Adan y Eva Expulsados

Génesis 3:9-13 — Dios cuestiona al hombre y a la mujer

Ver. 9 — Entonces el Señor Dios llamó al hombre: — ¿Dónde estás?

Después del pecado original nuestra comunión con Dios cambió, de forma que el Señor inicia Su plan de salvación, y en este pasaje es representado como un Padre gentil en la búsqueda de Sus hijos; no a través de la denuncia su pecado, sino incentivando a través de Sus preguntas a que Adán y su esposa admitan su pecado, y busquen la gracia y el perdón del Señor. Pero lamentablemente ocurre lo contrario, no se admite el pecado y se inventan excusas que inculpan al mismo Dios (YAHVEH en hebreo).

«¿Dónde estás?»

La verdadera pregunta que Dios estaba haciendo fue, ¿por qué te escondes? Pero en Su sabiduría y con un efecto pedagógico le pregunta a Adán: «¿Dónde estás?». Por el tono de esta pregunta se muestra que Dios sabía exactamente en dónde estaba Adán, lo que había hecho, y en qué condiciones estaba, y por lo tanto era inútil tratar de esconderse después de haberle hecho caso a la serpiente y desobedecer a Dios. Dios estaba dándole una oportunidad para una confesión rápida.escondido

“No hay nada en toda la creación que esté oculto a Dios. Todo está desnudo y expuesto ante Sus ojos; y es a Él a quien rendimos cuentas.” — Hebreos 4:13 (NTV)

«Podría pedirle a la oscuridad que me ocultara, y a la luz que me rodea, que se convierta en noche; pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de Ti. Para Ti, la noche es tan brillante como el día. La oscuridad y la luz son lo mismo para Ti.» —Salmos 139:11-12 (NTV)

Dios sabía del sufrimiento que le estaban causando a Adán todos estos nuevos sentimientos de vergüenza, remordimiento, confusión, culpa y miedo que dieron lugar al comportamiento clandestino de la pareja, dicha rebelión los condujo a ocultarse. Posiblemente también temían al castigo, pero no hay ningún lugar en donde se pudieran esconder de Dios, nunca lo ha habido.

“Los ojos del Señor están en todas partes, y observan a los malos y a los buenos.” — Proverbios 15:3 (RVC)

La pregunta ”¿Dónde estás?” muestra dos cosas: Que el hombre está perdido por el pecado, y que Dios ha venido a buscarlo por Su inmensa gracia. El hombre pecador es el enemigo de la pureza de Dios, sin embargo, Él vino por Su gracia en su búsqueda, así que el hombre es valioso para Dios.

“Pero Tú eres puro y no soportas ver la maldad. ¿Serás indiferente ante la traición de ellos? ¿Guardarás silencio mientras los perversos se tragan a gente más justa que ellos?” — Habacuc 1:13 (NTV)

Con esto se muestra la proveeduría que Dios hace para cubrir nuestras necesidades. Aquí empieza el flujo maravilloso de profecías que continúan a través de toda la Biblia. En el estudio anterior vimos la similitud de las hojas de higuera y las religiones modernas, las cuales, separan a los hombres de Dios. También vemos que Adán está perdido, al igual que toda su descendencia.

[Dice el Señor] «Yo derramo amor inagotable a mil generaciones, y perdono la iniquidad, la rebelión y el pecado. Pero no absuelvo al culpable, sino que extiendo los pecados de los padres sobre sus hijos y sus nietos; toda la familia se ve afectada, hasta los hijos de la tercera y cuarta generación».»— Éxodo 34:7 (NTV)

“Pues soy pecador de nacimiento, así es, desde el momento en que me concibió mi madre.” — Salmos 51:5 (NTV)

Y aquí vemos a Dios buscando a Adán, y no el hombre buscando a Dios. A partir de este capítulo y por el resto de la Biblia, nuestro Señor inicia Su plan divino para salvarnos, Él es quien nos busca y llama a regresar con Él.Cruz

[Dice Jesús] «Ustedes no me eligieron a Mí, Yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en Mi nombre.» — Juan 15:16 (NTV)

[Dice Jesús] «¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si oyes Mi voz y abres la puerta, Yo entraré y cenaremos juntos como amigos.» — Apocalipsis 3:20 (NTV)

Fue YAHVEH quien buscó a Abraham y lo llamó cuando él todavía era un idólatra. Fue YAHVEH quien buscó a Jacob en Betel cuando estaba huyendo. Fue YAHVEH quien buscó a Moisés cuando era un fugitivo en Madián. Fue Jesús quien buscó a los apóstoles. Aprendemos que el hombre no se puede acercar a Dios excepto a través de un mediador.

