En el artículo anterior concluimos que la maldad en la creación de Dios llegó a niveles inimaginables en donde el hombre recibió ayuda de ángeles caídos para corromper física y espiritualmente toda la carne. Todo esto orquestado por Satanás para impedir el plan de salvación de Dios. Ahora veremos cómo el Señor dictó Su juicio contra la humanidad, y al mismo tiempo, mostró Su gran misericordia hacia el hombre dándole la oportunidad de arrepentirse. De esta forma, Dios frustró todos los planes de los ángeles caídos.
Ver. 3 — Entonces el SEÑOR dijo: «Mi Espíritu no luchará para siempre con el hombre, porque ciertamente él es carne. Serán, pues, sus días 120 años».
Para interpretar este versículo, muchos piensan que se refiere a un anuncio de la decisión de Dios de retirar la influencia restrictiva de Su Espíritu de la sociedad humana y permitir que la maldad siga su curso completo. Otros piensan que significa que Dios retiraría Su aliento vital de los humanos cuando cumplan 120 años, pero no creo que estas interpretaciones sean correctas.
Con la ayuda del contexto en este capítulo, en donde previamente vimos que los “hijos de Dios” (ángeles caídos) y las “hijas del hombre”, se reprodujeron y engendraron a seres híbridos en una total transgresión a los mandatos del Señor, y causaron la corrupción de Su Creación. Después, con el favor de Dios, estudiaremos en los siguientes versículos de Génesis 6:4-7, que los pensamientos del hombre eran solo para hacer el mal. Lo que nos lleva a entender mejor el significado de este versículo 6:3, muy controversial, y cuyo propósito es introducir el juicio de Dios para acabar con este grado de perversión en el mundo, al acortar la vida de los seres humanos y la de los animales como veremos a continuación.
“Mi Espíritu no luchará para siempre con el hombre”
El pronombre “Mi” nos indica que se está hablando del Espíritu Santo como la presencia personal del SEÑOR, y la palabra en hebreo que se utiliza es, רוּחִ֤י – Rují, que se deriva de (רוּחַ – Ruáj), que puede significar «Espíritu», y a su vez significa «aliento». Por lo que en este versículo tenemos la alusión a la creación del hombre en Génesis 2:7, donde el Señor sopló en él aliento de vida, y el hombre hecho de polvo se convirtió en un ser viviente. Pero también se relaciona con el momento en el que Dios se niega a preservar al hombre para siempre en el Jardín del Edén, al expulsar a Adán y a Eva para que no vivieran para siempre en pecado (Génesis 3:22-24). Así que Génesis 6:3 nos habla del juicio que anticipa la destrucción de todos los seres vivos (humanos y animales) que tienen el aliento (רוּחַ – ruáj) de la vida (Génesis 6:17, 7:15, 22; Salmos 104:29-30; Ezequiel 37:14).
“Entonces Yo traeré un diluvio sobre la tierra, para destruir toda carne en que hay aliento de vida debajo del cielo. Todo lo que hay en la tierra perecerá.” — Génesis 6:17 (NBLA)
El siguiente reto para entender el significado de este versículo es la palabra, יָדֹ֨ון – yadón, porque esta es la única vez que se utiliza esta palabra en la Biblia. Puede significar “luchar”, «batallar», “contender”, «lidiar», “pelear”, o “debatir”, lo que nos da la idea de que el Espíritu Santo desempeñó un papel muy activo al luchar en contra de la maldad de la sociedad antediluviana y de restringir el pecado a través del llamado a los hombres al arrepentimiento y la rectitud, especialmente con la predicación de Enoc y Noé (1 Pedro 3:20; 2 Pedro 2:5; Judas 14). Por otro lado, podría significar “permanecer”, y tendríamos “Mi Espíritu no permanecerá para siempre con el hombre”, refiriéndose a que el aliento de vida no permanecerá para siempre, porque se avecinaba el Diluvio.
“Escondes Tu rostro, se turban; les quitas el aliento, expiran, y vuelven al polvo. Envías Tu Espíritu, son creados, y renuevas la superficie de la tierra.” — Salmos 104:29-30 (NBLA)
“Porque ciertamente él es carne”
Este versículo hace un contraste entre el Espíritu divino y la carne de los hombres. El hombre sigue siendo un simple mortal, sostenido por el Espíritu de Dios. Pero el énfasis está en la ubicación de este versículo después del versículo 2 sobre la escena de la relación entre ángeles y humanos, para enfatizar el disgusto divino producto de esta unión prohibida que es una abominación, una gran ofensa para YAHWEH, porque tal unión produjo una descendencia (híbrida).
“Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” — Juan 3:6 (NBLA)
Si analizamos la palabra compuesta hebrea «בְּשַׁגַּ֖ם – besagám«, la cual, se compone de 3 palabras: (be) que significa «en»; (sa) que significa «quién o qué»; y (gam) es «también». Entonces se traduce literalmente «en quién también». Así tenemos la frase: “el hombre en quien también hay carne”, que nos revela que una de las razones por las que Dios mandó el castigo es por la carne del hombre que fue corrompida. Esto parece agregar peso a la interpretación de que los “hijos de Dios” en Génesis 6:2 eran seres angelicales que buscaban corromper el ADN de la humanidad. Y por el otro lado, las mujeres tal vez fueron cómplices con los ángeles porque muy probablemente anhelaban obtener poderes sobrenaturales, o incluso alcanzar la inmortalidad de forma ilícita para su descendencia. Y posiblemente, esta fue la principal causa por la cual el Diluvio fue el castigo más apropiado, para acabar con la carne corrupta, modificada genéticamente, y ha sido el más doloroso de todos los juicios que conocemos hasta ahora. Fue en lo que el hombre se convirtió, a través de la maldad que hizo, lo que pensamos que incitó a Dios, a no permitir que Su Espíritu contendiera con la humanidad para siempre.
Y si usted aún no cree que en Génesis 6:2 los ángeles caídos corrompieron el ADN humano, y que toda esta modificación genética atrajo el juicio del Diluvio. Considere una cualidad particular que nos mencionan las Escrituras en Génesis 6:9 acerca de Noé, quien no tan solo «encontró gracia a los ojos de Dios» (Génesis 6:8), sino que era «justo» y «perfecto en sus generaciones«, aquí nos está hablando que el ADN de Noé era perfecto, no había sido corrompido, su genealogía estaba intacta. Veremos más a profundidad este tema, con el favor de Dios, cuando lleguemos a Génesis 6:9.
«Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.» — Génesis 6:9 (RVR 1960)
Si analizamos la palabra hebrea para carne que es בָּשָׂר – basár, esta se utiliza para describir el cuerpo del hombre y de los animales, por ello, en Génesis 6:7, las Escrituras nos dicen que el Diluvio también fue un castigo para los animales, porque también su carne muy probablemente fue corrompida. Es similar a lo que sucede hoy en día, que los científicos han hecho experimentos genéticos con animales, corrompiendo su ADN y convirtiéndolos en quimeras (híbridos humano-animales), con lo cual podemos esperar un correspondiente juicio divino venidero.
“Entonces el Señor dijo: «Borraré de la superficie de la tierra al hombre que he creado, desde el hombre hasta el ganado, los reptiles y las aves del cielo, porque me pesa haberlos hecho».” — Génesis 6:7 (NBLA)
Por otro lado, la mayoría de las personas se apresuran a concluir que la principal causa del Diluvio fue la maldad de la humanidad, y esto es correcto, no estoy minimizando que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:23), sin embargo, quiero enfatizar que el primer cargo que está haciendo nuestro Creador es la corrupción de la carne, la modificación genética que ocurrió en toda la carne, tanto humana como animal. Incluso la ubicación de este versículo es un indicador de este delito, porque está después de hablarnos de la unión de ángeles caídos y mujeres (Génesis 6:2), y antes de lo que resultó de estas relaciones ilícitas: los nefilím. Más adelante, veremos que en otras partes del capítulo 6, el SEÑOR presenta otros cargos en contra del hombre en específico: como la perversidad, sus pensamientos de maldad y violencia.
Moisés nos menciona en Génesis 6:12 que Dios vio que «toda carne había corrompido su camino», la interpretación más común de este pasaje es que las personas en su maldad se descarriaron, sin embargo, recuerde que «carne» abarca aquí también a los animales. Más bien, y dado el contexto en el que ha estado hablando Dios en este capítulo de Génesis 6, podemos entender que está hablando de una corrupción física de la carne, de la modificación del ADN tanto en humanos como en animales. La palabra en hebreo que habla de esta corrupción es שָׁחַת – shaját, que también significa «destruir», «arruinarse», «lastimar», «echar a perder». En Isaías 52:14 se utiliza un derivado de shaját, מִשְׁחָת – mishját, para referirse a «desfiguramiento», en este caso de la cara de Jesucristo.
«Dios miró a la tierra, y vio que estaba corrompida [shaját], porque toda carne había corrompido [shaját] su camino sobre la tierra.» — Génesis 6:12 (NBLA)
Observe que menciona que «la carne había corrompido su camino», la palabra camino en hebreo es דֶּרֶךְ – derek, que significa «camino» y también «viaje», «dirección» y «hábito o costumbre». De forma que podríamos leer «la carne había echado a perder su camino, o su costumbre». La costumbre o el hábito, es que la carne se reproduzca, según lo que Dios estableció y Su bendición en Génesis 1:27-28 de «sean fructíferos y multiplíquense».
