Adan y Eva Expulsados

Génesis 3:6 — El hombre y la mujer pecan

Ver. 6 — La mujer quedó convencida. Vio que el árbol era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría. Así que tomó del fruto y lo comió. Después le dio un poco a su esposo que estaba con ella, y él también comió.

Después del discurso de la serpiente vemos que Adán y la mujer tenían dos opciones: creer en Dios o creerle a Satanás; lamentablemente decidieron creerle a la serpiente. Esta toma de decisiones es la base de la batalla espiritual que cambió el destino de toda la humanidad, y que seguimos viendo hoy en día con todas las religiones en el mundo, y con la complejidad de los valores en la sociedad. Cuando en realidad, todas nuestras decisiones deberían de estar basadas únicamente en la revelación de Dios, que es perfecta. Vemos como la serpiente les vendió al hombre y a la mujer la falsa idea de la maldad disfrazada como algo más allá de lo bueno, de la sabiduría, la sofisticación, y de grandeza; lo que los llevó a la desobediencia por su avaricia.

“La mujer quedó convencida”

Adan-y-Eva-tentacion1Como vimos anteriormente, la serpiente fue envolviendo en el engaño a la mujer de forma que le creyera sus mentiras. Satanás sabía que no podía tentarla para que robara, mintiera, codiciara porque estaba en el paraíso y no le faltaba nada. Pero si podía hacer que dudara de Dios, y en eso enfocó su estrategia de ataque, lo que le dio la victoria en esta batalla como lo vemos en este versículo. El principal objetivo de Satanás al tentar a la humanidad es colocarse entre Dios y las almas de los hombres, con la esperanza de separar nuestros corazones del Señor por medio de mentiras y engaños, y ganar nuestra confianza para usurpar el lugar que solamente le corresponde a Dios. Cuando Satanás gana seguidores, él se convierte en el dios de estos hombres y mujeres a través de las diferentes religiones, corrientes filosóficas, y valores sociales que han existido a lo largo de la historia de la humanidad.

Como vemos el pecado original no fue el acto de comer el fruto prohibido, sino que empezó desde que la mujer puso su fe en Satanás en lugar de en Dios. Ellos solamente tenían una restricción que Dios les había dado y al comer del fruto fallaron la prueba, con lo cual provocaron la caída de la humanidad.

“Vio que el árbol era hermoso y su fruto parecía delicioso, y quiso la sabiduría que le daría”

Arbol-del-conocimientoLa palabra “hermoso” viene el hebreo טוֹב – tov, que significa bueno; puede significar algo bello o también algo moral. En la traducción de Reina Valera Contemporánea (RVC) dice: “el árbol era bueno para comer”, esto también nos recuerda lo que Dios declara durante la creación: ¡vio que era muy bueno! En este caso veremos que lo hermoso la serpiente lo convierte en una atracción a la desobediencia.

La tentación del fruto estaba en: 1) ser comida para el cuerpo; 2) su apariencia; 3) el deseo por su potencial para hacer a la mujer sabia. La palabra en hebreo utilizada aquí para “deseo” es חָמַד – jamad. Es la misma palabra utilizada en el décimo mandamiento: “No codiciaras”. Por eso, este versículo en la RVC es traducido como: “y codiciable para alcanzar la sabiduría”.

No codiciarás la casa de tu prójimo, ni a su mujer, ni a su siervo ni a su esclava, ni su buey ni su asno, ni nada que le pertenezca a tu prójimo.” — Éxodo 20:17 (RVC)

La mujer supone que el fruto le dará sabiduría, שָׂכַל – sakal, que es un término amplio para definir visión, perspicacia, prudencia, y éxito. Que ella debió tomarlo como conocimiento divino. Pero lo único que obtuvo con su transgresión fue un conocimiento independiente de Dios. Agustín de Hipona relacionó el pecado con el orgullo. Y el orgullo es lo contrario a la prudencia y la humildad.

