En el artículo anterior vimos el origen de los demonios y cómo los ángeles caídos incrementaron la maldad en el mundo de forma exponencial al corromper al hombre tanto física como espiritualmente, al mezclar su semilla con las mujeres, y al hacer que el corazón de toda la humanidad se alejara del SEÑOR y solo pensara todo el tiempo en la maldad. Ahora veremos el juicio que emite Dios sobre los habitantes de la tierra dándonos otro punto de vista del comportamiento de la sociedad antediluviana, lo que aparentemente representa una victoria para Satanás al hacer que cada nueva generación empeorara superando los pecados, transgresiones e iniquidad de sus antepasados, con el objetivo de evitar la venida del Mesías, ya que la semilla de la mujer habría desaparecido. Pero como siempre, nuestro Creador tiene la última palabra, y Su plan de salvación va a ser exitoso, sin importar los esfuerzos de Satanás ni del hombre para impedirlo.
“El Señor de los ejércitos hizo este juramento: «Todo se hará tal y como lo he pensado; todo se confirmará tal y como lo he decidido. Yo destruiré al asirio en Mi tierra; lo pisotearé en Mis montes. Libraré a Mi pueblo de su yugo, y le quitaré esa carga de sus hombros.» Éste es el acuerdo que se ha tomado en toda la tierra, y ésta es la mano que se ha extendido sobre todas las naciones. El Señor de los ejércitos lo ha decidido; ¿quién podrá impedirlo? Él ha extendido su mano; ¿quién la hará retroceder?” — Isaías 14:24-27 (RVC)
Ver. 6:5 — El SEÑOR vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal.
El versículo 5 contiene una de las declaraciones más fuertes y claras sobre la naturaleza pecaminosa del hombre y marca la cúspide de la maldad que alcanzó la humanidad en tan solo 10 generaciones desde el pecado original de Adán y Eva hasta Noé, y gracias a la ayuda de los ángeles caídos, quienes corrompieron aún más a la humanidad, enseñándoles nuevas formas de pecar ante el SEÑOR. La raza humana llegó al punto en que todo el tiempo su corazón solo pensaba en hacer el mal.
[Dice Jesús] “Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias. Estas cosas son las que contaminan al hombre.” — Mateo 15:19-20a (NBLA)
“El SEÑOR vio”
Esta expresión nos muestra una amarga comparación con el pasaje de la Creación Gen 1:31, donde todo lo que hizo el Creador para el hombre era bueno “en gran manera” y ahora es contrastado con la maldad hecha por el corazón del hombre caído, sobre todo lo que Dios le dio como su responsabilidad, para cuidar y mantener. Un mayor énfasis sobre la maldad del corazón humano es difícilmente concebible.
“Dios vio todo lo que había hecho; y era bueno en gran manera. Y fue la tarde y fue la mañana: el sexto día.” — Génesis 1:31 (NBLA)
“Era mucha la maldad de los hombres en la tierra”
Nuestro Creador nos está dando una de las descripciones más vívidas de la depravación total del hombre como consecuencia del pecado que nos separa Dios. Lo que comenzó con el pecado original de Adán y Eva, creció con el asesinato de Abel a manos de Caín, y evolucionó en la violencia de Lamec, quien orgullosamente declaró que mató a un joven por haberlo herido. Ahora la maldad estaba en pleno apogeo en toda la raza humana, alcanzando proporciones universales. La gente se había vuelto completamente corrupta, fabricando el mal al más alto nivel posible.
“Pero la tierra se había corrompido delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Dios miró a la tierra, y vio que estaba corrompida, porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra. Entonces Dios dijo a Noé: «He decidido poner fin a toda carne, porque la tierra está llena de violencia por causa de ellos; por eso voy a destruirlos junto con la tierra.” — Génesis 6:11-13 (NBLA)
Este versículo nos muestra el resultado del comportamiento de nuestra naturaleza pecaminosa, y la razón por la que el Todopoderoso odia el pecado, es la prueba de que el hombre está muerto espiritualmente desde el nacimiento, al haber heredado la naturaleza carnal de Adán, que nos mantiene separados del SEÑOR. Por lo que es prioritario regresar a Dios en esta vida, para ello, necesitamos arrepentirnos de todos nuestros pecados, y poner nuestra fe en que el único quien nos puede salvar de nuestros pecados es nuestro Señor Jesucristo, quien nos permite regresar al Padre a través del Espíritu Santo, quien nos revive espiritualmente, y nos permite estar vivos tanto físicamente como espiritualmente para estar con Jesucristo por toda la eternidad.