Cuando suceden modificaciones genéticas, éstas son heredadas por la descendencia. Sin embargo, sabemos que hay un punto en el que se puede degenerar tanto el ADN que ya no hay descendencia, ya no se pueden reproducir, y se vuelven estériles. Los científicos han llegado hoy en día a causar esterilidad en ciertos animales y plantas con sus experimentos genéticos, imagine lo que sucedería si las plantas o los animales que comemos ya no pudieran reproducirse, eso sería el fin de la humanidad, nos quedaríamos sin alimento. Fue algo muy grave lo que sucedió, y por ello el SEÑOR intervino directamente.
«Y dijo Dios á Noé: El fin de toda carne [basár] ha venido delante de Mí; porque la tierra está llena de violencia á causa de ellos; y he aquí que Yo los destruiré con la tierra.» — Génesis 6:13 (RVA)
En la mayoría de las traducciones actuales de este pasaje encontramos «He decidido el final de toda carne», sin embargo, no encontramos esta palabra de «decidir» en el hebreo, más bien la situación del «fin de toda carne» se presentó ante el SEÑOR. Estamos hablando de un apocalipsis genético que pareciera ser que es a donde se dirige la humanidad hoy en día, «como en los días de Noé» (Lucas 17:26; Mateo 24:37) y posiblemente, por lo mismo, el SEÑOR vuelva a hacer una intervención directa, en esta ocasión con el juicio venidero y Su Segunda Venida.
Regresando al punto de apresurarnos a culpar la maldad humana como la única razón del Diluvio, tal vez esto suceda porque en la actualidad la palabra carne (בָּשָׂר – basár) la relacionamos con la idea de que el pecado reside en la carne, nos referimos a nuestra naturaleza pecaminosa (Romanos 8:5, 8:7; Gálatas 5:17, 6:8), que aprendimos del apóstol Pablo en su carta a los Romanos. Pero en el Antiguo Testamento, la carne, basár se refiere a algo «transitorio, débil y mortal», pero no era un símbolo de rebelión en contra de Dios, ya que la maldad del hombre estaba ubicada más bien en su corazón (Ezequiel 11:19, 44:7; Génesis 6:5).
“Porque los que viven conforme a la carne, ponen la mente en las cosas de la carne, pero los que viven conforme al Espíritu, en las cosas del Espíritu.” — Romanos 8:5 (NBLA)
“Pues la intención de la carne es enemistad contra Dios; porque no se sujeta a la ley de Dios ni tampoco puede.” — Romanos 8:7 (RVA-2015)
“Serán, pues, sus días 120 años”
Es posible interpretar este juicio como el retiro inminente del Espíritu de Dios para limitar la vida de un individuo a un máximo de 120 años, pero como hemos visto esta conclusión no tiene mucho sentido. Porque tenemos los casos de personas que vivieron más tiempo del estipulado en este juicio después de que el SEÑOR lo proclamó: como Arfaxad que vivió 438 años; Heber alcanzó los 464 años; Taré, el padre de Abraham, vivió 205 años y Abraham que vivió 175; Isaac alcanzó los 180 años; y Joiada, el sumo sacerdote, que vivió unos 3,500 años después del Diluvio, él llegó a vivir 130 años (2 Crónicas 24:15). Por lo que podemos inferir que Dios no se está refiriendo a la longevidad de las personas. En consecuencia, pensamos que esta frase sea una referencia a un período de tiempo de gracia previo al comienzo del Diluvio.
En las traducciones al arameo, los Tárgum de Onquelos y de Jonathan, se interpretan los 120 años como un periodo que Dios les dio a los hombres para que se arrepintieran.
“Y el Señor dijo: Esta generación malvada no se presentará ante Mí para siempre, porque son carne, y sus obras son malas. Les daré un plazo (o duración), de ciento veinte años, si se pueden convertir.” — Génesis 6:3 (Tárgum de Onquelos)
Pero ¿por qué da Dios un periodo de gracia, si la carne ya había sido corrompida por los “hijos de Dios”? Él podría enviar este juicio de forma inmediata. Pero las Escrituras nos muestran que Dios frecuentemente cancela Sus juicios debido a Su atributo de misericordia, aunque en este caso, Dios anunció lo que parece ser un decreto irrevocable. Y la única salvación sería abordar el arca que Noé iba a construir.
