Cain y Abel Sacrificio

Génesis 4:9-12 – El Juicio y sentencia de Caín (Parte 1)

En el artículo anterior vimos el asesinato de Abel, ahora veremos el juicio y sentencia de su hermano asesino. Caín, en lugar de arrepentirse y buscar el perdón del Señor, agregó otros crímenes a su sentencia, convirtiéndose en el primer hombre que es maldecido por Dios (Yahveh en hebreo).

Ver. 9 — Luego el Señor le preguntó a Caín: —¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está Abel? —No lo sé —contestó Caín—. ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?

“¿Dónde está tu hermano? ¿Dónde está Abel? —No lo sé”

Cain InterrogacionLa pregunta que hace Dios: “¿Dónde está Abel?” es similar a la que le hace a Adán en el jardín del Edén. Pero a diferencia de su padre quien después de culpar a Eva, admitió su crimen y temió al Señor, Caín no mostró temor alguno hacia Yahveh, inclusive se mostró desafiante. Agregando un nuevo pecado: la mentira; al mentir directamente a Dios al decirle que no sabía dónde estaba Abel y tratando de encubrir el homicidio.

“«Mi pueblo encorva sus lenguas como arcos para lanzar mentiras. Se rehúsan a defender la verdad; solo van de mal en peor. Ellos no me conocen», dice el Señor.” — Jeremías 9:3 (NTV)

Cuando Dios hace esta pregunta no es porque Él no supiera donde estaba Abel, sino que lo hace para ayudar a Caín a que confesara su pecado y guiarlo para que se arrepintiera, antes de dictar cualquier sentencia. Puede que no haya habido ningún testigo humano del crimen de Caín, pero Dios lo había visto, porque el pecado no se puede esconder.

«Los malvados piensan: «¡Dios no nos mira! ¡Ha cerrado los ojos y ni siquiera ve lo que hacemos!»… Piensan: «Dios nunca nos pedirá cuentas». Pero Tú ves los problemas y el dolor que causan; lo tomas en cuenta y los castigas. — Salmos 10:11-14 (NTV)

«No hay tinieblas tan oscuras que puedan ocultar a un malhechor.» — Job 34:22 (DHH)

Este pasaje de la Biblia nos enseña que Dios no solo conocía el secreto de Caín, sino que también sabe nuestros secretos más profundos. Lo mejor es que busquemos el perdón del Señor antes de que estos pecados nos separen de la comunión que tenemos con Él. Dios ya sabe nuestros pecados, ¿así que cual es el caso de ocultárselos? Él pacientemente nos está esperando para que se los digamos.

[Jesús dice] “… Pues llegará el tiempo en que todo lo que está encubierto será revelado y todo lo secreto se dará a conocer a todos.” — Mateo 10:26b (NTV)

¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?

La palabra “guardián” viene de la palabra hebrea שָׁמַר – shamár, que es un término legal que denota a una persona responsable de una persona u objeto. Vemos en las Escrituras que este término utilizado por Caín es la misma palabra para expresar el cuidado de Dios para el pueblo de Israel, en donde “shamár” no solo significa preservar y mantener, sino también: controlar, regular y ejercer autoridad sobre. Por ejemplo, “shamár” es utilizada 6 veces en el Salmo 121.

“Él no permitirá que tropieces; El que te cuida [shamár] no se dormirá. En efecto, El que cuida [shamár] a Israel nunca duerme ni se adormece. ¡El Señor mismo te cuida [shamár]! El Señor está a tu lado como tu sombra protectora [shamár]. El sol no te hará daño durante el día, ni la luna durante la noche. El Señor te libra de todo mal y cuida [shamár] tu vida. El Señor te protege [shamár] al entrar y al salir, ahora y para siempre.” — Salmos 121:3-8 (NTV)

Jacob LabanSin embargo, el juego de palabras que utilizó Caín con la palabra “shamár”, está relacionado con otra palabra hebrea רָעָה – “ra-á”, que significa pastor, pastorear, alimentar al rebaño; el oficio que tenía Abel (Génesis 4:2). Podemos ver esta relación en la expresión que utiliza Jacob cuando habla con su tío Labán.

