En el artículo anterior vimos lo que es la Gracia de Dios, la cual, es personificada por nuestro Señor Jesucristo, y por medio de Él, Noé fue salvado del juicio del Diluvio. Además vimos que, la gracia, hace que el cristianismo sea diferente a toda religión o filosofía en el mundo. Ahora veremos cómo el engaño del Dispensacionalismo (el cual se ha infiltrado en muchos grupos cristianos), ha tergiversado lo que es la gracia de Dios, hasta el punto en que los cristianos pequen por ignorancia (al no profundizar en el estudio de la Palabra de Dios). El conocimiento de la gracia del SEÑOR es de suma importancia, ahora que nos acercamos cada vez más a estar viviendo como en los tiempos de Noé, y como en los tiempos de Lot (de Sodoma y Gomorra), porque cada vez es más difícil transmitir la buena noticia del Evangelio en los corazones endurecidos de los incrédulos, debido a la iniquidad en la que vivimos, donde dicen que lo bueno es malo y lo malo es bueno (Isaías 5:20).
¿Qué significa vivir bajo la Gracia de Dios?
Antes de ver la respuesta a esta pregunta, quisiera empezar con lo que a muchos cristianos se les ha enseñado, y cuyas doctrinas están fuertemente arraigadas entre muchos creyentes: Las enseñanzas del Dispensacionalismo (originalmente promovido por John Darby y Cyrus Scofield), cuyos actuales seguidores promueven que actualmente estamos viviendo en la «dispensación de la era de la iglesia», también conocida como «la era de gracia», la cual según ellos empezó desde el establecimiento de la iglesia en Pentecostés, y abarca hasta el Rapto de la iglesia. Lo que esta doctrina enseña, es que ahora los cristianos “no viven bajo las dispensaciones anteriores”, y que por eso, “los cristianos ya no están bajo la ley de Dios”, sino que solamente están bajo Su gracia, y como la sangre de Cristo cubre nuestros pecados, dicen que tenemos licencia para seguir al Espíritu de gracia, porque las leyes del Monte Sinaí fueron clavadas en la cruz, y ya no nos aplican hoy en día. Todo esto es una terrible tergiversación de diferentes pasajes bíblicos, y usualmente son los mismos grupos (y sus respectivos descendientes) quienes promueven esta confusión, como lo vimos en nuestro artículo apologético La Dieta Bíblica (Parte 3). El fruto de estas falsas predicaciones ocasiona que la gente racionalice sus pecados al punto de verlos como algo normal (por ejemplo, comer cerdo, o tratar el Shabát como cualquier otro día) y diga: “Bueno, puedo vivir como quiera. Soy cristiano y estoy bajo la gracia, Dios es muy amoroso y lo perdona todo. He sido liberado del poder de la ley porque Cristo cargó con mi castigo y Él pagó el precio. Estoy libre del juicio eterno porque Él llevó el juicio de Dios en Su propio cuerpo. Vivo bajo el nuevo y mejorado pacto del Nuevo Testamento, que remplaza al Antiguo Testamento, el cual ya no me aplica, porque ahora sigo lo que el Espíritu Santo me indica, etc…». Quisiera que esto fuera una exageración o una broma, pero esto es lo que he oído de la mayoría de los cristianos, e incluso en sermones de pastores cristianos a quienes estimo. Ven la gracia como la bondad de Dios que les permite hacer las mismas cosas que los incrédulos del mundo llevan a cabo, al grado que no parece haber diferencia entre estos cristianos y las personas incrédulas del mundo, porque viven de la misma forma, por ejemplo, al alcoholizarse, cometer adulterio, frecuentar malos lugares, tener malas compañías, etc., y justifican sus pecados con diferentes argumentos. Son como las semillas que cayeron entre espinos:
“Y aquel en quien se sembró la semilla entre espinos, este es el que oye la palabra, pero las preocupaciones del mundo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se queda sin fruto.” — Mateo 13:22 (NBLA)
“Porque todo lo que hay en el mundo, la pasión de la carne, la pasión de los ojos, y la arrogancia de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” — 1 Juan 2:16 (NBLA)
Sin embargo, no entienden que la gracia es el poder de Dios para salir de las cosas del mundo y nos hace cristianos. Por lo que su actitud va totalmente en contra de las Escrituras, como nos lo dice el apóstol Pablo. Para más información puede ver nuestro artículo: ¿Soy Legalista si Sigo los Mandamientos del Antiguo Testamento?