“El orgullo lleva a la deshonra, pero con la humildad viene la sabiduría.” — Proverbios 11:2 (NTV)

En este versículo vemos la triple tentación de la que nos habla el apóstol Juan cuando menciona que la tentación siempre viene en una o más de estas tres categorías:

“Porque todo lo que hay en el mundo, es decir, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. El mundo y sus deseos pasan; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” — 1 Juan 2:16-17 (RVC)

  1. El deseo de la carne: El desenfrenado deseo de la carne por el fruto prohibido provocó un apetito irracional, una fijación en la mente de la mujer para comer la única cosa que no debía comer, ahora nada la iba a saciar, este comportamiento fue provocado por su egoísmo y la desconfianza en Dios. Jesús nos dice que los pecados de la carne provienen del corazón del hombre. Ahí es donde Satanás enfoca sus ataques con estímulos externos e incitando nuestros sentidos; y nos puede tentar, pero por lo general, no nos puede obligar. Satanás en toda su conversación con la mujer nunca le dice que coma del fruto prohibido. La tentación más peligrosa es raramente la más directa. El diablo no sería muy exitoso si tratara de tentar a las personas diciéndoles: “¡vamos! síganme al infierno y sufrirán por toda la eternidad conmigo”. Él es más sutil para hacernos pecar, y el resultado final para nuestra alma es el mismo. El conflicto entre escoger el falso “placer” y el servicio a Dios, tiene resultados para toda la eternidad.
  2. Eva-desea-el-frutoEl deseo de los ojos: En segundo lugar, la estimulación causada por la visión del árbol y su fruto fue un “deleite para los ojos”. Antes de la tentación probablemente, la mujer ni siquiera se molestó en mirar el árbol, pero de repente, eso que era prohibido se convirtió en lo más bello de contemplar. No porque no hubiera variedad de colores, formas y tamaños entre los árboles; sino porque Satanás había sembrado la idea en su mente que el fruto representaba algo bueno que Dios estaba restringiendo hasta ese momento. Nuestras tentaciones muchas veces pueden empezar sólo con un vistazo.

[Dice Jesús] “Pero yo digo que el que mira con pasión sexual a una mujer ya ha cometido adulterio con ella en el corazón.” — Mateo 5:28 (NTV)

[Dice Jesús] «Por lo tanto, si tu ojo —incluso tu ojo bueno— te hace caer en pasiones sexuales, sácatelo y tíralo. Es preferible que pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno.» — Mateo 5:29 (NTV)

  1. El orgullo de la vida: El alcanzar la sabiduría divina sedujo su apetito intelectual y religioso. El orgullo incipiente en la mujer hizo que fantaseara con estar al nivel de Dios al adquirir la sabiduría del conocimiento del bien y del mal. Este fue el mismo deseo de Lucifer que causó su caída. Y ahora la mujer estaba expresando el mismo deseo.

“Tú, que en tu corazón decías: “Subiré al cielo, por encima de las estrellas de Dios, y allí pondré mi trono. En el monte del concilio me sentaré, en lo más remoto del norte; subiré hasta las altas nubes, y seré semejante al Altísimo.” — Isaías 14:13-14 (RVC)

Cuando Satanás tentó a Cristo en el desierto, utilizó estos mismos tres tipos de tentaciones. El deseo de la carne cuando lo tentó para que convirtiera las piedras en pan, después de haber ayunado durante 40 días.

“En ese tiempo, el diablo se le acercó y le dijo: —Si eres el Hijo de Dios, di a estas piedras que se conviertan en pan.” — Mateo 4:3 (NTV)

Tentacion-CristoDespués Jesús fue tentado con “el deseo de los ojos” cuando Satanás le mostró todos los reinos del mundo prometiéndole autoridad sobre ellos.