“¿Qué salario quieres que te pague? —volvió a preguntar Labán. —No me des nada. Haz una sola cosa, y yo seguiré ocupándome [ra-á] de tus rebaños y cuidando [shamár] de ellos.” —  Génesis 30:31 (NTV)

Con este antecedente, existe la posibilidad de que la pregunta de Caín sea en un tono desafiante, sarcástico y de burla al hacer referencia al oficio de pastor de Abel, el guardián y cuidador de rebaños; es como si hubiera dicho: ¿Acaso soy yo el guardián del “guardián”? Lo que nos mostraría la actitud de desobediencia deliberada de Caín, y sin ningún indicio para tratar de arrepentirse. En este punto, el pecado ya había crecido tanto en su corazón que lo gobernaba totalmente.

[Dios dice] “¡Ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y ansioso por controlarte; pero tú debes dominarlo y ser su amo.” — Génesis 4:7b (NTV)

La lista de pecados de Caín siguió creciendo, desde su primer pecado, la ofrenda que fue rechazada por el Señor, lo que ocasionó que su amor fraternal desapareciera por su egoísmo, enojo y odio hacia su hermano; después cometió un violento fratricidio; más tarde mintió; se mostró indiferente y sin ningún remordimiento ante estos graves crímenes; y por último, su actitud que lo llevó a no tener ningún respeto o temor hacia el Señor. Estos fueron “los pasos de Caín” a los que Judas 11 se refiere.

“¡Qué aflicción les espera! Pues siguen los pasos de Caín, quien mató a su hermano. Al igual que Balaam, engañan a la gente por dinero; y, como Coré, perecen en su propia rebelión.” — Judas 11 (NTV)

«A los malvados el pecado les susurra en lo profundo del corazón; no tienen temor de Dios en absoluto.» — Salmos 36:1 (NTV)

La violencia que inició este acto de Caín iba a crecer, e incluso a propagarse con su descendencia: Lamec, uno de sus hijos, posteriormente también mató a un joven que lo atacó. Esta herencia de pecado alcanzaría su pico en los tiempos de Noé antes del diluvio.

“La persona enojada comienza pleitos; el que pierde los estribos con facilidad comete todo tipo de pecados.” — Proverbios 29:22 (NTV)

Ver. 10 — Pero el Señor le dijo: —¿Qué has hecho? ¡Escucha! ¡La sangre de tu hermano clama a Mí desde la tierra!

Abel asesinatoLa segunda pregunta que hizo el Señor a Caín: “¿Qué has hecho?” es misma con la que cuestionó a su madre, Eva, en el paraíso en Génesis 3:13. Es más una expresión de horror y regaño que una pregunta para indagar información adicional. Y como en los juicios de hoy en día, ahora vemos que Dios cambió de ser el interrogador, a ser el fiscal que denuncia el crimen. La naturaleza pecaminosa del acusado hizo que su situación empeorara al sumársele más pecados que lo incriminaron aun más.

“Porque cualquiera que cumpla toda la ley, pero que falle en un solo mandato, ya es culpable de haber fallado en todos. Porque El que dijo «No cometerás adulterio» también dijo «No matarás». Es decir, que alguien puede no cometer adulterio, pero si mata, ya ha violado la ley.” — Santiago 2:10-11 (RVC)

El Señor solo necesita presentar una prueba y testimonio condenatorio en contra del acusado para declararlo culpable, “¡La sangre de tu hermano clama a Mí desde la tierra!”. La sangre personifica un testigo legal que inculpa a Caín y demanda un castigo para el asesino. El segundo testigo legal es la tierra que ya había sido maldecida en Genesis 3:17, ahora es contaminada con la sangre de un inocente. Y con todo esto Dios una vez más mostró Su misericordia hacia Caín al castigarlo en vez de sentenciarlo a muerte por su crimen. Y no sólo eso, como veremos le va a poner una marca de protección y permitirá que su descendencia prospere dándole ingenio para que construyan ciudades, desarrollen artes, conocimientos en metalurgia, y para que vivan cómodamente en este mundo. Pero más adelante, el Señor sancionaría formalmente a los asesinos, después de que pasara el Diluvio:

“Yo exigiré la sangre de cualquiera que le quite la vida a otra persona. Si un animal salvaje mata a una persona, ese animal debe morir; y cualquiera que asesine a otro ser humano debe morir. Si alguien quita una vida humana, la vida de esa persona también será quitada por manos humanas. Pues Dios hizo a los seres humanos a Su propia imagen.” — Génesis 9:5-6 (NTV)

Después el Señor le dio a Moisés las leyes en contra de los asesinos para que no contaminen la tierra del campamento de Israel.

“Todos los asesinos deben ser ejecutados… Esto garantizará que la tierra donde ustedes vivan no se contamine, pues el asesinato contamina la tierra. Y ningún sacrificio, salvo la ejecución del asesino, puede purificar la tierra del asesinato. No deben manchar la tierra donde viven, porque Yo mismo habito allí. Yo Soy el Señor que habito entre el pueblo de Israel».” — Números 35:30,33-34 (NTV)

Esta es la primera mención de «sangre» (דָּם – dam) en las Escrituras. De hecho, la palabra hebrea utilizada en este versículo está en plural y de acuerdo con el rabino Rachi se refiere a la sangre de Abel y su potencial descendencia. Dios nos dice que la vida de nuestro cuerpo está en la sangre.

Porque la vida del cuerpo está en la sangre. Les he dado la sangre sobre el altar con el fin de purificarlos, para hacerlos justos ante el Señor. Es la sangre, dada a cambio de una vida, la que hace posible la purificación.” — Levítico 17:11 (NTV)

Como humanos el ver sangre derramada causa una reacción inmediata, el clamar justicia o venganza. La sangre aquí era sangre inocente derramada por manos malvadas, sangre que clamaba a Dios en voz alta. Este tema lo vemos a lo largo de las Escrituras desde Génesis hasta en Apocalipsis.

“Cuando el Cordero rompió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de todos los que habían muerto como mártires por causa de la Palabra de Dios y por haber sido fieles en su testimonio. Ellos clamaban al Señor y decían: «Oh Señor Soberano, Santo y verdadero, ¿cuánto tiempo hasta que juzgues a la gente de este mundo y tomes venganza de nuestra sangre por lo que nos han hecho?».” — Apocalipsis 6:9-10 (NTV)

Aunque la sangre de Abel en este caso condena el pecado, tenemos el contraste con la sangre de Jesucristo, que clama gracia y perdón divinos, porque es la que hace posible la reparación de nuestros pecados, de quienes creemos en Él, y en Su sacrificio en la cruz. La preciosa sangre de Cristo nos habla de salvación.

“Ustedes han llegado a Jesús, el mediador del nuevo pacto entre Dios y la gente, y también a la sangre rociada, que habla de perdón en lugar de clamar por venganza como la sangre de Abel.” — Hebreos 12:24 (NTV)

Ver. 11 — Ahora eres maldito y serás expulsado de la tierra que se ha tragado la sangre de tu hermano.

Cain JuicioAhora vemos el veredicto de Dios en este juicio “exprés” porque Yahveh es un juez justo que conoce toda la verdad. En la sentencia que dictó, como en el juicio contra la serpiente, ahora su semilla “Caín”, fue maldecido por el asesinato que cometió. Caín se convirtió en el primer ser humano en recibir una maldición directa como castigo divino (sus padres, a diferencia, habían sido castigados, no maldecidos). El castigo por el derramamiento de sangre no fue su muerte instantánea y fulminante como hubiéramos pensado como humanos, sino un castigo adecuado a su pecado y de acuerdo al plan de salvación de Dios que inició en el capítulo anterior. Este castigo nos habla de la santidad y la justicia de Dios, quien no tolera el pecado. Y de cierta forma podría decirse que Dios siguió dándole más oportunidades para que se arrepintiera y regresara a Él, de lo contrario, su destino en este mundo sería peor que la muerte.

