El procedimiento de confesión y curación descrito en Santiago 5:14-16 ha sido confundido a menudo con las señales milagrosas y maravillas que marcaron los comienzos del testimonio Cristiano. Como de costumbre, como lo es este caso, la cuestión es «¿Qué es lo que dice la Biblia?» y no «¿Qué es lo que quiero que diga la Biblia?». En otras palabras, la cuestión no es qué es lo popular o lo que la gente quiere, sino lo que el Señor nos comunica a través de Su Palabra. Debemos diferenciar el ministerio terrenal del Señor, de Su ministerio celestial, durante este periodo de gracia en el cual vivimos. Sus instrucciones para sanar fueron dadas a Sus apóstoles y discípulos para propósitos específicos, mientras Cristo estaba con ellos en la tierra. No es correcto Bíblicamente transferirlos a la era de la Iglesia, para cuyo periodo tenemos otras instrucciones dadas por nuestro Señor glorificado. Las únicas prescripciones en las epístolas para sanar a los enfermos (débiles) son:
«¿Alguno está enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia, para que vengan y oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. Una oración ofrecida con fe, sanará al enfermo, y el Señor hará que se recupere; y si ha cometido pecados, será perdonado.»— Santiago 5:14-15 (NLT)
Estas instrucciones están estrechamente vinculadas con las siguientes:
«Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos.» — Santiago 5:16 (NLT)
¿En dónde ocurre la curación y por qué no hay un ministerio de curación en curso?
Observe que el contexto para la curación es en el hogar y la asamblea local, y que la curación está ligada con el ministerio de los ancianos de esa asamblea, no con una persona externa supuestamente con el don de un ministerio de curación. No existe ninguna mención de regalos espirituales ni de ministerios o cruzadas de curación. Como vimos arriba, las curaciones mencionadas en el libro de Hechos, eran señales apostólicas las cuales dieron legitimidad a sus ministerios en particular, por ejemplo:
«Como resultado del trabajo de los apóstoles, la gente sacaba a los enfermos a las calles en camas y camillas para que la sombra de Pedro cayera sobre algunos de ellos cuando él pasaba.» — Hechos 5:15 (NTV)
«Cuando ponían sobre los enfermos pañuelos o delantales que apenas habían tocado la piel de Pablo, quedaban sanos de sus enfermedades y los espíritus malignos salían de ellos.» — Hechos 19:12 (NTV)
También vemos otros ejemplos en 2 Corintios 12:12; Marcos 3:14-15; Hechos 2:43; 4:33; 5:12. Estos regalos de señales terminaron con la muerte de los apóstoles o quizás incluso antes. Incluso en las primeras iglesias, queda claro que no todos los Cristianos podrían hacer las señales milagrosas. Las excepciones fueron unos cuantos hombres como Tito y Timoteo quienes eran delegados especiales de Pablo. No existía una experiencia general de hacer milagros, ya que si la hubiera habido, Pablo no hubiera señalado que sus milagros fueran señales especiales (ver arriba y Romanos 15:17-21).
[Dice Pablo] «Los gentiles se convencieron por el poder de señales milagrosas y maravillas, y por el poder del Espíritu de Dios. De esa manera, presenté con toda plenitud la Buena Noticia de Cristo desde Jerusalén hasta llegar a la región del Ilírico.» — Romanos 15:19 (NTV)
Si todos hubieran podido hacer tales cosas, el ministerio de Pablo hubiera sido sólo «otro más» de los ministerios Cristianos de hacer milagros. Otro ejemplo: Si todos hubieran podido hacer milagros, los Cristianos no hubieran tenido que llamar a Pedro para que fuera a resucitar a Tabita de entre los muertos (Hechos 9:36-42). El milagro de Pedro aquel día fue «la señal de un apóstol». Adicionalmente, si tales curaciones hubieran sido una práctica común, Lucas no hubiera sido llamado «el médico amado»:
[Dice Pablo] «Les manda saludos Lucas, el médico amado, y también Demas.» — Colosenses 4:14 (NTV)
Esta expresión muestra la apreciación de Pablo por las habilidades de Lucas como doctor; en vez de rechazar la necesidad de tener tal cuidado profesional, como sucede en ciertos grupos. También implica que el Señor hace uso de tales habilidades profesionales para cuidar de Su gente.