“Luego el diablo lo llevó a la cima de una montaña muy alta y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria que hay en ellos. —Te daré todo esto —dijo— si te arrodillas y me adoras.” — Mateo 4:8-9 (NTV)

Y por último, el diablo lo tentó con el orgullo de la vida al llevarlo a lo más alto del Templo para que Jesús fuera tentado emocionalmente para tirarse al vacío, pero Él nunca pecó. Mostró Su total dependencia en el Padre y sometimiento a Su voluntad.

“Después el diablo lo llevó a la santa ciudad, Jerusalén, al punto más alto del templo, y dijo: —Si eres el Hijo de Dios, ¡tírate! Pues las Escrituras dicen: “Él ordenará a sus ángeles que te protejan. Y te sostendrán con sus manos para que ni siquiera te lastimes el pie con una piedra”. — Mateo 4:5-6 (NTV)

Cuando se enfrente a las tentaciones que le causan placer y que son más difíciles de evitar, evite pecar, siempre hay al menos una salida, recurra a la Palabra de Dios para permanecer firme ante la tentación. No olvide el poder de la oración.

“Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, junto con aquellos que con un corazón limpio invocan al Señor.” — 2 Timoteo 2:22 (RVC)

Cuando Satanás logra convencer a la gente para que haga cosas malas, sus víctimas lo hacen pensando que están haciendo lo correcto después de haberlo racionalizado. El enemigo puede mantener a las personas pecando sin que ellas se den cuenta de que están actuando mal ante Dios. No sigamos el ejemplo de nuestros primeros padres. El apóstol Pablo nos da unas palabras de aliento para combatir las tentaciones.

“Las tentaciones que enfrentan en su vida no son distintas de las que otros atraviesan. Y Dios es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que puedan soportar. Cuando sean tentados, Él les mostrará una salida, para que puedan resistir.” — 1 Corintios 10:13 (NTV)

“Así que tomó del fruto y lo comió”

Santiago nos previene en su carta en contra de cometer todo aquel deseo ilícito que tengamos, porque eso nos llevará a la separación de Dios al pecar. Tenga en cuenta que los ojos y los oídos son las ventanas del alma y lo que dejamos entrar crece en nuestro corazón nos lleva a cometer el acto fatal.

 “Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte.” — Santiago 1:14-15 (RVC)

«Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida.» — Proverbios 4:23 (NTV)

La responsabilidad del hombre es la de servir, obedecer y glorificar a su Creador. El hombre no se hizo a sí mismo, por lo tanto, está en deuda con Dios. Se debe de sujetar al mandato Divino. La creatura al buscar ser como un dios resiste la voluntad, rechaza la Palabra, y abandona el camino de Dios. Así que Santiago nos recomendó no seguir los pasos de nuestros primeros padres cuando enfrentemos a la serpiente en nuestras vidas.

“Así que no se dejen engañar, mis amados hermanos.” — Santiago 1:16 (NTV)

Santiago, el hermano menor de Jesús, nos alienta a no caer en la tentación, ya que Dios tiene un premio si superamos las pruebas de esta vida.

“Dios bendice a los que soportan con paciencia las pruebas y las tentaciones, porque después de superarlas, recibirán la corona de vida que Dios ha prometido a quienes lo aman.” — Santiago 1:12 (NTV)

«A todos los que salgan vencedores y me obedezcan hasta el final: Les daré autoridad sobre todas las naciones.» — Apocalipsis 2:26 (NTV)

«A todos los que salgan vencedores, les daré del maná que ha sido escondido en el cielo. Y le daré a cada uno una piedra blanca, y en la piedra estará grabado un nombre nuevo que nadie comprende aparte de aquel que lo recibe.» — Apocalipsis 2:17b (NTV)

“Después le dio un poco a su esposo que estaba con ella, y él también comió”

Adan-y-Eva-ventanaEn las Escrituras tenemos una explicación detallada del porque la mujer fue víctima del engaño de la serpiente, pero no hay explicación del porqué de la decisión de Adán de comer del fruto prohibido. No hay excusa para Adán, como lo explica el apóstol Pablo, el sólo siguió el ejemplo de la mujer sin vacilar.