“¿Qué diremos, entonces? ¿Continuaremos en pecado para que la gracia abunde? ¡De ningún modo! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” — Romanos 6:1-2 (NBLA)
Como vemos en este versículo Noé fue salvado por la gracia de Dios, una muestra de que las dispensaciones no son ciertas, lo único que ocasiona esta falsa doctrina es que, como los cristianos no entienden qué es la gracia de Dios (porque no le dedican el tiempo que deberían a estudiar las Escrituras, Hebreos 5:11-14), tratan la gracia como si fuera una licencia para pecar, porque esta es la doctrina más popular que se enseña en los seminarios, y es lo que los feligreses quieren escuchar (sus oídos con comezón, como los describe la Biblia), y los pastores con poco discernimiento fomentan este mal entendido entre sus congregaciones.
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, acumularán para sí maestros conforme a sus propias concupiscencias” — 2 Timoteo 4:3 (RVR 1977)
En el Sermón del monte, Jesús hace una grave advertencia para aquellos que no siguen la ley de Dios en Mateo 7:21-23 al utilizar la palabra ἀνομία – anomía, que literalmente significa “sin ley”, es decir, que las personas que no obedezcan Sus leyes no entrarán al Reino de Dios, pero lamentablemente, esta importante enseñanza se pierde en la traducción al español, ya que se traduce como “los que practiquen la iniquidad” o los “obradores de maldad”, que nos da un mensaje muy alejado del original. Y tristemente, la doctrina de la gracia fomenta que las personas no solo no obedezcan las leyes del Antiguo Testamento, que son parte de la voluntad de Dios Padre, y que fueron dadas por nuestro Señor Jesucristo (Santiago 4:12), sino que juzgan a todo cristiano que sí las sigue, quienes lo hacen como un testimonio de la fe para los demás, y para caminar con Jesucristo demostrándole cómo aman a su Salvador. Jesús nos explicó la forma correcta en la que lo podemos amar: “Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos.” (Juan 14:15, 21). Para más información puede ver nuestros artículos: ¿Acaso los Cristianos Tenemos que Cumplir los 10 Mandamientos? (Parte 1) y Descifrando Palabras Clave: Leche y Miel.
“No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: “Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu nombre, y en Tu nombre echamos fuera demonios, y en Tu nombre hicimos muchos milagros?”. Entonces les declararé: “Jamás los conocí; apártense de Mí, los que practican la iniquidad [anomía]”.” — Mateo 7:21-23 (NBLA)
Como puede ver, esta doctrina de la Gracia Dispensacional va totalmente en contra de las Escrituras. Encontramos diferentes ejemplos en la Biblia que contradicen el Dispensacionalismo, con lo que se desmorona esta doctrina: Por ejemplo, con Moisés, quien también recibió la gracia de Dios durante la “dispensación de la ley” en Éxodo 33:12-13; Números 11:11, 15. Moisés fue salvado por la gracia de Jesucristo y observó la ley de Dios como se le fueron revelando en su vida al igual que al pueblo de Israel (Éxodo 33:16-17, 34:9). Después Gedeón también encontró la gracia del Dios (Jueces 6:17) aunque vivió más de 1,000 años antes de la “dispensación de gracia”. Inclusive el rey David estaba hablando de encontrar la gracia de Dios (en la “dispensación equivocada”) (2 Samuel 15:25). Otros ejemplos en los que se menciona la gracia de Dios en la dispensación de la ley están: 1 Samuel 1:18; Salmos 45:2, 84:11; Jeremías 31:2. Y tenemos a Abraham que también nos habla de recibir la gracia de Dios en Génesis 18:3, cuando él se supone que vivía en la “dispensación de Abraham o de la Promesa.”
