Recientemente nos han preguntado acerca del «divorcio en la vida cristiana», y en este artículo trataremos de explicar nuestra interpretación de las Escrituras sobre este tema tan controvertido en el mundo actual, porque hoy en día nuestra sociedad ve el divorcio como algo normal y común; al punto que es promovido en películas como la solución más práctica para los problemas del matrimonio.
¿Qué opina el SEÑOR del divorcio?
Como vimos en nuestro artículo El Séptimo Mandamiento: La Relación con Nuestra Pareja (Parte 1), Dios dice que Él odia el divorcio (Malaquías 2:16), y Él quiere que las personas casadas sean fieles a sus cónyuges y que permanezcan unidos, porque es el SEÑOR quien pone en nuestro camino a la pareja ideal que necesitamos como cristianos (Proverbios 19:14), y nos la está dando para que nos casemos con ella, de forma que lo que Dios ha unido no lo separen los hombres, que el hombre siga fiel con la «esposa de su juventud» (Malaquías 2:15)
[El SEÑOR dice] «Esta es otra cosa que hacen: cubren el altar del Señor con lágrimas; lloran y gimen porque él no presta atención a sus ofrendas ni las acepta con agrado. Claman: «¿Por qué el Señor no acepta mi adoración?». ¡Les diré por qué! Porque el Señor fue testigo de los votos que tú y tu esposa hicieron cuando eran jóvenes. Pero tú le has sido infiel, aunque ella siguió siendo tu compañera fiel, la esposa con la que hiciste tus votos matrimoniales. ¿No te hizo uno el Señor con tu esposa? En cuerpo y espíritu ustedes son de él. ¿Y qué es lo que Él quiere? De esa unión quiere hijos que vivan para Dios. Por eso, guarda tu corazón y permanece fiel a la esposa de tu juventud. «¡Pues Yo odio el divorcio! —dice el Señor, Dios de Israel—. Divorciarte de tu esposa es abrumarla de crueldad—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—. Por eso guarda tu corazón; y no le seas infiel a tu esposa».» — Malaquías 2:13-16 (NTV)
¿Existe alguna Justificación para el Divorcio?
En cierta ocasión unos fariseos se acercaron a Jesús y le preguntaron precisamente acerca del tema del divorcio, observe cómo ellos maliciosamente le preguntaron si era legal divorciarse de la esposa «por cualquier razón» (Mateo 19:3), entendemos que ellos habían malinterpretado a su conveniencia lo que había declarado Moisés acerca del divorcio en Deuteronomio 24:1-4:
«“Si un hombre toma una mujer y se casa con ella, y sucede que ella no le agrada por haber él hallado en ella alguna cosa vergonzosa, le escribirá una carta de divorcio, la entregará en su mano y la despedirá de su casa. “Salida ella de su casa, podrá ir y casarse con otro hombre. Si este hombre la llega a aborrecer, le escribe una carta de divorcio, la entrega en su mano, la despide de su casa; o si muere este hombre que la tomó por mujer, entonces su primer marido que la despidió no podrá volverla a tomar para que sea su mujer, después que ella fue mancillada, porque esto sería una abominación delante del SEÑOR. No has de traer pecado a la tierra que el SEÑOR tu Dios te da por heredad.» — Deuteronomio 24:1-4 (RVA 2015)
En Deuteronomio 24:1, «cosa vergonzosa», según la traducción de Biblia que tenga, también puede venir como: «algo reprochable», «cosa indecente», “cosa torpe”, o «suciedad», y viene de la palabra hebrea: עֶרְוָה – ervá, que significa «desnudez», «exposición vergonzosa», «indecencia». La desnudez en las Escrituras, luego de la caída del hombre de Génesis 3:7 es un símbolo de la vergüenza humana. Encontramos que la exposición de esta vergüenza es una característica del juicio que cae sobre los maleantes (Isaías 3:17; Habacuc 3:13; Sofonías 2:14; Lamentaciones 4:21). Así que a lo que Moisés se estaba refiriendo en este versículo, es que si el marido había encontrado en su esposa pruebas de fornicación, ervá, una cosa vergonzosa, reprochable o indecente, le podía escribir una carta de divorcio. Por tanto, cuando los fariseos le dijeron a Cristo que si se podían divorciar de sus esposas «por cualquier razón» estaban tergiversando el significado original de Deuteronomio 24:1, al punto en que, de acuerdo con sus tradiciones, se divorciaban por cualquier razón de su mujer, y podía ser por cosas tan triviales como que ella no cocinara bien, o porque ya no les pareciera bonita, etc.
