En el artículo anterior vemos como el mismo día en que Adán fue creado, se celebró su boda y que perdió la imagen de Dios al introducir el pecado en el mundo. Ahora veremos como estos eventos afectaron a su descendencia y el resto de su vida, porque aunque tuvo una larga vida para nuestros estándares, él al final murió por su pecado.
Ver. 3 — Cuando Adán tenía ciento treinta años, fue padre de un hijo que era igual a él, su viva imagen, y lo llamó Set.
Como vimos en el versículo 1, Adán fue hecho a la imagen y semejanza de Dios y fue llamado hijo de Dios. Fue bendecido por Dios con la procreación para que se asegurara la transferencia de la imagen divina a sus descendientes.
“Entonces Dios dijo: «Hagamos a los seres humanos a Nuestra imagen, para que sean como Nosotros… Así que Dios creó a los seres humanos a Su propia imagen. A imagen de Dios los creó; hombre y mujer los creó.” — Génesis 1:26a, 27 (NTV)
Pero todo esto cambió con el pecado original cuando Adán comió del fruto prohibido desobedeciendo el mandato de Dios, y aunque Adán no murió físicamente (separación del cuerpo y alma) el día que comió la fruta prohibida, si murió espiritualmente (separación entre Dios y el hombre por el pecado) y ese mismo día inició el proceso de su muerte física, es decir, Adán se convirtió en un mortal. El pecado es como una enfermedad que eventualmente nos va a matar.
“Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.” — Romanos 6:23 (NTV)
En ese momento, Adán perdió la imagen de Dios y su naturaleza fue corrompida, por lo que, debido a que se convirtió en un padre carnal con una naturaleza pecaminosa, ya no pudo transmitir a su descendencia la imagen de Dios, porque fue algo que él ya había perdido, así que solo les heredó su misma naturaleza carnal. Tal y como Caín, Abel, y Set fueron concebidos con la imagen pecaminosa, contaminada, frágil, miserable y mortal de su padre, toda la humanidad hasta el día de hoy ha heredado la misma imagen de Adán desde nuestro nacimiento.
“¿Quién podrá sacar pureza de una persona impura? ¡Nadie! Tú has determinado la duración de nuestra vida. Tú sabes cuántos meses viviremos, y no se nos concederá ni un minuto más.” — Job 14:4-5 (NTV)
A esto se refería Jesús cuando le explica a Nicodemo que como nacemos con la imagen de Adán, la única forma en la que podamos alcanzar la imagen de Dios es volviendo a nacer. Jesús estaba sorprendido que este maestro fariseo judío no conociera el significado de este versículo de Génesis tan importante para alcanzar el reino de Dios.
“El ser humano solo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo. Así que no te sorprendas cuando digo: “Tienen que nacer de nuevo”.” — Juan 3:6-7 (NTV)
“Jesús le contestó: —¿Tú eres un respetado maestro judío y aún no entiendes estas cosas?” — Juan 3:10 (NTV)
Así que hoy no podemos decir que nacemos a la imagen de Dios, más bien todos heredamos la imagen de Adán en alma y cuerpo.
“Pues soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre.” — Salmos 51:5 (NTV)
Por otro lado, en la encarnación de Jesús, el último Adán, el Señor se aseguró de que Él naciera con la imagen de Dios, libre de pecado hasta Su muerte para que pudiera ser nuestro substituto y pagar con Su preciosa sangre el precio de nuestros pecados (1 Corintios 6:20), lo que nos librará de la muerte espiritual, o segunda muerte.
“Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!)” — Efesios 2:4-5 (NTV)
“Jesús le respondió: —Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el reino de Dios. —¿Qué quieres decir? —exclamó Nicodemo—. ¿Cómo puede un hombre mayor volver al vientre de su madre y nacer de nuevo? Jesús le contestó: —Te digo la verdad, nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace de agua y del Espíritu. El ser humano solo puede reproducir la vida humana, pero la vida espiritual nace del Espíritu Santo.” — Juan 3:3-6 (NTV)
Y depende de cada uno de nosotros que en esta vida física revirtamos la imagen de Adán que heredamos de nuestros padres porque nuestra naturaleza pecaminosa está muerta espiritualmente porque somos pecadores separados de Dios. Y la única forma de volver a reunirnos con Dios es volviendo a nacer antes de que ocurra nuestra muerte física, de lo contrario nuestra muerte espiritual se convertirá en permanente, es decir, estar eternamente separados de Dios. Esta es la consecuencia final del pecado, llamada la segunda muerte para los pecadores que no se arrepintieron.
