En el artículo anterior vimos cómo el Espíritu de Santidad limpia los corazones de los creyentes, y cómo se desatan la maldad, la violencia y las falsas religiones cuando la santidad del SEÑOR se pierde. Ahora veremos cómo el Espíritu del SEÑOR guía a los creyentes para que caminen en santidad para la gloria de Dios (Salmos 29:2). Hablaremos de cómo el ministerio del Espíritu de Gloria nos ayuda de diferentes formas para que podamos darle gloria a Dios correctamente.
“Den al SEÑOR la gloria debida a Su nombre. Adoren al SEÑOR en la hermosura de la santidad.” — Salmos 29:2 (RVA-2015)
La gloria de Dios es un tema tan extenso, que decidimos hacer una serie de artículos para verla con mayor detalle, y le recomendamos que primero revise nuestros artículos: ¿Qué es la Gloria de Dios?, para que le ayude a entender mejor este crucial concepto, antes de que continúe estudiando acerca del ministerio del Espíritu de Gloria.
El Ministerio del Espíritu de Gloria
«Con cántico alabaré el nombre de Dios, y con acción de gracias lo exaltaré.» — Salmos 69:30 (NBLA)
Cuando un creyente vuelto a nacer da gloria a Dios, es gracias a que el Espíritu de Gloria le abrió los ojos, y le ha permitido reconocer la importancia de los atributos de Dios, Su sabiduría, autoridad, poder, grandeza, y expande su deseo eterno por el SEÑOR sobre cualquier otra cosa. El Espíritu de Gloria incentiva a los creyentes para que glorifiquen al SEÑOR constantemente y con gran intensidad, y tiene como Su objetivo final, que el SEÑOR sea glorificado en todas partes, tanto en el Cielo (Lucas 2:14), como en toda la tierra (Salmos 72:19). ¡Así es como debemos vivir nuestras vidas! Deseando diariamente alabar, honrar, agradecer, y adorar a Dios por quién es Él, por lo que ha hecho en nuestras vidas, y por todo lo que nos sigue proveyendo y ayudando. Y dar testimonio de todas estas cosas ante los demás, para que ellos también puedan ser partícipes de estas bendiciones. Es importante que le demos gloria con un corazón alegre, y que nuestra actitud sea humilde, amorosa, y con motivos puros, para que nuestras palabras y gloria sean plenas y posean valor eterno.
“Aclamen con júbilo al SEÑOR, toda la tierra. Sirvan al SEÑOR con alegría; Vengan ante Él con cánticos de júbilo. Sepan que Él, el SEÑOR, es Dios; Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo Suyo somos y ovejas de Su prado. Entren por Sus puertas con acción de gracias, y a Sus atrios con alabanza. Denle gracias, bendigan Su nombre. Porque el Señor es bueno; para siempre es Su misericordia, y Su fidelidad por todas las generaciones.” — Salmos 100:1-5 (NBLA)
Es la labor del Espíritu de Gloria el irnos revelando el carácter y esencia del SEÑOR, a través de conceptos que podamos comprender, como Su bondad, Su gracia, Su misericordia, Su santidad, Su justicia, Su sabiduría, y Su poder, para que nos demos cuenta de que solo Dios es digno de alabanza, honor, adoración, reverencia y la más alta estima. Por eso, Jesús (Yeshúa en hebreo) nos dijo que el más grande de los mandamientos es que amemos al SEÑOR con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerzas (Marcos 12:30). Y esto, solo lo vamos a lograr cuando conscientemente nos demos cuenta de la asombrosa y maravillosa gloria de Dios, gracias al ministerio (servicio) que tiene el Espíritu de Gloria en nuestros corazones.
“Y amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas.” Éste es el principal mandamiento.” — Marcos 12:30 (RVR-1995)
“Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén.” — Judas 25 (RVR 1960)
La Biblia nos habla de cómo José, era un hombre temeroso de Dios y buscaba darle gloria en todo lo que hacía, incluso cuando estuvo frente al hombre más poderoso de su época. Cuando José iba a interpretar el sueño del faraón, primero le dijo al faraón que Dios le estaba mostrando lo que iba a suceder (Génesis 41:25), antes de decirle ninguna interpretación. José le adjudicó la interpretación del sueño a Dios, así como anteriormente les dijo a sus compañeros en prisión (Génesis 40:8). Aquí vemos cómo el Espíritu de Gloria guía a José, para que no se adjudique una gloria que no le pertenece, y enfoque toda la gloria y alabanza a Dios por este milagro, y vemos que, José es recompensado por este hecho, cuando el faraón lo nombra primer ministro de la nación más poderosa de ese tiempo.
