Iniquidad

Para entender el concepto de iniquidad, apoyémonos en el significado de esta palabra en hebreo, עָוֹן – avón, cuya raíz hebrea es: עָוָה – aváh, que significa torcer, actuar perversamente, desviarse del camino, hacer caminos chuecos (como en zigzag), pervertir, distorsionar, doblar. Aváh se utiliza en:
«Cercó mis caminos con piedra tajada, torció [aváh] mis senderos”. — Lamentaciones 3:9 (RVA)
«El mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí [aváh] lo recto, y no me ha aprovechado». — Job 33:27 (RVR1960)
Por lo que, avón al igual que su raíz indica una ofensa, intencional o no, en contra de la Ley de Dios. La maldad de la iniquidad se describe como perversión, depravación, culpa (por el pecado), también significa castigo (por iniquidad, Génesis 4:13). Avón tiene además un sentido de un pecado colectivo hecho por muchos (Éxodo 20:5).
“Entonces pasó el SEÑOR por delante de él y proclamó: «El SEÑOR, el SEÑOR, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad [avón], la transgresión [peshá] y el pecado [jataát], y que no tendrá por inocente al culpable; que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación”. — Éxodo 34:6-7 (NBLA)
La palabra griega para iniquidad es ἀδικία – adikía, compuesta por: a, “sin”; y dike, “derecho”. Es una condición de falta de rectitud, injusticia, maldad, cuando alguien no es recto o correcto ante Dios al ignorar a su conciencia. La iniquidad se alcanza cuando colectivamente la sociedad o cultura de algún lugar se comporta de forma torcida o depravada llena de maldad (Miqueas 2:1).
“¡Ay de los que planean la iniquidad, los que traman el mal en sus camas! Al clarear la mañana lo ejecutan, porque está en el poder de sus manos”. — Miqueas 2:1 (NBLA)
La Iniquidad de la Casa de David

El pecado de adulterio del rey David con Betsabé (2 Samuel 11), y cuyo camino se torció más con el asesinato de Urías, el esposo de Betsabé. Fue castigado con la muerte del bebito nacido de esta relación adúltera. El SEÑOR envió al profeta Natán para hacerle ver su iniquidad (2 Samuel 12). Como resultado, el rey David escribió el Salmo 51 en arrepentimiento y buscando el perdón del SEÑOR.
“Para el director del coro. Salmo de David, cuando después que se llegó a Betsabé, el profeta Natán lo visitó. Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a Tu misericordia; conforme a lo inmenso de Tu compasión, borra mis transgresiones. Lávame por completo de mi maldad [iniquidad], y límpiame de mi pecado”. — Salmo 51:1-2 (NBLA)
Después vemos cómo las consecuencias de la iniquidad de David afectan a sus descendientes. Amnón, el primogénito del Rey David viola a su hermana Tamar (2 Samuel 13:1-19). El rey David no castiga esta iniquidad como lo requiere la ley de Dios (Deuteronomio 22:28-29). Entonces, Absalón mata a su hermano Amnón para vengar a Tamar. Más tarde, Absalón se rebela contra su padre y David huye de Jerusalén. Entonces, Absalón comete otra iniquidad más al tener relaciones sexuales con las concubinas de su padre (2 Samuel 16:20-22).
Las Consecuencias de la Iniquidad
Podemos observar que la iniquidad tiende a traer consecuencias que afectan no solo al pecador (Levítico 5:17; Levítico 17:15-16; Nahúm 1:3), sino también a más personas, porque pueden afectar al matrimonio (Números 5:31), a la familia (Éxodo 20:5, 34:7; 1 Samuel 3:11-14, Levítico 26:39; Números 14:18; Deuteronomio 5:9-10; Salmo 51:5), a los descendientes del pecador inicuo (Levítico 26:39, Ezra 9:7), a la tierra (Levítico 18:25), a la tribu (Jueces 19:1-21:25), a la ciudad (Génesis 19:15; Daniel 9:16; Ezequiel 16:27, 36-43), a la nación (Salmo 106:43, Lamentaciones 4:22, 5:7, Ezequiel 15:8, 39:23; Jeremías 25:12), y a la naturaleza (Génesis 3:17; Jeremías 3:2; Romanos 8:20-22). Por ejemplo, la iniquidad del rey Joacim, rey de Judá, lo afectó a él, a sus hijos, a sus trabajadores, y hasta donde entendemos, también a los habitantes de Jerusalén y de Judá (Jeremías 36:31).
“Así que los que sobrevivan de ustedes se pudrirán a causa de su iniquidad en la tierra de sus enemigos; también a causa de las iniquidades de sus antepasados se pudrirán junto con ellos”. — Levítico 26:39 (NBLA)
«Porque esta tierra se ha corrompido, por tanto, he castigado su iniquidad sobre ella, y la tierra ha vomitado a sus moradores”. — Levítico 18:25 (NBLH)
Entendemos que la iniquidad es una falta más grave que el pecado o la transgresión, porque las personas no solamente infringen la ley moral de Dios (de forma consciente o inconsciente, Levítico 5:17), llevando a cabo comportamientos torcidos y corruptos, sino que lo ven normal, su consciencia ya no los incomoda, estas personas sienten que sus actos están justificados, racionalizan sus perversiones, y piensan que están haciendo lo correcto.
“El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos se apartarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia”. — 1 Timoteo 4:1-2 (NBLA)
“¡Ay de los que a lo malo llaman bueno; y a lo bueno, malo! Consideran las tinieblas como luz, y la luz como tinieblas. Consideran lo amargo como dulce, y lo dulce como amargo. ¡Ay de los que son sabios ante sus propios ojos, y de los que son prudentes según ellos mismos!”— Isaías 5:20-21 (RVA 2015)
“En esos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que le parecía bien ante sus propios ojos”. — Jueces 21:25 (NBLA)
La Iniquidad Colectiva