“Jesús le dice: Yo Soy el camino, y la verdad, y la vida: nadie viene al Padre, sino por Mí.” — Juan 14:6 (RVA)
“Pero todos se han desviado, a una se han corrompido; no hay quien haga el bien, no hay ni siquiera uno.” — Salmos 14:3 (NBLA)
“Toda intención de los pensamientos de su corazón era solo hacer siempre el mal”
El juicio de Dios se basó en 2 cosas que observó en el hombre: Primero, la gran maldad del hombre en la tierra, lo que significa que estaban cometiendo actos de pecado, enfatizando el pecado externo; y segundo, que “toda intención de los pensamientos de su corazón” era sólo para la maldad, se trata de un pecado interno, ya que sus pensamientos, imaginaciones, y planes deliberados y cognitivos eran para hacer el mal. Lo que Dios vio fue tanto la extensión como la intensidad del pecado en las acciones y pensamientos del hombre. Mostrándonos que el problema del pecado era omnipresente más que local, y que la tierra estaba infestada en esta condición. Por lo que las Escrituras nos describen las medidas drásticas que tuvo que tomar el Todopoderoso después de que emitió Su juicio, por el gran dolor que la humanidad le causó con su mal comportamiento, al no seguir Sus leyes y por su falta de fe en Él. Así que tenemos la descripción de que Dios vio en Génesis 6:5, luego cómo se sintió en Génesis 6:6; y lo que Él intenta hacer en Génesis 6:7. Y el resultado fue el Diluvio
“Nada hay tan engañoso ni tan absolutamente perverso como el corazón. Nadie es capaz de conocer a fondo su maldad.” — Jeremías 17:9 (NBV)
“Porque todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios” — Romanos 3:23 (RVC 2015)
La palabra “intención” viene del hebreo יֵצֶר – yetsér que significa imaginación, marco intelectual, formar, y proviene de la raíz יָצַר – yatsár que se utiliza en Génesis 2 para describir la formación del hombre a partir del polvo del suelo. Dándonos la imagen de Dios como un alfarero que forma al hombre. Ahora el hombre mismo se ha convertido en el alfarero al tomar las habilidades dadas por Dios para formar, yetsér, malos pensamientos durante el día y la noche. Pero a diferencia de lo que Dios forma que es hermoso, lo que el hombre forma es repulsivo.
“Porque yo sé que en mí, es decir, en mi carne, no habita nada bueno. Porque el querer está presente en mí, pero el hacer el bien, no.” — Romanos 7:18 (NBLA)
“Del hombre son las disposiciones del corazón: Mas de Jehová la respuesta de la lengua. Todos los caminos del hombre son limpios en su opinión: Mas Jehová pesa los espíritus. Encomienda á Jehová tus obras, Y tus pensamientos serán afirmados. — Proverbios 16:1-3 (RVA)
En la Biblia, el corazón es más que el órgano que bombea sangre al cuerpo, es más bien un sinónimo de lo que hoy llamamos alma, ya que es donde manifiesta la vida (Salmos 40:8, 10, 12), donde están escritas las leyes de Dios (Romanos 2:15) y es la base para que funcione nuestra conciencia (Hebreos 10:22). Es el campo que recibe la semilla de la Palabra divina (Mateo 13:19; Lucas 8:15). Es la morada dentro de nosotros en donde recibimos a Jesucristo (Efesios 3:17), al Espíritu Santo (2 Corintios 1:22), y la paz y el amor de Dios. El corazón nos permite tener una comunión íntima con el SEÑOR (Efesios 5:19). En el corazón se concentra el razonamiento, entendimiento, y los sentimientos de la persona. En el corazón surgen los pensamientos, palabras y acciones, y es donde se toman las decisiones morales entre el bien y el mal. Es la fuente de las pasiones y lujurias. Por esta razón es tan grave la situación que nos describe este versículo porque los corazones estaban enfocados a la maldad. Hoy en día, fácilmente puede ver qué es lo que hay en los corazones de las personas, con tan solo escucharlas hablar, lo que dicen es de lo que están llenos sus corazones, tal y como nos lo explica nuestro Señor Jesucristo.
“El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno; y el hombre malo, del mal tesoro saca lo que es malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.” — Lucas 6:45 (NBLA)
“Un corazón que trama planes perversos, pies que corren rápidamente hacia el mal.” — Proverbios 6:18 (NBLA)
Hay un famoso cuento Cherokee para niños que dice que en el corazón de todo hombre hay dos lobos, uno blanco y otro negro, y al que la persona más alimente es el que se convierte en el más dominante. Tomando este ejemplo podemos ver como fácilmente el lobo negro es el que crecía en el corazón de la sociedad antediluviana, y si cada persona vivía por cientos de años, la maldad en sus corazones aumentaba al ganar experiencia con pecados que iban haciéndose más violentos, obscuros y perversos. Podemos ver que el lobo negro del cuento es el animal que era alimentado día y noche, por lo que la gente vivía en una iniquidad total, llamando a lo malo como bueno y consideraba a las tinieblas como luz, tal y como nos explica el profeta Isaías.
