En el artículo anterior vimos que Dios está haciendo un llamado a la iglesia para que despierte con todos los eventos que están ocurriendo alrededor del mundo, que están llevando a la gente a reaccionar con temor, ansiedad y en busca de ayuda. Este es el momento que como cristianos debemos de aprovechar, para mostrar nuestra fe en nuestro Señor Jesucristo, para compartir la buena noticia del Evangelio y para ser una luz en la oscuridad.
[Dice Jesús] Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad situada sobre un monte no se puede ocultar; ni se enciende una lámpara y se pone debajo de una vasija, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Así brille la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean sus buenas acciones y glorifiquen a su Padre que está en los cielos.» — Mateo 5:14-16 (NBLA)
En este artículo, quisiera presentarle una forma de compartir el evangelio que le puede servir, es práctica y efectiva, y me ha funcionado muy bien cuando comparto la buena noticia de nuestro Salvador con la gente sin importar cuáles sean sus creencias.
Todos necesitamos compartir más nuestra fe, cumplir con la Gran Comisión (Mateo 28:19-20), pero quizás se pregunte cómo comenzar, o cómo ser más efectivo. Al mismo tiempo, podría sentirse incómodo de acercarse a amigos, o extraños, y tocar el tema de las cosas de Dios. Primero que nada, necesitamos poner esa ansiedad y miedo en perspectiva: Compare esa incomodidad o inconveniencia, con el terrible destino de aquellos que mueren en sus pecados. ¿Qué es peor? Cuando se trata de evangelizar, tenemos una responsabilidad similar a la de un bombero que salva las vidas de las personas al sacarlas de un incendio.
Ahora sabemos que quienes durante su vida no se acercan al Señor, ni ponen su fe en Él, mueren en sus pecados (Juan 8:24). De forma que necesitamos señalarles el camino de regreso hacia el Padre. Quizás un obstáculo que nos está impidiendo compartir nuestra fe, es el temor al rechazo, ante la posibilidad que las personas nos vean de forma diferente, y que incluso se alejen nosotros. Esta es una realidad, habrá personas que estarán muy contentas con el mensaje y otras que dejen de hablarle (Puede ver «La Respuesta de la gente ayer y hoy«, Juan 7:40-46).
Por otro lado, otros obstáculos pueden ser el creer no poder responder si le hacen una pregunta difícil, o no querer «sonar como un fanático o loco religioso», etc. Explicaremos a continuación una estrategia que nos puede ayudar a superar estos temores:
El predicador Ray Comfort de Living Waters, tiene experiencia de más de 40 años evangelizando personas en la calle, en su libro “The Way of the Master” [El Camino (o el Modo) del Maestro] él utiliza una estrategia para compartir el Evangelio de Jesucristo de forma muy didáctica. Yo he puesto en práctica sus recomendaciones, y he tenido resultados sorprendentes. Porque debo confesarles, que a mí al principio, me provocaba ansiedad llevar a cabo el mandamiento de Jesús de la Gran Comisión (Mateo 28:19-20).
Ray Comfort enfatiza que el punto más importante es que necesitamos evitar interactuar con el intelecto de las personas, y dirigirnos directamente a predicar el Evangelio a sus conciencias, tal como lo hizo Jesús. Dios ha escrito Sus leyes en nuestros corazones (Jeremías 31:33; Romanos 2:14-16), en nuestras conciencias, las cuales son como tener un aliado viviendo en territorio enemigo, para ayudarnos a entregar la semilla del Evangelio.
Así que evite que su conversación se incline al debate teológico, filosófico, o científico, porque esto hará que su mensaje no llegue a la conciencia de las personas, o hasta que tenga resultados contraproducentes. Porque eso hará que las personas formen barreras intelectuales para el mensaje, lo racionalicen, y no lo consideren seriamente. Por ello, es necesario que tan pronto vea que esto sucede, regrese a la persona a la conversación que Ray recomienda.