“Como está escrito: ¡No hay ni uno solo que sea justo! No hay quien entienda; no hay quien busque a Dios.” — Romanos 3:10-11 (RVC)

“Pues, hay un Dios y un Mediador que puede reconciliar a la humanidad con Dios, y es el hombre Cristo Jesús.” — 1 Timoteo 2:5 (NTV)

Dios se dirige primero a Adán, quien posee la mayor responsabilidad, después a la mujer únicamente cuando es señalada por el hombre, y por último a la serpiente. En orden inverso de como participaron en el pasaje de Génesis 3 (serpiente, mujer, hombre). Lo que muestra el primordial interés de Dios en la pareja, ya que no puede haber reconciliación si ellos no desean confesar su pecado, lo que genera distanciamiento y los lleva a ocultarse.

“¡Jamás podría escaparme de Tu Espíritu! ¡Jamás podría huir de Tu presencia!” — Salmos 139:7 (NTV)

Con la muerte espiritual la persona se encuentra separada de Dios.
Con la muerte espiritual la persona se encuentra separada de Dios.

El pecado resultó en la muerte espiritual de nuestros primeros padres en el paraíso. La separación de Dios. Pero aquí el Señor por Su gracia viene a buscarnos, y Jesucristo vendrá como el segundo Adán para darnos la vida eterna que se perdió en el jardín del Edén.

“Pues la paga que deja el pecado es la muerte, pero el regalo que Dios da es la vida eterna por medio de Cristo Jesús nuestro Señor.” — Romanos 6:23 (NTV)

Ver. 10 — El hombre contestó: —Te oí caminando por el huerto, así que me escondí. Tuve miedo porque estaba desnudo.

Adán y Eva se escondieron de Dios.
Adán y Eva se escondieron de Dios.

Adán explica que se esconde por darse cuenta de que está desnudo, pero en realidad su temor fue en respuesta a la presencia de Dios en el jardín. Su vergüenza es mejor explicada como una consecuencia de la culpa por su pecado. Adicionalmente, él no quería aparecer desnudo ante Dios, incluso cuando antes de desobedecer no existía la vergüenza por estar desnudo.

“Ahora bien, el hombre y su esposa estaban desnudos, pero no sentían vergüenza.” — Génesis 2:25 (NTV)

Adán dijo que estaba desnudo, pero en el versículo 7 (capítulo 3) vimos que había cosido hojas de higuera para cubrirse, de forma que ya no estaba desnudo para cuando Dios lo visitó. Sin embargo, las hojas no le daban suficiente cobertura para su propia conciencia. Adán oculta el pecado detrás de sus consecuencias, su desobediencia detrás del sentimiento de vergüenza y de culpa; en ese momento pensaba más en su desnudez y la vergüenza, que en su transgresión del mandato divino.

“Aun si nos sentimos culpables, Dios es superior a nuestros sentimientos y Él lo sabe todo. Queridos amigos, si no nos sentimos culpables, podemos acercarnos a Dios con plena confianza.” — 1 Juan 3:20-21 (NTV)

¡Que tragedia! Adán tiene miedo del amoroso Dios que lo creó. La intensidad del mal se puede ver claramente aquí, ya que el hombre busca esconderse de Dios entre los árboles, de su esposa con las cubiertas de hojas de higuera, y de sí mismo al adjudicar la culpa a los demás. Él confiesa su desnudez, que era evidente; pero no hace ninguna mención de su pecado. Él deseaba ocultar el pecado y como resultado, su conciencia le estaba provocando una sensación de vergüenza, pero ni así buscó arrepentirse verdaderamente por ello. El hecho de que estaba desnudo era simplemente un encubrimiento del verdadero problema, que era la rebelión a la voluntad de Dios.

[Dice Pablo] “Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo.” — Romanos 7:18 (NTV)

Al igual que Adán, tenemos razones para tener miedo de acercarnos a Dios, si no estamos cubiertos y vestidos con la justicia de Cristo. El temor a acercarse al Señor en nuestros días aún persiste como parte de nuestra condición que heredamos con la caída de nuestros primeros padres en el jardín del Edén.

