En el artículo anterior vimos por qué nos beneficia el ser misericordiosos. Ahora hablaremos de las fatales consecuencias que conlleva la falta de misericordia. También veremos una lección de misericordia que Dios le dio al profeta Jonás, y además, veremos que debemos extender nuestra misericordia aún a los animales, para que nos vaya bien y tengamos largas vidas.
La falta de misericordia
Podemos ver en las Escrituras que, después de la incredulidad de una persona, la falta de misericordia es una de las principales causas por las que las personas terminan en el infierno. En la Parábola del Sirviente Despiadado (Mateo 18:23-35), la falta de misericordia del sirviente despiadado lo llevó a meter a la cárcel a otro sirviente del rey, que le debía una pequeña cantidad de dinero, en comparación con la enorme deuda que el rey, en su misericordia, le acababa de perdonar. Con lo anterior, nuestro Señor Jesucristo nos explica que la falta de misericordia de este sirviente despiadado, ocasionó que terminara siendo entregado a los atormentadores, hasta que pagara toda su deuda. Con esta parábola, nuestro Señor Jesucristo estaba enseñando a Pedro, la razón fundamental por la que debemos perdonar a nuestros hermanos hasta 70 veces 7, es decir, debemos ser siempre misericordiosos y perdonar a nuestros hermanos (Mateo 18:21). Le estaba dando una lección de la relación que hay entre perdonar y tener misericordia. Y la parábola termina con una advertencia: Si no perdonamos de corazón cada una de las transgresiones que recibamos, nuestro Padre celestial va a juzgarnos por esta falta, y podríamos terminar pagando por todas nuestras deudas en el infierno, porque Dios Padre envió a Su Hijo a morir en la cruz para el perdón de todos nuestros pecados, ¿y nosotros no somos capaces de perdonar a nuestros hermanos?
“Entonces se le acercó Pedro y le dijo: «Señor, si mi hermano peca contra mí, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Hasta siete veces?» Jesús le dijo: «No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.»” — Mateo 18:21-22 (RVC)
“Entonces, llamándolo su señor, le dijo: “Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti?” Entonces su señor, enojado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también Mi Padre celestial hará con vosotros, si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.” — Mateo 18:32-35 (RVR-1995)
En la oración del Padre Nuestro (Mateo 6:9-13), Yeshúa nos enseña precisamente acerca de la misericordia de Dios cuando decimos: «Perdona nuestras ofensas”, así como nosotros también «perdonamos a los que nos ofenden». Con esta petición, estamos buscando la inmensa misericordia y la gracia del SEÑOR, tal y como, lo hizo el sirviente despiadado, pero a diferencia de él, nosotros nos comprometemos a ser misericordiosos, y a perdonar lo que se nos debe, las cuales son deudas minúsculas, en comparación con las faltas que el SEÑOR nos perdona. Al perdonar, Dios nos ayuda para que desaparezcan el rencor y los resentimientos que pudiéramos tener hacia otras personas. Lo que adicionalmente nos beneficia: porque se elimina el impedimento para que estemos llenos de la paz y la alegría del SEÑOR.
[Jesús dice] «Porque si ustedes perdonan a los hombres sus transgresiones, también su Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresiones.» — Mateo 6:14-15 (NBLA)
[Jesús dice] «Sean ustedes misericordiosos, así como su Padre es misericordioso.» — Lucas 6:36 (NBLA)
“Sean más bien amables unos con otros, misericordiosos, perdonándose unos a otros, así como también Dios los perdonó en Cristo.” — Efesios 4:32 (NBLA)
Otro ejemplo de falta de misericordia, es el hombre rico e incrédulo, que conociendo a Lázaro, demostró una total indiferencia y falta de misericordia ante su hambre y necesidad, y entendemos que esto fue su perdición, porque terminó en tormentos y quemándose pagando por sus pecados (Lucas 16:19-31).