“Entonces Moisés dijo al Señor: «Mira, Tú me dices: “Haz subir a este pueblo”. Pero Tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Además has dicho: “Te he conocido por tu nombre, y también has hallado gracia ante Mis ojos”. Ahora pues, si he hallado gracia ante Tus ojos, te ruego que me hagas conocer Tus caminos para que yo te conozca y halle gracia ante Tus ojos. Considera también que esta nación es Tu pueblo».” — Éxodo 33:12-13 (NBLA)
“Y dijo: «Si ahora, Señor, he hallado gracia ante Tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros, aunque el pueblo sea terco. Perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y tómanos por posesión Tuya».” — Éxodo 34:9 (NBLA)
Entonces si estos grandes hombres de fe: Noé, Abraham, Moisés, David y Pablo, nos dan el ejemplo de que fueron salvados por la gracia de nuestro Señor Jesucristo en diferentes épocas, la doctrina de la Dispensación no tiene ningún fundamento bíblico porque Dios no cambia, Él solo tiene un único plan para la salvación de toda la humanidad, a través de Jesucristo, porque Él es el camino, la verdad y la vida, Él nos dio la ley y la gracia, por lo tanto, ambas son buenas y para nuestro beneficio. Jesús nos dijo que Él no vino a abolir la ley, sino a darle cumplimiento, previniendo que íbamos a inventar una doctrina que buscaría inhabilitar Sus leyes morales, lo cual está equivocado. Solo considere lo siguiente: Si las leyes de Dios para la física, la química, la biología y la astronomía, siguen siendo las mismas en el Antiguo y Nuevo Testamento, por ejemplo, la ley de la gravedad sigue funcionando de la misma manera, la levadura sigue esponjando el pan, la luna sigue cambiando de fases lunares, entonces, ¿qué nos hace pensar que Dios solamente iba a cambiar leyes morales para los hombres y no las leyes para el resto de Su Creación? ¡Esto no tiene sentido! Porque nada ha cambiado y Sus leyes morales como los 10 Mandamientos siguen vigentes. Lo que ha pasado es que el enemigo ha introducido falsas doctrinas en el cristianismo, porque él es el padre de las mentiras y sabe que nuestra naturaleza carnal siempre busca excusas para rebelarse de cualquier autoridad, y de esta manera, ha engañado al mundo entero para que viole las leyes del SEÑOR y cometa pecados, que resulta en que los cristianos se alejen del SEÑOR.
“Y fue arrojado el gran dragón, la serpiente antigua que se llama Diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero. Fue arrojado a la tierra y sus ángeles fueron arrojados con él.” — Apocalipsis 12:9 (NBLA)
¿Entonces cómo conviven la ley y la gracia de Dios? Como hemos visto, la única forma en la que Dios salva a una persona es a través del regalo de Su gracia para todo aquel que pone su fe en que la sangre de Jesucristo limpiará todos sus pecados, y Dios adjudicará la perfecta justicia de nuestro Salvador (2 Corintios 5:21) a esa persona. También vimos que los cristianos NO son salvados por su mérito propio al cumplir con todas las leyes de Dios porque no alcanzamos la perfecta rectitud o justicia requerida por el SEÑOR. Por lo que es claro, la salvación no se gana, solo se puede aceptar al poner nuestra fe en el sacrificio de Jesucristo (Tito 3:3-7). Así que en lo que respecta a la salvación, ni Adán, ni Noé, ni Abraham, ni Moisés, ni David, fueron salvados por observar la ley de Dios, sino por su fe, todos somos salvados por Jesucristo.
“Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él.” — 2 Corintios 5:21 (NBLA)
Pero una vez que estamos bajo la gracia, Dios espera que hagamos cosas para Él (Efesios 2:8-10), no porque tengamos que hacerlas, sino porque estamos tan agradecidos de Su gracia que no podemos evitar corresponderle al amarlo, servirle y adorarlo. Cuando los creyentes conocen la gracia, no se sienten forzados a observar la ley de Dios, solo la siguen y la disfrutan porque saben que solo va a ser para su beneficio y su bendición. Como creyentes vueltos a nacer, nos hicimos ciudadanos de Su reino, lo que implica que estamos bajo Su gobierno, leyes, estatutos, mandatos, y si transgredimos Su voluntad, estamos cometiendo un pecado, una transgresión, o en el peor de los casos una iniquidad, por lo que no podemos decir que NO estamos bajo las leyes de Dios. Pero si nuestra fe es pasiva, tal y como nos lo advirtió Santiago, en Santiago 2:17-18, o somos “ciudadanos” del reino de Dios como los creyentes de Laodicea (Apocalipsis 3:14-22), corremos el riesgo de que en el juicio final Él nos diga que nos apartemos de Él porque vivimos fuera de Sus leyes (Mateo 7:21-23). Pablo nos habla de que es la fe, la que nos mantiene en el camino correcto, desde que confesamos con nuestra boca que Jesús es nuestra salvación, hasta el final de nuestras vidas terrenales. Para más información puede ver nuestro artículo: ¿Acaso los Cristianos Tenemos que Cumplir los 10 Mandamientos? (Parte 2)
“Si confiesas con tu boca a Jesús por Señor, y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para salvación. Pues la Escritura dice: «Todo el que cree en Él no será avergonzado».” — Romanos 10:9-11 (NBLA)
“Por eso es por fe, para que esté de acuerdo con la gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda la posteridad, no solo a los que son de la ley, sino también a los que son de la fe de Abraham, quien es padre de todos nosotros.” — Romanos 4:16 (NBLA)
El negar las leyes de Dios es negar al Dios que nos dio Sus leyes, lo que lleva a las personas a la anarquía e incredulidad, porque alejándose del gobierno del SEÑOR equivale a que nuestra alma se aleje de Él. Pero la gracia revela el propósito de Dios para darnos Sus leyes. Si ve los pasajes de Éxodo 19:10-20, 20:18-22, el SEÑOR nos dice que cuando los israelitas experimentaron Su presencia, el temor reverente de Dios los motivaría para que obedecieran Sus leyes y no pecaran (Deuteronomio 4:10). Así la ley de Dios sería el medio provisional por el cual gobernaría a Su pueblo hasta cuando el Mesías viniera a establecer el Nuevo Pacto de paz y que el Espíritu Santo viviera en nuestros corazones (Juan 1:17). La presencia de Dios es el poder que permite que la gracia gobierne en lugar de las penas de la ley, sin contradecir la ley, sino trascendiendo la ley. Por eso es tan peligrosa la doctrina dispensacional de la gracia, porque sus seguidores no entienden el poder de Dios, no tienen el temor de Dios, y lo peor es que lo llegan a conocer superficialmente, o ni siquiera llegan a conocer al SEÑOR, así que promueven el ignorar la ley e incluso todas las enseñanzas del Antiguo Testamento como si fuera algo malo. Por lo que estos cristianos de nombre terminan sin someterse a la ley, ni a la gracia de Dios y viven totalmente fuera de control (anomía – sin ley) y en el pecado (Romanos 3:20). El Espíritu de Dios nunca va a guiar a un cristiano a hacer, o pensar algo, que vaya en contra de la Palabra de Dios.