Según el Theological Wordbook of the Old Testament (TWOT), la iniquidad individual se une a una colectiva. En este contexto, la iniquidad deja de ser exclusivamente de un individuo, y se une a la de una sociedad, que se vuelve partícipe en la misma iniquidad y corrupción, porque la conciencia comunitaria está torcida. Por ejemplo, si una persona homosexual se une a un desfile gay y ese grupo activamente busca que el resto de la sociedad acepte esta perversión, la iniquidad de la sociedad es tolerarlo, un pecado de omisión. Otro ejemplo, sucedió en Sodoma y Gomorra, eran pervertidos sexuales y además arrogantes, glotones y ociosos (Génesis 19:4-7), y pese a su abundancia económica no ayudaron al pobre porque su conciencia estaba corrupta, pecaron por omisión (Ezequiel 16:49). Cuando la iniquidad colectiva de la ciudad llegó a su plenitud (a un punto sin retorno) provocó el castigo divino y fue destruida totalmente.
«He aquí, esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: arrogancia, abundancia de pan y completa [abundancia de] ociosidad tuvieron ella y sus hijas; pero no ayudaron al pobre ni al necesitado«. — Ezequiel 16:49 (LBLA)
“Al amanecer, los ángeles apremiaban a Lot, diciendo: «Levántate, toma a tu mujer y a tus dos hijas que están aquí, para que no sean destruidos en el castigo de la ciudad»”.— Génesis 19:15 (NBLA)
Cabe mencionar que en este grado de maldad colectiva las personas ya no intentan ocultar su pecado. Observe que antiguamente los homosexuales estaban como coloquialmente se dice «dentro del clóset», esto es, ocultaban su homosexualidad, incluso en los programas de TV o películas antiguas era un tema delicado que no se tocaba. Pero ahora la cultura invita a que estas personas «salgan del clóset», y lo ven normal. Se ha llegado a un punto de iniquidad colectiva. Ahora se sienten “orgullosos” de ser homosexuales.
[Dice el Señor] «El aspecto mismo de su rostro los delata. Exhiben su pecado como la gente de Sodoma y ni siquiera tratan de esconderlo. ¡Están condenados! Han traído destrucción sobre ellos mismos». — Isaías 3:9 (NTV)
“Por tanto, así dice el Señor DIOS: “Por cuanto han hecho que su iniquidad sea recordada poniendo al descubierto sus transgresiones, de modo que se manifiestan sus pecados en todas sus obras, por cuanto han sido recordados, serán apresados por su mano”. — Ezequiel 21:24 (NBLA)