«Jesús dijo: «Había un hombre rico que se vestía con gran esplendor en púrpura y lino de la más alta calidad y vivía rodeado de lujos. Tirado a la puerta de su casa había un hombre pobre llamado Lázaro, quien estaba cubierto de llagas. Mientras Lázaro estaba tendido, deseando comer las sobras de la mesa del hombre rico, los perros venían y le lamían las llagas abiertas.» — Lucas 16:19-21 (NTV)
«Peca el que desprecia a su prójimo, pero el que tiene misericordia de los pobres es bienaventurado.» — Proverbios 14:21 (RVA 2015)
«El hombre misericordioso le hace bien a su propia alma, pero el que es cruel aflige a su propia carne.» — Proverbios 11:17 (BRJ-VYD)
Cuando se pierde la misericordia por el prójimo, las personas piensan de forma egoísta y no se preocupan por el bienestar de los demás. En este punto de indiferencia, el problema puede escalar fácilmente: Ya que las personas no tan solo dejan de ayudar al prójimo, sino que además empiezan a codiciar lo que tiene el prójimo, y no ven ningún problema en tratar de quitarle lo que tiene (robo). El hombre que cayó en desgracia y que fue ayudado por el Buen Samaritano, precisamente había sido víctima de esto: los ladrones lo habían despojado de sus pertenencias, y además dieron rienda suelta a su violencia y lo dejaron «medio muerto» (Lucas 10:30). Ya hemos visto anteriormente que la violencia se desata por una pérdida del auto-control. La falta de compasión termina por generar toda clase de sufrimiento y hasta provoca guerras (Santiago 4:1-3). Dios nos ama y quiere evitarnos todos estos sufrimientos, nos dio Su Torá y Sus 10 Mandamientos para que nos lleven de la mano, guiándonos por la vida.
“Codician y no tienen; matan y arden de envidia pero no pueden obtener. Combaten y hacen guerra. No tienen porque no piden.” — Santiago 4:2 (RVA-2015)
«Tu padre no solo comía y bebía, sino que practicaba el derecho y la justicia, y por eso le fue bien. Defendía la causa del pobre y del necesitado, y por eso le fue bien. ¿Acaso no es esto conocerme? —afirma el SEÑOR—. Pero tus ojos y tu corazón solo buscan ganancias deshonestas, solo buscan derramar sangre inocente y practicar la opresión y la violencia».» — Jeremías 22:15b-17 (NVI)
“Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón; porque veo que estás destinado a hiel de amargura y a cadenas de maldad.” — Hechos 8:22-23 (RVA-2015)
La avaricia de Dalila hizo que traicionara a Sansón, y que no se compadeciera de él, sabiendo que los soldados filisteos lo iban a atormentar y a mantenerlo prisionero hasta su muerte; pero su falta de misericordia la llevó muy seguramente, a ni siquiera disfrutar del pago que recibió, porque probablemente estuvo entre las personas que murieron cuando Sansón derribó el edificio donde los filisteos ofrecían el sacrificio a su dios Dagón (Jueces 16). También está el caso del faraón egipcio, quien sin ninguna clase de misericordia, esclavizó a los israelitas, y que por su terquedad, recibió el castigo divino de las 10 Plagas de Egipto, en las que perdió a su hijo primogénito, y luego él murió ahogado en el Mar Rojo. La falta de misericordia causa el endurecimiento del corazón. La Biblia contiene muchos ejemplos de personas que, por su falta de misericordia, terminaron muy mal: Judas Iscariote, quien traicionó a Cristo, y luego se suicidó; Balaam, quien por dinero, causó que los israelitas pecaran, y murió por la espada (Números 22-25; Apocalipsis 2:14; Números 31:16); Nabal, quien no se compadeció de los soldados de David cuando le pidieron alimento, y murió unos días después (1 Samuel 25:10-38). Amán, el agagueo, quien en su resentimiento hacia Mardoqueo, buscó matarlo a él, y además, engañó al rey para que autorizara un genocidio contra todos los judíos (Ester 3:5-6), pero sus perversos planes no funcionaron y murió ejecutado en la misma horca que había preparado para Mardoqueo, también sus diez hijos murieron, y su casa fue confiscada (Ester 7:9-10, 8:1, 9:10). Estos son solo algunos ejemplos en la Biblia de personas que terminaron muy mal por su falta de compasión, y estas historias son una advertencia, para que seamos misericordiosos y no cometamos los mismos errores.
«Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra.» — 2 Timoteo 3:16-17 (NBLA)
«Porque, ¿quién se compadecerá de ti, oh Jerusalén? ¿Quién llorará por ti, o quién se apartará de su camino para preguntar por tu bienestar? Tú me has dejado», declara el SEÑOR, «Sigues retrocediendo. Extenderé, pues, Mi mano contra ti y te destruiré; estoy cansado de compadecerme.» — Jeremías 15:5-6 (NBLA)
Jonás y la Misericordia de Dios
Jonás fue un profeta enviado por el SEÑOR para advertir a la ciudad de Nínive, para que se arrepintieran de sus malos caminos y de la violencia. Jonás es famoso por haber sido tragado por un pez, debido a su rebeldía en cumplir con este mandato de Dios. En la historia, vemos que Jonás estaba renuente a llevar ese mensaje, porque «sabía que Dios es misericordioso»; y estaba molesto cuando Dios perdonó a la ciudad, y no llevó a cabo la destrucción anunciada por Jonás, debido al arrepentimiento de los habitantes. Observe las palabras con las que reaccionó Jonás:
«Y oró al SEÑOR: «¡Ah SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé a huir a Tarsis. Porque yo sabía que Tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal anunciado.» — Jonás 4:2 (NBLA)
Luego de estas palabras, Dios le dio una lección de misericordia a Jonás: Dado que Jonás quiso esperar afuera de Nínive para ver qué sucedería con la ciudad (Jonás 4:5), se hizo un refugio; y Dios hizo que creciera rápidamente una planta sobre Jonás para que le diera sombra y lo protegiera del sol (Jonás 4:6), obviamente Jonás estaba muy contento por la planta. Sin embargo, y aquí viene la lección: Dios preparó un gusano que al día siguiente se comió la planta y ésta se marchitó (Jonás 4:7). Y aunado a esto el SEÑOR preparó un viento «abrasador» (Jonás 4:8), que junto con el sol intenso provocaron que Jonás se desmayara, y que otra vez quisiera morirse, obviamente Jonás estaba pasando por una situación muy incómoda. Y la historia termina cuando Dios le hace ver a Jonás que, si él tuvo compasión por una simple planta, y le dolió que se marchitara, cuánto más Dios se quiso compadecer de los habitantes de Nínive, quienes se arrepintieron, y de los 120,000 niños, que eran los «habitantes que no saben distinguir cuál es su mano derecha y cuál su mano izquierda».
«Entonces Dios le dijo a Jonás: «¿Tanto enojo te causa lo que le pasó a la enredadera?» Y él respondió: «Es tanto el enojo que me causa, ¡que hasta quisiera morirme!» Y el Señor le dijo: «Tú sientes lástima por la enredadera, por la cual no trabajaste, y a la cual no hiciste crecer; durante una noche creció, y a la noche siguiente dejó de existir. ¿Y Yo no habría de tener piedad de Nínive, esa gran ciudad con más de ciento veinte mil habitantes que no saben distinguir cuál es su mano derecha y cuál su mano izquierda, y donde hay muchos animales?»» — Jonás 4:9-11 (RVC)
La misericordia debe extenderse también a los animales
Observe que, en esta historia de Jonás, al final, Dios también se compadeció de los animales de Nínive. El SEÑOR está al pendiente de Su Creación, y sabe en todo momento acerca del bienestar de los animales; y requiere que, nosotros también estemos al pendiente de su bienestar.
[Jesús dice] «¿No se venden cinco pajaritos por dos moneditas? Pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios.» — Lucas 12:6 (RVA-2015)
«Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás entonces desamparado? Sin falta le ayudarás a levantarlo.» — Éxodo 23:5 (JBS)
En las Escrituras encontramos diferentes mandatos con respecto a ser compasivos con los animales (Deuteronomio 5:14, 22:1-4, 6-7,10, 25:4; Éxodo 20:10, 23:12; Levítico 22:28), con esto Dios nos enseña que debemos extender misericordia incluso a los animales pequeños, y que es beneficioso para nosotros hacerlo, para que nos vaya bien, y además encontramos una provisión de más tiempo de vida, al mostrarles misericordia.