“Entonces todo el mundo —los reyes de la tierra, los gobernantes, los generales, los ricos, los poderosos, todo esclavo y hombre libre— se escondió en las cuevas y entre las rocas de las montañas. Y gritaban a las montañas y a las rocas: «Caigan sobre nosotros y escóndannos del rostro de aquel que se sienta en el trono, y de la ira del Cordero; porque ha llegado el gran día de Su ira, ¿y quién podrá sobrevivir?».” — Apocalipsis 6:15-17 (NTV)

«Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: «Le confesaré mis rebeliones al Señor», ¡y Tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.» — Salmos 32:5 (NTV)

Dios nos da la conciencia, para discernir entre lo bueno y lo malo. Con ello Él escribe Sus leyes en nuestros corazones.
Dios nos da la conciencia, para discernir entre lo bueno y lo malo. Con ello Él escribe Sus leyes en nuestros corazones.

Su temor demuestra que Adán no conocía el amor perfecto de nuestro Señor, y por eso creyó en las mentiras de la serpiente y pecó. El pecado y Dios no pueden convivir, por eso es que la conciencia que Dios puso en cada uno de nosotros crea un sentimiento de distancia entre Dios y el pecador. El pecado solamente puede hacer juego con “La Ira de Dios”.

[Dice el Señor] «Ésta será la alianza que haré con Israel en aquel tiempo: Pondré Mi ley en su corazón y la escribiré en su mente. Yo seré su Dios y ellos serán Mi pueblo. Yo, el Señor, lo afirmo.»— Jeremías 31:33 (DHH)

“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. Por lo tanto, el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” — 1 Juan 4:18 (RVC)

Ver. 11 — ¿Quién te dijo que estabas desnudo? —le preguntó el Señor Dios—. ¿Acaso has comido del fruto del árbol que te ordené que no comieras?

El Señor hace dos preguntas para ayudar a Adán a que tuviera la oportunidad de una confesión completa de su pecado y para la expresión de su arrepentimiento. Él buscaba la liberación de la culpa en su conciencia, y sus sentimientos de vergüenza y temor.no-tocar-fruto

El pecado de Adán fue evidenciado por su conciencia de su desnudez. En el interrogatorio directo de nuestro Señor, Él esperaba que Adán confesara su desobediencia, su pecado, lo que Dios ya sabía que habían hecho, sin embargo esto no sucede, el hombre sólo apunta hacia la mujer como la verdadera culpable. Es la típica renuencia de las personas que han cometido algún pecado,               que aún vemos hoy en día, que no admiten su culpabilidad; la falta de arrepentimiento sigue siendo el problema.

«¿He intentado ocultar mis pecados como hacen otros, escondiendo mi culpa en el corazón?» — Job 31:33 (NTV)

«»Cuando te des cuenta de tu culpabilidad en cualquiera de estos casos, deberás confesar tu pecado.» — Levítico 5:5 (NTV)

Cuando los pecadores se niegan a arrepentirse, sufren el juicio; cuando se arrepienten, y confiesan su pecado, reciben el perdón.

 “Vivían en pecado, igual que el resto de la gente, obedeciendo al diablo —el líder de los poderes del mundo invisible—, quien es el espíritu que actúa en el corazón de los que se niegan a obedecer a Dios… Pero Dios es tan rico en misericordia y nos amó tanto que, a pesar de que estábamos muertos por causa de nuestros pecados, nos dio vida cuando levantó a Cristo de los muertos. (¡Es solo por la gracia de Dios que ustedes han sido salvados!)” — Efesios 2:2,4-5 (NTV)

Adán tuvo miedo de aparecer ante Dios, contra quien había pecado; aunque él no eligió reconocerlo, al mencionar su desnudez externa, sin confesar la desnudez interior de su alma, sólo agravó más su crimen, la violación de los preceptos de quien había sido amable, dadivoso, quien lo había coronado con gloria y honor, y quien puso todas las creaturas bajo sus pies. Pero el pecado es la transgresión de la ley de Dios, con la que perdió su dignidad, felicidad, inocencia, pureza, paz y poder.

“Todo el que peca viola la ley de Dios, porque todo pecado va en contra de la ley de Dios.” — 1 Juan 3:4 (NTV)

Ver. 12 — El hombre contestó: —La mujer que Tú me diste fue quien me dio del fruto, y yo lo comí.