“Pero los cobardes, los incrédulos, los corruptos, los asesinos, los que cometen inmoralidades sexuales, los que practican la brujería, los que rinden culto a ídolos y todos los mentirosos, tendrán su destino en el lago de fuego que arde con azufre. Esta es la segunda muerte».” — Apocalipsis 21:8
“Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que Él dice a las iglesias. Los que salgan vencedores no sufrirán daño de la segunda muerte.” — Apocalipsis 2:11 (NTV)
La buena noticia del Evangelio de Jesucristo es que aquellos que nacen del último Adán (Jesús) escaparán de las garras de la muerte y tendrán vida eterna. El apóstol Pablo nos habla acerca de este proceso para volver a nacer:
“Así como todos mueren porque todos pertenecemos a Adán, todos los que pertenecen a Cristo recibirán vida nueva.” — 1 Corintios 15:22 (NTV)
“Las Escrituras nos dicen: «El primer hombre, Adán, se convirtió en un ser viviente», pero el último Adán —es decir, Cristo— es un Espíritu que da vida. Lo que primero viene es el cuerpo natural, y más tarde viene el cuerpo espiritual. Adán, el primer hombre, fue formado del polvo de la tierra, mientras que Cristo, el segundo hombre, vino del cielo. Los que son terrenales son como el hombre terrenal, y los que son celestiales son como el hombre celestial. Al igual que ahora somos como el hombre terrenal, algún día seremos como el hombre celestial.” — 1 Corintios 15:45-49 (NTV)
Por lo tanto, Set nació no a la imagen de Dios, pero a la imagen carnal de Adán. Y sus descendientes de la misma forma heredarán la imagen de Adán. Pero Dios, por Su gracia nos permite que recobremos la imagen de Dios, por la fe en la semilla, en nuestro Salvador, Jesús (Yeshúa en hebreo). Y Dios volverá a devolvernos la imagen y semejanza en Él a través de la Palabra.
“¡Oh mis hijos queridos! Siento como si volviera a sufrir dolores de parto por ustedes, y seguirán hasta que Cristo se forme por completo en sus vidas.” — Gálatas 4:19 (NTV)
“Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. Y todo esto viene de Dios. Antes éramos sus enemigos, pero ahora, por medio de Cristo, hemos llegado a ser sus amigos, y nos ha encargado que anunciemos a todo el mundo esta buena noticia: Por medio de Cristo, Dios perdona los pecados y hace las paces con todos.” — 2 Corintios 5:17-19 (TLA)
Ver. 4 — Después del nacimiento de Set, Adán vivió ochocientos años más y tuvo otros hijos e hijas.
“Adán vivió ochocientos años más”
Hay varias teorías acerca de la longevidad de las personas antes del Diluvio entre ellas está la comida que pudo tener miles de veces más nutrientes que el alimento que tenemos hoy en día, ya que después del Diluvio la tierra se deterioró enormemente, al punto que Dios nos permitió el cambio de una dieta vegetariana a una omnívora. Sin embargo, hay poca evidencia de que los vegetarianos logren una longevidad superior a la de aquellos que consumen carne. Esta también la teoría de altos niveles de oxígeno y una mayor presión atmosférica. Pero, aunque los resultados para curación y eliminación de enfermedades mejoran en algunos casos, empeoran nuestra salud en general causando problemas de intoxicación de oxígeno al aumentar los radicales libres que producen oxidación porque el oxígeno es sumamente reactivo en nuestro cuerpo. También está la teoría de que la atmósfera antediluviana debió haber protegido a los habitantes de las radiaciones solares. Pero si las condiciones ambientales antes del Diluvio hubieran sido la causa de las grandes longevidades, no explican cómo es que Noé vivió 350 años después del Diluvio. Así que, si el ambiente no fue el principal factor, queda la teoría de la genética que tuviera menores mutaciones (defectos) la que permitió a estas personas el vivir por cientos de años. Lo que haya sido, es un misterio que las Escrituras no esclarecen, dejando todo el control al Señor, quien en Su gracia les permitió para Sus propósitos largas vidas de casi un milenio a los primeros descendientes de Adán.
“Entonces el Señor dijo: «Mi Espíritu no tolerará a los humanos durante mucho tiempo, porque solo son carne mortal. En el futuro, la duración de la vida no pasará de ciento veinte años».” — Génesis 6:3 (NTV)
“tuvo otros hijos e hijas”
Adán pudo llegar a conocer sus descendientes hasta Lamec, la novena generación, al único que no conoció fue a Noé, quien nació 126 años después de su muerte. De acuerdo al historiador judío, Flavio Josefo en su libro Antigüedades Judías, Adán tuvo 56 hijos, treinta y tres hijos y veintitrés hijas, lo que resuelve la pregunta de donde venía la esposa de Caín que vimos en Génesis 4:17-18.