«Si encuentras un nido de pájaros por el camino, en un árbol o en la tierra, con polluelos o con huevos, y la madre echada sobre los polluelos o sobre los huevos, no tomarás la madre con los hijos; sin falta dejarás ir a la madre, aunque a los hijos los puedes tomar para ti, para que te vaya bien y prolongues tus días.» — Deuteronomio 22:6-7 (NBLA)
Muchas personas piensan que, siguiendo dietas especiales o haciendo mucho ejercicio están «llevando una vida sana» de acuerdo a la sabiduría humana, y que con ese «estilo de vida» vivirán más. Sin embargo, lo que realmente prolonga el tiempo de vida se encuentra en lo que Dios nos dice: en Su Palabra, en donde se especifica cómo debemos cuidar nuestro cuerpo (1 Corintios 6:13-20; Levítico 11; Deuteronomio 14:3-21), y se nos enseña que los actos de misericordia hacia las personas y los animales prolongan nuestras vidas, y también, el cumplir con el Quinto Mandamiento acerca de honrar a nuestros padres. He visto noticias de personas que hacían mucho ejercicio y que mantenían una dieta estricta, y que físicamente se veían muy sanos, pero que murieron por otras circunstancias, como por ejemplo en accidentes. Necesitamos preocuparnos por conocer las Escrituras y cumplir los mandatos de Dios, ya que nuestras vidas y circunstancias están en Sus manos.
«Volví la mirada, y vi bajo el sol que no son los más veloces los que ganan la carrera, ni son los más fuertes los que ganan la guerra; también vi que los sabios no tienen qué comer, que quien es inteligente no es necesariamente rico, y que quien tiene conocimientos no siempre es favorecido. Todos ellos tienen su momento y su ocasión.» — Eclesiastés 9:11 (RVC)
Necesitamos cuidar la Creación que Dios nos dio, y evitar la aflicción y el sufrimiento de los animales. Y por lo mismo, tenemos que educar a nuestros hijos, especialmente si vemos que están cometiendo algún acto de crueldad hacia los animales. He visto diferentes documentales que muestran que muchos asesinos en serie, empezaron sus crímenes con crueldad hacia los animales, por ejemplo, matando aves o gatos. Los cazadores están pecando cuando matan animales por «deporte», por diversión, o para tener un trofeo, a diferencia de cuando lo hacen por necesidad de comerse al animal. Las Escrituras nos hablan negativamente de los dos cazadores que se mencionan por nombre, porque se rebelaron contra Dios: Nimrod (Génesis 10:8-9) y Esaú (Génesis 25:27; Romanos 9:13). Nuestro Creador cuida tanto la vida de los animales, que en Levítico encontramos la provisión de que solo los sacerdotes, o personas supervisadas por ellos, eran los únicos que podían matar a los animales limpios para ofrecerse como sacrificio, y lo hacían de una forma cuidadosa, evitando lo más posible el sufrimiento del animal.
«El que mate un animal, tendrá que reponerlo. El que mate a un hombre, será condenado a muerte.» — Levítico 24:21 (DHH)
«El justo tiene misericordia aun de su bestia; mas la piedad de los impíos es crueldad.» — Proverbios 12:10 (JBS)
La Misericordia como parte de nuestra vida diaria
El tema de la misericordia es extenso, pero confiamos que estos estudios le hayan proporcionado un mejor entendimiento de estos principios que rigen nuestras vidas, y que de esta forma elija como parte de su vida diaria a la misericordia, el perdón, y otras formas de mostrarle amor al prójimo. Con ello hará lo que es agradable ante los ojos de Dios, y se irá purificando (o purgando) al deshacerse de su iniquidad, y así cubrir cuentas celestiales pendientes, para que le vaya bien, prospere, y tenga larga vida.
«Por la misericordia y la verdad será purgada la iniquidad; y con el temor del SEÑOR se aparta del mal.» — Proverbios 16:6 (JBS)
«Sobre todo, tengan entre ustedes un ferviente amor, porque el amor cubre una multitud de pecados.» — 1 Pedro 4:8 (RVA 2015)
¡Que Dios los Bendiga!