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Adán culpó a su esposa

Adán cuando vio que no podía negar que había comido del fruto prohibido, lamentablemente culpó a la mujer por haberle dado del fruto prohibido y no le bastó esta ridícula excusa, sino que fue más allá y acabó acusando a Dios de su pecado por haberle dado a la mujer como su compañera. Adán reconoce su transgresión, pero de una manera tal que se deslinda de la culpa de sus actos, y la transfiere sobre sobre la mujer, y peor aún, se atreve a culpar a Dios. La culpa hace al hombre primero un cobarde, y luego un insolente. Eso sólo magnifica la transgresión que Adán había cometido al quebrantar la prohibición de Dios sin ninguna excusa porque no fue engañado por la serpiente:

“y el engañado no fue Adán, sino que la mujer, al ser engañada, incurrió en transgresión.” — 1 Timoteo 2:14 (RVC)

Aquí se muestra la misma pasividad de Adán que notamos en Génesis 3:6, ya que no se hace responsable como la cabeza de familia de la situación para proteger a su esposa, de ayudarla cuando fue tentada, para impedir que ella consumiera del fruto prohibido en primer lugar; él debió haberla disuadido y reprenderla por ello, en lugar de seguir su ejemplo y agravar su condena. Su conciencia todavía se muestra completamente indiferente. Es evidente la frivolidad en la respuesta de Adán que demuestra ingratitud, egoísmo, y blasfemia; como si él tuviera la obligación de comer de todo lo que la mujer le diera. Mucho más noble fue la respuesta de la mujer. Ella reconoció que habían quebrantado el mandamiento de Dios bajo la influencia del engaño de la serpiente.

Ahora vemos una rebelión voluntaria por parte de Adán, quien empieza a hablar como la serpiente culpando a Dios por el regalo «malicioso» que le dio, ya que la mujer lo tentó a pecar y esto lo llevó a su caída, insinuando que ella es un error. Pero el pecado fue la elección deliberada de Adán de comer del fruto prohibido, y el culpar a otros, no lo exenta de su culpabilidad. Hay una extraña tendencia en quienes son tentados, de decir, que fueron tentados por Dios; como si esto hiciera que Él los perdone por romper las leyes de Dios.

“Cuando sean tentados, acuérdense de no decir: «Dios me está tentando». Dios nunca es tentado a hacer el mal y jamás tienta a nadie.” — Santiago 1:13 (NTV)

¡Qué fácil es justificar nuestros pecados culpando a otras personas o a las circunstancias! Pero no podemos engañar a Dios quien lo sabe todo. No siga el ejemplo de Adán, quién nunca confesó su pecado, ni mostró arrepentimiento. Lo mejor es que reconozca su pecado y pida perdón a Dios. Porque cualquiera que sea su excusa para el pecado, lo único que provoca es que intente poner la culpa de regreso en Dios. En cambio, si aceptamos nuestra responsabilidad por haber cometido el pecado, le estamos dando gloria a Dios y creciendo espiritualmente. Es lo que el apóstol Juan nos explica en su epístola:

“Si afirmamos que no hemos pecado, llamamos a Dios mentiroso y demostramos que no hay lugar para Su Palabra en nuestro corazón.” — 1 Juan 1:10 (NTV)

“pero si confesamos nuestros pecados a Dios, Él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.” — 1 Juan 1:9 (NTV)

Cuando Adán comió del fruto prohibido, inició el proceso de decadencia y muerte que gobierna la Creación hasta nuestros días. Y toda la raza humana se hundió en el mal. Dios permitió todo esto para que pudiera mostrarnos Su gloria al acabar totalmente con el mal de una forma justa y perfecta. Y los creyentes en Jesucristo gozaremos de ese momento y experimentaremos la eternidad libre de pecado cuando Dios vuelva a hacer todo el universo de nuevo.

[Dice el Señor] «¡Miren! Estoy creando cielos nuevos y una tierra nueva, y nadie volverá siquiera a pensar en los anteriores.» — Isaías 65:17 (NTV)

Ver. 13 — Entonces el Señor Dios le preguntó a la mujer: — ¿Qué has hecho? —La serpiente me engañó —contestó ella—. Por eso comí.

La mujer culpó a la serpiente.
La mujer culpó a la serpiente.

Eva aprendió rápidamente de Adán y ella comenzó a excusarse también, culpando a la serpiente. Pero a diferencia del hombre, ella si puede argumentar que fue víctima del engaño de Satanás. Además, ella no insultó a Dios, como lo hizo Adán con sus insinuaciones, al adjudicar la maldad de la serpiente al Creador. Pero esto no la liberó de la responsabilidad del pecado por su desconfianza y desobediencia hacia Dios.