«Y se acercaron a Él algunos fariseos para ponerlo a prueba, diciendo: «¿Le está permitido a un hombre divorciarse de su mujer por cualquier motivo?». Jesús les respondió: «¿No han leído que Aquel que los creó, desde el principio los hizo varón y hembra, y dijo: “Por esta razón el hombre dejará a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne”? Así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe». Ellos le dijeron: «Entonces, ¿por qué mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla?». Él les contestó: «Por la dureza de su corazón Moisés les permitió a ustedes divorciarse de sus mujeres; pero no ha sido así desde el principio. Pero Yo les digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio».» — Mateo 19:3-9 (NBLA)
Jesucristo fue claro en Su explicación, la única excepción es la infidelidad matrimonial, si la pareja comete adulterio contra su pareja, es la única excepción que encontramos en las Escrituras para permitir un divorcio.
[Jesús dice] “También fue dicho: “Cualquiera que se divorcia de su mujer, debe darle un certificado de divorcio.” Pero Yo les digo que el que se divorcia de su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere, y el que se casa con la divorciada, comete adulterio.» — Mateo 5:31-32 (RVC)
El Matrimonio Cristiano
Lamentablemente, hoy en día vemos como la tasa de divorcios ha crecido de forma alarmante tanto entre matrimonios incrédulos como cristianos. Como vimos en La Ilusión de la Felicidad Terrenal (Parte 1), todos tenemos una naturaleza pecaminosa y cuando dos pecadores se unen en matrimonio, es de esperarse que haya problemas en la pareja. Pero en los matrimonios cristianos, la fornicación no necesariamente debería de ser la causa de divorcio en automático, porque estamos llamados a perdonar a nuestro prójimo hasta setenta veces siete.
«Entonces Pedro se acercó y le dijo: —Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí y yo le perdonaré? ¿Hasta siete veces? Jesús le dijo: —No te digo hasta siete, sino hasta setenta veces siete.» — Mateo 18:21-22 (RVA 2015)
Sea lo que sea que la pareja hubiera hecho, la expectativa para el cristiano es que perdone a su cónyuge. Porque para cuando llega alguien a ese punto de querer divorciarse de la pareja, es porque probablemente ya tenga un acumulado de situaciones sin resolver, sin haber perdonado, quizás rencor acumulado, lo cual es contrario a lo que el SEÑOR requiere de nosotros, veamos los siguientes pasajes bíblicos:
[Jesús dice] «Pero Yo les digo que todo aquel que esté enojado con su hermano será culpable ante la corte; y cualquiera que diga: “Insensato” a su hermano, será culpable ante la corte suprema; y cualquiera que diga: “Idiota”, será merecedor del infierno de fuego. Por tanto, si estás presentando tu ofrenda en el altar, y allí te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí delante del altar, y ve, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.» — Mateo 5:22-24 (NBLA)
[Pablo dice] «Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo.» — Efesios 4:26-27 (NTV)
Cuando las personas no perdonan, entonces endurecen sus corazones, que es precisamente lo que Jesús les dijo a los fariseos en Mateo 19:8. Puede ver mayor información acerca de la dureza del corazón (y cómo remediarla) en nuestro artículo: Los 7 Espíritus del Señor: Entendimiento (Parte 2). Además, el apóstol Pablo explica, que los esposos no deben abandonarse, sin embargo, si alguien aun así decide separarse (entendemos que esto es debido a la dureza de sus corazones), o si la esposa le es infiel al esposo, y él a pesar de que quisiera perdonarla, a ella no le interesa y sigue en su pecado, pues entonces el esposo le da la carta de divorcio, pero la instrucción es que no se casen con nadie más.