“¡Ay de los que a lo malo llaman bueno; y a lo bueno, malo! Consideran las tinieblas como luz, y la luz como tinieblas. Consideran lo amargo como dulce, y lo dulce como amargo.” — Isaías 5:20 (RVA-2015)
Teniendo el corazón tan torcido no era de sorprenderse que, aunque estuvieran haciendo el mal, a ellos les parecía bien ante sus propios ojos, la maldad de sus pensamientos regía su estilo de vida.
“En aquellos días no había rey en Israel. Cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos.” — Jueces 17:6 (NBLA)
Usted puede preguntar a cualquier persona si se considera buena persona, la mayoría le dirá que sí, que “tratan de hacer lo bueno”, sin embargo, estas personas por lo general no guardan los Mandamientos de Dios que encontramos en las Escrituras, desconocen muchas de Sus leyes, o incluso si las conocen, muchas veces no las siguen, y racionalizan sus pecados. Cuando las personas no siguen los caminos de Dios, los cuales están claramente señalados en Sus Escrituras, hacen lo que les parece bien ante sus propios ojos, y lamentablemente, no tienen discernimiento para distinguir entre el bien y el mal, ellos no encuentran ningún problema cuando cometen pecado. Pero ante Dios, todos somos pecadores y merecemos terminar en el Lago de Fuego. Por eso es nuestra responsabilidad como creyentes vueltos a nacer, mostrarles la buena noticia del Evangelio, decirles la verdad y dejar que ellos decidan si quieren seguir en sus pecados, muertos espiritualmente, o escoger la vida eterna que nos ofrece Jesucristo.
“La transgresión habla al impío dentro de su corazón; No hay temor de Dios delante de sus ojos. Porque en sus propios ojos la transgresión le engaña en cuanto a descubrir su iniquidad y aborrecerla. Las palabras de su boca son iniquidad y engaño; ha dejado de ser sabio y de hacer el bien. Planea la iniquidad en su cama; se obstina en un camino que no es bueno; no aborrece el mal.” — Salmos 36:1-4 (NBLA)
Si las personas no están caminando por los caminos del SEÑOR, van a formar pensamientos malos en sus corazones, debido a que la naturaleza del hombre permanece sin cambios, porque observamos que el hombre por sí mismo es incapaz de hacer lo que es bueno, incluso para pensar un buen pensamiento o hacer una buena acción. Puede fácilmente observar esto desde la infancia, observe a niños pequeños cómo se comportan: son egoístas, no obedecen, no quieren compartir sus juguetes o sus golosinas con otros niños, etc., y cuando crecen, siguen con comportamientos similares, solo que sus pecados solo aumentan. Por lo tanto, las obras de hombres no regenerados no son obras propiamente buenas, ya que un árbol malo no puede dar frutos buenos y correctos, como lo podemos corroborar en la Biblia (Lucas 6:43-45; Mateo 7:15-20) porque el comportamiento de la gente no mejoró después del Diluvio. La corrupción moral del hombre empieza desde la niñez y a lo largo de toda su vida, todos los días de su vida, día y noche, y día tras día, sin interrupción fue la misma que antes del Diluvio; como nos dice Moisés en Génesis 8:21. Donde tenemos una prueba evidente de que Dios no esperaba ningún cambio en la naturaleza humana por sí misma, pero por Su gran misericordia y paciencia hacia nosotros nos promete que nunca enviará un segundo diluvio como juicio por la perversidad de los seres humanos.
“Y dijo el Señor para sí: «Nunca más volveré a maldecir la tierra por causa del hombre, porque la intención del corazón del hombre es mala desde su juventud. Nunca más volveré a destruir todo ser viviente como lo he hecho.” — Génesis 8:21b (NBLA)
Santiago nos explica el ciclo vicioso del pecado, en donde solo falta una tentación, para que una persona que lleva una mala vida, con un corazón corrupto, para que lleve a cabo malas acciones y pecados, porque está predispuesto a reaccionar con malos frutos (malas acciones). Y como resultado del pecado, Dios nos sentencia a la pena capital, por eso todos morimos como resultado de nuestros pecados. La única excepción fue Jesús, quien no pecó, pero a quien le fueron imputados todos los pecados de la humanidad cuando estaba en la cruz. Y gracias a Él nos podemos salvar y recibir vida eterna, cuando nuestros pecados son justificados ante el Padre.
