En el artículo anterior vimos algunas partes de la estructura de la oración eficaz: la adoración y alabanza; la confesión de nuestros pecados; el dar gracias, y hacer nuestras peticiones. En este artículo continuaremos con la última parte de esa estructura: la intercesión por otras personas, y la protección contra el mal. Y concluiremos con 10 lecciones sobre la oración.
Oración de Intercesión
La palabra hebrea tefilá – תְּפִלָּה, significa «oración» (sustantivo) o bien «orar» (verbo); su etimología proviene de la raíz hebrea palal – פָּלַל, que significa «intervenir» o «interceder». Por lo tanto, cuando oramos (tefilá) estamos interviniendo o intercediendo entre Dios y el hombre, este es el significado y motivo de nuestras oraciones. Por ejemplo, Esdras intercedió por el pueblo de Judá con sus oraciones.
«Mientras Esdras oraba y hacía esa confesión llorando y postrado rostro en tierra delante del templo de Dios, una gran multitud de Israel —hombres, mujeres y niños— se congregó y lloró amargamente con él.» — Esdras 10:1 (NTV)
Cuando le pedimos a Dios por otras personas estamos haciendo intercesión por ellas. Imagine que alguien a quien usted conoce le sucede un accidente y está en el hospital; o bien suponga que una amiga suya está teniendo problemas laborales y la quieren despedir de su trabajo; o si un familiar no ha aceptado a Jesucristo como su Señor y Salvador; o bien usted ve por televisión imágenes de personas que han sufrido por algún terremoto o alguna otra catástrofe. Usted se pregunta a sí mismo cómo podría ayudar a todas estas personas. Usted podría darles palabras de aliento, o bien enviar algún donativo para damnificados, sin embargo, mucho más efectivo aún es la oración, es ponernos en contacto con Dios. Es admitir que nosotros no podemos hacer nada para que una persona sea curada, o salvada, o que reciba ayuda, pero Dios sí, entonces le pedimos ayuda directamente a Él. Dios escucha las oraciones de intercesión.
Jesús siempre ayudó a todos a quienes le hacían peticiones a favor de otras personas, recordemos cuando el centurión romano se le acercó a Jesús para pedirle que curara a su sirviente:
«Al entrar Jesús en Cafarnaún, se le acercó un centurión, y le rogó: «Señor, mi criado yace en casa, paralítico y con muchos sufrimientos.» Jesús le dijo: «Iré a sanarlo.» El centurión le respondió: «Señor, yo no soy digno de que entres a mi casa. Pero una sola palabra Tuya bastará para que mi criado sane.»— Mateo 8:5-8 (RVC)
Moisés intercedió por el pueblo de Israel cuando Dios pensaba destruirlos (Éxodo 32:7-10).
«Entonces Moisés oró delante del Señor su Dios, y dijo: «Señor, ¿por qué habría de encenderse Tu furor contra Tu pueblo, si tú lo sacaste de Egipto con gran poder y con mano fuerte? Los egipcios van a decir: “¡Dios los sacó para su mal! ¡Los sacó para matarlos en los montes y para borrarlos de la faz de la tierra!” ¿Y por qué van a decirlo? ¡Calma el ardor de Tu ira, y no cometas este mal contra Tu pueblo! — Éxodo 32:11-12 (RVC)
Y Dios escuchó su oración de intercesión y le concedió su petición.
«Entonces el Señor cambió de parecer y ya no le hizo daño a Su pueblo.» — Éxodo 32:14 (RVC)
En la oración de Daniel (Daniel 9:4-19), él intercede por Israel cuando están en exilio en Babilonia y su oración es respondida cuando el ángel Gabriel va a hablarle acerca de que Jesucristo vendría a salvar a su pueblo y a todo el mundo (Daniel 9:20-27).
[Daniel dice] “Y ésta fue mi oración al Señor mi Dios; ésta fue mi confesión: Señor, Dios grande y digno de ser temido, que cumples tu pacto y tu misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamientos: Hemos pecado, hemos hecho lo malo, hemos sido impíos y rebeldes; ¡nos hemos apartado de tus leyes y mandamientos! No obedecimos a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron… ¡Inclina, Dios mío, tu oído, y escúchanos!… ¡A ti elevamos nuestros ruegos, no porque confiemos en nuestra justicia sino porque confiamos en tu gran misericordia! ¡Señor, Señor, óyenos y perdónanos! ¡Préstanos atención, Señor, y actúa! Por amor a ti mismo, Dios mío, ¡no tardes!, que tu nombre se invoca sobre tu ciudad y tu pueblo.“ — Daniel 9:4-6a, 18-19 (RVC)
Protección contra el mal
Desde el jardín del Edén, Satanás ha estado en una batalla espiritual en contra de Dios y de Su creación. Por esta razón, no debemos olvidar pedir protección en contra de los ataques del diablo y sus demonios quienes tienen miles de años de experiencia en esta batalla que vivimos todos los días. Ya que solos por nosotros solos no somos contrincantes para ellos, pero con la protección de Jesús, no pueden derrotarnos, ni causarnos daño.