Cómo compartir el Evangelio
Lo primero que yo hago antes de hablar con la persona, es orar al Señor para que me ayude a superar mi temor, para que ponga las palabras indicadas en mi boca que la persona necesita escuchar en ese momento, que me dé la sabiduría para poder dar el mensaje apegado a Su Palabra, que me haga Su instrumento para que la persona vea el amor de Jesús a través de mí, que abra el corazón de la persona para que sea más receptivo al mensaje, y que bloquee cualquier interferencia del enemigo mientras esté entregando el Evangelio. Después de esta breve oración sigo los siguientes pasos:
1. Rompa el hielo
Es importante comenzar a hablar sobre cosas cotidianas para romper el hielo, sobre todo si se trata de un desconocido, de esta forma, le mostramos que está hablando con una persona sensata que está interesada en su bienestar. Pero nuestro objetivo es cambiar la conversación de las cosas naturales hacia las cosas espirituales. Eso es lo que hizo Jesús en Juan 4:7-26, cuando se encontró con la mujer samaritana en el pozo. Él comenzó hablando de algo tan cotidiano como “beber agua” y cambió la conversación hacia cosas espirituales para hablar de “las aguas vivas” y de cómo adorar a Dios.
Puede romper el hielo con un cálido, «¡Buenos días!», y puede continuar hablando del clima, del trabajo, o actualmente de las novedades del coronavirus, etc., hable simplemente de forma amigable con la gente. Pero tan pronto pueda, cambie la conversación a temas espirituales, estas son las dos preguntas que he estado utilizando últimamente, una después de la otra:
¿Está usted preocupado por el coronavirus?
Cuya respuesta prepara a la persona para la siguiente pregunta que utilizo para cambiar la conversación al tema espiritual.
2. Conversación espiritual acerca de Dios
Puede abrir la conversación espiritual con la siguiente pregunta:
¿Usted cree en la vida después de la muerte? o ¿Qué cree que sucede después de la muerte?
En este punto ya estamos hablando de cosas espirituales, y es muy probable que no haya provocado la menor ofensa, ya que no ha mencionado a Dios, el pecado, el día del juicio, ni el infierno. Simplemente estamos preguntando a las personas qué piensan, y la mayoría de las personas están dispuestas a dar su opinión sobre cualquier cosa. Probablemente responderá con «No lo sé», entonces usted guie la conversación con más preguntas como:
«¿Cree que existe el cielo?» o «¿Ha pensado en eso?» “Si hay un cielo, ¿cree usted que irá allí?»
Primer etapa: ¿Se considera usted una buena persona?
Ahora escuche atentamente la respuesta, que le permitirá saber si la persona está abierta o no a las cosas de Dios para recibir el Evangelio. La mayoría de las personas lo están, y a continuación vienen las preguntas críticas para iniciar con la estrategia que recomienda Ray Comfort. Pregunte a la persona el siguiente supuesto:
“¿Se considera usted una buena persona?” o “¿Es usted una buena persona?»
Al hacer esta pregunta, le está pidiendo a la persona que hable sobre su tema favorito — de ella misma. Y la mayoría de la gente dirá: «Soy una buena persona». Tal como nos lo dice las Escrituras.
“Muchos hombres proclaman su propia bondad; pero un hombre fiel, ¿quién lo hallará?” — Proverbios 20:6 (RVA-2015)
El problema es que cuando las personas piensan que son buenas personas, y que irán al cielo, intelectualmente no tienen la necesidad de un Salvador, y esta es la raíz del engaño en el que viven. Sí saben que son pecadores, pero creen que sus pecados no son tan malos, porque se consideran mejores que los criminales que están en la cárcel, por lo tanto, creen «merecer» el cielo. Por tanto, la siguiente etapa es crucial para entregar el mensaje del Evangelio.
Segunda etapa: ¿Crees que has cumplido los 10 Mandamientos?