El Segundo Mandamiento hace referencia a la iniquidad de los padres, y cuando éstos son idólatras tampoco lo ocultan, tienen la conciencia distorsionada, incluso a nivel colectivo ya que probablemente pertenecen a una sociedad idólatra, que los lleva a ellos y a sus hijos a ver normal la idolatría, dado que ellos (y sus ancestros) se han desviado del camino de Dios. Sus hijos pensarán que al practicar la idolatría estarán haciendo lo correcto, después de todo esas son «sus raíces».
“No seguirás a la multitud para hacer el mal, ni testificarás en un pleito inclinándote a la multitud para pervertir la justicia”. — Éxodo 23:2 (NBLA)
Pero el Segundo Mandamiento nos indica que van a ser castigados por la justicia divina. Hoy en día no usamos la palabra iniquidad y cuando “avón” es traducido en nuestras Biblias ha sido diluida su gravedad al remplazarlo con otras palabras como: pecado (Reina-Valera, NTV), maldad (DHH), castigo (TLA), destrucción (NTV), etc.
“Porque he aquí, los que se alejan de Ti perecerán; pues tú destruirás a todo aquel que se prostituye apartándose de Ti”. — Salmos 73:27 (RVA-2015)
Nos damos cuenta que vivimos en una sociedad llena de iniquidad justificada a través de las religiones, filosofías, educación, valores culturales y gobiernos, y quizás se pregunte el por qué aún no haya sido emitido algún castigo divino. Tengo dos posibles propuestas al respecto para su reflexión: (1) el SEÑOR sí está enviando castigos divinos, vea las hambrunas, epidemias, erupciones volcánicas, terremotos, tornados, inundaciones, sequías y demás castigos que caen sobre diferentes regiones; (2) y esta es una teoría mía: las regiones que no han sido tocadas por estos castigos es porque son habitadas por creyentes, por verdaderos servidores del SEÑOR.
Al decir esto me baso en lo que el SEÑOR ha hecho históricamente, y sabemos que Él no cambia. Sodoma no podía ser destruida hasta que Lot y su familia hubieran salido de ahí (Génesis 19:22). Recordemos la conversación de Abraham con el ETERNO en Génesis 18:23-33 que comienza con «¿Destruirás tanto al justo como al malvado?». En Ezequiel 22:30 encontramos que los servidores del SEÑOR actúan como piedras vivientes (1 Pedro 2:5) y tapan los agujeros, las brechas de la muralla espiritual que protege una región:
[Dice el Señor] “Busqué entre ellos alguien que levantara un muro y se pusiera en pie en la brecha delante de Mí a favor de la tierra, para que Yo no la destruyera, pero no lo hallé”. — Ezequiel 22:30 (NBLA)
La Iniquidad Destruye la Muralla de Protección

Esta barrera espiritual que el SEÑOR pone a nuestro alrededor para protegernos como vemos en Job 1:8-10, se agujera con la iniquidad de las personas. Al leer las Escrituras entiendo que esta barrera soporta cierta cantidad de grietas o agujeros, hasta que ya no resiste, entonces llega la destrucción a esa región.
“Por tanto, así dice el Santo de Israel: “Ya que han desechado esta palabra, y han confiado en la opresión y en el engaño, y se han apoyado en ellos, por eso esta iniquidad será para ustedes como muro agrietado a punto de caer, como abultamiento en una pared alta, cuya caída viene de repente, en un instante”. — Isaías 30:12-13 (NBLH)
“En la cuarta generación ellos regresarán acá, porque hasta entonces no habrá llegado a su colmo la iniquidad de los amorreos”. — Génesis 15:16 (NBLA)
En Ezequiel 28:12-18 vemos la máxima iniquidad que llevó a Lucifer a rebelarse en contra de su Creador. En Ezequiel 44:10-13, el Señor hace responsables (cargan con la iniquidad) a los levitas porque permitieron que el pueblo de Israel se alejara del SEÑOR al rendir culto a ídolos. Encontramos otros ejemplos de avón (iniquidad) en: Génesis 4:13; Levítico 18:6-30; Ezequiel 44:12; Oseas 5:5; Job 31:11, 28; Salmos 106:6.
Por otro lado, a pesar de que la iniquidad sea la peor falta que cometemos ante Dios, Él nos muestra Su misericordia, al perdonar la iniquidad de las personas, por ejemplo, en el Festival de Yom Kippur (El día del Perdón) cuando toda la iniquidad de Israel era depositada en el chivo expiatorio:
«Y aquel macho cabrío [chivo expiatorio] llevará sobre sí todas las iniquidades [perversiones] de ellos a tierra inhabitada; y dejará ir el macho cabrío por el desierto.» — Levítico 16:22 (RVR1960)
Y la máxima muestra de la misericordia de Dios es cuando nos ofrece la salvación y el perdón de nuestros pecados a través del sacrificio en la cruz de Jesucristo, quien cargó con toda la iniquidad del mundo entero, para todo aquel que pone su fe en Él.
«Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, nos apartamos cada cual por su camino; pero el Señor hizo que cayera sobre Él la iniquidad de todos nosotros.» — Isaías 53:6 (NBLA)
“Castigo la Iniquidad de los Padres sobre los Hijos”
Cuando Moisés regresó con el SEÑOR para que escribiera los Mandamientos en el segundo par de tablas de piedra. Vemos una descripción del carácter de Dios y dentro de Sus atributos se menciona Su misericordia y justicia de una forma muy parecida al Segundo Mandamiento, porque Él castiga y perdona no sólo la iniquidad, sino también el pecado y la transgresión.
“Entonces pasó el Señor por delante de él y proclamó: “El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia y verdad (fidelidad); que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable; que castiga la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos hasta la tercera y cuarta generación.” — Éxodo 34:6-7 (NBLH)
En el siguiente artículo hablaremos acerca de las consecuencias por desobediencia a este Segundo Mandamiento, las cuales tienen repercusiones hasta la tercera o cuarta generación de quienes son idólatras.
¡Que Dios los bendiga!
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