«Ellos le dijeron: —Hemos tenido un sueño, y no hay quien nos lo interprete. Entonces José les dijo: —¿Acaso no son de Dios las interpretaciones? Cuéntenmelo, por favor.» — Génesis 40:8 (RVA 2015)
“Y dijo el Faraón a José: Yo he soñado un sueño, y no hay quién lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos. Y respondió José al Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que responda paz al Faraón… Y dijo el Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú serás sobre mi casa, y por tu dicho se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo más el Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto.” — Génesis 41:15-16, 39 -41 (JBS)
Satanás siempre va a buscar que las personas se concentren más en buscar su propia gloria, la gloria del hombre, que en la gloria de Dios. Y como muestra, vea lo populares que son las entregas de los Oscares, Grammy, Emmy, y demás premios que se dan hombres entre hombres para enaltecerse a sí mismos. Sin embargo, debemos resistir esta tendencia del mundo de buscar nuestra propia gloria, y hacer lo que José hizo, si vamos a gloriarnos de algo, gloriémonos en el hecho de que conocemos al SEÑOR (Jeremías 9:23-24). Para evitar que toda la gloria la dirijamos al Todopoderoso, el ataque más poderoso del diablo, es distorsionar la imagen de Dios, haciéndonos que en lugar de enfocarnos en Dios y en Sus mandatos, nos enfoquemos en las cosas equivocadas. Y por eso existe una gran facilidad para que veamos toda esa propaganda a través de diferentes medios como las películas, la TV, el internet, la música, con una gran variedad de programas para todos los gustos, con el único objetivo de causar una distracción, y que a su vez termina convirtiéndose en una adicción, para tener una audiencia cautiva, y afectar nuestra forma de pensar y de actuar. Porque nos convertimos en lo que vemos y oímos; por eso debemos ser cuidadosos y tener discernimiento para saber qué permitimos que nuestras mentes vean y oigan. Recordemos que Job hizo un pacto con sus ojos (Job 31:1). ¿Cuántas personas ahora creen y actúan respecto a mentiras que ven en la televisión con respecto a los extraterrestres? O ¿cuántas no han cambiado su estilo de vida por el supuesto «calentamiento global» (para desmentir este mito vea Génesis 8:22; Romanos 1:25)? En casos extremos las personas no tan solo creen ciegamente en estos engaños, sino que viven atemorizados por una propaganda que busca controlarlos a través del miedo. Lamentablemente en estos días, es más fácil que las personas tengan una televisión en su casa a que tengan una Biblia. Al evangelizar, me he encontrado con muchas personas que reportan no tener Biblias en sus casas. Y del porcentaje de personas que sí tienen Biblia en su casa, ¿Cuántos la leen? ¿Hace cuánto que fue la última vez que la leyeron? Sin embargo, las televisiones sí es muy probable que haya en las casas, y que sean vistas a diario. La televisión es solo una de las distracciones que le roba la gloria al SEÑOR, en quien realmente deberíamos fijar nuestra vista. Por esta razón, con la ayuda del Espíritu del SEÑOR, los creyentes debemos contemplar a la única persona a quien nos queremos parecer, a nuestro Señor Jesucristo, la única persona que conoce al Padre.
“Así dice el SEÑOR: «No se gloríe el sabio de su sabiduría, ni se gloríe el poderoso de su poder, ni el rico se gloríe de su riqueza; pero si alguien se gloría, gloríese de esto: De que me entiende y me conoce, pues Yo soy el SEÑOR que hago misericordia, derecho y justicia en la tierra, porque en estas cosas me complazco», declara el SEÑOR.” — Jeremías 9:23-24 (NBLA)
Dándole gloria a Dios al parecernos más a Cristo
El Espíritu de Gloria provee al creyente con la revelación transformadora real y duradera de las cosas divinas directamente en su alma, algo que está fuera del alcance de un incrédulo porque este conocimiento no se puede adquirir intelectualmente. Además, el Espíritu de Gloria moldea el corazón de los creyentes para que se asemejen a Jesucristo, con lo que somos transformados de gloria en gloria (2 Corintios 3:18). El Espíritu de Gloria causa que el alma tenga un gusto por las cosas espirituales (Romanos 8:1, 4-6, 9, 13-14), como congregarse con la iglesia, adorar, orar, y meditar en el SEÑOR regularmente; también nos ayuda a alejarnos de todas las tentaciones del mundo que corrompen el alma, o nos sacan del buen camino, nos motiva a rodearnos de cosas espirituales que nos ayuden con esta transformación (2 Corintios 2:15-16; 2 Tesalonicenses 1:3), y nos permite como cristianos anunciar las virtudes de Aquel que nos llamó de las tinieblas a Su luz gloriosa (1 Pedro 2:9).
