hecho Dios: También glorificamos y alabamos a Dios cuando enunciamos Sus obras. Las obras van de la mano con Sus atributos. En los Salmos esta forma de alabanza es evidente, son poemas de las obras que Dios ha hecho. «Oh Dios, eres el Dios que abrió el Mar Rojo». «Oh Dios, eres el Dios que sacó al pueblo de Egipto». «Eres el Dios que alimentó a Israel con maná en el desierto». Eso es de lo que la alabanza se trata. Así que las alabanzas y elogios no sólo están glorificando a Dios por su propio valor, ya que se esta diciendo la verdad acerca de Él, sino que están glorificando a Dios porque afirman nuestra confianza en Él.
  3. La alabanza debe incluir agradecimiento a Dios: El corazón de la alabanza es una expresión de agradecimiento por las obras y atributos de Dios hacia nosotros. Dios recibe toda la gloria cuando damos gracias por Sus acciones y Su poder en nuestro beneficio. Como se muestra en el pasaje de cómo diez leprosos son sanados en Lucas 17:11-19.

“Mientras Jesús seguía camino a Jerusalén, llegó a la frontera entre Galilea y Samaria. Al entrar en una aldea, diez leprosos se quedaron a la distancia, gritando: —¡Jesús! ¡Maestro! ¡Ten compasión de nosotros! Jesús los miró y dijo: —Vayan y preséntense a los sacerdotes. Y, mientras ellos iban, quedaron limpios de la lepra. Uno de ellos, cuando vio que estaba sano, volvió a Jesús, y exclamó: «¡Alaben a Dios!». – Lucas 17:11-15 (NTV)

“Y cayó al suelo, a los pies de Jesús, y le agradeció por lo que había hecho. Ese hombre era samaritano. Jesús preguntó: «¿No sané a diez hombres? ¿Dónde están los otros nueve? ¿Ninguno volvió para darle gloria a Dios excepto este extranjero?». Y Jesús le dijo al hombre: «Levántate y sigue tu camino. Tu fe te ha sanado». – Lucas 17:16-19 (NTV)

7.- Glorificamos a Dios amándolo lo suficiente para obedecerlo

De hecho, si pudiéramos simplificar la vida cristiana a una sola palabra, esta sería «obediencia», pero de corazón. No como la obediencia del legalismo. Cada vez que obedecemos al Señor, crecemos. Pero cada vez que lo desobedecemos estamos retrasando nuestro crecimiento cristiano. Así, glorificamos a Dios amándolo lo suficiente para obedecerle, como en Juan 21, en donde Jesús se enfrenta a Pedro para re-afirmarlo en el ministerio.

“Después del desayuno, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos? —Sí, Señor —contestó Pedro—, tú sabes que te quiero. —Entonces, alimenta a mis corderos —le dijo Jesús.” – Juan 21:15 (NTV)

Lamentablemente la traducción del Griego al Español de este pasaje hace que perdamos la profundidad de lo que Jesús le dice a Pedro, pero trataré de explicarlo a continuación:  Jesús usa la palabra en Griego, ἀγαπάω – agapaō, para expresar el amor a un máximo nivel; es como si le preguntara:»¿Pedro, me súper-amas más que estos?». A lo que Pedro le contesta utilizando otra palabra en Griego, φιλέωfileō, que significa tener cariño, me gustas, o quiero; pero no le contesta con el mismo nivel de compromiso que Jesús requiere de él, el máximo nivel de amor al que se refirió Jesús en Su pregunta. Tal vez, porque Pedro no había dado ninguna evidencia del nivel de amor que se le estaban exigiendo, ya que había negado a Jesús tres veces, y después de Su muerte se fue a pescar regresando a su vida anterior. Jesús le dice “alimenta mis corderos”, Él quería el máximo amor hacia nuestro Señor para que fuera el líder que predicara la Palabra, para ayudar a construir Su iglesia (congregación de creyentes en Jesucristo).

“Jesús repitió la pregunta: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas? —Sí, Señor —dijo Pedro—, tú sabes que te quiero. —Entonces, cuida de mis ovejas —dijo Jesús.” – Juan 21:16 (NTV)

Jesús vuelve a preguntarle «¿Pedro, me súper-amas?». Él quiere saber el nivel de compromiso de Pedro hacia la tarea que le espera. Pero Pedro vuelve a utilizar fileō, mostrando que no se siente al nivel que le solicita Jesús.