Ahora utilicemos la Ley para hacer su corazón humilde, de la misma manera que lo hizo Jesús en Marcos 10:17-22 (Mateo 19:16-22). Con ello las personas se darán cuenta de que, después de todo, no son tan buenas personas como ellos pensaban, al darse cuenta que, en realidad son unos delincuentes a la vista de un Juez santo, y que son culpables de innumerables crímenes (Romanos 3:23).
Al reconocer que Dios es perfecto y santo, y que Su estándar de justicia es mucho más alto que el nuestro, Él considera que la lujuria en el corazón es adulterio (Mateo 5:27-28) y que el odio es asesinato (1 Juan 3:15), y más aún, percatarse que el Día del Juicio es algo muy real y que se avecina, y que Dios se encargará de que se haga justicia absoluta. Esto significa que los adúlteros, asesinos, mentirosos y ladrones serán condenados para siempre (Apocalipsis 21:8; 1 Corintios 6:9-10; Gálatas 5:19-21).
Una vez que reconozcan eso, entenderán que sus llamadas «buenas obras» son tan solo un intento detestable de sobornar al Juez del universo. Esperemos que después del mensaje las personas confíen solo en la misericordia de Dios que es el único camino para que podamos ser salvados de nuestros pecados.
“Porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios.” — Romanos 3:23 (RVA-2015)
Para llegar a este punto, necesitamos que la persona misma se de cuenta de cuántos mandamientos ha trasgredido, para ver si realmente es tan “buena persona” como piensa. Comience preguntando alguna de estas preguntas:
¿Podría hacerle algunas preguntas para ver qué tan buena persona es usted? o ¿Podría poner a prueba que tan buena persona es usted?
Ahora pregunte a la persona acerca del Noveno Mandamiento:
¿Alguna vez ha dicho una mentira?
Si dice que no, cortésmente insista: ¿Quiere decir que nunca le ha mentido a nadie? ¿Ni siquiera una vez? Si respondió que sí, aunque sean mentiras blancas o piadosas, pregúntele:
¿Cómo llama a alguien que dice mentiras? Si no le responde la palabra “mentiroso”, ayúdelo con la siguiente pregunta:
¿Cómo me llamaría a mí si le digo una mentira? Estamos buscando que se den cuenta de sus pecados.
En este punto la persona puede tratar de desviar la conversación diciendo: «No creo en la Biblia». Usted solo continúe con la siguiente pregunta, el octavo mandamiento:
¿Alguna vez ha robado algo? o ¿Alguna vez ha tomado algo que no le pertenecía, independientemente de su valor? ¿Cualquier cosa? ¿Incluso cuando era niño?
Si dice que sí a cualquiera de las preguntas anteriores, continúe con:
¿Cómo le llama a las personas que roban cosas? Entonces probablemente la persona se declare a sí misma como un “ladrón”. Continúe con el Tercer Mandamiento:
¿Ha tomado el nombre de Dios en vano? Con frases para expresar asombro como: “Oh Dios mío” ¿o de alguna otra forma?
Si dice que sí, infórmele que eso es llamado blasfemia y que es un pecado muy serio.
Si dice que no, continúe con pecados en donde Jesús nos muestra lo elevado del estándar de Dios. El Séptimo Mandamiento:
Jesús dijo que todo aquel que mire a una mujer con deseo o lujuria ya cometió adulterio con ella en su corazón. ¿Alguna vez ha visto con deseo a una mujer/hombre? (Mateo 5:28). Aquí podría clarificar mencionando ver pornografía, películas clasificadas para adultos, o sexo fuera del matrimonio son parte de este pecado. Ahora continúe con el Sexto Mandamiento:
Jesús también dijo que todo aquel que esté enojado con su hermano, o que lo insulte llamándolo “tonto” será culpable, y la Biblia también dice que aquel que odie a alguien es un homicida en su corazón. ¿Alguna vez has odiado o insultado a alguien? (Levítico 19:17; Mateo 5:22; 1 Juan 3:15).