[Jesús dijo] “Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y aplastarlos. Nada les hará daño. Pero no se alegren de que los espíritus malignos los obedezcan; alégrense porque sus nombres están escritos en el cielo.” — Lucas 10:18-20 (NTV)
Por ello, cuando reconocemos el peligro al que estamos expuestos diariamente con la existencia del enemigo, quien nos tentará e intentará causarnos daño, debemos de ponernos toda la armadura de Dios todos los días y orar para poder accesar los recursos espirituales de Dios para nuestra defensa en contra del mal y de las tentaciones como vimos en el “Padre Nuestro”.
“Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en Su gran poder. Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.” — Efesios 6:10-12 (NTV)
Nuestra oración nos protege en los peores momentos de la batalla espiritual cuando la Palabra de Dios es predicada o cuando estamos llevando a cabo nuestra labor de evangelización. En estos momentos, el enemigo trabaja más agresivamente, buscando cualquier duda o titubeo en nuestra fe para enfocar su ataque. Pero como creyentes tenemos a nuestra disposición la armadura de Dios, que es una armadura espiritual para combatir contra un enemigo espiritual.
«Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes. Defiendan su posición, poniéndose el cinturón de la verdad y la coraza de la justicia de Dios. Pónganse como calzado la paz que proviene de la Buena Noticia a fin de estar completamente preparados. Además de todo eso, levanten el escudo de la fe para detener las flechas encendidas del diablo. Pónganse la salvación como casco y tomen la espada del Espíritu, la cual es la Palabra de Dios.» — Efesios 6:13-17 (NTV)
Observe cómo esta armadura espiritual es similar a la que se describe que viste nuestro Señor en Isaías 59:
«El Señor miró y le desagradó descubrir que no había justicia. Estaba asombrado al ver que nadie intervenía para ayudar a los oprimidos. Así que se interpuso Él mismo para salvarlos con su brazo fuerte, sostenido por Su propia justicia. Se puso la justicia como coraza y se colocó en la cabeza el casco de salvación. Se vistió con una túnica de venganza y se envolvió en un manto de pasión divina.» — Isaías 59:15b-17 (NTV)
Cuando obedecemos al Señor en todo y cumplimos cuidadosamente Sus mandamientos, Él nos da Su bendición (Deuteronomio 28). Nos da Su protección.
«El Señor vencerá a tus enemigos cuando te ataquen.» — Deuteronomio 28:7a (NTV)
«Pero no tendrán que apresurarse ni salir huyendo, porque el Señor marchará a la cabeza; ¡el Dios de Israel les cubrirá la espalda!» — Isaías 52:12 (NVI)
En Job se menciona un muro espiritual que protege a Job y a sus pertenencias.
“Satanás le respondió al Señor: —Sí, pero Job tiene una buena razón para temer a Dios: siempre has puesto un muro de protección alrededor de él, de su casa y de sus propiedades. Has hecho prosperar todo lo que hace. ¡Mira lo rico que es!” — Job 1:9-10 (NTV)
Cuando un pueblo está unido en obediencia al Señor se forma una muralla espiritual y la tierra es sanada.
«Si Mi pueblo, sobre el cual se invoca Mi Nombre, se humilla y ora, y busca Mi rostro, y se aparta de sus malos caminos, Yo lo escucharé desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra.» — 2 Crónicas 7:14 (RVC)
Sin embargo, cuando las personas se desvían de los caminos del Señor, esta muralla de protección se pierde. Lo mismo ocurre cuando nosotros como creyentes nos salimos de la voluntad de Dios, quedamos fuera de su protección, y quedamos solos por nuestra propia cuenta expuestos a los a los ataques del enemigo (las flechas encendidas del diablo), y experimentaremos las pruebas de corrección para que enderecemos nuestros caminos, alejándonos del pecado.
”Busqué a alguien que pudiera reconstruir la muralla de justicia que resguarda al país. Busqué a alguien que se pusiera en la brecha de la muralla para que Yo no tuviera que destruirlos, pero no encontré a nadie. Por eso ahora derramaré Mi furia sobre ellos y los consumiré con el fuego de Mi enojo. Haré recaer sobre su cabeza todo el castigo por cada uno de sus pecados. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!”— Ezequiel 22:30-31 (NTV)
Recuerde el caso extremo cuando las personas están fuera de la protección de Dios lo encontramos en la oración de Abraham cuando quiso interceder para evitar la destrucción de Sodoma y Gomorra en donde vivía su sobrino Lot (Génesis 18:16-33), él oró para que si había 10 personas justas la ciudad no fuera destruida. Pero conocemos el final de esta historia, la ciudad fue destruida por sus pecados, pero Dios protegió a Lot y su familia por la intercesión (tefilá) de Abraham.