“Entonces Dios dijo a Noé: «He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; por eso voy a destruirlos junto con la tierra.” — Génesis 6:13 (NBLA)
Por lo que podemos ver que Dios, en Su gracia, está buscando que las personas se arrepientan de sus pecados y regresen a Él durante este periodo de gracia. Entonces el SEÑOR le informa a Noé, probablemente cuando tenía 480 años, acerca de la cuenta regresiva de 120 años para el juicio venidero sobre toda la humanidad.
“Tampoco perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, un predicador de justicia, con otros siete, cuando trajo el diluvio sobre el mundo de los impíos.” — 2 Pedro 2:5 (NBLA)
La primer tarea que Dios le dio a Noé es que se convirtiera en un «predicador de justicia» para los hombres que se habían desviado tanto que solo vivían en iniquidad. Más adelante cuando sus hijos ya estaban casados, empezaría con la construcción del arca, en la cual, solo su familia pudo entrar para sobrevivir al Diluvio.
Este periodo de 120 años debió haber entristecido al Espíritu de Dios, porque como nos explica el apóstol Pedro (1 Pedro 3:20), que el Espíritu de Dios estaba luchando con los hombres para poder llevarlos de regreso a Dios, y además utilizó el mensaje que dio a través de Noé, pero pese a Sus esfuerzos, la humanidad prefirió vivir en sus pecados, la degeneración de la raza humana debió haber llegado a su punto máximo, resistiendo la doctrina y toda advertencia de Noé acerca de la ira de Dios.
“Quienes en otro tiempo fueron desobedientes cuando la paciencia de Dios esperaba en los días de Noé durante la construcción del arca, en la cual unos pocos, es decir, ocho personas, fueron salvadas por medio del agua.” — 1 Pedro 3:20 (NBLA)
Hoy en día vemos como los valores morales en el mundo casi han desaparecido, y vivimos en iniquidad, o sea se ve al pecado como algo normal. Jesús nos dijo que se avecina la gran tribulación (Mateo 24:21) en donde experimentaremos la peor maldad que nunca se ha vivido desde la Creación. Vivimos entre tanta maldad y experimentos científicos que producen aberraciones genéticas, y sabemos que todas estas cosas corrompen tanto a la carne como a la tierra y que traen consigo violencia o crueldad, encontramos que la historia se repite con la corrupción de la carne y la violencia en Génesis 6:11 y 13
«La tierra se corrompió delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia.» — Génesis 6: 11 (RVR 1995)
Interpretamos que el apóstol Pablo nos dice que este periodo ocurre después de que el Espíritu de Dios sea retirado, por lo que esta era terminará de la misma manera que la era anterior al Diluvio.
“Porque el misterio de la iniquidad ya está en acción, solo que aquel que por ahora lo detiene, lo hará hasta que Él mismo sea quitado de en medio.” — 2 Tesalonicenses 2:7 (NBLA)
Con esto no estamos diciendo que en ese momento el Espíritu Santo sea retirado por completo de la tierra, porque eso significaría que todo regresaría al polvo (Job 34:14-15), todos moriríamos. Más bien pensamos que un aspecto del Espíritu de Dios será retirado, quizás alguno o algunos de Sus 7 Espíritus, quien ahorita restringe el mal.
¿Cuál es el significado profético de los 120 años?
Las profecías en las Escrituras siempre nos dan múltiples cumplimientos, encontramos que las Escrituras se cumplen de diferentes formas y en diferentes ocasiones, tenemos un cumplimiento a corto plazo para demostrar que las profecías vienen de Dios y se cumplieron, pero existe otro componente en la profecía que será cumplido a largo plazo y tenemos la confianza que se va a cumplir, porque tenemos la prueba de que la primera parte ya se cumplió. Así como Pedro nos dijo que un día equivale a mil años (2 Pedro 3:8), en patrones proféticos, también tenemos otro período, el del Jubileo como una unidad de 50 años (Levítico 25). Por lo que 120 unidades proféticas de Jubileos nos dan 6,000 años. Es decir, hay 6,000 años en los que el Espíritu del SEÑOR lidiará con el hombre, pero al final de esos 6,000 años, los creyentes en el Mesías vamos a recibir nuestros nuevos cuerpos, para prepararnos para el séptimo día en el que Jesús (Yeshúa en arameo) reinará en la tierra durante el último día, el Milenio.
En el siguiente artículo veremos esta profecía que engloba los 7,000 años de historia del hombre de principio a fin, y que viene en Génesis 1.
[Dice el SEÑOR] “Que declaro el fin desde el principio, y desde la antigüedad lo que no ha sido hecho. Yo digo: “Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré”.” — Isaías 46:10 (NBLA)
¡Que Dios los bendiga!
Fotografía de la portada es cortesía del “Ark Encounter”.