Tome nota mental de cada uno de los pecados que la persona confesó haber transgredido, que demuestran que no es tan buena persona como pensaba, para utilizar esta información en la siguiente etapa.
Tercer etapa: El Juicio Final
En este punto, después de evaluar entre 3 y 5 Mandamientos deberá de notar que la persona está reflexionando y se está quedando callada, es cuando el Espíritu Santo le está mostrando claramente sus pecados (Juan 16:8-11) y sus consecuencias; o por el contrario, la persona se está empezando a agitar, y a molestarse porque está comenzando a reconocer su culpa (Juan 3:19-21; Romanos 3:19), pero en su orgullo, no le gusta quedar expuesta.
“Ahora bien, sabemos que cuanto dice la ley, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se calle y todo el mundo sea hecho responsable ante Dios.” — Romanos 3:19 (NBLA)
Entonces es buen momento para decirle lo siguiente:
Yo no lo estoy juzgando, pero por su propio testimonio ha admitido ser un ladrón, mentiroso, blasfemo, adúltero y homicida de corazón (incluya solo los pecados que la persona reconoció que transgredió). Continúe con:
En el día del juicio, si Dios lo juzga por los Diez Mandamientos, ¿será usted inocente o culpable?
Puede ser que en este punto las personas argumenten que ellos no creen en Dios. Así que debe de enfatizar que su pregunta está haciendo solo un supuesto “si Dios te juzga” y regrese a la estrategia de Ray Comfort, no deje que el intelecto de la persona argumente la pregunta que va dirigida a su conciencia.
Si la persona dice que es inocente. Pídale que se imagine que está en una corte, la imagen mental es muy importante porque la mayoría de las personas están familiarizadas con las cortes que se muestran en las películas o de la televisión. Describa el caso de un horrible criminal que cometió homicidios, robó bancos, y violó a mujeres. Y que en su defensa le dice al juez que lo siente, que se arrepiente de estas cosas, que eso sucedió hace muchos años, y que ahora es una buena persona. Ahora dígale lo siguiente a la persona:
¿Usted cree que el juez sería un juez justo si dejara libre a este terrible criminal solo por su testimonio? Por supuesto que no. Y Dios es perfecto, y Su justicia es absoluta, por lo que no va a dejar que ninguna persona quede sin recibir el castigo que se merece por sus pecados.
Si la persona le dice que, en una balanza, ha hecho «más bien que mal». Utilice el mismo caso de la corte, donde el juez va a juzgar “solo” los crímenes, sin importar todo el bien u obras caritativas que el criminal haya hecho. No va a dejar libre a un asesino violador porque ahora hace obras de caridad.
Por otro lado, si la persona le dice que Dios nos va a juzgar en Su misericordia y con amor. Dígale que tiene razón, pero que también juzgará con justicia divina, porque Él es un Dios de juicio (Isaías 30:18, 61:8), y el estándar de Dios es más alto que el de un juez humano, y Él prometió que va a castigar no solo a los asesinos y violadores, sino también a los mentirosos, ladrones, blasfemos y adúlteros, por lo que la persona está en grandes aprietos, ¿no es cierto?
Cuarta etapa: La Sentencia
El objetivo en este punto es hacerle ver a la persona la gravedad de su situación, y lo apremiante que es encontrar una solución al problema. En su conversación haga que la persona se imagine estar en el día de su Juicio Final, con la analogía de estar en una corte como la de las películas.
La siguiente pregunta la puede preguntar inmediatamente después si la persona se declaró “culpable”, inclusive le puede agradecer por su honestidad con un: “Gracias por ser honesto conmigo”. Y prosiga a preguntar cortésmente qué sentencia se merece (con una expresión de compasión hacia la persona).
¿Cree usted que irá al cielo o al infierno?