Los malos se retuercen de dolor toda su vida. Para los despiadados están reservados años de desgracia. En sus oídos resuena el sonido del terror, y aun en los días buenos temen el ataque del destructor. No se atreven a salir en la oscuridad por miedo a ser asesinados. Deambulan diciendo: “¿Dónde podré encontrar pan?”. Saben que se acerca el día de su destrucción. Ese día oscuro los llena de terror. Viven en aflicción y angustia como un rey que se prepara para la batalla.” — Job 15:20-24 (NTV)

Caín fue condenado a vagar incesantemente en una tierra que no le proporcionaría ni sustento ni seguridad. No importa a dónde fuera en el mundo, la tierra iba a estar en su contra, el suelo que contenía la sangre de su hermano.

Ver. 12 — La tierra ya no te dará buenas cosechas, ¡por mucho que la trabajes! De ahora en adelante, serás un vagabundo sin hogar sobre la tierra.

Para un agricultor como Caín, esta maldición era severa, y significaba que Caín pasaría toda su vida siendo un vagabundo, «un fugitivo y un vagabundo». Pero no vemos en las Escrituras que Caín vuelva al camino correcto para tener comunión con Dios. Así que pasó el resto de su vida sufriendo por el castigo de su crimen. Sin embargo, Dios no lo dejó desprotegido, ya que como muchos estudiosos de la Biblia afirman, el no poder trabajar la tierra lo llevó a que la línea de Caín desarrollara la vida urbana más que una vida rural.

Después, de forma similar, vemos que el pueblo de Israel es sentenciado a morir deambulando por el desierto durante 40 años, por su desobediencia.

“¡Treinta y ocho años pasaron desde que partimos por primera vez de Cades-barnea hasta que cruzamos finalmente el arroyo Zered! Para entonces, todos los hombres con edad suficiente para ir a la guerra habían muerto en el desierto, tal como el Señor juró que sucedería. El Señor los hirió hasta que todos quedaron eliminados de la comunidad.” — Deuteronomio 2:14-15 (NTV)

Lo triste es que Caín después de escuchar el juicio de Dios, mostró la ignorancia que tenía sobre el carácter de Dios, y exhibió los frutos de la caída y su naturaleza pecaminosa al buscar su bienestar construyendo ciudades. Caín no buscó el perdón de Dios, porque él no quería a Dios en su vida, no tenía ninguna aspiración por convivir con Él, se rebeló ante el Señor por su pensamiento corrupto y equivocado pensando que él podía arreglárselas por si solo sin la ayuda de Dios. Pero Caín, lamentablemente, no es el único que pensaba de esta forma: el camino que escogió seguir es el mismo que millones de personas han seguido a lo largo de la historia de la humanidad. Alejados de Dios, buscando «mejorar el mundo», haciéndolo «más cómodo para vivir» y lo han ido perfeccionando a través de sus propias religiones y filosofías refinadas, que dictan cuales son las buenas obras que presentarán a sus dioses. Pasan por alto lo que Dios realmente quiere de nosotros; rechazan la forma que Dios nos da para purificarnos del pecado; y en su lugar, utilizan métodos humanos «mejorados», “los pasos que siguió Caín”.

«Delante de cada persona hay un camino que parece correcto, pero termina en muerte.» — Salmos 14:12 (NTV)

«En esos días, Israel no tenía rey; cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio.»— Jueces 21:25 (NTV)

Para concluir este pasaje del juicio de Caín, aprendimos que Dios juzga y castiga todos los pecados de manera apropiada, pero no lo hace por ira o venganza. Su objetivo es que nos arrepintamos, corrijamos nuestra senda, y restauremos nuestra relación con Él.

[Dice el Señor] «Yo formo la luz y creo las tinieblas, Yo envío los buenos tiempos y los malos; Yo, el Señor, Soy El que hace estas cosas.»— Isaías 45:7 (NTV)

¡Qué Dios los bendiga!


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