“Al contrario, cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos. El fruto de estos malos deseos, una vez concebidos, es el pecado; y el fruto del pecado, una vez cometido, es la muerte.” — Santiago 1:14-15 (RVC)
Jesús nos advirtió que cuando Él regresara en Su Segunda Venida, la sociedad sería como la que existió en los tiempos de Noé (Mateo 24:37). Y podemos ver cómo la cultura actual promueve todo aquello que va en contra de las leyes y el temor del SEÑOR, burlándose y atacando abiertamente a todo aquel que trate de hacer lo recto. Los medios en las películas y la TV fomentan el egoísmo, la sensualidad, los malos hábitos, e inclusive actos criminales, para desensibilizar a las personas acerca de lo que es bueno y malo, y por su naturaleza, el hombre es propenso a pecar constantemente, y la iniquidad de la sociedad minimiza, o incluso elimina las restricciones morales, incentivando los apetitos del hombre a que solo piense en hacer el mal todo el tiempo. Por otro lado, vemos como el liberalismo prevalente en los gobiernos, están aprobando leyes que van directamente en contra de las leyes del SEÑOR, haciendo criminales a las personas que buscan seguir los caminos de Dios. No estamos muy lejos de regresar al estado en el que se encontraba la humanidad cuando fueron juzgados por el Diluvio (para más información puede ver nuestro artículo Las Profecías De La Última Generación). Pero esta vez nuestro Creador nos anunció que el juicio será con fuego.
“Como está escrito: «No hay justo, ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se han desviado, a una se hicieron inútiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno… Sus pies son veloces para derramar sangre… No hay temor de Dios delante de sus ojos».” — Romanos 3:10-12, 15, 18 (NBLA)
¿Entonces, en qué deberíamos de ocupar nuestras mentes?
Si la humanidad de Génesis 6:5 solo pensaba en lo malo, entonces ¿qué es lo que nos indican las Escrituras que deberíamos de estar pensando? ¿Acaso tener “pensamientos felices” como sugieren en la película de Peter Pan? No, las Escrituras nos indican que debemos de estar meditando en la Palabra de Dios todo el tiempo (Josué 1:8; Salmos 119:48), recordar Sus Mandamientos (Éxodo 20:8; Malaquías 4:4) ; pensar en la bondad y misericordia de Dios (Salmos 48:9) y en Su majestuosidad; recordar al SEÑOR (Deuteronomio 8:18); el recordar los juicios de Dios (Salmos 77:11) nos reconforta (Salmos 119:52); recordar la esclavitud en Egipto y cumplir los Mandamientos de Dios (Deuteronomio 16:12); recordar que Dios nos liberó de la esclavitud en Egipto (Deuteronomio 24:18); recordar Sus obras maravillosas (Deuteronomio 5:15, 7:18-19, 8:2, 15:15;1 Crónicas 16:12; Salmos 105:5, 111:4, 143:5); recordar Su alianza (pacto) (1 Crónicas 16:15); reflexionar en que el SEÑOR es Dios tanto en el Cielo como en la tierra (Deuteronomio 4:39); recordar lo que ha sucedido en la historia (“los días pasados”) (Deuteronomio 32:7; Isaías 46:9, 63:11; Salmos 143:5). Nuestro objetivo en esta vida es servir a Dios con todo el corazón, el alma y con todas nuestras fuerzas, todo lo demás es secundario, pero la cultura en la que vivimos nos quiere hacer pensar que es lo contrario, fomentando la idea satánica de “venimos a esta vida a ser felices”.
“Nunca se aparte de tu boca este libro de la Ley; más bien, medita en él de día y de noche, para que guardes y cumplas todo lo que está escrito en él. Así tendrás éxito y todo te saldrá bien.” — Josué 1:8 (RVA 2015)
“Aunque los príncipes se sienten y hablen contra mí, Tu siervo medita en Tus estatutos.” — Salmos 119:23 (NBLA)
Para concluir este estudio, me gustaría mencionar que todos, sin el Espíritu Santo, cuyo dispensador es Cristo, no podemos hacer nada más que errar y pecar. El hombre sin el Espíritu Santo es malo por naturaleza, ya que su corazón es depravado al igual que todos sus pensamientos. Es el reconocer que somos pecadores, y no personas buenas, el comienzo de nuestra salvación.
[Dice Jesús] “Yo Soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece en Mí y Yo en él, este lleva mucho fruto. Pero separados de Mí nada pueden hacer.” — Juan 15:5 (RVA-2015)
¡Que Dios los bendiga!
Fotografía de la portada es cortesía del “Ark Encounter”.