Algunos dirán que van a ir al infierno, pero la mayoría en este punto todavía dirán que van a ir al cielo. Independientemente de su respuesta es importante que utilice la siguiente analogía para que la persona se imagine la corte otra vez:
Hágale imaginar a la persona que está en la corte y que es encontrada culpable de un crimen serio, y se le ha impuesto una multa de $500,000 (utilice una alta cantidad de dinero que no se pueda pagar fácilmente). Y el juez dice que usted es culpable. ¿Tiene algo que decir antes de que dicte su sentencia? Y usted dice: “Si juez, siento mucho lo que hice, por favor perdóneme”. ¿Puede un juez justo dejarlo libre solo porque usted dijo que lo siente mucho y que no lo volverá hacer? ¡Por supuesto que no! Hay una multa de $500,000 que tiene que pagar. Sin embargo, si alguien paga la multa por usted, el juez, legalmente lo puede dejar ir, porque la deuda ante la ley ya ha sido pagada.
Es importante que enfatice la parte de la persona que paga la multa. Ahora continúe con:
Lo mismo va a ocurrir durante el Juicio Final, Dios no puede dejarnos libres solo porque le digamos que lo sentimos, porque la Biblia nos dice que existe un castigo que tenemos que pagar por cada pecado (Romanos 6:23) que cometimos a lo largo de nuestras vidas.
Si la persona argumenta que esto es solo la justicia del hombre, que Dios es diferente. Respóndale diciendo que está en lo correcto. La justicia de Dios es infinitamente más estricta que la humana y Sus estándares requieren que seamos perfectos. Por lo que no podemos sobornar a Dios con buenas acciones.
Si la persona dice que no creer en el infierno, en este punto no tenga miedo de decir a las personas que si mueren en sus pecados irán al Infierno. Esta es su oportunidad para describirle lo horroroso de este lugar según la Biblia, porque el infierno es un lugar de tormento eterno en «donde el gusano de ellos no muere, y el fuego no se apaga” (Marcos 9:44), hay «llanto y crujir de dientes» (Lucas 13: 28), se sufrirá un «castigo eterno» (Mateo 25:46), y las personas están destinadas a la «vergüenza y desprecio eterno» (Daniel 12: 2), en el «fuego eterno” y a “la oscuridad de las tinieblas para siempre» (Judas 1: 7, 13).
En este punto es importante que le enfatice a la persona que:
No quiero que vaya al infierno y por supuesto que Dios tampoco quiere que vaya al infierno.
Hágales ver la posibilidad de que podrían morir esta noche, porque no sabemos cuándo vamos a morir. En promedio 150,000 personas mueren diariamente alrededor de mundo, y ahora con el Covid-19 esta podría ser su última oportunidad para estar bien con Dios. Ahora pregunte:
¿Acaso esto le preocupa?
En este punto, la persona que ha escuchado su mensaje va a decir que si está preocupada y lo notará con una actitud más humilde. Por lo que la persona está lista para escuchar la buena noticia del Evangelio.
Quinta etapa: Compartiendo el Evangelio
Ahora pregunte a la persona:
¿Sabe lo que Dios hizo por usted para que no termine en el Infierno?
Independientemente de la respuesta, este es el momento que estaba esperando para compartirle el Evangelio, es el objetivo de todo este trabajo que ha hecho hasta ahora:
Dios lo ama tanto que envió a su único Hijo a sufrir y morir en la cruz, Jesucristo sacrificó Su vida para que nuestros pecados fueran perdonados y que pudiéramos vivir. Porque Jesús resucitó al tercer día de entre los muertos y derrotó a la muerte.
Pero para recibir este regalo de salvación tiene que hacer 2 cosas: Primero, arrepentirse de sus pecados ante Dios, admitiendo que los cometió, que lo siente, y para demostrar su arrepentimiento se va a alejar de ellos para no cometerlos otra vez. Empezará a hacer lo que es agradable ante los ojos de Dios y dejará de hacer lo que le desagrada. Segundo, va a poner su fe en que nuestro Señor Jesucristo va a estar en el Juicio Final, y Él va a ser su Salvador al pagar por sus pecados, para que Dios le conceda vida eterna con Él (Hechos 20:21).