¿Cuál era/es el significado de la curación?
Los medios que Dios utiliza para sanar, en este contexto específico, es la oración fervorosa de los ancianos. La oración es acompañada de aceite para unción, pero observe que el pasaje dice que es la «oración con fe» la cual sanará a los enfermos. No dice que el ungir con aceite salve o cure a los enfermos. En el caso particular descrito por Santiago, el aceite medicinal debe ser aplicado porque la Biblia lo dice. Los apóstoles ungían con aceite cuando eran enviados por el Señor en los comienzos de Su ministerio:
«También expulsaban muchos demonios y sanaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite de oliva.» — Marcos 6:13 (NTV)
Santiago se refiere al aceite no sólo como un remedio medicinal; mientras que es cierto que el aceite era utilizado en tiempos Bíblicos como vemos en:
«De la punta del pie a la cabeza no hay nada sano en ustedes; todo es heridas, golpes, llagas abiertas; nadie se las ha curado ni vendado, ni les ha calmado los dolores con aceite.» — Isaías 1:6 (DHH)
«Se le acercó y le alivió las heridas con vino y aceite de oliva, y se las vendó. Luego subió al hombre en su propio burro y lo llevó hasta un alojamiento, donde cuidó de él.» — Lucas 10:34 (NTV)
No hay ninguna indicación en Santiago 5 que el aceite sea utilizado (únicamente) en esta forma. Más bien, pareciera que Santiago lo menciona para que sea usado simbólicamente, para indicar el poder de curación del Espíritu Santo, y del Mesías rechazado pero glorificado, en cuyo nombre ocurren la oración y la unción. La imposición de las manos ni siquiera es mencionada. Por otro lado, la imposición de las manos, cuando se hace de la manera Bíblica, puede expresar identificarse (vincularse) con el creyente que pecó. Tal vinculación con el pecado del pueblo de Dios lo encontramos con Jeremías, Daniel, Esdras, Nehemías, y otros.
¿Cuál promesa es dada?
Debe ser entendido como cuestión de principio general que tal promesa de ser restaurado a buena salud implica una restricción: si es la voluntad de Dios. Esta promesa no puede ser tomada en un sentido absoluto e incondicional para cualquier enfermedad, ya que entonces, si estos medios fueran usados, la persona enferma siempre se recuperaría, sin importar qué tan seguido se enferme, y nunca necesitaría morir.
El decir que este pasaje garantiza la curación en cada circunstancia es contrario a otras enseñanzas en el Nuevo Testamento al respecto. Santiago 5:15-16 indica un enlace sólido entre estos cuatro elementos:
- Confesión del enfermo (el cual es creyente);
- Oración de personas justas (reconocidos como ancianos);
- Curación (del mismo verbo en griego que también significa «salvar»);
- Perdón (de los pecados en contra de otro creyente, ver lo siguiente).
El contexto indica que sucede algo malo con un miembro de la asamblea local, del cual los ancianos parecen tener conocimiento, pero sin haberlo confesado o lidiado con ello. El Señor permite que la persona que transgredió se enferme, después de lo cual las instrucciones de los versículos 14-16 son puestas en práctica. Los versos que siguen elaboran puntos específicos: las oraciones fervorosas, inteligentes, y perseverantes de los ancianos (hombres justos v. 14, 16) y la ayuda dada para recuperar a uno que se descarrió (v. 17-20). Sin embargo, existen grandes diferencias entre los días del principio del nuevo testimonio de Dios conectado con el Cristo exaltado, y nuestros días en descenso. En las cuestiones gubernamentales de Dios, este punto es un factor importante, indicando que no podemos esperar las mismas condiciones que en el principio (de la era de la Iglesia), considerando que los principios divinos permanecen iguales durante todo el periodo de gracia. Mientras nos acercamos a los últimos días de Su presente testimonio, se nos recuerda que el Señor sigue siendo el Mismo. Santiago nos muestra que pongamos nuestra fe en el Señor, también hoy.
«Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre.» — Hebreos 13:8 (NTV)
Incluso en los días de los apóstoles algunos no eran sanados
El Nuevo Testamento nos muestra casos diferentes al que acabamos de describir, en los que Dios no curó a los Cristianos de sus enfermedades. En el caso de Timoteo, nos dice que Timoteo se enfermaba a menudo. El apóstol Pablo le indicó en su carta que bebiera un poco de vino por su salud estomacal y sus enfermedades recurrentes.
[Dice Pablo a Timoteo]»No bebas agua solamente. Deberías tomar un poco de vino por el bien de tu estómago, ya que te enfermas muy seguido.» — 1 Timoteo 5:23 (NTV)
Dios no curó a Timoteo de forma sobrenatural o permanente de su enfermedad. En el caso de Trófimo en 2 Timoteo 4:20, vemos que otro de los colaboradores de Pablo, Trófimo, fue dejado en Mileto enfermo.
«Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo lo dejé enfermo en Mileto.» — 2 Timoteo 4:20 (NTV)
El no fue sanado de forma sobrenatural, incluso cuando un apóstol estaba junto con él, y por tanto Pablo tuvo que dejar a su compañero atrás, debido a su enfermedad. En el caso del mismo Pablo, en 2 Corintios 12:7-10, hay una situación en la cual el apóstol sufrió de cierto padecimiento. Él le pidió tres veces al Señor que le quitara ese malestar, pero Él se rehusó a hacerlo, diciéndole a Pablo que era para su bienestar espiritual.
«Aun cuando he recibido de Dios revelaciones tan maravillosas. Así que, para impedir que me volviera orgulloso, se me dio una espina en mi carne, un mensajero de Satanás para atormentarme e impedir que me volviera orgulloso. En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me la quitara. Cada vez Él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; Mi poder actúa mejor en la debilidad».»— 2 Corintios 12:7-9 (NTV)
Al enterarse de eso, Pablo se postró hacia la voluntad de Dios y dijo sabiamente:
«Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.» — 2 Corintios 12:10 (NTV)
Este es el ejemplo correcto para los Cristianos de hoy en día. Debemos orar para sanar y para ser librados de las aflicciones, pero cuando Dios no nos cura, debemos inclinarnos hacia Su voluntad y aceptar la enfermedad o el problema como algo que viene de Su mano. Esto no es falta de fe; es obediencia y sumisión a la soberanía de Dios. Estos tres ejemplos no asumen que exista un pecado específico que necesite ser confesado, como en el caso anterior de Santiago 5. Ellos describen la mano de Dios en disciplina y amor verdadero, al permitir la enfermedad, ya sea para prevenir que uno caiga en pecado, o para otros propósitos. Tales situaciones han sido diseñadas por Dios para Su honor y gloria, así como para el bienestar del hermano o hermana en cuestión.
«Cuando Jesús oyó la noticia, dijo: «La enfermedad de Lázaro no acabará en muerte. Al contrario, sucedió para la gloria de Dios, a fin de que el Hijo de Dios reciba gloria como resultado».»— Juan 11:4 (NTV)
En el caso de Epafrodito, en adición a estos tres casos, y confirmando la última frase; Epafrodito se había enfermado de gravedad mientras visitaba a Pablo en Roma:
[Dice Pablo] «Lo envío [a Epafrodito] porque, desde hace tiempo, tiene deseos de verlos y se afligió mucho cuando ustedes se enteraron de que estaba enfermo. Es cierto que estuvo enfermo e incluso a punto de morir; pero Dios tuvo misericordia de él, como también la tuvo de mí, para que yo no tuviera una tristeza tras otra.» — Filipenses 2:26-28 (NTV)
No hay ninguna indicación de que Pablo lo haya podido curar o que hubiera intentado hacerlo; tampoco hay ninguna mención de que Epafrodito se hubiera enfermado por estar en desacato a la voluntad de Dios. Dios permitió esta enfermedad por varias razones, y al final Su nombre fue glorificado cuando este hermano fue curado.