“Pero todos nosotros, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu.” — 2 Corintios 3:18 (NBLA)
“Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, para que anuncien las virtudes de Aquel que los ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.” — 1 Pedro 2:9 (RVA-2015)
«Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu… Sin embargo, ustedes no están en la carne sino en el Espíritu, si en verdad el Espíritu de Dios habita en ustedes. Pero si alguien no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de Él.» — Romanos 8:1, 9 (NBLA)
El apóstol Pablo explica que, una vez que el velo de oscuridad de nuestros corazones (2 Corintios 4:4) es quitado en Cristo (2 Corintios 3:14b), entonces podemos ver la gloriosa luz de Dios (2 Corintios 3:12-18, 4:6), es cuando el Espíritu de Gloria nos ayuda trabajando en nuestras almas (Ezequiel 36:26; Jeremías 24:7), en el proceso gradual de santificación, y describe el crecimiento de madurez espiritual como: “de gloria en gloria”, o de “fe en fe”. Cuando oramos: “SEÑOR, muéstranos Tu gloria”, lo que realmente le estamos pidiendo al SEÑOR es que nos: “Muestre a Jesús”. Una vez que nuestro rostro es descubierto, podemos empezar a entender la gloria del SEÑOR, a través de la Ley y el Evangelio, que contienen la más maravillosa revelación de la naturaleza divina. De esta forma, Su gloria está puesta delante de nosotros en la Torá (instrucción), que es un reflejo de Dios, quien es santo, justo y bueno (Romanos 7:12). Dios es amor, y la Torá nos instruye en la forma de amar correctamente a Dios y a nuestro prójimo (Mateo 22:37-39). El Espíritu de Gloria obra en los creyentes espirituales, empezando con la regeneración o justificación, después continúa con la santificación, para terminar con la glorificación. En cada nivel de gloria, vamos adquiriendo cada vez más luz espiritual del Espíritu del SEÑOR (Proverbios 4:18).
“Porque el Dios que dijo: “La luz resplandecerá de las tinieblas” es el que ha resplandecido en nuestro corazón para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo.” — 2 Corintios 4:6 (RVA-2015)
“Porque en él la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está escrito: Mas el justo vivirá por la fe.” — Romanos 1:17 (RVA)
“Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno.” — Romanos 7:12 (NBLA)
“Mas la senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto.” — Proverbios 4:18 (RVA)
En el Evangelio se manifiestan no sólo la asombrosa gracia y la infinita misericordia, sino también la sabiduría de Dios, quien elaboró detalladamente Su plan de Salvación: De acuerdo a este plan, Su estricta y rigurosa justicia divina es aplicada a cada transgresor de la ley. Y por la gracia de un Único Mediador, Jesucristo (1 Timoteo 2:5; Juan 14:6), solo los creyentes vueltos a nacer pueden ser justificados y perdonados por su fe en el único Salvador (Hechos 4:12). En este glorioso plan de Dios para la encarnación, vida, muerte y resurrección de Jesucristo, se nos recuerda que el menor de nuestros pecados, es un mal tan grande para Dios, que merece el peor de los castigos (Romanos 6:23). Y por esta oportunidad de encontrar el perdón en Cristo, Dios es digno de todo nuestro amor, honor y obediencia a Su Torá. Porque no hay nada que humanamente podamos hacer para alcanzar nuestra propia salvación (Mateo 16:26), solo Dios puede, y por eso envió a Su Hijo (Juan 3:16). El corazón del glorioso Evangelio son Yeshúa y Su sangre, que nos limpia de todo pecado, transgresión e iniquidad. El plan de salvación de Dios, magnifica Su ley, restablece la relación entre Dios y los hombres, elimina al pecado y nos da un camino de salvación, la gracia es glorificada, y ¡Satanás es derrotado!
“Esto es, entre los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó el entendimiento, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” — 2 Corintios 4:4 (RVR-1995)
“Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” — Efesios 2:8-10 (RVR-1960)
En nuestro siguiente artículo continuaremos hablando de un poderoso ministerio que tiene el Espíritu de Gloria: cuando los creyentes dan gloria a Dios cuando son puestos a prueba.
«Te daré gracias entre los pueblos, SEÑOR; te cantaré alabanzas entre las naciones. Porque grande, por encima de los cielos, es Tu misericordia, y hasta el firmamento Tu verdad. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios, sobre toda la tierra sea Tu gloria.» — Salmos 108:3-5 (NBLA)
¡Que Dios los bendiga!
Continuar leyendo: Los 7 Espíritus del SEÑOR: El Espíritu de Gloria (Parte 6)
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