Si usted hace estas dos cosas de corazón, Dios lo transformará de adentro hacia afuera y lo hará una nueva persona en Jesucristo. Pídale al Señor que le envíe Su Espíritu Santo.
Este es el momento en el que puede hablar del gran amor que Dios nos tiene (Juan 3:16), que perdona todos nuestros pecados, y que nos da el regalo de salvación de forma gratuita para todas las personas que son humildes y entregan todo a Él, a través de Jesús.
También puede mencionarle la diferencia entre el cristianismo, que es una relación con Dios, y las religiones:
Todos los cultos y las religiones hechos por el hombre se basan en «buenas obras». Sus seguidores creen que tienen que hacer algo para ganar su camino al cielo: orar cinco veces al día, acostarse sobre lechos de clavos, ayunar, repetir ciertas oraciones, etc. Hacen esto porque ignoran el estándar de justicia de Dios. Y en el día del juicio ninguna de estas religiones puede pagar por los pecados de las personas, nadie aparte de Cristo está calificado para dar su vida para el perdón de los pecados (Hechos 4:12), por eso necesitamos un Salvador en el día del Juicio, necesitamos a Jesucristo.
Pregunte a la persona si entendió el mensaje, es importante que lo corrobore: ¿Tiene sentido para usted la salvación que Jesucristo nos ofrece? o ¿Tiene sentido todo esto para usted?
Si responde afirmativamente. Anímelo a que tome la decisión de recibir a Jesús en su corazón lo antes posible. Inclusive, puede ofrecerle a la persona hacer oración junto con él o ella, como la que tenemos en nuestra sección: Jesús es nuestro Salvador.
Y como seguimiento, pregúntele si tiene una Biblia en casa para que la lea. En mi caso, yo les regalo un Nuevo Testamento o un Evangelio de Juan, para que inicien con eso.
Y si llegó a este punto lo felicito porque ha compartido el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo como Él nos lo enseñó. Le pongo a continuación links a los videos de Ray Comfort para que vea toda esta dinámica aplicada por él.
¿Qué pasa después de la muerte? Living Waters Español
Película de: Noe y los Últimos Días
Nuestra responsabilidad para compartir el Evangelio
En las Escrituras Dios le dijo a Ezequiel que les advirtiera a las personas, para que enderezaran sus caminos, lo puso como centinela, para que fuera la voz que sonara la alarma.
[Dice el Señor] «Y el que oye el sonido de la trompeta no se da por advertido, y viene una espada y se lo lleva, su sangre recaerá sobre su propia cabeza. Oyó el sonido de la trompeta pero no se dio por advertido; su sangre recaerá sobre él. Pero si hubiera hecho caso, habría salvado su vida. Pero si el centinela ve venir la espada y no toca la trompeta, y el pueblo no es advertido, y una espada viene y se lleva a uno de entre ellos, él será llevado por su iniquidad; pero Yo demandaré su sangre de mano del centinela”. »Y a ti, hijo de hombre, te he puesto por centinela de la casa de Israel; oirás, pues, la palabra de Mi boca, y les advertirás de Mi parte. Cuando Yo diga al impío: “Impío, ciertamente morirás”, si tú no hablas para advertir al impío de su camino, ese impío morirá por su iniquidad, pero Yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú, de tu parte adviertes al impío para que se aparte de su camino, y él no se aparta de su camino, morirá por su iniquidad, pero tú habrás librado tu vida.» — Ezequiel 33:4-9 (NBLA)
Espero que la información en este artículo lo ayude a compartir el Evangelio con más personas. Y para despedirme, le recuerdo el Mandamiento que Jesús nos dio:
[Jesús dijo] “Y les dijo: «Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.” — Marcos 16:15-16 (NBLA)
¡Que Dios los bendiga!