Pero en realidad, las Escrituras no especifican cuantos hijos tuvieron Adán y Eva, solo sabemos que, por la bendición del Señor, Adán tuvo una descendencia muy prolífica. Tampoco conocemos los nombres de los otros hijos e hijas de Adán porque el autor solo quiere mostrarnos la descendencia que heredó la bendición de Adán a Noé.
“Dios ha dado las promesas a Abraham y a su hijo. Y noten que la Escritura no dice «a sus hijos», como si significara muchos descendientes. Más bien, dice «a su hijo», y eso sin duda se refiere a Cristo.” — Gálatas 3:16 (NTV)
Ver. 5 — Adán vivió novecientos treinta años y después murió.
Un punto de vista que podemos considerar cuando Dios le dijo a Adán que no comiera del fruto del árbol prohibido porque moriría (Génesis 2:17), y que no murió físicamente en ese instante, es que en la misericordia y en los planes de salvación de Dios para Adán y toda la humanidad, está en la definición del tiempo del Señor que nos explica el apóstol Pedro, ya que para el Señor, un día es como 1,000 años, por lo que Adán muriendo a los 930 años, es el indicativo de que él murió en el mismo día que comió el fruto prohibido, probando la veracidad de la advertencia de Dios y el castigo impuesto por el pecado a causa de la rebelión de Adán. Y al mismo tiempo, Adán tuvo la descendencia necesaria para que la semilla de la mujer nos salvara a todos del pecado y la muerte. ¡Vea lo increíblemente perfectos que son los planes del Señor!
“Pero no olviden, amados hermanos, que para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” — 2 Pedro 3:8 (RVC)
“y después murió”
El propósito de señalar 8 veces esta frase en este capítulo muestra la magnitud de la ira de Dios en contra del pecado que merece la pena de muerte y que se extendió a toda la raza humana que está bajo condena de muerte por la desobediencia de nuestros primeros padres, porque todos los pecadores están en Adán, independientemente de que la persona sea buena o mala.
“Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron… Sin embargo, desde los tiempos de Adán hasta los de Moisés, todos murieron, incluso los que no desobedecieron un mandamiento explícito de Dios como lo hizo Adán. Ahora bien, Adán es un símbolo, una representación de Cristo, quien aún tenía que venir.” — Romanos 5:12-14 (NTV)
La consecuencia del pecado es la muerte, no ir al infierno. Y en este capítulo nos queda claro que pecado y muerte se perpetuaron a todas las generaciones. Por lo que podemos concluir cuando escuchamos que Adán murió, que él era un pecador. Si Set murió, entonces Set era un pecador, y lo mismo ocurre con toda la humanidad, desde los bebés hasta los adultos que somos pecadores por lo tanto la paga es la muerte física.
Cristo es el antídoto en contra del legado de Adán. A diferencia de la desobediencia de Adán en el jardín del Edén, la triunfal obediencia de Jesús en el jardín de Getsemaní nos permite disfrutar de la vida a través del sacrificio de sangre que hizo nuestro Señor Jesucristo por nosotros. Además, tenemos la promesa de que el último enemigo que será destruido es la muerte.
“Pues Cristo tiene que reinar hasta que humille a todos Sus enemigos debajo de Sus pies. Y el último enemigo que será destruido es la muerte.” — 1 Corintios 15:25-26 (NTV)
Para concluir los dejo con las palabras de aliento del apóstol Pablo acerca de cómo el pecado y la muerte van a ser derrotados y nuestros cuerpos serán transformados en cuerpos inmortales.
“Pues nuestros cuerpos mortales tienen que ser transformados en cuerpos que nunca morirán; nuestros cuerpos mortales deben ser transformados en cuerpos inmortales. Entonces, cuando nuestros cuerpos mortales hayan sido transformados en cuerpos que nunca morirán, se cumplirá la siguiente Escritura: «La muerte es devorada en victoria. Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?». Pues el pecado es el aguijón que termina en muerte, y la ley le da al pecado su poder. ¡Pero gracias a Dios! Él nos da la victoria sobre el pecado y la muerte por medio de nuestro Señor Jesucristo.” — 1 Corintios 15:53-57 (NTV)
¡Que Dios los bendiga!