«Finalmente, Abraham dijo: —Señor, por favor, no te enojes conmigo si hablo una vez más. ¿Y si hubiera tan solo diez? Y el Señor contestó: —Entonces no la destruiré por causa de esos diez.» — Génesis 18:32 (NTV)
Cuando oremos tenemos que tener nuestros ojos espirituales bien abiertos porque Satanás quiere bloquear que el cielo llegue a la tierra, y va a hacer todo lo posible para distraernos para que no recemos, porque de esa forma se asegura que no podamos tener acceso a la protección de la armadura de Dios.
“Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes.” — Efesios 6:10-18 (NTV)
“¡Estén alerta! Cuídense de su gran enemigo, el diablo, porque anda al acecho como un león rugiente, buscando a quién devorar.” — 1 Pedro 5:8 (NTV)
Para concluír este artículo queremos citar las 10 lecciones sobre la oración del pastor Adrian Rogers, quien dice “Nosotros debemos de aprender a orar y después orar”. El asistir a una docena de seminarios sobre la oración es inútil si usted no ora, poniendo en práctica lo que ha aprendido. Su vida espiritual nunca estará por encima de su oración habitual.
Las 10 lecciones sobre la oración (Adrian Rogers)
- Haz de la oración un hábito. Cuando fracasas, comienza de nuevo, día con día, hasta que la oración se convierta en un hábito.
- Designe un lugar y hora para orar regularmente.
- Momento oportuno. Haga sus oraciones durante el tiempo y el lugar más óptimo para usted. Encuentre el momento en que su mente esté más aguda, y su atención sea mayor.
- Tome su Biblia, cuaderno, lápiz, y materiales devocionales para inspirar su oración. Y si Dios le dice algo escríbalo. La tinta más pálida es mejor que la mejor memoria.
- Comience leyendo la Palabra de Dios. No ore y luego lea la Biblia. Es mejor leer la Biblia y luego orar. Ya que lo que nos dice Dios es más importante que lo que usted le diga a Dios. Siguiendo este orden beneficia su oración, la cual será más animada, estructurada, e inspirada cuando la Palabra de Dios nos estimula mostrándonos la voluntad de nuestro Señor.
- Acontecimientos del día. Aprenda a orar sobre las cosas que le ocurren durante el día, y hágalo durante todo el día. «Orando sin cesar.»
- Diario de Oraciones Respondidas. Mantenga un registro de sus peticiones y oraciones respondidas en un diario dedicado con este propósito. Un diario de oración le ayudará a aumentar su fe, porque cuando lo lea le mostrará lo increíblemente bendecido que ha sido al ver cuántas oraciones Dios le ha respondido.
- Póngase toda la armadura de Dios. Vivimos en una constante batalla espiritual y la oración es nuestra más poderosa arma en esta guerra. Por ello, la artillería del infierno vendrá contra usted cada vez que rece, el timbre va a sonar, le va a dar sueño, su mente divagará.
- Concéntrese cuando ore. Si usted está solo, ore en voz alta cuando su mente quiera divagar, ya que al vocalizar sus oraciones evitará que su mente se desvíe.
- Ore hasta por las distracciones. Si tiene pensamientos que lo distraigan cuando está orando probablemente son importantes, evidentemente por esta razón vienen a su mente, así que ore por ellos. La distracción se convertirá en parte de su oración. Luego puede volver a su oración original.
La oración es nuestro tiempo de conversación con Dios, y es un mandato el que debemos orar constantemente, por lo que, que mejor si cuando oramos lo hacemos de forma eficaz y somos escuchados, mejor aún, si nuestras oraciones son contestadas, y nuestra fe crece porque vamos conociendo más al Señor, como un circulo virtuoso que mejora nuestra vida espiritual. Para cerrar esta serie de artículos los dejamos can las promesas de Dios para Sus hijos.
“El Señor dice: «Rescataré a los que me aman; protegeré a los que confían en mi nombre. Cuando me llamen, yo les responderé; estaré con ellos en medio de las dificultades. Los rescataré y los honraré. Los recompensaré con una larga vida y les daré mi salvación».” — Salmos 91:14-16 (NTV)
¡Que Dios los bendiga!
Ir a: La oración eficaz (Parte 1)