“Le preguntó por tercera vez: —Simón, hijo de Juan, ¿me quieres? A Pedro le dolió que Jesús le dijera la tercera vez: «¿Me quieres?». Le contestó: —Señor, tú sabes todo. Tú sabes que yo te quiero. Jesús dijo: —Entonces, alimenta a mis ovejas.” – Juan 21:17 (NTV)

Jesus-y-PedroLa tercera vez, Jesús cambio la pregunta y utilizó la misma palabra con la que Pedro respondió anteriormente. Jesús utilizando fileō se puso al nivel de Pedro, Dios puede empezar con el nivel más bajo de compromiso y hacerlo crecer al máximo requerido. Por otro lado, este cambio le dolió a Pedro porque ahora Jesús estaba cuestionando el amor de Pedro no al máximo nivel como en las dos preguntas anteriores, sino en el nivel más bajo al que Pedro ya se había comprometido. Ahora nuestro Señor estaba cuestionando a Pedro – “¿Realmente me quieres?”. Jesús se aseguró de esta forma de la sinceridad de Pedro, ya que, Jesús no puede utilizar a cualquiera que no lo ame. Y vivir para Su gloria significa amarlo, y tal vez su amor no era agapaō, pero si un sólido fileō, con el cual Cristo lo podía usar. Jesús sabía que el amor de Pedro era un pre-requisito para que él estuviera dispuesto a obedecerlo. Y ahora viene la máxima prueba de hasta dónde llegará el compromiso de Pedro.

“Te digo la verdad, cuando eras joven, podías hacer lo que querías; te vestías tú mismo e ibas adonde querías ir. Sin embargo, cuando seas viejo, extenderás los brazos, y otros te vestirán y te llevarán adonde no quieras ir.”- Juan 21:18 (NTV)

En este versículo, Jesús estaba prediciendo la muerte de Pedro. En aquellos días, el decir la frase, “extenderás los brazos” era una alusión a una muerte por crucifixión. Él le está diciendo: «Pedro, si realmente me amas, ¿verdad? bueno, tengo algo que decirte: Vas a morir por Mí. Si continúas a Mi servicio (obedeciéndome), cuidando y alimentando a Mis ovejas, te va a costar la vida. Jesús le estaba dando a entender que al amarlo lo suficiente para obedecerlo, él iba a glorificar a Dios con su propia muerte. Y en el versículo 19, está la prueba de fuego: “Sígueme”.

“Jesús dijo eso para darle a conocer el tipo de muerte con la que Pedro glorificaría a Dios. Entonces Jesús le dijo: «Sígueme»” – Juan 21:19 (NTV)

Y con esto acaba el libro de Juan. Y en el siguiente libro, en Hechos vemos a Pedro predicando en Jerusalén y 3,000 personas son salvadas. Pedro nos muestra el máximo ejemplo de este principio de obediencia hasta su muerte.

Este es un principio de la madurez espiritual en el que glorificas a Dios cuando lo amas lo suficiente para obedecerle, incluso si es una cosa difícil. Dios es glorificado cada vez que por nuestra propia voluntad hacemos un sacrificio por Su causa.

8.- Glorificamos a Dios con nuestras oraciones

La oración es un elemento vital en el crecimiento espiritual. Usted no va a crecer a menos que interactúe con Dios y vea Su poder en acción. Su fe crecerá conforme usted lo hace, y la fe es un elemento clave en el crecimiento espiritual. ¿Sabe por qué Dios responde a la oración?

[Jesús dice] “Pueden pedir cualquier cosa en Mi nombre, y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al Padre. Es cierto, pídanme cualquier cosa en Mi nombre, ¡y yo la haré!” – Juan 14:13-14 (NTV)

La razón por la que Dios responde a la oración no es por nuestra causa. Es por Su glorificación, en cumplimiento de Su palabra y de Sus propósitos. Por eso, si yo rezara porque quiero un Ferrari rojo estacionado afuera de mi casa, eso solo podría beneficiarme a mí, pero no glorificaría a Dios y no es de utilidad para Sus propósitos.

JovenCuando rezamos solicitando algo de Dios, le estamos dando la oportunidad de trabajar en nuestra solicitud, por lo que Él se manifiesta y recibe la gloria. ¿Pero que es lo que debemos pedir? Jesús nos dice “pídanme cualquier cosa en Mi nombre”. Esto no sólo significa que al final de cada oración digamos, «en nombre de Jesús, Amén», sino que tiene un significado más profundo. Pues bien, si usted estudia la Biblia, verá que cada vez que se utiliza «el nombre de Dios» o «el nombre de Cristo», lo que está diciendo es un concepto que engloba todo lo que Dios es. Por lo que, lo que pidamos en nuestras oraciones tiene que ser consistente con Dios, con Su palabra, y con Sus propósitos. Y Él nos promete que si nosotros cumplimos esto Él lo hará. Si nosotros usamos esta terminación como una fórmula mecanizada para comprometer a Dios a cumplir nuestra oración, o que, si no lo terminamos de esta forma nuestra oración, esta no va a contar y no será atendida, estamos quedándonos con esta enseñanza de forma superficial. La oración no es una cuestión de pequeñas fórmulas. Orar en “Mi nombre” realmente limita nuestra naturaleza carnal en las oraciones y nos ayuda a crecer espiritualmente al buscar entender cuáles son los propósitos de Dios y alinear nuestras oraciones para que Dios nos de lo que pedimos y Él sea glorificado. Pero Dios no nos deja solos en esto tampoco, nos ayuda con el Espíritu Santo, para rezar en el espíritu de una forma consistente con la voluntad de Dios.

“Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.” – Romanos 8:26 (NTV)

En otras palabras, el Espíritu Santo siempre ora por nosotros y Su oración es siempre respondida porque Él conoce la mente del Padre. Por ello, la mejor forma para empezar a averiguar cuál es Su voluntad es empezar mejorando nuestra comunicación bi-direccional con Dios a través de la oración en un sentido y leyendo la Palabra de Dios en el otro. Porque Dios va a hacer las cosas de acuerdo a Su voluntad, incluso si usted no reza. Pero usted perdería la oportunidad de ver a Dios hacer las cosas que pidió en su oración y de darle gloria al Señor por este principio. No deje en manos del Espíritu Santo, algo que usted puede hacer para madurar espiritualmente.

Como hemos visto el principal objetivo de la oración no es conseguir lo que usted quiere, sino dar gloria a Dios por las cosas que Él hace. Y en el proceso usted crece espiritualmente al ver el poder divino en acción y además usted obtiene lo que necesita, que no siempre es lo que usted quiere. Entre más rece su oración mejorará apegándose a la voluntad de Dios, tendrá un más rápido crecimiento espiritual porque Dios va a hacer cosas grandes y maravillosas por usted, lo que expandirá su confianza y fe en Su poder. Así es como glorificamos a Dios por medio de la oración.

9.- Glorificamos a Dios al proclamar Su Palabra

Cada vez que usted proclama la Palabra de Dios, le está dando gloria a Dios. Porque usted está reconociendo que es la verdad, que la Palabra está viva, da vida y que transforma vidas, que la Sagrada Palabra es poderosa, eficaz, y es un soporte vital. Al anunciar la Palabra de Dios como la fuente absoluta de la verdad, usted está honrando y glorificando a Dios porque se está manteniendo Su estándar.

Pablo-ensenandoNo hay crecimiento espiritual si usted no se alimenta con la Palabra. Usted no puede crecer sin comida, ¿verdad? Entonces proclamar la Palabra a otros es ayudarlos a crecer también.

“Pues el Señor nos dio este mandato cuando dijo: “Yo te he hecho luz para los gentiles, a fin de llevar salvación a los rincones más lejanos de la tierra”. Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y le dieron las gracias al Señor por su mensaje, y todos los que fueron elegidos para la vida eterna se convirtieron en creyentes.” – Hechos 13:47-48 (NTV)

Cuando necesite enseñar la Palabra, usted tiene que leerla, estudiarla, y saturarse de Ella. Tiene que internalizarla, convertirla en una parte importante de usted que controle su vida. Y cuando usted la proclame, evidentemente, su vida está glorificando a Dios en el discurso de su Palabra. Tiene que darle una alta prioridad en nuestras vidas a este principio de madurez espiritual, este es un elemento muy esencial.

“Por lo demás, hermanos, oren por nosotros, para que la palabra del Señor corra y sea glorificada, tal como sucedió entre ustedes.” – 2 Tesalonicenses 3:1 (RVC)

Este principio de crecimiento funciona gracias al proceso de aprendizaje y preparación en la Palabra de Dios que hacemos llenando nuestros corazones y nuestras vidas con esta tremenda verdad para cuando enseñamos a alguien más, discutimos y corregimos a un creyente, o simplemente la compartimos con los demás.

“Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto. Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra.” – 2 Timoteo 3:16-17 (NTV)

¿Cómo podemos glorificar a Dios? Con el anuncio de su Palabra a los creyentes, a los incrédulos o no-creyentes, a los que nos escuchen, y los que no lo hará. Mucha gente abandona este principio porque se sienten que no es su fuerte, o porque anteriormente han dado un mensaje inadecuado. Pero lo que realmente importa es que usted anuncie la Palabra de Dios, esto glorifica al Señor siempre. El llamado más grande que una persona puede tener en todo el universo es el de proclamar a la gente la Palabra de Dios. Fue la gran comisión que Jesucristo nos dio:

“Por tanto, vayan y hagan discípulos en todas las naciones, y bautícenlos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Enséñenles a cumplir todas las cosas que les he mandado. Y yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo.» Amén.” – Mateo 28:19-20 (RVC)


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