«A los casados instruyo, no yo, sino el Señor: que la mujer no debe dejar al marido. Pero si lo deja, quédese sin casar, o de lo contrario que se reconcilie con su marido, y que el marido no abandone a su mujer.» — 1 Corintios 7:10-11 (NBLA)
Por otro lado, está la situación de personas que se convierten al cristianismo, entonces imagine si del matrimonio originalmente incrédulo (ninguno de los dos había vuelto a nacer al casarse), tan solo uno se convierte, mientras que la pareja permanece incrédula, el apóstol Pablo nos explica lo que aplica en estas situaciones:
«Pero a los demás digo yo, no el Señor, que si un hermano tiene una mujer que no es creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone. Y la mujer cuyo marido no es creyente, y él consiente en vivir con ella, no abandone a su marido. Porque el marido que no es creyente es santificado por medio de su mujer; y la mujer que no es creyente es santificada por medio de su marido creyente. De otra manera sus hijos serían inmundos, pero ahora son santos. Sin embargo, si el que no es creyente se separa, que se separe. En tales casos el hermano o la hermana no están obligados, sino que Dios nos ha llamado para vivir en paz. Pues ¿cómo sabes tú, mujer, si salvarás a tu marido? ¿O cómo sabes tú, marido, si salvarás a tu mujer?» — 1 Corintios 7:12-16 (NBLA)
Entonces tenemos la instrucción de que cuando uno se vuelve creyente, debe permanecer en el matrimonio con la pareja incrédula, mientras esa pareja esté de acuerdo, para santificarlo y a sus hijos. Esta es parte de la temática de la película The Case for Christ (2017), y que está basada en el libro El Caso de Cristo del autor Lee Strobel, ya que su esposa se había convertido al cristianismo mientras que él permanecía ateo, y al cabo de cierto tiempo él se convirtió también, luego a su debido tiempo se convirtió en pastor y dio su testimonio en ese libro.
“En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete a su marido.” — Efesios 5:33 (NBLA)
Ahora póngase a pensar, en el mal testimonio que un cristiano daría ante los ojos de los incrédulos, al divorciarse de su esposa: no la está perdonando (no hace lo que predica), está haciendo lo que Dios odia, abruma de crueldad a su esposa; tampoco está cumpliendo sus votos matrimoniales, de los cuales Dios nos dice que fue testigo, y por cierto, esto aplica tanto si usted se casó o no por la iglesia. Me han preguntado personas que en el pasado por diferentes razones no se casaron por la iglesia, y solo por el civil, si están «casados ante los ojos de Dios», mi opinión es que aunque no es lo ideal, por no haberse casado frente a su congregación, lo hicieron ante las autoridades civiles que Dios puso, por lo que el SEÑOR considera a la pareja como casados, porque en esta ceremonia hubo testigos de que se firmó el acta matrimonial, y el matrimonio se consumó.
El SEÑOR Perdona la Infidelidad de Israel
Como cristianos tenemos que seguir el ejemplo del amor de Dios, considere que cuando el pueblo del SEÑOR le fue infiel al rendirle culto a ídolos, Dios los perdonó, esta es la temática de todo el libro del profeta Oseas, y Dios ya había hablado al respecto también en el libro del profeta Jeremías, y Dios les decía que regresaran a Él:
«Y díjome Jehová en días del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho la rebelde Israel? Vase ella sobre todo monte alto y debajo de todo árbol umbroso, y allí fornica. Y dije después que hizo todo esto: Vuélvete á Mí; mas no se volvió. Y vió la rebelde su hermana Judá.» — Jeremías 3:6-7 (RVA)
«Por lo tanto, ve y dale este mensaje a Israel. Esto dice el Señor: “Oh Israel, mi pueblo infiel, regresa otra vez a Mí, porque Yo Soy misericordioso. No estaré enojado contigo para siempre.» — Jeremías 3:12 (NTV)
«Convertíos, hijos rebeldes, dice Jehová, porque Yo soy vuestro esposo; y os tomaré uno de cada ciudad, y dos de cada familia, y os introduciré en Sion» — Jeremías 3:14 (RVR 1960)
Sin embargo, vemos que cuando los israelitas no regresaron a Él, continuaron en su pecado, de modo que les dio una carta de divorcio.
«Que Yo lo había visto; que por todas estas causas en las cuales fornicó la rebelde Israel, Yo la había despedido, y dándole la carta de su repudio [divorcio]; y no tuvo temor la rebelde Judá su hermana, sino que también fue ella y fornicó.» — Jeremías 3:8 (RVA)
Para concluir, me gustaría mencionar que no encuentro ninguna Escritura que nos indique que un matrimonio sea fácil, entonces la cuestión es tener paciencia en las relaciones de pareja, perdonar, amar a la pareja, llevarse bien, hacer las paces, cuidar nuestros corazones, y como nos dice Pablo debemos practicar la sumisión a nuestra pareja.
“Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo. Pero así como la iglesia está sujeta a Cristo, también las mujeres deben estarlo a sus maridos en todo. Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella.” — Efesios 5:23-25 (NBLA)
¡Que Dios los bendiga!