“Pero me temo que, así como la serpiente engañó a Eva con su astucia, así también los sentidos de ustedes sean de alguna manera apartados de la sincera fidelidad a Cristo.” — 2 Corintios 11:3 (RVC)

La sutileza de Satanás puede atraernos al pecado, pero no nos eximirá cuando cometamos el pecado. A pesar de que es el tentador, nosotros somos los pecadores.

“Hay caminos que el hombre considera rectos, pero que al final conducen a la muerte.” — Proverbios 14:12 (RVC)

Adán y su esposa no comprendieron en su totalidad las razones del mandamiento, así que decidieron hacer lo que les parecía más apropiado siguiendo su naturaleza pecaminosa con los resultados que ya conocemos. Dios nos ama y todos Sus mandamientos son para nuestro beneficio, aunque no los entendamos. Debemos de confiar en Él obedeciéndolos.caida-hombre

“Pues la naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven bajo el dominio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios.” — Romanos 8:7-8 (NTV)

El pecado no toma plena posesión de la voluntad de una sola vez. Es un veneno lento. Requiere tiempo y la repetición frecuente para crecer en el alma, disminuyendo la integridad original de la naturaleza moral. A partir de este acto, el alma de la humanidad fue corrompida; la conciencia de un alma caída se tornó débil y menos decisiva conforme los actos pecaminosos se multiplican, agravando la respuesta del corazón, el cual se endurece, e incrementa su ceguera para volver al camino de Dios.

“Pues el Señor ve con claridad lo que hace el hombre, examina cada senda que toma. Un hombre malvado queda preso por sus propios pecados; son cuerdas que lo atrapan y no lo sueltan. Morirá por falta de control propio; se perderá a causa de su gran insensatez.” — Proverbios 5:21-23 (NTV)

Si estudia la historia de la humanidad, se preguntará: ¿Cómo es que el hombre, el rey de la creación, ha podido caer tan bajo? ¿Por qué ningún animal tomaría agua envenenada? Sin embargo, miles de personas educadas se envenenan con bebidas alcohólicas cada fin de semana ¿O por qué el uso de las drogas? ¿Por qué se han incrementado la criminalidad, las guerras, la depravación sexual? La única respuesta es el pecado, que desencadenó la caída de la humanidad y la maldad en la que vivimos. Las personas incrédulas o no creyentes son una contradicción, en un momento son nobles, y al siguiente instante son malvadas y se dejan llevar por los placeres del pecado. Todo esto tiene un origen común: Adán y el pecado original. Como quisiéramos que el mundo cambiara y tuviera fe en Dios.

“Esa Buena Noticia nos revela cómo Dios nos hace justos ante Sus ojos, lo cual se logra del principio al fin por medio de la fe. Como dicen las Escrituras: «Es por medio de la fe que el justo tiene vida». Pero Dios muestra Su ira desde el cielo contra todos los que son pecadores y perversos, que detienen la verdad con su perversión. Ellos conocen la verdad acerca de Dios, porque Él se la ha hecho evidente.” — Romanos 1:17-19 (NTV)

Después de la separación causada por el pecado original va a haber un momento en el que Dios y la humanidad se deben volver a juntar, y depende de cada uno de nosotros decidir si esta reunión va a ser en gracia o en juicio. Por ello le recomendamos que vuelva a la comunión con Dios. Que acepte la obra de redención de nuestro Señor que está disponible para todos por medio de Jesús quien abre el camino para que renovemos nuestra relación con Él. Dios nos ofrece estar con nosotros y nos ofrece Su amor fiel. Esto nos da confianza de que Él nos aceptará con todas nuestras fallas y nos ayudará a vencer el temor de nuestra naturaleza pecadora.

En Cristo encontramos descanso.
En Cristo encontramos descanso.

“Dios nos hace justos a Sus ojos cuando ponemos nuestra fe en Jesucristo. Y eso es verdad para todo el que cree, sea quien fuere. Pues todos hemos pecado; nadie puede alcanzar la meta gloriosa establecida por Dios. Sin embargo, Dios nos declara justos gratuita y bondadosamente por medio de Cristo Jesús, quien nos liberó del castigo de nuestros pecados.” — Romanos 3:22-24 (NTV)


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