“Porque la ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo.” — Juan 1:17 (NBLA)
“Porque por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de Él; pues por medio de la ley viene el conocimiento del pecado.” — Romanos 3:20 (NBLA)
Dios nos dio la ley para mantener el orden dentro de un mundo habitado por la humanidad que tiene una naturaleza pecaminosa (1 Timoteo 2:8-11). Nos dio la ley para exponer el pecado del hombre imperfecto, para que no hagamos lo que le desagrada a nuestro Creador, y la ley nos da la perspectiva del perfecto standard de Dios mostrándonos que no podemos alcanzarlo por nuestros méritos. Así que tenemos el dilema de ¿Cómo es que el hombre mortal podrá enfrentar el juicio final ante Dios? Y la solución es solo con la gracia de Dios (Romanos 3:19-20). Por eso, el apóstol Pablo nos explica en Gálatas 3:21-25 que la ley y la gracia no son opuestas. Por lo que podemos concluir que: La única vez que los cristianos no necesitan poner atención a la ley, es cuando están caminando tan cerca de Dios en el Espíritu, que el temor de Dios los mantiene dentro de la ley sin la ayuda de la ley escrita y sus sanciones. Cuando el creyente alcanza este nivel en su fe, se dice que está libre de la ley porque la tiene escrita en su corazón y mente, y está bajo la gracia al tener el Espíritu que es la garantía de su vida eterna, de lo contrario todavía requiere la guía de la ley de Dios como su tutor.
“¿Contradice la ley a las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Porque, si la ley dada pudiera dar vida, la justicia sería verdaderamente por la ley. Pero la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por la fe en Jesucristo fuera dada a los creyentes. Pero antes de que viniera la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley ha sido nuestro tutor, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuéramos justificados por la fe. Pero al venir la fe, no estamos ya al cuidado de un tutor.” — Gálatas 3:21-25 (RVC)
“Pero si son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley.” — Gálatas 5:18 (NBLA)
La gran ventaja que tiene el creyente vuelto a nacer bajo la gracia de Dios en el Nuevo Pacto, es que puede hacer todo lo que quiera porque la ley de Dios está escrita en su corazón, y lo que ahora disfruta haciendo, no transgrede la ley del SEÑOR. Sus gustos son muy distintos a los que tenía antes, cuando era incrédulo con una naturaleza pecaminosa, su marco de referencia y su visión del mundo han cambiado. Y cuando es tentado con cosas que solía hacer, el Espíritu Santo lo alerta de todo lo que es malo, por lo que hacerlo ahora ni siquiera lo satisface, y le es más fácil no querer hacerlo. El Espíritu Santo nos cambia y ya no queremos hacer nada que disguste a nuestro Señor Jesucristo, al contrario, somos cuidadosos de seguir Sus mandatos y hacer lo que es agradable ante Sus ojos.
“Además, les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes Mi espíritu y haré que anden en Mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente Mis ordenanzas.” — Ezequiel 36:26-27 (NBLA)
Jesús es nuestro ejemplo a seguir, y aspiramos a ser como Él cada día para alcanzar Su justicia y rectitud, para que la gente con la que convivimos vea a Jesús en nosotros. Por lo tanto, no estamos bajo la ley de Moisés, más bien, vivimos bajo una ley más alta y estricta, la que nos dio Jesús en cada una de Sus palabras en toda la Biblia, y el Espíritu Santo nos da las fuerzas para poderla observar. El secreto para alcanzar nuestro propósito, y una vida llena, es el someterse a la ley y gracia del Todopoderoso. ¿Está usted listo para entregar el control completo de todas las áreas de su vida a Jesucristo? Eso es vivir bajo la gracia de Dios.
Por último, dado que todos somos pecadores y no alcanzamos la gloria de Dios, asegúrese de no quedar corto de la gracia de Dios.
“Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios,” — Romanos 3:23 (CST)
“Aseguraos de que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios.” — Hebreos 12:15 (CST)
¡Que Dios los bendiga!
Fotografía de la portada es cortesía del “Ark Encounter”.