“Ahora bien, no fue Adán el engañado por Satanás; la mujer fue la engañada y la consecuencia fue el pecado.” — 1 Timoteo 2:14 (NTV)

La historia está tan condensada que no se nos explican todos los detalles, no hay ninguna indicación de que Adán fuera atraído por lógica o provocación sexual, tampoco se había opuesto a la autoridad de Dios hasta ese momento, por lo que lo más probable es que haya dejado de creer en Su Palabra. Adán mostró claramente un menosprecio de lo que Dios le había otorgado, al comer del fruto prohibido y menospreciar el árbol de la vida. No se sabe con certeza si él estuvo presente durante la conversación entre la mujer y la serpiente. Ya que “estaba con ella” no necesariamente explica que él estuviera presente, y la Biblia sólo se ha referido a la mujer en la conversación; sin embargo, la acción descrita en este verso parece implicar que Adán fuera testigo del diálogo, además la serpiente habló en plural a la mujer como si estuviese hablando a la pareja.

Una de las realidades del pecado es que su efecto se extiende, como la levadura. En la Biblia la levadura se refiere al pecado. Después de que la mujer pecó, también involucró a Adán. Aquellos que han hecho mal, están más propensos a atraer a otros a hacer lo mismo. Este mecanismo del pecado da alivio al primer transgresor (al no ser el único culpable), quien contamina a los que tiene a su alrededor haciéndolos que cometan la mala acción también. Por eso, confiese sus pecados y no haga que otras personas caigan en tentación.

««¡Atención! —les advirtió Jesús—. Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y con la de los saduceos».»— Mateo 16:6 (NTV)

[Dice Jesús]»así que no les hagan caso [a los fariseos]. Son guías ciegos que conducen a los ciegos, y si un ciego guía a otro, los dos caerán en una zanja.» — Mateo 15:14 (NTV)

«Por eso, ya no debemos criticarnos unos a otros. Al contrario, propónganse ustedes no hacer nada que sea causa de que su hermano tropiece, o que ponga en peligro su fe.» — Romanos 14:13 (DHH)

Adan-y-Eva-TentacionAdán era perfecto, inocente (ignorancia del mal), su naturaleza no era corrupta, poseía el dominio de la creación, tenía comunión cara a cara con Dios. Adicionalmente, él fue creado santo y tenía completa libertad de la voluntad, pero su santidad no había sido probada y con su libre albedrío, él era capaz de desobedecer y pecar, lo que lo llevaría a probar su carácter moral. La desobediencia a una orden sencilla, fácil, y claramente expresada por Dios, repercutió en toda la creación y llevó a su descendencia al pecado y a la ruina. Cuando Adán y su esposa vieron la tontería que habían cometido al comer del fruto prohibido, vieron como la felicidad los abandonaba, y la miseria y la deshonra en la que habían caído; sintieron vergüenza, vieron su desnudez, se llenaron de terror y confusión, y se escondieron. Adán tenía lo que quisiera, y podía hacer lo que quisiera; pero su pecado fue, en una palabra, la desobediencia. Se ha preguntado, ¿Qué efecto tiene el pecado en su vida? ¿No es acaso lo mismo que nos ocurre ahora cuando pecamos?

“Porque así como por la desobediencia de un solo hombre [Adán] muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo [Jesús] muchos serán constituidos justos.” — Romanos 5:19 (RVC)

(Nota: Estrictamente hablando, tal cosa como el libre albedrío no existe. El hombre o la mujer están en realidad influenciados por Satanás, o guiados por Dios.)

Adán transfirió la muerte y el juicio a toda la raza humana. Es por eso que tenemos una naturaleza rebelde, vil, corrupta, y destructiva; y un corazón pecaminoso que corrompe a todos nuestros pensamientos, emociones y voluntad. Debido a que nuestra naturaleza (carne) y nuestro corazón están en enemistad contra Dios, por ello, nos rebelamos ante Dios, Su ley, y todo lo que Él representa.

“Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios.” — Romanos 8:7-8 (NTV)

¿Cómo es que la humanidad de estar en el paraíso ha llegado a este estado de maldad? Este versículo en Génesis 3 responde a esta pregunta con claridad y simplicidad. Adán desobedeció deliberadamente a Dios. De alguna manera su pecado contaminó a toda la raza humana, y su descendencia heredó el amor por el pecado, el menosprecio, y la falta de respeto por la verdadera justicia.

“Cuando Adán pecó, el pecado entró en el mundo. El pecado de Adán introdujo la muerte, de modo que la muerte se extendió a todos, porque todos pecaron.” — Romanos 5:12 (NTV)

maldadLa descripción Divina de la caída es la única explicación posible de la condición presente de la raza humana, con la presencia de la maldad y la universalidad del pecado en el mundo. Si uno rechaza la explicación Divina, no hay una respuesta satisfactoria para el pecado o la muerte. Vemos la decadencia de la humanidad en pecado como una espiral descendente empezando en el siguiente capítulo, en el que se relata el primer asesinato en Génesis 4:8; después, poligamia en Génesis 4:19; perversión sexual en Génesis 19:1-5; incesto en Génesis 19:30-38; idolatría en Génesis 31:30-35; una violación en Génesis 34:1-2; asesinatos en masa en Génesis 34:25-29; prostitución en Génesis 38: 14-19.

La incapacidad de amar, obedecer y complacer a Dios es la esencia de la depravación humana. Así que no hay nada que podamos hacer por nosotros mismos para liberarnos de la esclavitud del pecado. No podemos dar sentido a nuestra situación moral hasta que entendamos en donde comenzó el problema y que Cristo es el único quien nos puede salvar.

“Así como todos mueren porque todos pertenecemos a Adán, todos los que pertenecen a Cristo recibirán vida nueva.” — 1 Corintios 15:22 (NTV)

Y la única solución a este dilema es la obra de recreación de Dios en nuestras vidas.

“Esto significa que todo el que pertenece a Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una nueva vida ha comenzado!” — 2 Corintios 5:17 (NTV)

Es lo que Jesús le dijo a Nicodemo, uno de los líderes religiosos judíos.

“Así que no te sorprendas cuando digo: “Tienen que nacer de nuevo”. — Juan 3:7 (NTV)

Que grandes contrastes entre el primer y el último Adán (Jesucristo). Adán tenía todo en el paraíso, Jesús no tenía nada en el desierto; Adán confió en Satanás, Jesús puso su confianza en Dios Padre; Adán tuvo una derrota, Jesús tuvo una victoria total. Por eso es tan importante estar con Jesucristo, nuestro Salvador.

La conexión del hombre y Dios es espiritual, y nuestra respuesta es a través de fe; por ello, el romper la conexión significa la muerte.

“Aquel cuya alma no es recta, es arrogante; pero el justo vivirá por su fe.” — Habacuc 2:4 (RVC)

Para concluir, se preguntará ¿Por qué Dios permite la tentación? Y si nos regresamos a los capítulos 1 y 2, encontramos que el hombre fue creado inocente, pero no se había creado justo o recto. ¿Qué es justicia o rectitud? Una persona justa es aquella persona inocente que ha sido expuesta a la tentación y responde de acuerdo a los lineamientos de Dios. Así que, la tentación es la prueba que nos va a hacer crecer espiritualmente o nos va a destruir. El carácter de la persona debe ser desarrollado, y la única forma de hacerlo es en la presencia de la tentación. Entonces concluimos que Dios, con Sus fines sabios y santos, permite la tentación de la serpiente para crecer al hombre de su estado de inocencia a un estado de justo y de rectitud, que se alcanza solamente de una forma, con la fe en nuestro Señor Jesucristo quien murió por nosotros en la cruz para el perdón de nuestros pecados. Como el resto de la Biblia nos va a explicar.


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